Estamos avanzando el año 24 de este siglo XXI, habiendo transcurrido con dificultad y sufriendo durísimos golpes el 2023. Los últimos días de diciembre de aquel año, nos pusieron súbitamente para algunos, en la cuenta de una notoria ofensiva del capital sobre nuestra clase que toma ribetes aparentes con el empleo de las formas jurídicas y el empleo fetichesco de la Constitución Nacional como ley superior en el carácter dirimente de la conflictividad social.
Darle a lo real condición secundaria y elevar a lo ideal en el rol de sustancia, es un embuste del orden burgués que se ocupa por todos los medios de la creación de sentido sobre esa estructura ideológica, que no es otra cosa que una representación falsa de lo verdadero.
En ese aspecto de la disputa entre las clases prevalentes en nuestra sociedad, es decir, entre burgueses y proletarios , que algunos ubican en el carácter de batalla cultural desarrollada por el sobre o por fuera del conflicto material en sí , es fundamental advertir la significación que por fuera de las acciones de masas que se desenvuelvan buscando revertir esta tendencia activa de la clase dominante y todo sus aparatos ideológicos , tiene el paciente trabajo militante de los destacamentos de la avanzada de los trabajadores.
Se trata en ese sentido, de explicación paciente, continua y por todos los medios de cual es el objetivo estratégico de todo ese esfuerzo puesto en acción consciente y cuál es la propaganda y la agitación pertinente sobre toda la clase trabajadora en sí, y su extensión al resto de los sectores que han quedado excluidos de la producción formal de mercancías y servicios implicados en esa labor.
Es específicamente significativo dar cuenta de dos problemáticas puestas en disputa en la lucha de clases que entra en una tendencia ascendente de su desarrollo, hacia acciones callejeras y virtuales enfrentamientos en los que se involucra la vida y la libertad de quienes se enrolan entre los efectivos proletarios.
En definitiva, se impone la posesión de ideas claras y distintas sobre la significación política del Estado y el contenido preciso del proceso revolucionario en curso, dentro de este tiempo histórico abierto a partir de la caída del muro de Berlín y todas las estructuras estatales que giraban bajo la égida del Estalinismo.
En esa perspectiva avanzando sobre el calendario, el mes de enero nos advierte de un dato que no es simplemente histórico sino, además, significativamente político. Se cumple un siglo del fallecimiento de Lenin
Sucede con Lenin, algo que se reitera en igual forma con Marx, Trotsky y Ernesto Guevara. Hay más empeño por distorsionarlos en sus haceres y propuesta, que por llegar a la comprensión global de esas acciones. Lo frente es considerarlos exclusivamente como individuos, sin reconocer las circunstancias de su tiempo histórico y el orden social donde tuvo cabida su existencia y los intereses de clase para los cuales brindaron sus aportes.
Es probable también que como ocurrió con el aniversario centenario de la revolución bolchevique, si las circunstancias de la lucha se estabilizan y lo permiten, se monten escenificaciones solo circunscriptas a la exaltación del sujeto histórico individual y en ningún caso el carácter extremadamente colectivo de sus acciones y en particular en cuanto se refiere a esos dos problemas centrales y conexos entre sí: El Estado y la Revolución.,
Dicho en otra forma, Lenin aporta al marxismo el análisis del Estado y de la revolución, de las vías concretas por las que puede discurrir la destrucción del capitalismo y su orden jurídico estatal concentrador del poder de una clase que explota y oprime a los trabajadores por someterlos a constante alienación desde la estructura primaria de la relación capital-trabajo sobre la que se organiza ese sometimiento ajeno a toda existencia humana digna.
El espacio central del aporte de Lenin, no solo por su enunciación intelectual sino por su demostración histórica en la revolución del soviet en el período en que duró su vida, ese señalamiento imprescindible en nuestro tiempo, que debe ser llevado hacia los trabajadores por su propia vanguardia y el partido en que esta se organice, es la necesidad de control de la clase trabajadora sobre la sociedad, la producción y la reproducción.
Dejando en claro esta cuestión, nos toca vivir enero del 2024 en la lucha concreta, desde Lenin y con Leninalertando sobre aquellos que bajo el pretexto del tiempo transcurrido fomentan un discurso donde indican la pertinencia de una necesario reformulación de su legado por tratarse de reflexiones ya centenarias, y que en realidad solo pretenden avanzar contra la organización de las masas explotadas en su partido de clase y relegar su tarea emancipatoria para circunstancias que indican no verificadas en la realidad, aunque la misma les esté indicando un agotamiento significativo de las posibilidades del orden social capitalista de poder reproducir ese propio orden y la hegemonía de la burguesía .
El Estado y la revolución, y la definición en terreno de la lucha de clases de las acciones necesarias para la toma del poder en Rusia tienen la pertinencia de su acierto y verificación histórica, no como dogma sino como herramienta de la clase trabajadora puesta a asumir situaciones en que el conflicto alcance niveles de progresión que hagan necesaria la puesta en realidad del acto insurreccional.
Estas herramientas conceptuales que nos lega Lenin sometidas al laboratorio y prueba de la historia, demostraron a las clases explotadas del mundo que la revolución socialista más allá́ de su ulterior degeneración burocrática, es posible y llevada a nuestro tiempo, imperiosamente necesaria como único bastión frente a la barbarie capitalista que amenaza la propia existencia de la vida humana y las condiciones naturales que la permiten.
Lenin y el partido bolchevique dieron y dan cuenta de un hecho social que era en sí, el objetivo concreto de toda su acción militante y que efectivamente sucedió. Lenin y la vanguardia bolchevique demostraron la prevalencia sustantiva del hombre y su determinación en la historia. El centro de sus herramientas conceptuales se centra en el sentido preciso del individuo en la historia desenvuelta en una sociedad de clases, y desde ese posicionamiento, marco la instancia superadora de dejar de elucubrar sobre la posibilidad o no de que alguna vez suceda una revolución, sino recorrerla en todas sus facetas de un proceso en permanencia.
Para este enero de ofensiva burguesa, la lucha nos impone propaganda y agitación de las premisas revolucionarias inscriptas en el problema del Estado, sus poderes formales, la república burguesa, las constituciones que los definen y sus leyes, desde los intereses emancipatorios de nuestra clase trabajadora y la necesaria demolición del poder burgués. Como supo inscribir otro revolucionario, también con vida, amor y muerte en cuerpo y alma: “Un libro debe ser el hacha que rompa el mar congelado que hay dentro de nosotros.” …” El deber de todo revolucionario es hacer la revolución.»
NUEVO CURSO.