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 EL ROL DEL ESTADO. DEMOCRACIA BURGUESA O DICTADURA PROLETARIA. PODER BURGUES O PODER REVOLUCIONARIO

Los trabajadores y todos aquellos que han sido desplazados de las estructuras de la economía formal, hemos vivido en el curso de este siglo experiencias políticas que entroncan en la historia de nuestra lucha de clases, que terminan en la actualidad, aclarando  cuestiones  que son esenciales  para los intereses  específicos de  las masas trabajadoras.

 En ese contexto se inscribe el último recurso empleado por el poder burgués por vía del acto eleccionario fraudulento donde los candidatos se “enfrentaron” y luego se asociaron en el cierre de esa farsa, conformando un gabinete de coalisión .

También se expresan en la convergencia de la burguesía,  tras la selección del personal político que debe tomar el timón en esa fase crítica de su reproducción y en particular  en el seguidismo al programa de estabilización económica, sobre la base de mayor explotación y opresión descargada sobre la clase trabajadora y la llamada población sobrante.

 Reflexionar sobre estas experiencias, observar el comportamiento de las clases enfrentadas, comprender en profundidad las particularidades de nuestra revolución, descartando las conclusiones derrotistas que hablan de la “derechización de la sociedad” y extrayendo las conclusiones para guiar la acción correctamente, es una apremiante responsabilidad de los obreros conscientes y de los sectores revolucionarios en general, hacia nuestras más amplias masas trabajadoras.

      La primer expresión de lucha viene de la mano de una convocatoria a una marcha de protesta contra los dispositivos que ha enunciado el nuevo gobierno , en continuidad con los ya existentes y el repudio a la pretensión de normativizar por vía de reglamentos el desenvolvimiento de la protesta.

La experiencia es necesaria, pero no debe agotarse en sí misma, sobre todo si a la misma no convocan orgánicamente los sindicatos cuyos dirigentes burocráticos optan por el silencio y los lamentos, pero en los hechos dan la espalda a este tipo de iniciativa que postula la  presencia en las calles de los explotados y oprimidos.

Esto último  es sin duda un déficit que debe ser relevado en su debida entidad, a  partir de tener presente que la emancipación de los trabajadores no puede lograrse sino por los trabajadores mismos, y por la incidencia en la generación de valor y riqueza que tenemos en el modelo capitalista atrasado y tardío , sometido al imperialismo.

Otro factor relevante  que necesita ser señalado es el lugar que la movilización le reconoce y demanda del Estado en este período específico de la lucha de clases.

 Por lo pronto queda claro que el poder burgues, sentado sobre una mayoría electoral utiliza el Estado para desencadenar una furibunda ofensiva sobre la clase trabajadora, convencida de que agudizando los niveles de explotación encontrará una puerta de salida para la crisis de reproducción en donde se encuentra estancada, y sin visualizar una salida para el conjunto de esa clase.

En ese orden de ideas y con referencia específica al Estado en sí,  es que en el Manifiesto Comunista, se lee que : El ejecutivo del Estado es un comité para arreglar asuntos comunes a toda la burguesía” y ello parece suceder en lo que nos toca vivir.

En “la guerra civil en Francia “ se sostiene que el Estado es el poder nacional del capital sobre los trabajadores, una fuerza pública organizada para la esclavización social, un artefacto del despotismo de clase”, no parece entonces posible que una manifestación callejera pueda por sí mismo torcer estos designios en quienes concurren a conducir y gestionar formalmente esa estructura de poder burgués.

En “socialismo utópico y socialismo científico” puede leerse  que estamos en presencia de “un instrumento de opresión al servicio de la clase dominante que conserva la propiedad y el control de los medios de producción independientemente  de cualquiera fuese su forma . Es en lo  esencial un aparto capitalista , la personificación del capital nacional total”.

 Queda entonces claro que los trabajadores necesitamos de una organización política unificada y centralizada capaz de conducir los esfuerzos por revertir las circunstancias de la lucha de clases que nos convocan a las calles, a riesgo de que su no gestación y desarrollo lleve a la frustración por desgaste de esas fuerzas combativas y a la aceptación resignada de las imposiciones de clase que proyecta la burguesía desde su gobierno a cargo del Estado.

Lenin , en “ El Estado y la revolución”, destaca el fortalecimiento del aparato burocrático y militar contenido en esa forma jurídica-constitucional que es el Estado nacional , con aumento de las medidas represivas contra el proletariado. Una fuerza sensiblemente superior y legitimada por el orden jurídico que aparece desde el seno de la sociedad dividida en clases irreconciliablemente antagónicas para asegurar el dominio de una sobre las demás”. Ese dominio se ejerce en virtud del ejército y la burocracia.

La burocracia, las fuerzas represivas y sus estructuras militarizadas, más el aparato cultural , tienen la función de impedir por medio de la ideología  o la violencia física o simbólica  que la lucha de clases se transforme  en guerra civil abierta.

El capitalismo en tanto modo de producción prevalente se enmascara bajo la simple declaración con forma jurídica de democracia y  la enunciación de libertades individuales en abstracto . El sufragio es un instrumento de dominio de clases en tanto en su consecuencia necesaria se acude a la idea de consenso social para el despliegue concreto de esa dominación por vía de medidas políticas visiblemente perjudiciales para la clase trabajadores y los sectores desplazados de la producción formal.

Quien cree en las posibilidades que pueda generar el poder burgués estatal, considera al Estado como un elemento independiente y conciliador de los antagonismos sociales.

Estado y libertad son términos, conceptos, autoexcluyentes de modo que mientras subsista el Estado como encarnadura del poder burgués no habrá libertad y cuando exista las libertad no habrá ya mas Estado .

Si los trabajadores no dirigimos nuestras acciones a la toma del poder burgués logrando su desaparición , el Estado no desaparecerá. El triunfo proletario  es resultado de la encarnación del poder obrero.

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