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«He hablado y salvado mi alma». (Carlos Marx) MILITANCIA Y PROGRAMA SOCIALISTA

Los años posteriores a 1860 en Europa plantearon un resurgir del movimiento obrero después de las derrotas posteriores a 1848, que llevó a la conformación de partidos u organizaciones políticas con explícitos idearios socialistas en Alemania, Marx ayudó a organizar en 1864 la Asociación Internacional de Trabajadores, o Primera Internacional.  Ese proceso dialéctico tiene un momento significativo en términos prácticos con la experiencia revolucionaria de la Comuna de París de 1871, que implicó dos meses de autogobierno de la clase trabajadora francesa, y en tal sentido, la primera revolución proletaria, pese a su brutal represión y liquidación por el poder burgués.

 Crítica del Programa de Gotha es una obra escrita en 1875, es decir, luego de esa experiencia revolucionaria y surge en razón del programa a aprobar en Gotha en el que iban a fusionarse la Lassalalleana Asociación General de Trabajadores de Alemania y el Partido Socialdemócrata obrero de Alemania, para dar nacimiento a un nuevo partido, que tomó el nombre de Partido Socialista Obrero de Alemania, para terminar en 1891 como Partido socialdemócrata alemán. En referencia al documento es significativo que en el momento de su producción fuera conocido por un estrecho círculo de dirigentes como «Glosas Marginales al programa del Partido Obrero Alemán»— y solo tomo dominio público extendido cuando la obra se publicó en a 1891.

La referencia a este texto la traemos a cuento de una experiencia muy difundida en nuestros tiempos, en que la militancia real, los jóvenes emergentes a la vida política desde la última década del siglo pasado, traducen signos relevantes de haber sido educados en un formato que deja entrever la innecesariedad de la crítica y más aún la indiferencia a los problemas que se plantean en las actividades concretas, por ausencia absoluta de toda referencia programática que le sirva de respaldo.

En ese sentido , es usual y significativo que las estructuras contenida en los partidos que ingresan a la farsa electoral como FITU desarrollen  políticas de aparato, cargadas de vocabularios combativos pero impregnadas de prácticas prosistema, ajenas a toda referencia programática, que  producen como reacción un rechazo muy grande a la organización en partidos políticos en sentido genérico y en particular hacia los que propagandizan la estrategia revolucionaria de construcción del  poder obrero y el programa socialista

Es preciso señalar que este tipo de programa político no tiene nada que ver con las invocaciones a los “programas” que estamos acostumbrados a escuchar, que se limitan siempre a rememorar un cúmulo de reivindicaciones, políticas algunas, económicas la mayoría, sin señalar con claridad cuáles son los objetivos políticos que acerquen al movimiento de masas hacia la revolución.

«He hablado y salvado mi alma«. Con estas palabras Marx concluye su Crítica del programa de Gotha (1875):…… Esta expresión con significantes religiosas o al menos de características idealistas, por su apelación al “alma” que es una noción puramente abstracta es usada sin embargo a modo de punto final para lo que antecede en el texto que no es otra cosa que un análisis devastador del programa del partido obrero alemán resultante de una militancia en post de la unificación con el grupo que conducía Lasalle.

Estas palabras en latín de hace dos milenios y medio fueron destiladas de un profeta ‘descarado y obstinado’, Ezequiel, quien en medio de visiones extrañas y extravagantes de animales, joyas y ruedas dentro de ruedas escuchó estas palabras susurradas desde la bóveda celestial. [2]

“Si pronuncio la sentencia de muerte de una persona malvada y no le has advertido o hablado para disuadirla de sus actos malvados y así salvar su vida, esa persona morirá a causa de su pecado, pero yo te haré responsable de su muerte. Pero si le has advertido y él persiste en sus actos malvados, morirá a causa de su pecado, pero habrás cumplido con tu deber”.

Esa expresión fue también empleada por Engels al escribir treinta años antes La situación de la clase obrera en Inglaterra (1844) y la utilizó para describir el desprecio del burgués hacia el proletariado al que sometía a condiciones inhumanas.

 Hay que aclarar que, aunque la frase en sentido teológico tiene una impronta de intento para exculparse, no sucede eso con Marx en tanto este a pesar del rigor de su crítica no tenía en miras alejarse de la organización, sino revertir lo que consideraba una intervención con naturaleza de maniobra por parte de Lasalle amparado por el deseo compartido de unificar las organizaciones y dar un salto en la conformación del partido socialista alemán.

La cuestión que exhibimos no es de corte puramente lingüístico, ni tampoco un comentario pintoresco.  Marx, cuando afirma en forma asertiva y de conclusión que «He hablado y salvado mi alma” da cuenta de un método absolutamente necesario en todo militante socialista. Esto es, la necesidad de hablar, de expresar sus pareceres, de opinar, polemizar buscando el camino de la certeza sobre cualquier fenómeno y con eso, hace un rescate de la necesidad de ir hacia el otro con quien siempre es necesario dialogar, antes de que este adopte una decisión y precise sus acciones.

Puede leerse esa expresión y ese método otorgándole un sentido sectario de proyección de un saber absoluto hacia el otro. Sin embargo, nada de esto se lee en el sentido del texto que antecede a ese cierre con matices teológicos. Lo que opera en Marx no es en ningún caso un lavamanos como se interpreta en la biblia. Es a la inversa y como lo testimonia todo su trabajo intelectual y práctico, una apelación a la búsqueda de la verdad a través de la producción de un juicio de certeza sobre aquello de lo que se discurre.  En ese sentido también actúa Lenin con sus reiteradas apelaciones a la actitud de explicar pacientemente los planteos bolcheviques, a las masas, o a los grupos que terminó calificando por su afectación a la enfermedad infantil del izquierdismo.

Dicho, en otros términos, Marx deja al pasar y refiriéndose a una situación política puntual donde estima necesario intervenir con urgencia, una enseñanza en el modo de cómo actuar en ese espacio de la vida pública. Es necesario siempre y en todos los casos hablar; es el imperativo de militancia en la filosofía de la praxis que se constituye a la vez en un factor moral que define la subjetividad del revolucionario, y en gran medida avanza en la configuración tendencial del hombre nuevo en la vanguardia de la clase trabajadora en lucha por el poder obrero.

Otro aspecto complementario de lo ya dicho es la actitud que Marx deja ver en su texto al señalar las acciones que se leen explícitas o entre líneas en el documento direccionado por Lasalle. Mas allá de las propias puntualizaciones, Marx proyecta a su interlocutor, a quien dirige esta carta que contiene la crítica, la premisa específica según la cual, resulta indispensable para el proyecto revolucionario y para el revolucionario en sí, denunciar los caminos perversos del orden social capitalista y de quienes se enrolan funcionalmente con su hacer a ese modelo social, que hoy en el siglo XXI da muestras relevantes de su agotamiento.

  En línea con este orden de ideas, y tomando al marxismo como un sistema filosófico complejo que por la forma en la que se ha llegado a los textos del autor, muchos de ellos editados y publicados tras su muerte o en tiempos diversos de su producción, no permite una lectura lineal ni cronológica, es posible traer a cuento un pasaje breve de la Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel.

En ese texto Marx, se refirió en términos genéricos a lo que se describe como religión, es decir a toda construcción del hombre sostenida en el ejercicio de un acto de fe racional, indicando que ese posicionamiento del sujeto frente al mundo donde existe es

 «el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón y el alma de una situación sin alma».

Desde esa premisa construye su visión acerca de cuál debe ser el lugar de la crítica de ese posicionamiento afirmando que

 …»La crítica ha arrancado», «las flores imaginarias de la cadena, no para que el hombre continúe arrastrando esa cadena sin fantasía ni consuelo, sino para librarse de la cadena y plantar la flor viva».

Es decir, el ser humano, para que pueda comprender el mecanismo de alienación que implica generar desde su entendimiento la idea de Dios y luego someterse a esa idea, debe desenmascarar ese auto extrañamiento, esa alienación con referencia a la idea de un ser supremo, debe recurrir a la crítica de la realidad y apelar a la visión historia de los fenómenos «para establecer con la mayor aproximación de certeza posible, necesariamente transitoria un juico de verdad. Es esa y no otra, la tarea cotidiana y árida que asume en nuestros tiempos y pese a todas las tempestades dogmáticas e irracionalidades postmodernistas, un revolucionario por fuera de su contingente incorporación en una específica organización política.

El socialismo revolucionario es pese a que se pretenda ubicarlo en una visible apariencia reformista y parlamentarista dentro del orden burgués opresivo y explotador, un movimiento real que implica acciones de los trabajadores teleológicamente dirigidos a suprimir el estado actual de cosas. Las condiciones de este movimiento resultan de las premisas ahora existentes, que en nuestra sociedad adquieren forma de farsa electoral e imposición compulsiva a votar por expresiones de la burguesía que solo divergen por las formas y las imágenes artificialmente construidas que proyectan.

Estas afirmaciones están latentes y orientativas para la praxis en La crítica del programa de Gotha cuando Marx dice que  «Cada paso del movimiento real es más importante que una docena de programas», pero ello no niega la importancia sustantiva del programa en sí, en tanto inferir de esa afirmación lo contrario sería apelar al puro pragmatismo, madre del oportunismo, al que sin duda Marx pretende combatir con el documento mismo que está produciendo en esta carta y el empeño con el que asume esa tarea crítica .

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