NUEVO CURSO
Finalmente, se dictó condena a la pena de prisión perpetua a cinco de los rugbiers acusados por el crimen de Fernando Báez Sosa, en el carácter de coautores del delito de homicidio doblemente agravado por el concurso premeditado de dos o más personas y por alevosía, y sentencia a los tres imputados restantes a la pena de quince años de prisión, por considerarlos como partícipes secundarios del ilícito.
Según la sentencia los ocho imputados se organizaron para atacar a golpes al nombrado, por sorpresa y desde dos frentes sin que la víctima pudiera advertir lo sorpresivo del ataque y que, aprovechando el estado de indefensión en el que quedó la víctima como consecuencia de los primeros golpes recibidos, los cinco condenados a prisión perpetua continuaron agrediéndolo brutalmente causándole lesiones de tal entidad que le provocaron la muerte. A su vez, agrega que los tres sujetos restantes apoyaron a los coautores y, de acuerdo al rol que cada uno asumiría en el ataque focalizado en la víctima fatal, prestaron una colaboración, si bien no imprescindible, lo suficientemente apta para favorecer la consumación del crimen.
Por lo pronto, la generación de ese pronunciamiento judicial , fue recibida por la población en general con innumerables comentarios., atravesados todos ellos por el discurso mediático y la formación precedente de sentido común que se se vino instalando desde el hecho donde perdió la vida Fernando Baez Sosa
Desde las redes sociales se conoció la opinión de una compañera de Fernando que transcribo:
“Una horda de gente sacada lanzando, como quien no quiere la cosa, que justicia es que violen o maten adentro de un penal a los 8 asesinos de Fernando, que los transformen en «gatos» del pabellón porque justicia es la pena de muerte, que sus familias sufran porque el asesinato es producto de la «mala educación» que les dieron en sus hogares. Memes riendo de que uno de los asesinos se desmaye porque le dieron cadena perpetua, que es un «flojito» que no dura ni media hora la verdugueada bien merecida que le va a venir. La condena es la pérdida de la disposición del tiempo propio, no me gusta decirle «libertad» a lo que hacemos con el tiempo en este mundo actual. Un solo día de vida encerrado en una pieza dos por dos es un tormento inenarrable. No les alcanza, además tiene que haber sangre y sufrimiento. Burlando es el nuevo héroe nacional que pareciera ser que sólo defiende causas nobles. Cuando hagan memoria y se den cuenta que ese tipo nefasto, como un ejemplo entre muchos, defendió a Los horneros, la banda asesina de José Luis Cabezas al servicio de Yabrán, se caen de culo…..Por diferentes motivos no me generan empatía quienes asesinaron a Fernando pero desearles que mueran asesinados, violados y vejados por un grupo de presos es sumirse en un nivel de degradación humana sin igual que ve justicia en tortura y en vejámenes, una conducta analogable a la conducta de los 8 condenados…… Por otra parte lamento comunicar a todas las personas que dicen «a mí no me sale un hijo así», «todo es culpa de la educación» o cosas por el estilo que la educación no es un proceso que se dé en el vacío ni es individual, que hay gente que es re presente con sus hijos y que intenta transmitirle valores positivos pero esos hijos igual terminan en cualquiera porque viven en un mundo que se cimenta sobre la sangre y la carne de miles de millones, sobre la degradación a través de diferentes drogas y de faltas de expectativas de la juventud, un mundo que enseña que para llegar alto hay que pisar todas las cabezas que sean necesarias porque acá sobrevive el más apto y se forra el que explota sin culpa. Así que no. No somos libres y no estamos, solamente, determinados por la familia nuclear……Yo qué sé. Algunas de las cosas que me generó la secuencia de hoy. Esperemos que vengan días que nos vean ser mejores”
Nos posicionamos sobre este texto por su dimensión de relato social y para dar entidad a la necesidad de que todo militante revolucionario , se vea habilitado e impelido a dar cuenta de su posicionamiento sobre todos los extremos del conflicto social, y de la cultura opresiva de clase que debemos soportar.
En ese sentido hay que decir que nos toca una parte en todo esto, porque asimilamos el concepto de lucha de clases solamente con perfil economicista. Con estos fenómenos se advierte que la lucha de clases también lo es disputa por los contenidos de todo cuanto acontece en lo cotidiano. Esto significa una disputa por cuanto sucede tras los muros, por los muros y los juicios asimilativos del castigo como función necesaria a la par que repudian la violencia.
Todo ese contradictorio debe ser puesto en evidencia , tanto de la manera angustiante como lo presentas la compañera que apela a la esperanza en lo por venir, como de modo crítico y buscando superación por la lucha por el programa socialista y el poder obrero, para que entendamos que se lucha todo el tiempo de la existencia, de manera permanente por el socialismo.
Compartimos la necesidad de la esperanza, porque ese es un componente relevante en la lucha, pero una vez más creemos necesario insistir en el apremio por retornar al concepto de militancia de cuadros revolucionarios responsables.
En ese sentido y no como una cita escolástica, es importante recordar, no por ilustración sino por ejemplo de filosofía crítica práctica, que Marx, intervenía en los periódicos sobre la aplicación del castigo a quienes recogían ramas de la tierra, con esto estaba dando referencia también a la degradación que implica el castigo penal y la necesidad de su superación. Esa es nuestra calle. Ese es nuestro lugar en el mundo, y ese debe ser el paradigma de nuestra posición constante de revolución permanente en lo cotidiano y no cuando tenemos el agua al cuello, sino desde el momento mismo en que reparamos en la necesidad de elevar un dique y las aguas lo permiten.
La sociedad es supraindividual , externa y coactiva, nos engloba en tanto individuos que interactuamos en una esfera concreta de producción material, en un escenario de trabajo humano, que por sus modalidades nos despoja de cuanto producimos alienándonos del producto y obligándonos a la vez a la búsqueda de la satisfacción de nuestras necesidades materiales y simbólicas en esos mismos productos que toman entidad de mercancía que habilitan la dominación del mercado. Uno de esos productos es generado por todos quienes laboran en los aparatos productivo de mercancía ideológica, y se ocupan de su difusión. Una de esas mercancías, constitutivas del propio sistema, en su funcionalidad es el castigo punitivo y carcelario, exhibido falsamente con objetivos de prevención de acciones lesivas para una sociedad tomada en términos genéricos sin distinción de las clases sociales que se contienen y pugnan dentro de ella y el sentido reparador de la pena .
El valor de uso de ese producto específico que es la mercancía que contiene la ideología del castigo, hoy luce envilecido y mostrando su verdadero rostro cuando producto de la crisis del propio modelo capitalista, se desarrolla y desplaza hacia el atávico recurso del “ojo por ojo” y que el paradigma implícito en el deseo : “se pudran en la cárcel” con lo cual se admite lisa y llana la derrota irreductible de un principio constitutivo del Estado burgués :” Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquella exija, hará responsable al juez que la autorice”… , que contiene el art. 18 de la Constitución Nacional.
Dicho, en otros términos, la formación del sentido común colectivo en torno a las conductas que previamente se juzgan como antisociales por el Estado de la burguesía en su código penal, se concreta en un dispositivo de ideas fogueadas por todos los instrumentos tecnológicos existente que controvierte la propia revolución burguesa y su orden republicano, trascendiendo hacia estadios que implican una reacción del aparato estatal frente al individuo. Por esa razón es que cualquiera fuese el fallo de cualquier juez, este nunca alcanzará a satisfacer esos voraces apetitos de venganza e imposición no evidenciada de un discurso de dominación que viene oculto tras la forma jurídica. En eso se inscribe incluso el aprovechamiento del deceso de un joven para precisamente reclamar la baja de edad de punibilidad de otros jóvenes.
Estamos presenciando la consolidación prevalente de una fuerte tendencia ideológica que opera por fuera de la legalidad del Estado burgués, que avanza en el viraje de los sistemas punitivos basados en una cultura penal asistencia, correctiva del sujeto, de corte reintegrador por vía de reinserción Social, hacia otra basada en unos sistemas punitivos que enfatizan objetivos de mera retribución de castigo , incapacitación subjetiva del penado , y protección del público por vía de la tolerancia a su estigmatización, que acentúa con rasgos atávicos la única función del Estado frente a la sociedad civil en crisis que no es otra que la imposición de una sociedad de control de clase y opresión .
Hay fenómenos parciales de nuestro tiempo, que tienen la implicancia no hecha consciente de modo suficiente por los trabajadores , de la prevalencia en la sociedad del esquema de tolerancia cero, pero ante la evidencia que el mismo también naufraga en el plano de la realidad, la población de conjunto es impulsada ideológicamente hacia la acción directa expresada en la necesidad de asimilar valor justica, con castigo que implica violencia física y simbólica sobre los cuerpos de aquellos a los que se ubica en el lugar de la responsabilidad por el suceso específico.
Para esto, colabora el propio aparato ideológico del Estado y la criminología mediática , ambos como herramientas que vehiculizan la construcción de consenso a la dominación en término de “guerra al delincuente”, categoría que habilita a descargar odio hacia “el otro”, previamente estereotipado como sucede en el caso con la generalización del sujeto peligroso en “los rugbiers”, de manera tal que a partir de esa gestión ideológica, todo joven que practique ese deporte cualquiera fuera el sitio donde lo haga y la clase social donde se ubique, será considerado en el imaginario como un potencial peligro, cuando asista a establecimientos educativos, o a lugares de esparcimiento y diversión.
Así, empachando de promesas de muerte, y linchamientos. Así atiborrando de consulta a presuntos imparciales “entendidos”, se construye esta fisura al interior de la sociedad civil que solo remite a la necesidad de un gran ordenador social y administrador de castigo : el Estado, todo lo cual se materializa con la aquiescencia a la represión .
En definitiva, asistimos a una operación política generalizada, ( se suma a esto la presencia abierta y desprejuiciada del querellante privado, actor procesal del sentido de venganza primario y de su propaganda política) de construcción efectiva de una cultura dominante sostenida sobre elementos primarios que precarizan para los trabajadores su existencia , al admitir la división artificiosa y con solo fin de castigo entre probos y reos sociales con el uso de cualquier elemento externo que sirva para su estigmatización. Hoy es que, los rugbiers son violentos, nenes de mamá y papá mal criados, energúmenos pagados de sí mismos sobre los cuales hay que prevalerse. Mañana puede ser que por otro hecho haya que protegerse de otros, por otro factor. Lo cierto es que lo que impera es la sociedad de los demandantes de protección y un solo gran protector que contradictoriamente es el gestor político de la sociedad donde se consuma la explotación y la división de clases, que es matriz en última instancia de todas estas instancias socialmente dramáticas que nos tocan vivir.
No hay guerra posible contra el delito. La única guerra posibles es contra el orden y la sociedad de control criminalizada desde el poder burgués. Es tiempo para no desconocer los hechos. Tiempo para tomar la cuestión como un elemento más de la lucha de clases por la abolición del Estado burgués, su derecho penal y su poder punitivo. Tiempo por superar una sociedad decadente y construir en contexto de poder obrero, democracia obrera otra sociedad y otro hombre, que liberado de las lacras conceptuales y sociales del capital desenvuelva la vida sin explotados y oprimidos