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Nuevo Curso

LA MASACRE DE TRELEW Y EL ASESINATO DE LEON TROTSKY

La construcción de una nueva sociedad que geste un nuevo hombre es el objetivo estratégico de la clase trabajadora. Esos propósitos se actualizan teniendo presentes en el hoy a dos hechos históricos cuyas enseñanzas desde el dolor, no cesan y a la vez nos interpelan

La fuga del Penal de Rawson fue una evasión protagonizada por un grupo de combatientes revolucionarios que se encontraban detenidos en esa unidad, el 15 de agosto de 1972, durante la dictadura del general Alejandro Agustín Lanusse. Ese día doscientos combatientes presos pertenecientes al PRT-ERP, las FAR y Montoneros, tomaron la cárcel permitiendo la fuga de veinticinco. Seis de ellos lograron escapar en un avión de Austral hacia Chile: Mario Roberto Santucho, Marcos Osatinsky, Fernando Vaca Narvaja, Roberto Quieto, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna. Allí se asilaron amparados por el gobierno de Salvador Allende. Otros diecinueve guerrilleros no llegaron a abordar el avión y tomaron el aeropuerto de Trelew, antes de pactar las condiciones de su rendición ante las fuerzas de la dictadura. Trasladados de un centro de detención de la Marina, siete días después fueron ejecutados clandestinamente con un saldo de 16 muertos y 3 sobrevivientes.

León Trotsky sufrió un atentado contra su vida de parte de  Ramón Mercader, un agente español de la NKVD soviética, por orden de Stalin quien atentó contra su vida el 20 de agosto falleciendo  al día siguiente, ​ el 21 de agosto de 1940,​ en el Puesto Central de Socorros de la Cruz Verde.​ Cabe señalar que a sus exequias, celebradas en la capital mexicana​ asistieron cerca de trescientas mil personas, en una ciudad que por aquel entonces contaba con unos cuatro millones de habitantes

Nuevamente arremete el calendario. Estamos próximos a recordar el crimen político de León Trotsky y sin solución de continuidad la masacre de Trelew precedida por la fuga de presos políticos revolucionarios del penal de Rawson. Los recordatorios formales comienzan a asomar por las redes. Emergen las fotos, las evocaciones contingentes. Se acude a los documentos, las anécdotas, los textos periodísticos, etc. y todo huele a simple recuerdo. Es decir, la evocación que trae consigo y de manera paradójica, el efecto al parecer necesario, de reafirmar su condición de “pasado “y si así fuera a resaltar su cosificación inerte sin otra proyección sobre el presente de la lucha de clases.

Sin embargo , en esta actualidad donde se desenvuelve desde el poder burgués una farsa electoral signada por la total ausencia de participación activa como clase en sí y para sí del pueblo trabajador es posible gracias al legado documental de Raymundo Glayser, que la imagen desde un aeropuerto perdido en el sur nos muestre a  Rubén Pedro Bonet y sus compañeros y  penetre una vez más  en nuestras vidas,  por irrupción , sin acuerdo previo, abriéndose paso frente a la ignominia  , explicando ante periodistas traídos también del pasado , cuales son y siguen siendo los objetivos de la clase trabajadora en lucha .

Me quedo con su mirada frente a la cámara, es transparente, no tiene dudas, traduce la determinación de quien actúa por lo que la necesidad impone. Está rodeado por la Marina, en un aeropuerto del sur. Es conferencia de prensa no pautada por asesores de imagen para político en campaña. Los periodistas no deglutirán sándwiches ni otras vituallas a su finalización.

Explica Bonet que estar allí es un episodio de la lucha revolucionaria, y nos dice que ella no es otra cosa que las múltiples maneras en las que el pueblo trabajador expresa su búsqueda de libertad, desprendiéndose de estructuras productivas y sociales injustas que lo oprimen. Agrega que ese proceso debe ser entendido en sentido amplio, como una guerra al Capital, no buscada por los trabajadores, sino generada por la violencia que la burguesía despliega de múltiples maneras sobre el conjunto de los explotados y que esta ínsita en ese modo de producción.

Pensando desde nuestro aquí y ahora, con relación a los sucedido allá y , en el fusilamiento ulterior de Bonet y el resto de los compañeros en una base naval, que la historia narra y retrata con datos específicos, corroborados aún en las propias estructuras decadentes del poder judicial burgués,  se me ocurre pensar en que no hemos podido continuar aquellos objetivos, porque si bien no dejamos de luchar, abandonamos la construcción consciente en todos y cada uno , del sujeto social del cambio como tarea militante, desdeñando lo que objetivamente la conformación de la producción de mercancías y el imperio de la ley del valor nos señala claramente en cuanto a la subsunción real que el trabajador tiene con esa materialidad indubitable, que lo enajena de lo que produce día a día y a la vez lo aliena respecto de esa mercancía en un proceso permanente y pronunciado de fetichización.

Está claro que las desapariciones físicas se extendieron desde entonces hasta nuestros días y en ese sentido Bonet y el resto de los compañeros fusilados, se corporizan en los caídos en puente Pueyrredón, Ferreyra , Santiago Maldonado, Rafael Nahuel  y en cualquier otra persona que víctima de la criminalización de la protesta social da con sus huesos en algún oscuro calabozo de Comisaría o sufre el gatillo fácil de las fuerza represivas, siempre y en todos los casos con esa leal compañera de ruta que tiene el capital y el poder burgués : LA IMPUNIDAD.

Todo esto es así y a veces parece sobreabundante decirlo, pero hay entre aquellos hombres en conferencia de prensa obtenida fusil en mano, rodeados por tanques, explicando el porqué de la lucha emprendida y cómo esta no era ajena a la lucha del conjunto de los trabajadores por derrotar a la dictadura del Capital y nosotros los de aquí y ahora una diferencia cualitativa que debemos revertir partiendo de la base de su constatación, y el consecuente naufragio ideológico en el que nos puso esa deriva en el timón de quienes asumieron la conducción dirigencial de ese viaje al salto cualitativo que implica la revolución social y la construcción de una nueva sociedad desde y por un nuevo hombre .

Los sectores dominantes obtuvieron a fuerza de muerte, manejo ideológico mediático y otras artimañas un éxito cultural fundamental. Consiguieron que dejara de estar planteada en la comprensión colectiva y como labor militante, la construcción del sujeto social del cambio y nos ofrecieron a cambio diluirnos en las ilusiones democráticas que profetizaron de las más varias formas y por los más diversos medios.

En igual medida, establecieron la demanda local, el planteo específico sin la impugnación crítica del todo y con eso la posibilidad de una diversidad que no es tal si se parte de la constatable evidencia de encontrarnos en una sociedad de clase definida objetivamente desde la producción general de mercancías.

Con la misma perspectiva transformaron el papel del individuo en la historia cambiando su significación como productor de significantes revolucionarios. Consiguieron que se pasara, del arquetipo que corporizan Bonet y el resto de los compañeros en Trelew y todos aquellos caídos en la lucha revolucionaria, al modelo del militante político correcto, pragmático, posibilista y utilitarista , artífice funcional de la estrategia reformista discursiva contenida en la demanda de derechos subjetivos declarados en abstracto y nunca materializados,  dirigida hacia el Estado de la burguesía, sin la modificación y superación de la materialidad de su estructura productiva capitalista.

Trelew y las carencias actuales de la lucha política, puesta en evidencia en el propio naufragio de una intervención electoral sin denuncia alguna del rol que juegan en la sociedad esas convocatorias electorales obligadas sobre el pueblo trabajador , marcan en uno y otro sentido,  por la positiva o por su negación electoral era y oportunista con registro reformista,  la importancia de la formación de cuadros políticos revolucionarios socialista, para la generación y construcción de destacamentos militantes acordes a las condiciones actuales del desarrollo de la lucha de clases y el deterioro crítico del modo de producción capitalista con predominio del capital financiero sostenido en la especulación y la usura.

El abandono dentro de la tarea militante de la construcción consciente propagandística y agitativa, del sujeto revolucionario, emergente de la clase social explotada y consciente de la necesidad de la transformación de la estructura existente, es el dato más relevante de nuestros tiempos.

En sentido inverso de la decadente realidad que se deja ver de las acciones políticas públicas de los grupos que se autoreferencian como la izquierda del orden social existente, negándolo y a la vez afirmando necesidad de su superación, se impone la necesidad del salto cualitativo por agotamiento de las falsas alternancias políticas que se han presentado desde aquel 1972 a la fecha en la escena política.

Hoy nuevamente esa faltante da cuenta de un vacío que debe ser ocupado por el retorno a la construcción del partido revolucionario de los trabajadores, como herramienta necesaria para el pase al acto superador de la dominación burguesa sobre nuestra sociedad.

 Esta tarea constructiva deja ver a su vez dos aspectos contenidos en una dialéctica que objetiva una forma contradictoria, que tiene un doble carácter. Por un lado, es la búsqueda de una inserción de masas en los organismos que los propios trabajadores se dan en su lucha espontánea de manera tal que ese partido busque afanosamente estar fundido en las masas, a partir de que sus miembros tienen que provenir de las masas; y a la  vez  el desarrollo de un partido de vanguardia, por su organización independiente, por su actividad autónoma , por su estructura en la cual participan los mejores y más claros elementos de la clase obrera y el pueblo probados en la lucha de clases . En otros términos. Por un lado, el Partido hace actividad de masas, por el otro hace actividad de vanguardia.

Teniendo presente esa mirada, estamos ante un nuevo 22 de agosto. Hay que luchar para que esa fecha eche raíces en cada uno de nosotros. No basta con poner las fotos de los caídos y recordar sus nombres. No basta con señalar a los responsables de esa esa matanza y su ulterior derrotero. No alcanza con apuntar acerca del sentido estratégico de esa operación militar de liquidación y su carácter de ejemplarizador ensayo de lo que vendrá.

Es necesario un punto de encuentro con la vital idea subyacente en todos y cada uno de los caídos en la lucha. Transformar las estructuras económicas, transformándonos en ese mismo proceso en sujetos del cambio, en hombres nuevos con determinación para esa labor histórica con las herramientas que las particulares condiciones de la lucha de clase nos indiquen, procesadas desde la orientación estratégica y táctica de un partido revolucionario de los trabajadores, subordinado en su hacer y praxis política al programa obrero-socialista.

     Por lo demás ese es el extremo con el que confluyen la masacre de Trelew con el crimen político de León Trotsky. Es que en este último se advirtió la esencialidad de la construcción del partido-programa frente a las implicancias que para la revolución tenía el Estalinismo y el advenimiento del Fascismo y la guerra mundial imperialista. Frente a ese gigantesco enemigo, se dio a la tarea esencial de la fundación del Partido Internacional, superador de la caída de la III Internacional, y dejó ese legado para las generaciones futuras al ver tronchada su vida de manera violenta.

          En distintos tiempos un mismo objetivo. La superación de las carencias subjetivas, por vía de la construcción de partido y militante combatiente emergente de la vanguardia de la clase trabajadora para el aporte necesario al cambio social revolucionario , con programa socialista que exige la crisis capitalista y el objetivo impedimento que ese modelo productivo tiene para la satisfacción de las necesidades del ser humano con base en las contradicciones objetivas que el mismo genera en ocasión de su proceso de acumulación y reproducción.

          Que las fechas, no sean solo fechas y recuerdos con añoranza, sino señalamientos para la continuidad y un nuevo curso en las acciones militantes, es la tarea necesaria del momento.

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