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Nuevo Curso

LA CLASE TRABAJADORA. DOS TAREAS OPUESTAS Y SUPERADORAS DE LA TRAMPA ELECTORAL :   PROGRAMA Y ORGANIZACIÓN  POLÍTICA .  

NUEVO CURSO

El tiempo transcurrido en este año en curso, no es de baja trascendencia en nuestras vidas. Quienes vivimos de un salario o un haber previsional, hemos visto perder valor adquisitivo a ese ingreso, que es nuestra única forma de sobrevivir. También hemos visto desenvolverse gran cantidad de “ventas de espejitos” para intentar ocultar en plano consciente ese fenómeno. Lo fundamental ha sido desde la gestión de los empleados de la burguesía en el gobierno del Estado y desde los aparatos publicitarios por vía redes, mostrar lo aparente como real y ocultar la materialidad objetiva de la existencia

Sin embargo, cualquiera fuese el operativo de imagen una tras otras esas operaciones fueron cediendo ante lo objetivo que significa, una boleta de un servicio, una ida al supermercado, al almacén de la vuelta, intentar comprar ropa, un medicamento o tratar de ir a la cancha, lo que se advierte desde la víscera más sensible, el bolsillo, es que no alcanza y cada vez alcanza menos.

Pero además de no alcanzar, de la insuficiencia material que transmitimos, lo que se advierte en manera conjunta, es la experiencia existencial del “mal vivir”. Muchas divergencias pueden surgir sobre lo que se considera “mal”. Pero nos podemos entender, cuando pensamos por ejemplo en la calidad educativa inicialmente averiada por haber puesto las cosas en su lugar y no definir desde la clase trabajadora, cual es la educación que pretenden para que sus hijos se construyan como sujeto vital y también desde estos mismos. La simple negativa o denuncia de lo crítico de la realidad en ese espacio, no alcanza. Ese método de reiterada impugnación concentrado en la simple negación no hace otra cosa que afirmar lo negado dándole sentido a esa existencia precaria.

Es mal vivir las carencias crecientes en el plano de la salud pública. También con esta referencia temática el problema  ha sido denunciado por todas las caritas de los que se presentan como izquierda, pero de nuevo, los trabajadores no se ocupan en definiciones orientadas a su superación , sea porque si están sindicalizados aportan a otro sistema, sea porque el espacio de lo público solo plantea un espacio relacional con otro sujeto diverso y difuso como lo es el colectivo humano abarcado por la categoría económica “población sobrante”, básicamente ligado al desempleo o el empleo precario informal. Lo cierto es que ambos sectores, trabajadores u organizaciones sociales solo se restringen a denunciar faltantes o imposibilidades de recibir asistencia sanitaria adecuada.

Podríamos seguir en otros rubros, pero lo esencial es denunciar y poner como preocupación esencial en lo por venir, es la carencia que le corresponde a la clase trabajadora en lucha, que no es otra que la falta de un programa que le permita encontrar cohesión organizativa en un partido político de su clase que convoque además a lo que hemos denominado “población sobrante”.

Hoy no vale, ni es efectivo, el “asombro” y el “miedo…a tal o cual candidato “estos pertenecen al mundo fraudulento del poder burgués que exhibiendo esos candidatos e inventando anuncios de fascismo, como si este último alguna vez se hubiera anunciado a los gritos y no desarrollado en los espacios más profundos de la sociedad para convertirse en un fenómeno de masas que se apodera del Estado.  Los trabajadores tenemos otra tarea diversa de mirar sus pretendidos debates por TV o tomar partido abierto o implícito por uno u otro. Los trabajadores en la historia se han indicado desde hace mucho tiempo en el manifiesto que transita los tiempos y las variantes burguesas, marcando esa divisoria no reconciliable de aguas entre “burgueses y proletarios”, marcando que su emancipación es obra de ellos mismos. Es ese imperativo lo que marca la necesidad del programa de clase y su necesaria organización política en partido de trabajadores para lograr ese objetivo revolucionario

Desde el Manifiesto Comunismo, hasta el llamado Programa de transición, y luego las “tesis de Pula cayó” los trabajadore han acudido a esa tarea que hoy marca su carencia en nuestra específica sociedad de clases en Argentina, ese el problema central que debe ser superado más allá de cualquier apelación a la voluntad que necesaria no alcanza para ganar la batalla.

Cualquier obrero, cualquier trabajador, cualquier desempleado sabe que hoy no se gana un partido de fútbol profesional solo con “huevos” y muchos han llegado a decir que con ellos solo se hacen tortillas, si no se cuenta con el planteo táctico adecuado para el cotejo de fuerzas futboleras puestas en la cancha. La figura sirve para comprender lo que tenemos que hacer y priorizar. Nadie tiene la varita mágica ni tampoco se trata de una elaboración intelectuales entre cuatro paredes. Se trata, significa, implica volver a nuestra historia de lucha y relevar con suficiencia la objetividad de lo real, desde nuestras carencias existenciales por la sobrevivencia. Se trata de un proceso colectivo de clase y no de iluminados centristas y oportunistas capaces de vender reformismo claudicante en nuestras propias filas, como si entre uno de nuestros jugadores se hubiera puesto la camiseta que nos identifica uno del equipo contrario.

, Cuando se redacta un programa, y se lo publicita no se lo hace en función de una tarea intelectual abstracta ni para cumplir con una coyuntura específica. La redacción del texto programático esta siempre orientada a plasmar una necesidad, buscando expresar en un texto una prolongada actuación social de los trabajadores en sí, buscado constituirse en clase para sí, que hace las veces de fuente existencial de ese documento en donde se colocan ante todo el mundo los jalones por los que se mide el nivel de las luchas obreras. En ese sentido, un programa es decir a las claras, que hace, que deberá hacer la organización resultante y cuál es el objetivo de esos haceres en los que deberán reflejarse las futuras acciones y determinaciones y en tanto tesis dialéctica del próximo desenvolvimiento de las intervenciones concretas en lo real.

Un tibio llamado de ocasión buscando ocultar el fracaso de la táctica electoral parlamentarista de los reformistas oportunistas de todo pelaje para que gobiernen “las y los trabajadores”, es solo eso, un llamado oportunista y de ocasión y nada tiene que ver con una definición programática concreta. Es hablar en abstracto de una herramienta y no en concreto de la obra.

Las acciones institucionales de estos grupos no deben ser omitidas en la consideración programática, en tanto forman parte de las experiencias realizadas por la clase trabajadora en estos últimos cuarenta años bajo el amparo de las ilusiones democráticas y la vulneración consecuente y permanente de las libertades democráticas por parte de la república burguesa.

Es importante ponderar esa experiencia en la que nos implicamos de alguna u otra forma un significativo número de trabajadores, para ponerla en examen. En ese contexto, desde mínimo aporte de un grupo de trabajadores invitamos a tener presente la lectura que impone su necesaria superación dialéctica, es decir, no la simple negación sino la implicación entre los datos que dan cuenta de la tendencia positiva implicada en ese fenómeno negativo para dar el salto cualitativo que implique un nuevo curso de acción obrera.

La superación dialéctica necesaria viene dada por que esa experiencia política tan extendida como frustrante viene dada por la acción política sin rumbo sobre la base de la apariencia de un programa reducido a un amontonamiento de consignas, que en definitiva implican un no programa. Esa táctica política de vivir en la coyuntura buscando afanosamente hacerse de mejores posiciones en un supuesto conflicto frontal de clases que no admite esa lectura, no nos preparó, no nos preparará, ni nos preparará para enfrentar la crisis que estamos viviendo y que se profundiza;

La política signada por el oportunismo parido por el “no programa “ tiene por sobre diferencias de matices, un discurso cada vez más lavado, cada vez más adaptado al régimen capitalista , lo que significa adaptación a las carencias que ya no pueden superarse por ese modelo de orden social caído irremediablemente en sus propias contradicciones, de las que la burguesía pretende salir con más pobreza y miseria cultural, que no es otra cosa que más desigualdad, menos libertad y lucha de  pobres contra pobres.

 La independencia de clase que se defendió como argumento para fundar el FIT fue exhibida pero no concretada a lo largo de la existencia de ese llamado frente que nunca fue tal y que terminó convirtiéndose en una cooperativa electoral para superar obstáculos legales y obtención de bancas parlamentarias desde las cuales se fueron devorando los  posibles desarrollos de las luchas hasta convertirse en una agencia de denuncia en un espacio institucional del poder burgués donde su efecto real no es otro que el equivalente de un perro que ladra a la luna.

Hoy la experiencia está agotada por su propia objetividad de resultados. Lo que inició como una posibilidad termina manifestándose en el llamado  a votar al PT – Lula en Brasil, cuando este hace tiempo que dejó de representar un partido de clase quedándose con el nombre usurpado a los trabajadores brasileños, o el apoyo a Boric en Chile o el actual y vergonzoso registro retórico de un relato que lleva a decir sin decir que debe votarse a Massa al amparo de un pretendido voto “contra” Milei. En el mismo sentido hay que recordar que, tanto el MST como IS están en la trinchera de la OTAN en la guerra de Ucrania, sin mencionar las cobardías implicadas en el posicionamiento frente al genocidio del pueblo palestino. En definitiva, la lucha por democratizar el régimen burgués, cuando la democracia burguesa está podrida de cabo a rabo, no puede ser en ningún caso una lectura necesaria de la actualidad de la confrontación de clases en nuestra sociedad.

Ya no hay posibilidades de seguir en esta calle sin salida por donde nos han pretendido conducir desde la apelación al posibilismo y el “mientras tanto”, ninguna de las variantes reformistas o del nacionalismo burgués sirven para enfrentar al capitalismo en descomposición, todo lo contrario, son los que finalmente resultan funcionales a la implementación directa de los planes de ajuste y de mayor sumisión al imperialismo. 

El comienzo de un nuevo ascenso revolucionario esta larvado en las propias objetividades que exhibe con signos de barbarie, hambre y miseria el orden social capitalista. Sin embargo, esa posibilidad de desarrollo significativo de esa contra tendencia revolucionaria implica un proceso relativamente objetivo, que no depende de nuestra sola voluntad o deseo.

Lo que sí depende en gran medida de nosotros trabajadores y en particular  de la vanguardia de la clase obrera, es la construcción de un Partido Revolucionario, que es una tarea consciente ,  tan enorme como decisiva, porque si ese proceso de luchas posibles a futuro  no es fecundado por un programa y una estrategia marxista revolucionaria, en un período de grave crisis capitalista como el actual, no haremos otra cosa que padecer un nuevo fracaso, no como estado de ánimo sino como realidad abrumada por los frutos envenenados del capital.