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Nuevo Curso

“El fuego del «Rosariazo». El fuego de la Revolución, el Poder Obrero y el Socialismo

NUEVO CURSO

Si nos ayuda observando la foto que antecede, nos habilitamos a preguntarle ¿, saben usted, sus hijos, sus padres, el vecino quién era la mujer joven, flaca, que lleva el palo, en esta imagen? Una posible respuesta es que nos diga que no le interesa. Entonces sobreviene la replica elemental; ¿Por qué no le interesa? Nos dirá que no tiene ninguna relación con lo que documenta la foto.

Este diálogo imaginario, es probablemente una referencia mayoritaria de todo esto. En sentido inverso, existe una tendencia plasmada desde la apertura del discurso de derechos en el marco de una forma de gobierno democrático puramente normativa, que asumió el poder burgués y su Estado tras la negociación concertada por los gestores políticos de los aparatos tradicionales reunidos en la multipartidaria.

Esa versión que solo niega a la indiferencia anteriormente narrada, es la que parte de una versión de los hechos fotografiados que esquiva considerarlos como un espacio concreto de la lucha de clases con los contornos específicos que pudo asumir en esa época de movilizaciones masivas y uso de elementos armados y prácticas de ese tenor.

Lo cierto es que dentro de ese segundo pero amplio espectro se apeló simplemente a la victimización táctica con la que se omitía reivindicar las prácticas populares de lucha armada para enfrentar al poder burgués. Ese derrotero aún existe dando manifestaciones de contorno ideológico en la fecha. Es así que en cada efeméride se apele exclusivamente a la nostalgia hibrida, y estéril. Es solo contar lo hecho, solo narrar y en el mismo movimiento sentenciar la caducidad de esas herramientas de las masas, apelando a un democratísimo que termina siendo funcional a los intereses de los dominadores y explotadores.

Apelamos a la reflexión de los compañeros. Apelamos al abandono de estas posturas que solo niegan el espacio represivo desde una perspectiva puramente moralista e, invitamos a pensar en la necesidad de tomar esas maderas caídas en las calles, ocupando el sitio de los caídos en toda su extensión.

La emblemática chica de la foto, requiere de reconocimiento. Nos dicen que se trata de Martha Antonia Martínez Molina la flaca “Margarita” de la Tendencia Antimperialista Revolucionaria (TAR) organización de base del Partido Revolucionario de los Trabajadores “El Combatiente”. Era estudiante de Filosofía. Fue desaparecida el 14 de mayo de 1977.

Margarita militó en los dos “Rosariazos” y le sacaron las fotos con las maderas que expropiaron de una obra en construcción para alimentar el fuego de la barricada.

Después de mayo de 1971 “Margarita” tiene que pasar a la clandestinidad por el secuestro del Cónsul inglés Stanley Sylvester.

Después del 25 de mayo del 73. Vive en Buenos Aires y con su pareja tienen tres hijos. Del enemigo. Es secuestrada el 14 de mayo de 1977 y desde entonces desaparecida.

La actualidad, puede dejar ver a muchas cabelleras blancas, teñidos, peladas, caminatas lentas que solo expresan un después clausurado en el tiempo, como si eso fuera posible. Una clausura que pone todo en la misma bolsa. Que fue de la sociedad desde esta mujer en lucha de calle hasta su desaparición y después. Por qué esos que recuerdan, solo recuerdan. Que pasó después. Se nos dijo que con la Democracia se come, se sana, se educa, se hace justicia. Nada de eso existe en la realidad, sin embargo, nos siguen convocando a votarlos.

Basta con conseguir condenas aplicadas a personas que ya en estas épocas no han de sobrevivir para cumplirlas íntegramente. Alcanza solo con el formato procesal para cerrar la brecha. ¿Las razones de ese palo en mano que registra la foto, siguen o no vigentes? Si lo están, si la miseria nos abraza, si la pobreza se expande, porque no hay más palo en mano. Porque se pensó que el consejo municipal los ediles, los diputados provinciales, los diputados nacionales, eran más útiles y aptos que el palo en mano, la barricada y la calle ardiendo. Volviendo al título, quien se ocupó de apagar ese fuego.

Vale la pena, ahora que se seleccionan candidatos a presidente apelando a la “generación diezmada” , buscar la respuestas a estas preguntas, pero no para superar ignorancia, sino para volver a las calles con el mismo fuego de la revolución