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UNA POLÍTICA QUE DEBE SUBVERTIR

La palabra subversiva/o, en sentido estricto y si nos remitimos al significado más usual del término es empleada para aquel que pretende alterar el orden social o destruir la estabilidad política de un país. Sin embargo extendiendo el alcance fue tristemente implantada con sentido invalidante y degradante por la dictadura genocida. Sin duda tuvo un signo estigmatizante y esa herencia cultural no ha sido neutral para la militancia y sus significaciones en la lucha de clases.

 Siguiendo la significación del término y alejándonos de las connotaciones que asumió en la historia de la lucha de clases en nuestro país, no deja de ser constatable que , aquello que se autoreferencia como “izquierda” en el escenario político de nuestra sociedad dejó de ser subversivo en el momento en que sus expresiones y acciones más relevantes se concentraron con exclusividad en prácticas reformistas.

 Esta definición estratégica a determinado en lo táctico el sistemático pase a posiciones de conservación de lo dado o definido  por la superestructura del orden burgués  en la medida en que conseguía situarse en algún espacio de ese estadio de la lucha . Una suerte de acción por el dominio de posiciones y nunca por el total.

Esto no significa por el FITU una simple desviación del modelo teórico inicial, sino a la inversa, la consolidación de esa idea de cómo y por donde corresponde desarrollar la militancia política.

Precisamente esta cuestión es la que ha quedado por debajo de la complejidad de la crisis social y política en la que nos desenvolvemos , signada por la marcada presión que el capital financiero ejerce sobre los operadores encargados de la gestión de gobierno, a las que se ligan adicionales dificultades internacionales por los enfrentamientos comerciales y bélicos entre  distintos núcleos de intereses del capitalismo global .

Es destacable que la situación objetiva tomó al FITU luego de celebrarse los congresos realizados al interior de sus principales fuerzas políticas, todos confirmatorios de la táctica relativa a una pretendía visión de la lucha de clases como guerra de posiciones en clave reformista con sustento específico en la estrategia discursiva de la demanda por la declaración de derechos subjetivos para sectores oprimidos de la sociedad.

Sin embargo, no se advierte que no es la conciencia de los hombres la que condiciona su vida y determina su existencia, sino a la inversa que ese papel , esa  centralidad la tienen las estructuras económico-sociales  del capital. que en nuestro país se muestras crisis y con obstáculos para su reproducción al punto tal que someten incluso a quienes pudieran haber sido seleccionados para operar desde el Estado  los intereses de la propia burguesía.

  Es así que. el núcleo concentrado del capital financiero , a través de acciones desenvueltas en los mercados bancarios , bursátiles y de producción-consumo de mercancías, puso al gobierno en significativo debilitamiento de sus capacidades de orden y mando en el control social , generando un vacío que las organizaciones políticas autoreferenciados como voceros de los trabajadores, no supieron desarrollar  hacia los objetivos específicos de los explotados, limitándose a ubicarse como furgón de cola de los grupos piqueteros que congregan mayoritariamente a la población sobrante.

    En este contexto, cuando andando la crisis, la burguesía exhibe ahora un manotazo de ahogado colocando en la gestión a un operador de ese mismo poder económico concentrado que detenta el capital financiero , la situación invita a intentar comprender el fenómeno en sí  desde esta perspectiva de carencia relevante de una estrategia de poder desde los trabajadores  y abogar por una necesaria y urgente  advertencia de la necesidad de cambio en el modo de intervención de la militancia socialista.

Es preciso insistir en el error táctico apuntado en cuanto al desenvolvimiento en la lucha de clases de una suerte de guerra de posiciones a conquistar al interior orgánico de la estructura capitalista con incidencia puramente reformista sobre ese modelo social basado en la explotación.

 Se impone subvertir el orden burgués. Se torna necesario abandonar  la premisa estratégica según la cual el desenvolvimiento social  puede asumir  un progreso lineal sobre la base de posicionamientos conquistados en la sociedad civil o en la misma estructura del poder Estatal .

Las acciones de maniobras con estrategia reformista, parten de la idea según la cual el presente solo puede ser entendido y visto desde el futuro irremediablemente socialista que en términos reales no lo implica y le impone una “espera” permanente por lo que vendrá, convalidando en los hechos las acciones del enemigo de clase.

Esta construcción no emparenta con la practica revolucionaria y su objetivo de instauración del poder obrero. Si se tiene presente esto habrá que advertir en la emergencia y urgencia de un nuevo discurso y nuevas iniciativas que concreten relaciones sociales con aptitud para subvertir el orden capitalista tal como hoy se manifiesta, desde las entrañas mismas de ese modelo de producción y dominio cultural.

 No se lucha por la libertad futura, buscando humanizar el poder burgués.  Se milita, se acciona contra ese poder, porque en esa misma lucha esta la propia libertad

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