Novedades
{"ticker_effect":"slide-v","autoplay":"true","speed":3000,"font_style":"normal"}

Nuevo Curso

LO VIEJO EN LO “NUEVO”. LA “derechización de la sociedad” es el rostro de un nuevo fraude ideológico.

Por estos días, corre como reguero una vieja premisa nacida de la época de la caída del muro de Berlín y el agotamiento histórico del estalinismo, según cual la clase obrera y el programa socialista han sufrido derrotas históricas, que afectan su capacidad de resistencia y lucha contra el capital.

Esta visión del fenómeno que implica el conflicto social de clases es absolutamente estática y como tal deficitaria. Es importante detenerse en ella por lo que implica en relación con los últimos acontecimientos políticos y económicos que se descargan sobre la clase trabajadora argentina.

El desarrollo de la existencia nos puede colocar ante adversidades, porque de su superación adquiere sentido la vida individual y colectiva en tanto trabajador en sí dentro de su clase. Es posible que en ese andar debamos observar en el plano de las apariencias lo que parece una derrota y en realidad es una escaramuza de una batalla que solo ha de finalizar con la desaparición de las clases o la barbarie capitalista liquidando todo vestigio de vida en este mundo.

Las apariencias que reflejan sombras en la pared dan cuenta de situaciones donde el imperialismo impone victorias pírricas en distintas partes del mundo.

En gran parte esa expresión puramente por lo aparente y la incidencia de la ideología dominante  oculta el espacio profundo de la realidad concreta y material que  permite observar , las prácticas  genocidas expandidas por la superficie de la tierra, gestadas por el afán de superar una crisis de sobreproducción  que traba la reproducción de ese orden social y la búsqueda estratégica de un nuevo ciclo de acumulación capitalista originaria en base al extractivismo, el saqueo de recursos naturales estratégicos y las guerras comerciales entre los monopolios multinacionales.

En ese contexto generalizado del modelo capitalista, en nuestro país el gobierno insiste con profundizar políticas que lesionan gravemente nuestra existencia en la medida en que reducen el poder adquisitivo de nuestro salario, profundizan la explotación y desplazan a más cantidad de trabajadores hacia espacios sociales propios de la economía informal y el empleo precario.
Desde esas mismas políticas,  se indujo y ahora con discurso tremendista y terrorista se dice que se busca detener el ritmo acelerado del alza de los precios. El personal político de la burguesía, ahora apuesta a, enfriar la economía, es decir avanzar hacia una faz recesiva del consumo y la producción y solemnemente con rostro compungido nos habla de “aguantar” y se intelectualiza el existir apelando maniqueamente al nuevo monstruo: La estanflación .
En este contexto la cuestión relativa al trabajo y el empleo adquiere centralidad ya que una genuina salida de la crisis de reproducción ampliada del capital financiero solo opera con la creación de puestos de trabajo y expansión del empleo  precisamente lo que el capital en su actual estadio de desenvolvimiento  no puede realizar , siendo  realidad que lo que se verifica es la precarización de las condiciones laborales, con bajos salarios, carga impositiva y desempleo por cierre de fuentes de adquisición de la fuerza de trabajo con base territorial en nuestro país.
Todas las políticas que se aplican deterioran las condiciones de vida y de trabajo, sin embargo la burguesía de conjunto, obtiene en sus emprendimientos industriales ligados a la exportación  , servicios bancarios, bursátiles y en el agronegocio, ganancias extraordinarias facilitadas por las acciones u omisiones del Estado , favoreciendo así el proceso de reproducción, acumulación y concentración de la riqueza en pocas manos, todo lo cual contrasta de modo significativo con la extrema pobreza generalizada en el grueso de la clase trabajadora y la masa de personas desempleadas que han quedado fuera de la economía formal.

El problema excede el simple antagonismo a Milei, que es una situación transitoria por la que se expresa el capitalismo que vive una etapa de decadencia, de descomposición mundial. No solo no pudo defender la vida de mayoría bajo la pandemia, sino que avanzó la desocupación y la precarización laboral en decenas de millones de trabajadores en el mundo, se arrebatan derechos conquistados hace décadas, se producen migraciones masivas escapando de la hambruna y las guerras, provoca la guerra en Ucrania, acompaña la masacre terrorista sobre el pueblo palestino facilitando su exterminio, crece el hambre y la desesperación en todas partes.

Debemos hacer desde la propaganda buscar por todos los medios que se haga consciente en cada uno de nosotros que el capitalismo está agotado, que no hay cómo reformarlo, que su sobrevivencia empuja a los que estamos despojados del acceso a la propiedad de los medios de producción, las especulaciones financieras o la tenencia productiva de la tierra a formas de sobrevivencia que escapan a la dignidad humana y la condicionan severamente como tal.

Las grandes reformas “neoliberales” tienen más de 4 décadas dando muestra de su agotamiento si se las coteja con las bondades con las que vinieron precedidas en el discurso de poder que las impuso. En nuestro país, la educación y la salud fueron provincializadas evidenciando hoy fisuras en todos los aspectos contenidos en esos específicos espacios de la vida social, y, sin embargo, hoy se redobla el esfuerzo del poder por ir por más, transformando un servicio público en un área de negocios privados. El petróleo y la minería pasaron a jurisdicción provincial facilitando de ese modo los mecanismos de apropiación de la riqueza que se genera desde los mismos, habilitando en formato jurídico-legal el extractivismo. Las deudas que tomaron tanto los estados provinciales, como el nacional han sido generadas por las falencias estructurales del desenvolvimiento del capital en nuestra estructura social, facilitando el enriquecimiento por apropiación de valor del capital financiero y el condicionamiento emergente de esas obligaciones para toda la clase trabajadora

Milei, mediante una farsa electoral previa, ha sido seleccionado como el vértice del conjunto de operadores políticos que desde el poder formal viabilizan esa estrategia del poder económico concentrado.

Los trabajadores no tienen forma de acordar con estas políticas sin lesionar con ello sus propios intereses materiales, más allá de los favores políticos partidarios que digan profesar o de las zanahorias que le muestren los desplazados de ese poder.
La respuesta está en manos de la clase obrera sencillamente porque los trabajadores no tienen ataduras con este sistema, y su emancipación debe ser obra de nosotros mismos. La clase trabajadora tiene para ofrecer desde una experiencia histórica recorrida, una política radicalmente distinta, acaudillando en la lucha contra la explotación a los demás sectores sociales oprimidos por el orden capitalista y la burguesía en cuyo beneficio se implementa.

Es necesario gestar una respuesta clasista de frente único para frenar los ataque de la burguesía y su República . Las direcciones de las centrales sindicales a las que se les suma por razones diversas las burocracias gestadas por la administración de los intereses de los sectores empobrecidos y sin empleo formal no asumen la confrontación táctica-estratégica  con el poder burgués siendo constatable que los dirigentes burocráticos de la mayoría de los sindicatos están entregadas  a la línea de la contención de daños y sumisión a las grandes patronales.
La crisis de reproducción capitalista agota también la viabilidad de toda táctica de conciliación de clases. Esto obliga a la dirigencia sindical burocrática a poner empeño sabotear o en su caso, dividir las luchas de los trabajadores. También ese curso de su gestión esta signado específicamente porque tienen grandes intereses propios para defender, contra los intereses de los trabajadores precisamente, aquellos a los que supuestamente debieran representar.
La emergencia exige responder a la crisis con nuestros propios reclamos, con nuestra organización y nuestros históricos métodos de lucha, de asamblea de base, y huelga.

La situación demanda la rebelión de los trabajadores, de los desocupados, de los jubilados, de la juventud, y que esa acción imponga la organización y los métodos para derrotar estas políticas anti obreras gestadas desde el poder burgués. Es necesario un plan de lucha en defensa propia con objetivo estratégico de poder obrero y programa socialista.

La unidad en la lucha obrera, impone en la coyuntura un programa político que signifique, desconocer la deuda externa y todos los acuerdos con los organismos internacionales, la estatización de la banca y el comercio exterior, con el control obrero de precios en los artículos que integran la canasta familiar.

 Estas tareas elementales para revertir el desastre que vivimos no será tomadas ni asumidas por ningún gobierno asumido por cualquiera de los operadores políticos de la burguesía en tanto esta clase de conjunto está atada a que se respete la propiedad privada. Estas medidas no serán votadas por el Congreso, no serán impuestas por una Asamblea Constituyente, ni por medio de elecciones, sólo serán posibles si nos proyectan a una auténtica revolución social protagonizada por la clase obrera acaudillando al resto de la población que ha sido colocada por fuera de la producción.

No hay otra vía. Hay que desprenderse de las ilusiones gestadas en el recorrido histórico político de nuestro pueblo sentadas en la creencia en que bajo el capitalismo se podrá reformular la existencia de modo tal que supere la contingencia crítica en que nos encontramos con beneficio para nuestros intereses. Eso ya no es posible. Ninguna forma de reformismo, cualquiera fuera la modalidad accidental que pudiere asumir, es la respuesta adecuada a lo que nos toca sobrevivir
La experiencia histórica de Chile, Bolivia, Perú, el fracaso del Chavismo y el Kirchnerismo y todo progresismo populista, muestra que no hay como conciliar nuestras necesidades más urgentes con los intereses de los monopolios empresariales, los banqueros y terratenientes.

Aquello que se autorreferencia como “izquierda” en el escenario político de nuestra sociedad, no es otra cosa que la izquierda del orden burgués. Está estancada en el fetiche democrático, por lo que dejó de ser una herramienta de construcción de una instancia política superadora de lo dado. Desde  el momento en que sus expresiones y acciones más relevantes se concentraron con exclusividad en prácticas reformistas, atadas a la forma jurídica que dicta con dispositivo de ley el orden burgués dejaron de expresar la actividad necesaria para el actual estado de la lucha de clases y la naturaleza última del conflicto social entere explotadores y explotados..
Esta definición estratégica de lo que se autodenomina izquierda y en realidad es la izquierda del régimen burgués , no es otra cosa que una suerte de acción por el dominio de posiciones y nunca por el total.
Esto no es una simple desviación sino la consolidación de esa idea de reforma como instrumento mediante el cual se define el cómo y el sentido concreto de d la militancia política, reducida a repartir fotos de “dirigentes” en procesos electorales o a sentarse a fiscalizar jornadas de votación , donde la cosecha además luce magra.
Precisamente esta cuestión es la que ha quedado por debajo de la complejidad de la crisis social y política en la que nos desenvolvemos , signada por la marcada presión que el capital financiero ejerce sobre los operadores encargados de la gestión de gobierno, a las que se ligan adicionales dificultades internacionales por los enfrentamientos comerciales y bélicos entre distintos núcleos de intereses del capitalismo global .

Es destacable que la situación objetiva descripta tomó a esta autodenominada izquierda, luego de celebrarse los congresos realizados al interior de sus principales fuerzas políticas, todos confirmatorios de la táctica relativa a una pretendía visión de la lucha de clases como guerra de posiciones en clave reformista con sustento específico en la estrategia discursiva de la demanda por la declaración de derechos subjetivos para sectores oprimidos de la sociedad. Esas conclusiones son hoy las derrotadas y las que facilitan el naufragio ideológico de estas estructuras. No es la conciencia de los hombres la que condiciona su vida y determina su existencia, ese papel, esa centralidad la tienen las estructuras económico-sociales del capital. que en nuestro país se muestras en significativa crisis y con obstáculos para su reproducción al punto tal que someten incluso a quienes pudieran haber sido seleccionados para operar desde el Estado los intereses de la propia burguesía.
Es así que. el núcleo concentrado del capital financiero , a través de acciones desenvueltas en los mercados bancarios , bursátiles y de producción-consumo de mercancías, ubica al gobierno en significativo debilitamiento de sus capacidades de orden y mando en el control social , generando un vacío que las organizaciones políticas auto referenciados como voceros de los trabajadores, no supieron desarrollar hacia los objetivos específicos de los explotados, limitándose a ubicarse como furgón de cola de los grupos piqueteros que congregan mayoritariamente a la población sobrante y que por sí mismos carecen de objetiva capacidad revolucionaria por no estar ligados a la producción directa de valor.
En este contexto, cuando andando la crisis, la burguesía exhibe ahora un manotazo de ahogado colocando en la gestión a un operador de ese mismo poder económico concentrado que detenta el capital financiero , la situación invita a intentar comprender el fenómeno en sí desde esta perspectiva de carencia relevante de una estrategia de poder desde los trabajadores y abogar por una necesaria y urgente advertencia de la necesidad de cambio en el modo de intervención de la militancia socialista.
Es preciso insistir en el error táctico apuntado en cuanto al desenvolvimiento en la lucha de clases de una suerte de guerra de posiciones a conquistar al interior orgánico de la estructura capitalista con incidencia puramente reformista sobre ese modelo social basado en la explotación.
Se impone subvertir el orden burgués. Se torna necesario abandonar la premisa estratégica según la cual el desenvolvimiento social puede asumir un progreso lineal sobre la base de posicionamientos conquistados en la sociedad civil o en la misma estructura del poder Estatal .
Las acciones de maniobras con estrategia reformista, parten de la idea según la cual el presente solo puede ser entendido y visto desde el futuro irremediablemente socialista que en términos reales no lo implica y le impone una “espera” permanente por lo que vendrá, convalidando en los hechos las acciones del enemigo de clase.
Esta construcción no emparenta con la practica revolucionaria y su objetivo de instauración del poder obrero. Si se tiene presente esto habrá que advertir en la emergencia y urgencia de un nuevo discurso y nuevas iniciativas que concreten relaciones sociales con aptitud para subvertir el orden capitalista tal como hoy se manifiesta, desde las entrañas mismas de ese modelo de producción y dominio cultural.
No se lucha por la libertad futura, buscando humanizar el poder burgués. Se milita, se acciona contra ese poder, porque en esa misma lucha esta la propia libertad.

NUEVO CURSO