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Nuevo Curso

LOS UNOS Y LOS OTROS. ARGENTINA.CLASE CONTRA CLASE

NUEVO CURSO

No tengo certeza en cuanto a que la palabra “asombro” sea el signo adecuado para definir el fenómeno que toma cuerpo en estos días, a partir de un evento comercial con apariencia deportiva, como lo es el campeonato mundial de futbol, pero no hay duda que la situación provoca al menos la necesidad de dar evidencia de cuanto se exhibe como naturalizado.

En algunos casos cuanto se puede ver una dramatización que recuerda a Fontanarrosa con su personaje Best Sellers, un aventurero internacional sirio, en cuanto se refiere a las formas perceptibles por los sentidos, pero en esa compleja diversidad, aparecen en la tribuna un sinfín de personas con los colores celeste y blanco- Gorros, trompetas, camisetas, banderas, etc.

Me viene a la memoria la escena en el patio de la escuela y de blanco cantando aurora, mirando esos colores ascender y percibiendo el porvenir venturoso de nuestra “patria”.

Acá no hay nada de eso. Lo que deja la imagen, con las prevenciones que ello mismo determina, es la vista de los privilegiados que habitan en Argentina, en una tierra donde los bienes se intercambian por una moneda que falta en gran forma, precisamente en nuestro país, al punto de que existen diversas variantes de un mismo signo, para permitir cazar alguno del mercado y reservarlo para el pago de una deuda o para asistir a los intereses del capital financiero en su reproducción.

La pregunta es entonces ¿puede una sociedad que rasca dólares por debajo de la superficie social, gastar dólares sin limite en otra sociedad? Las respuestas no son especulativas. Sí puede. Y lo hace porque realmente algunos argentinos usan esa moneda que no se produce en nuestra economía interna en el exterior.  Las razones por la que ese hecho objetivo ocurre, sí son del terreno especulativo.

La aproximación con mayor luz sobre el fenómeno que se pretende describir requiere instrumental imprescindible que es la consideración de las clases sociales en pugna en nuestro orden social. Los trabajadores no están en Qatar. Los empobrecidos carentes de ocupación asalariada formal y estable, no están en Qatar. Son conclusiones certeras.

Sin embargo, los trabajadores generan valor en el proceso productivo. Pero no están en Qatar. Allí están las expresiones de la clase social que de conjunto se apropia de ese valor, con su cultura dominante, sus usos y sus modos, tan europeos de occidente.

Esos celestes y esos blancos con las formas que puedas imaginar fetichizadas en objetos, no son los mismos colores de nuestra escuela y no significan nuestra unidad con ellos. No es posible la unidad de todos y la militancia por la Argentina, como lo pregonan los discursos de los operadores políticos. No hay Argentina por la que militar si ella significa pocos y muy ricos en Qatar y muchos en pobreza que el mismo día ocupan las calles por “la comida, las herramientas, y por un salario que le gane a la inflación”

Son tiempos de clase contra clase. Tiempo de ver que los esfuerzos de los trabajadores construyen nuestra sociedad y le pertenecen. Tiempos de una sociedad sin explotadores ni explotados, de una organización colectiva que termine con los factores opresivos. Es esto lo que deja como primera impresión aquello que por la riqueza artística de la intervención de los deportistas nos ubica frente a una pantalla. Fuera de ella y remontando visiones en la historia, me pareció pertinente transcribir este comentario de Natalia Sedova, la compañera de León Trotsky, en tiempos de la primera detención del presidente del soviet, y los momentos previos a su reencuentro tras la fuga de aquel:

Partí en dirección a Viatka sin saber a dónde iría… El vagón estaba lleno de gente rica, que llevaba para las fiestas de carnaval las provisiones más delicadas, vino francés, pescado ahumado, fiambres de calidad. Se atracaban con tales comidas y las alababan como conocedores. Nunca había frecuentado ese mundo, recuerdo mi asombro al comprobar que, mientras nosotros concebíamos la vida como una lucha incesante por el porvenir de Rusia, tales genes existían …” (vida y muerte de L Trotsky. Víctor Serge pág. 14)