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Nuevo Curso

EL FANTASMA DEL TERRORISMO DE ESTADO .

En nuestro tiempo la palabra , terrorismo es de uso corriente y frecuente desde las diversas usinas del poder burgués y la clase dominante, siendo verificable  que ese empleo  conlleva una carga valorativa negativa de carácter absoluto. Se estima que el terrorismo no se justifica bajo ninguna circunstancia y, de hecho, es objeto siempre de la más enérgica condena. Incluso aquéllos que son acusados de practicar el terrorismo no se llaman a sí mismos, ni a la violencia que cometen, terroristas, confirmando o implícitamente aceptando, de este modo, la irrecuperable connotación negativa de esta palabra.

A pesar de esa generalización del término con signo ideológico de clase, lo que hoy estamos presenciado en concreto es lo inverso, es decir,  el esbozo de una gestión del poder burgués desde su estado, que impregna a sus actos de ese sesgo terrorista, y habilita a visualizar en el plano tendencial el desenvolvimiento de practicas represivas de corte genocida por su deliberada y generalizada focalización en un sector social específico como el que se constituye a partir de la clase trabajadora.

Lo que nos anuncian en concreto y por vía discursiva,  es un perfil de sociedad donde las palabras esfuerzo , aguante, sacrificio solo son pertinentes a la situación objetiva de la clase trabajadora y los restantes grupos humanos que ya han sido sumergidos en la precariedad cultural propia de una población sobrante, agregan además y de forma explícita que toda acción individual o colectiva que no comprenda, obstaculice o impugne este diagnóstico catastrofista recibirá sanciones con significado violento para sus intereses.

Así por ejemplo se enuncia que el titular de una asignación estatal perderá esa condición si participa de protestas callejeras. Vale decir, nos amenazan con el uso de la facultad de represión que tiene sobre nosotros el Estado, en tanto herramienta institucional y formalmente jurídica del poder burgués, si nuestras acciones ponen en cuestión el alcance del diagnóstico económico que esboza el gobierno bajo una afirmación que no admite su contrario, es decir, el esquema lógico del todo o nada, ajuste-shock por reducción de gasto público o represión.

Ese esquema de intervención política que pone sobre la mesa la administración Milei, a la par que esboza sus medidas de gobierno, no admite su contrario y con ello, habilita el uso represivo de la violencia estatal. Estamos entonces, frente a un acto de restricción de libertad, por parte de un grupo político que se hace del aparato estatal bajo el lema central de la exaltación de la libertad.  Con eso demuestra el curso ideológico que se asigna a este último término desde el poder burgués, medido solo como posibilidad de producir y consumir

 La república burguesa muestra su rostro expresivo de la crisis objetiva que contiene en su modo de producción capitalista en el espacio de su necesaria reproducción. Se expresa de un modo que deja ver su vocación terrorista a partir del alcance indiscriminado de sus operaciones.

Desde las escalinatas del congreso nacional donde se supone que deliberan y actúan los representantes del pueblo, que a la vez constitucionalmente se inhibe de esa posibilidad deliberativa, quieren limitar o extinguir la vigencia de una forma de ejercicio o puesta en acto de la libertad política del individuo que es la protesta.

Con esto estamos advirtiendo en torno a un nuevo giro punitivita que hace cada vez más relevante la idea de castigo y la expansión penal sobre las conductas humanas. Se presenta así, con objetividad, una fuerte tendencia social hacia un régimen de dictadura civil.

En este orden de ideas es fundamental no perder de vista que Milei no representa los 14.5 millones de votantes, representa al 0,5% de la sociedad espacio que congrega, a los capitalistas más grandes, dueños de los medios de producción, y para ellos gobierna.

La ficción de la representación política que impone la democracia indirecta hace que el sufragio sea embellecido como un resultado estanco no pasible de impugnación, al que se le adjudica artificialmente una permanencia en el tiempo que no es asignable a ninguna producción humana.  La rigidez del voto emitido lleva a fijar ese acto como fundamento de toda determinación política del elegido, lo que no se corresponde con la idea misma de representación en tanto el hipotético representante se autonomiza del representado e incluso toma determinaciones en su cuenta, máxime cuando lo que inicialmente se advierte es una distancia sustantiva entre lo que se dijo y lo que se hace.

El cuadro se empeora aún más si los supuestos rivales del candidato finalmente electo integran su gabinete de gobierno, desnudando la idéntica naturaleza de los intereses por los que actúa ese personal político.,

   Lo que tenemos a la vista es la expresión descarnada del embuste de etiqueta que implica todo régimen democrático en una república burguesa y su real existencia como dictadura de clase.

En ningún caso, puede afirmarse que el personal político que encarna la actual gestión del Estado fue votado para destruir salarios, jubilaciones, planes de asistencia social, y los ingresos populares. Ninguno de esos resultados está comprendido en su promesa de “ajustar la política”, “terminar con los privilegios”.

En ese contexto, la eliminación de ministerios es parte de esta metamorfosis, en tanto se realiza para encubrir los propósitos indicados en el párrafo anterior, sino para encubrirlo, cambiando la apariencia para que no cambie la rapiña y la apropiación de valor de la burguesía sobre los trabajadores ocupados o desocupados.

 Lo cierto es que decenas de miles de trabajadores en la calle, jubilaciones y los salarios reducidos significativamente en su capacidad adquisitiva de bienes de primarias necesidades como lo pueden ser los relativos a alimentación y salud son el resultado directo de lo que se anuncia con formato catástrofe desde las escalinatas del congreso o cualquier despacho oficial.

Todas estas acciones marcan una profunda tendencia terrorista de estado, propia de una dictadura del capital que exige una acción de defensa de conjunto por la clase trabajadora. El Estado actúa ya, abiertamente contra nosotros. La crisis de reproducción del capital le ha impuesto este formato, que busca conformación legal para adquirir mayor legitimidad que la simple emisión del voto, cuya naturaleza es necesariamente transitoria y cambiante. Es necesario responder avanzando en nuevos perfiles de política obrera en la lucha de clases, haciendo prevalecer la dirección de los trabajadores en la lucha y la autonomía de toda otra clase social en sus determinaciones.

Estamos frente a un gobierno que perfila el aparato estatal en formato de violencia abierta, lisa y llana contra nuestras libertades, desnudando su carácter de dictadura de clase. Sus mecanismos actuales son simbólicos, por vía de amenazas o directamente extorsiones, espacios estos que sin embargo no inhiben, acciones de fuerza en espacio de declaración abierta de lucha de clases. como un solo puño. La única extorsión es la que hace el FMI y los grandes capitalistas contra el país y los trabajadores

Los trabajadores explotados y oprimidos no son responsables de ningún déficit que pudiera presentar la gestión del Estado No obstante ello, tenemos en claro que aún dentro de un régimen de sociedad de clases marcado por la relación capital-trabajo que si se quisiera terminar con ese desfasaje lo que corresponde es agravar las cargas impositivas sobre los propietarios, terminar con el contrabando, y la economía “en negro.

Sin embargo, el llamado “ajuste” para superar el déficit fiscal es un paquete de determinaciones políticas de clase que se lanza contra los explotados y oprimidos reforzando con sus efectos concretos, la pobreza y la miseria.

Este ataque no será detenido por el Congreso ni por las reuniones con las cúpulas dirigentes de la CGT. Sólo con movilizaciones, cortes y huelga se pueden defender nuestros derechos.  

No es con fotos de diputados mostrando cartelitos adversos al gobierno, que las acciones de este último han de poder detenerse y superarse con beneficio para los trabajadores. La amenaza concreta de Milei/Macri nos condiciona en la imperiosa tarea de activar el frente único obrero para consolidar nuestros intereses como clase trabajadora con el desarrollo de los métodos de lucha propios de nuestra clase y las más amplias libertades democráticas para deliberar y oponernos a la gestión de gobierno que exhibe el poder de la burguesía de conjunto.

Esta escalada inflacionaria que instala el gobierno como acto propio, es peor a la de agosto que todavía sufrimos. La respuesta de los trabajadores debe apuntar a reabrir todas las paritarias ajustando mes a mes los salarios de acuerdo a la inflación real redoblando la pelea para alcanzar como mínimo lo que cuesta la canasta familiar, cada vez más lejos. Ajustes mensuales a jubilaciones, pensiones y planes para mantener el poder ad[1]quístico. En los lugares de trabajo debemos empezar a discutir también cómo controlamos el abastecimiento empezando por demostrar la falta de productos.

¡Arriba, parias de la Tierra!
¡En pie, famélica legión!
Atruena la razón en marcha:
es el fin de la opresión.

Del pasado hay que hacer añicos.
¡Legión esclava en pie a vencer!
El mundo va a cambiar de base.
Los nada de hoy todo han de ser.

Agrupémonos todos,
en la lucha final.
El género humano
es la internacional. (Bis)

Ni en dioses, reyes ni tribunos,
está el supremo salvador.
Nosotros mismos realicemos
el esfuerzo redentor.

Para hacer que el tirano caiga
y el mundo esclavo liberar,
soplemos la potente fragua
que el hombre nuevo ha de forjar.

Agrupémonos todos,
en la lucha final.
El género humano
es la internacional. (Bis)

La ley nos burla y el Estado
oprime y sangra al productor;
nos da derechos irrisorios,
no hay deberes del señor.

Basta ya de tutela odiosa,
que la igualdad ley ha de ser:
«No más deberes sin derechos,
ningún derecho sin deber».

Agrupémonos todos,
en la lucha final.
El género humano
es la Internacional.

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