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LA ECONOMÍA BURGUESA Y EL VOTO «UTIL»

Lo que hoy se presenta por vía de un mecanismo electoral predispuesto como farsa, es un despliegue del poder burgués. Un cambio de timonel, para un nuevo ciclo acumulativo de capital necesario para su reproducción y el dominio cultural de esa clase sobre los trabajadores con fundamento en su sometimiento a un plan económico de estabilización de variables económicas y el funcionamiento de los mercados locales y la incidencia de los internacionales.

En otros términos, es un giro facilitado por el embuste electoral y la intervención mediática de la propaganda ideológica de la clase de los propietarios, en la naturaleza de los actos estatales del poder burgués, descargados por personal político sobre la clase trabajadora y el conjunto de los sectores sociales expulsados de la economía formal, con implicancia estructurales en las relaciones productivas, comerciales y financieras que agrava la.

la espiral ascendente de ampliación de la pobreza en forma objetiva.

Lo cierto es que tras la pregunta habitual y que se ha extendido por todo el año de una manera en torno al sentido que debe darse al voto, por fuera de ese entramado institucional y estructuralmente opresivo, hemos sufrido sobre nuestra existencia como asalariados, una nueva avanzada de las operaciones políticas de la clase dominante con incremento de la tasa de explotación y distribución regresiva de la riqueza social que generamos.

Esas acciones de grupos especuladores y de la burguesía de conjunto volcadas como síntesis de acuerdos entre sectores internos de la clase dominante,  en un plan consensuado por el sentido del voto popular,  hace  que el entramado político del orden social capitalista busque superar su crisis ejemplificada en la existencia-inexistencia casi por el último año de su mandato del actual presidente formal y se aproxime con velocidad inusitada a  intentar trascender este efecto negativo con lo que resulte de la segunda parte de la tragicomedia electoral . La tarea burguesa y la de su aparato cultural de dominación del momento. es hacer visible y ganar con el, en la transición crítica, un rostro que ha recibido confianza por el sencillo expediente del voto obligatorio de la población.

Parte del plan de dominación y explotación exhibido como plan económico de rescate y salvataje por los empleados del poder burgués es la necesaria y significativa transferencia de ingresos desde los trabajadores hacia los sectores concentrados del poder económico, estableciendo dentro de la propia burguesía la prevalencia del poder financiero y el posicionamiento prevalente de estos núcleos para la imposición de medidas políticas acorde con el programa de clase

A su vez, el previo escenario de inflación creciente que se ha dejado desarrollar en los últimos meses emerge como recaudo que debió ser acelerado para permitir la magnitud de apropiación de valor que se desprende del programa económico del futuro gobierno que tome el poder formal el próximo 10 de diciembre.

Dicho, en otros términos, la inflación galopante, fue y es el escenario desde donde se permite modificar los términos de la relación de clase, imponiendo, mayor pobreza y miseria a los trabajadores y demás sectores congregados en torno de la llamada población económicamente sobrante.

Todas estas acciones y operaciones, se generan en términos materiales y fuera de las abstracciones en el contexto convivencial de la sociedad civil y básicamente repercuten dialécticamente en la relación capital-trabajo y los efectos específicos que nacen a partir de la vigencia de la ley del valor, en plano formal, por la utilización de diversos instrumentos jurídicos, llámese contratos, papeles de negocios, bonos de deuda, transacción de bienes y servicios, etc.

 Más allá de ellos, la unificación ideológica de los grupos que anidan al interior de la burguesía es que sean “los mercados” los que marquen los contornos limítrofes del funcionamiento explotador y opresivo de esa sociedad en los próximos tiempos.

Los llamados mercados son en este sentido, el escenario de un nuevo uso diferencial de técnicas y operaciones del poder burgués para introducir por esta vía un nuevo giro liquidador en la concreta existencia de amplios sectores de la población. Asumen entonces en el sentido amplio del término y por la situación actual de la base social donde se pretende imponer el próximo programa de gobierno, una suerte de práctica genocida del estado, que conociendo los alcances de cuanto se ordena, de manera consciente y decida bajo el amparo del uso de la violencia represiva lo impone de igual manera, dejando a su suerte a los afectados, en espacios territoriales de existencia propios de la barbarie.

El voto no es útil o inútil. Lo inútil es ese tipo de discusiones entre las masas explotadas. El voto solo es el favorecedor de programas económicos “milagrosos” propiciatorios de acciones especulativas de mercado y la opresión cultural del poder burgués.

Es preciso hacer público que todo cuanto ocurre no es la resultante de situaciones azarosas o de la intervención de un determinado grupo de presión, sino que en definitiva es un nuevo giro de la política burguesa.

 Por todo esto, hay que corregir la visión sesgada del genocidio como táctica pura y exclusivamente  represiva con formas violentas de intervención del poder de una clase sobre otra, y ampliarla  desde la perspectiva de indicar la naturaleza de  este tipo de operaciones de  la política burguesa , directamente orientadas en la faz económica a destruir el salario por vía de la devaluación monetaria y el aceleramiento inflacionario de los precios de las mercancías, con la cual la sobrevida de los ubicados en contexto de población sobrante ven peligrar su propia existencia.

Dicho en otros términos no se necesitan una reaparición de   milicos uniformados para generar acciones y técnicas de eliminación de un grupo social y sus relaciones específicas. Basta con, que se acudan a la generación de gestiones económicas que intencionalmente liberen las variables de la economía de mercado para terminar con las formas de sobrevivencia de amplios sectores de la clase trabajadora, siendo este el costo criminal que asume la “salida” de la crisis de acumulación y reproducción del capital en Argentina.

Piénsese solamente en la cantidad de población ubicada dentro de los sectores explotados y oprimidos que por estas gestiones económicas son transferidos desde la pobreza al renglón de la miseria existencial y se habrá de ponderar como por vía de la privación permanente de medios suficientes de subsistencia material. Cuantas personas dejan de existir en tales condiciones de carencia y se inhabilitan en toda posibilidad de ser titular de derechos subjetivos que dignifiquen su vida

Frente a las prácticas políticas que exponemos, no queda otra alternativa que la resistencia obrera y popular, es decir, la comprensión de que estamos ante un nuevo estadio de la lucha de clases, que obliga a gestionar la política obrera desde la lucha de calles y en su desenvolvimiento la agitación y propaganda del programa socialista como objetivo estratégico del poder obrero.

No hay espacio para concentrar la acción de los trabajadores en el plano electoral, en la medida en que las elecciones se constituyeron en la herramienta complementaria de estas políticas   de clase, para dotar a las mismas de consenso y seleccionar el personal político que pondrá en acto estas políticas.

 La lucha de calles, las asambleas, las acciones directas de la clase trabajadora son el escenario-contenido, de la intervención proletaria en el conflicto de clases, que debe contraponerse a estas acciones políticas del poder burgués.

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