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PODER OBRERO Y PROGRAMA SOCIALISTA. EL CAMINO HACIA LA LIBERTAD POSITIVA EMANCIPADORA

Desde hace tiempo, la historia encarnada por la lucha de los trabajadores frente a la opresión y explotación que viene siendo sometida, da cuenta en su objetividad, de la necesidad de cambio de método en la comprensión de la realidad que compone nuestra existencia dentro del orden social capitalista.


Esta claro hoy, frente a las expresiones más rudas de la barbarie capitalista encarnando la crisis de ese modo de producción, que no hay que buscar la verdad de la sociedad por la falsedad de su ideología y mucho menos por los discursos que en ese plano se puedan construir desde la clase dominante. Por el contrario, lo real, lo cierto, lo objetivable de todo cuanto padecemos reconoce, sus raíces en las prácticas sociales efectivas, desarrollando los mecanismos frecuentemente inconscientes de su producción y funcionamiento.


Las condiciones generales de la producción en nuestro tiempo y en nuestra sociedad son capitalistas. Es decir, propiedad privada de medios de producción, trabajo asalariado y enajenado, contradicción capital-trabajo, ley de valor, tendencia decreciente de la tasa de ganancia, crisis de sobreproducción, crisis financieras, son todos fenómenos existentes y abordados por el discurso marxista que da de los mismos, explicación certera.


La situación de la clase obrera en Argentina, es a la vez, trágica y cómica para los trabajadores. Es trágica porque no aparece la superación de lo dado de manera seria y concreta. En sentido inversa es cómica e irónicamente insostenible, por el hecho de que quienes se ocupan de la gestión de gobierno y los intelectuales orgánicos de la burguesía ocupan sus labores en inventar “soluciones” que no son tales y que emergen irrisorias a simple vista, en la medida en que todas ellas se concentran en la común unión de exhibir mayor explotación y opresión, como salida de la crisis del modelo capitalista de producción.


Dicho, en otros términos, los que poseen, los propietarios de los medios de producción, los grupos financieros y quienes dan subjetividad al plusvalor y la renta, buscan salvaguardar el poder de decisión que detentan a través de sus instituciones estatales. En el mismo momento, las organizaciones políticas que se autorreferencia en la clase trabajadora, buscan reclamar un programa mínimo economicista, sin impugnar el orden capitalista en sí, por vía del voto.
Desde otros modos de visualizar los fenómenos que son específicos del capital de corte no estrictamente económicos, es básica la relación entre fetichismo de la mercancía, enajenación alienación y en su descripción analítica, el empleo del método materialista, dialéctico e histórico, la ponderación de la forma que asume en concreto, ley social de la lucha de clases.


La situación de la clase trabajadora en Argentina, no tiene vía de superación bajo la premisa fundante del Estado nacional, según la cual el “pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes”. La situación de explotación y opresión de la clase trabajadores, no encuentra ni encontrará superación, por los instrumentos y herramientas de la sociedad de clases que impone el capital y sus formas jurídicas e institucionales, sobre las que se enseñorea la Constitución Nacional, y su organización republicana y de gobierno de democracia representativa e indirecta.


En esta racionalización necesaria de la realidad y en el contexto de las razones que emergen de esa contradictoria realidad social, es necesario avanzar en la propaganda política respecto del Estado que habilita el propio proceso electoral montado por la burguesía indicando expresamente , siempre y en todo lugar donde el conflicto social toma emergencia, que el Estado es un producto de la violencia histórica que ejercen los propietarios sobre quienes no tienen otro recurso para sobrevivir y hacer sobrevivir a los suyos, que vender cotidianamente su fuerza de trabajo.

Con esto denunciamos no otra cosa que una premisa esencial de la lucha de clases. Aquello que es falso en la práctica no puede ser verdadero en la teoría. La irrealidad histórica de un modelo social es el índice seguro de su falsedad teórica. Todo cuanto pueda emerger del seno de la burguesía en esa materia conduce a la construcción falsa del fenómeno y a la reproducción ampliada de la crisis del orden capitalista que la genera. Lo inverso, lo necesario es imponer la fuerza de la razón apoyándose en las luchas empíricas de la clase trabajadora en sí, y en tanto sujeto social objetivado en las relaciones de producción dominantes.
La alternativa de cuanto nos toca sobrevivir esta planteada entre la burguesía y su Estado monopolizador legitimado por el orden jurídico del uso de la violencia represiva y la clase trabajadora organizándose a través de su vanguardia en clase para sí, con su política obrera revolucionaria y su régimen de democracia obrera con programa socialista.


Desde esta perspectiva, el derrotero de ese proceso, lleva a la conclusión general y certera según la cual no hay que buscar la verdad de la sociedad por la falsedad de su ideología, sino tomar por punto de partida las prácticas sociales efectivas y tratar de fijar el mecanismo, frecuentemente inconsciente de su producción y funcionamiento. No hay otro camino a recorrer que la construcción organizada desde la vanguardia obrera que se reconoce como clase en sí, del poder obrero a través del cual encauzar la realización del programa socialista.
Sin embargo, la lectura de la realidad, enfrenta. casi se diría que confronta, estos aportes con una visión ideologizada que las generaciones presentes hacen propias en plano consciente respecto de cuánto les sucede desconociendo todos los fenómenos anteriormente puntualizados, y sus explicaciones , más allá de las clases sociales en pugna, en forma tal que a la hora de expresarse bajo el formato del voto en un proceso electoral específico, dejan ver una opción por las referencias que se obtienen de los dominadores por parte de los dominados y explotados . Al amparo de esa gestión ideológica de los instrumentos institucionales del poder burgués, es que se naturaliza la cuestión, se la estratifica, se la congela y por enésima vez se redacta el certificado de defunción del marxismo por la vía de sostener que el capitalismo es el único orden social posible y toda alternancia solo gira en torno de escenarios de utopía.


No obstante, ello y, por mucho que se acuda a la ideologización del proceso, el sol no se puede tapar con la mano, en la medida en que los fenómenos que se describen desde la crítica marxista al orden social capitalista, tienen un entramado objetivo que la aleja de toda posibilidad de no considerarlos en sí.
Hombres y mujeres en referencia directa a un orden social que los contiene y determina, no diferencian el bien del mal ni lo verdadero de lo falso, se despojan de proyectos sociales colectivos que desvaloran y aquellos mismos conceptos que cimentaron desde siempre al pensamiento, se volvieron en la actualidad eufemismos, tecnicismos y rodeos sin contenido.


Agobiados por gestiones insignificantes, interrumpidos de modo permanente y muy encandilados por innovaciones constantes, perciben en su fuero más íntimo que la vida misma está desquiciada en sus raíces. La pequeña burguesía, los sectores sociales medios, por fuera de la clase trabajadora en sí, perciben y encarnan la idea central para la que «el tiempo está fuera de sí» y no es una variable que los determine. «Estamos celebrando al borde del precipicio con los ojos prolijamente vendados». (William Shakespeare) Dicho, en otros términos, poco importan las consecuencias a la que nos arrastra el conformismo, la inmediatez y la irresolución. No hay prácticamente porción de la existencia humana donde no deje de verse con continuidad un peligroso vandalismo contra el conocimiento y un constante aferrarse al fetiche armado en torno de las mercancías que se suceden unas a otras como candidatos salvadores, nutrientes de porciones de felicidad transitoria e, individualistas

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Son los mecanismos ocultos de la cultura capitalista, en tanto orden social generalizado de producción de mercancías aquellos que nos han llevado al estado actual de la condición humana y la miseria del trabajador, en particular porque los propios pilares materiales y objetivos de ese modelo de producción se encuentran en crisis dificultando la reproducción del capital como proceso social ampliado. Esos mecanismos deben ser traídos a la luz. Es necesario exhibirlos y denunciarlos con denuedo para encontrar el primer momento de su proceso de superación, que no es otro que la constitución de la clase trabajadora en “para sí”, lo que implica su emancipación social por imposición del poder obrero y la extensión de un escenario de libertad positiva.


Desde esa perspectiva, buscando volver sobre los pasos y explicar los aspectos relevantes de este orden social que muestra signos objetivos de su agonía, debe advertirse que por fuera de la multiplicidad de factores que se combinan en el capitalismo, es la construcción de la noción de libertad la que adquiere centralidad. El programa socialista abomina de la simple libertad negativa que es la que ofrece el capital como instancia superior del existir. Desde el socialismo se acude a la construcción de la libertad positiva, que es superadora de todo lo dado. La libertad positiva es tener un orden social y relaciones sociales que te ´permitan el desarrollo de la subjetividad y no solo lo que no te esta prohibido
Por libertad negativa se entiende la situación en la cual un sujeto tiene la posibilidad de obrar o no obrar, sin ser obligado a ello o sin que se lo impidan otros sujetos (o alguna fuerza natural).

Cuando se dice que se es libre en este sentido, se quiere significar que una acción mía no se ve obstaculizada y que por lo tanto puedo llevarla a cabo. Por libertad positiva se entiende la situación en la que un sujeto tiene la posibilidad de orientar su voluntad hacia un objetivo, de tomar decisiones, sin verse determinado por la voluntad de los otros. Esta forma de libertad se llama también autodeterminación.

Cuando se apela a esta idea de libertad se esta expresando que la voluntad no es objeto de determinaciones impuestas, la voluntad del individuó es libre, es decir, no está determinada por la voluntad de otros o, más en general, por fuerzas extrañas a mi propia voluntad.


El socialismo es libertad positiva, no como abstracción sino como espacio concreto de realización de la condición humana, por construcción de un orden social donde no se extinguen las relaciones que impliquen la presencia de clases sociales antagónicas. Socialismo es el camino a una sociedad sin clases por vía del socialismo, encarnado en el poder obrero, abre la instancia habilitante de la libertad positiva, es decir el hombre con un espacio de posibilidades que no encuentran reparo en prohibiciones que se imponen desde la propiedad privada que impone otro, que juega de dique social para la expansión de las posibilidades del hombre.

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