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Nuevo Curso

CRISIS SOCIAL Y FACTOR SUBJETIVO. LA CLASE OBRERA: FURGÓN DE COLA O CAUDILLO.

¡No al pago de la deuda externa!

Anulación del acuerdo del gobierno con el FMI!

no al plan de ajuste y entrega

no a la criminalización de la protesta.

    En Argentina, por el desenvolvimiento concreto de su historia más reciente, la protesta representa un recurso político relevante en tanto como método de acción,  participa de la disputa general por la direccionalidad del país en un marco de contención democrática. Sin embargo esa misma protesta tomada en términos generales como herramienta política , varía en su composición en las distintas etapas del período y tiene un impacto predominantemente de carácter negativo sobre la acción de las autoridades estatales. Esto último es lo que deja ver el incremento de acciones  conducidas por organizaciones sociales que  ponen nuevamente a los perjudicados por la acción u omisión de gobierno en las calles       

   Las consignas volcadas al inicio  con mayor o menor precisión son los ejes de la controlada y direccionada protesta callejera, que no nace de modo espontaneo sino que tiene fecha, día y hora y es pactada para su realización con los operadores políticos del Estado y su fuerza represiva.

         Si la instancia organizada, llevará tras de sí, la actividad política de los cuadros activos  de un partido organizado en torno a la puesta en práctica de un programa socialista revolucionario y la vanguardia de trabajadores nucleada en su derredor,  la situación de cara a la marcha convocada para este 27 de julio dejaría abierta la posibilidad de una nueva instancia en la lucha de clases con tendencia a su modificación cualitativa  hacia un estadio superior, frente a las pujas que se producen en paralelo al interior  en el frente burgués por el control del poder .

Sin embargo, y sin sorpresa, lo que puede verse es que las organizaciones políticas existentes  en  nuestra sociedad,  en particular aquellas que se posicionan autodeclamatoriamente el espacio que  pregona por ser vocero de  la lucha estratégica de los trabajadores , corren presurosas a ubicarse en los fondos del fenómeno crítico antes mencionado, haciéndolo tanto  de manera física  como  simbólica, en tanto lo materializan en forma que denotan su absoluta incapacidad   de dirigirse a los explotados y oprimidos  respetando la conducción de agrupamientos políticos que en modo alguno se perfilan con intención de trascender el orden existente como lo dejan ver incluso las propias consignas que se utilizan para la convocatoria.

Esta desubicación de las organizaciones políticas que exhiben una supuesta adhesión a la causa de los trabajadores, tiene una génesis inmediata en el tiempo, que explica por qué no pueden tener posicionamiento dirigencial frente a la protesta. En un marco de violenta y extendida represión de la masiva movilización popular, el gobierno de Cambiemos logró aprobar el 18 de diciembre de 2017 un proyecto de ley de ajuste jubilatorio. Fue éste el último mojón de escenarios de lucha de calles y protesta social con relevancia en la situación política nacional que pudo montarse en la lucha de clases. Luego de ese hito, lo que se desarrollo fue el desalojo solapado de las calles por las propias fuerzas dirigenciales, quienes abierta y desembozadamente tomaron partido por una táctica electoral-parlamentaria decretando la imposibilidad de un cambio revolucionario porque la relación de fuerza no daba para ese objetivo. En esa premisa este contenido el nivel de apartamiento de la causa de los trabajadores por parte de la dirigencia del FIT-U y sus satélites. Incluso hace unas semanas atrás una de las organizaciones integrantes de ese frente sorprendió con el lanzamiento de una fórmula presidencial.

Son estos factores subjetivos los que frenan que el hecho histórico que nos toca protagonizar sea aún dominado en el espacio de su conducción sea potencialmente conducido por nucleamientos que apuntan a la colaboración de clases y en ningún caso exhiben un programa de gobierno que contemple los intereses de transformación social que le son específicos a la clase trabajadora.

Incluso el concurrente e insistente apego a formulas que ponen en el centro del problema al fondo monetario y su acuerdo con el gobierno apelando a  la definición de una situación opresiva en el que se encontraría la nación de conjunto , desvía el centro de atención de la lucha de clases en la medida en que oculta que en el origen de la situación esta dada una crisis objetiva en la relación capital-trabajo que la burguesía de conjunto pretende superar, con un nuevo giro explotador sobre los trabajadores por vía de la devaluación y el impuesto inflacionario.

Así las cosas, es la ausencia de una lucha programática y la relevante carencia de organizaciones políticas construidas en torno del programa revolucionario socialista, el factor que está obstaculizando la lucha. Dialécticamente son los extremos objetivos de la lucha los que evidencian la trascendencia del factor subjetivo y lo significativa que resulta la falta de organización revolucionaria en los tiempos que nos tocan enfrentar.

El desenvolvimiento del proletariado en la historia y las experiencias concretas que emergen de la misma, ligado a la evidencia que surge incluso de las luchas recientes en el marco de varios estados nacionales de américa latina dejan ver la necesidad de superación de la conflictividad por vía de la conquista del poder por los trabajadores, y es ese objetivo el que impone la estructuración del partido político de la clase como necesidad histórica. Esto significa un programa e ideas homogéneos, permanente y de actividad continúa expresando los intereses de la clase explotada acaudillando a los demás sectores sociales oprimidos por la reproducción capitalista-

El factor subjetivo, altamente afectado en el proceso revolucionario en el que estamos en curso, exige la conformación organizada y programática de la vanguardia de la clase trabajadora. Ese rol no puede ser asumido por las organizaciones sociales convocantes, por más que éstas expresen en el presente la única tendencia a ganar las calles frente al proceso devaluatorio de la moneda y la creciente inflación de los precios de las mercancías, en tanto las mismas no incorporan al grueso de la clase trabajadora activa, formalizada o no, sino al colectivo humano que lleva más de una década dentro de experiencias existenciales ajenas de modo directo a la relación capital-trabajo.

La situación de miseria en la que se ubica a esta parte de la población a la que se adjetiva como “sobrante” es connatural con la reproducción de la forma capital financiero en un país de capitalismo tardío, atrasado, donde la productividad del trabajo se haya altamente afectada impidiendo el crecimiento en parámetros que permitan una existencia acorde a la de dignidad humana del grueso del cuerpo social. La superación de ese estatus social solo es posible en el marco de una nueva sociedad, conformada por el poder obrero en tanto dictadura de clase.  

Los extremos objetivos que configuran el capitalismo actual, crean entonces una gran masa poblacional que ha salido del mercado de trabajo y la hace convivir por fuera de éste por mecanismos de asistencia social del Estado cuyos fondos se logran con mayor explotación de la clase obrera ya que en ningún caso emergen de la retención de ganancias o utilidades a los patrones.  No obstante ello y precisamente por ello, la clase trabajadora que tiene intereses específicos por su particular lugar en la producción debe acaudillar al resto de la sociedad que padece las miserias del capital y no a la inversa como parece preanunciar la protesta a desarrollarse en las calles de la CABA.

La clase obrera para plantear sus intereses propios tiene que diferenciarse dentro de la sociedad, incluso de aquellos que también pagan con su existencia miserable las consecuencias que impone el desarrollo del capital financiero. Este colectivo humano contenido dentro de las burocratizadas organizaciones sociales, no puede expresar en plenitud los intereses del proletariado, mucho más cuando algunos de ellos, ocupan lugares institucionales dentro del Estado de la burguesía. Esa diferenciación debe quedar clara en la vanguardia obrera de modo tal que le permita acaudillar a esos otros sectores postergados y no ir tras ellos. El partido, expresión de la conciencia de clase no puede generarse en estos sectores puestos en situación de miseria por su expulsión estructural y casi permanente de la producción capitalista y del mercado laboral generado por la misma.

El partido generado por la vanguardia y su programa tiene como misión esencial acaudillar al grueso de las masas en su lucha anticapitalista. La conciencia de clase se concentra en la vanguardia, que tiene como tarea organizarse alrededor de las ideas de la política proletaria y construir su partido de clase.

El desarrollo del proceso social de lucha de clases, los rasgos de una acentuada crisis en la reproducción del capital financiero expresada en su objetiva consecuencia de miseria extendida en las filas proletarias y la población sobrante , muestra un escenario que plantea  de manera exigente las tareas históricas del proletariado ,  es decir  la concientización socialista de su vanguardia y su correlato en organización partidaria revolucionaria por su objetivo estratégico de demolición de la república burguesa y su democracia formal.

Es una adoración demagógica inconducente a las masas, decir que los obreros nunca se equivocan, que la situación de desempleo no les quita la condición de obreros, máxime cuando el período de expulsión del sujeto de la relación capital-trabajo en el proceso productivo lleva ya un período prolongado de tiempo que implica una generación portadora de otra cultura diversa de la generada por el mundo del trabajo disciplinado de la fábrica y sus adyacencias en el área de los servicios.

Los obreros pueden estar en un contexto histórico en un lugar diverso del que manda su posición objetiva en la sociedad y los intereses concomitantes a ella. Eso lo pone de manifiesto el atraso relativo que tiene la lucha obrera si se la compara con lo que exhiben las organizaciones sociales que ganan la calle. El pueblo trabajador   aún se involucra de modo inconsciente en el crítico marco de la política burguesa. Sin embargo y con igual entidad, es necesario tener presente que ese mismo proletariado a dado muestras más que suficientes de su grado de experiencia combativa y de su capacidad para acaudillar la lucha gestando organizaciones de base y asambleas.

El asalariado tomado en términos generales y en tanto masa poblacional real, es tendencial e instintivamente revolucionario, siendo esa tendencia emergente de su posicionamiento en la producción material de su existencia siendo el contenido de esa tendencia su tarea básica de destruir la actual sociedad. El salto cualitativo de esa circunstancia objetiva de clase en sí a clase para sí, lo da su constitución como vanguardia obrera y   su estructuración en partido político donde se concentra el programa revolucionario. Esa es la acción práctica de la consciencia que surge de nuestra   propia realidad existencial.  Ese objetivo no puede ser logrado, por mero oportunismo o seguidismo práctico de lo que se moviliza. La intervención en la acción de masas que nos convoca no puede ser otra que la defensa de la autonomía e independencia de clase y la propaganda del programa socialista revolucionario.

Nuevo Curso.