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Nuevo Curso

LA CONSTRUCCION DEL HOMBRE NUEVO. LO QUE IMPUSO LA DERROTA EN EL PASADO PUEDE SER RECOBRADO PARA DAR SENTIDO FINAL AL PRESENTE DE LUCHA.

NUEVO CURSO

Mientras los diarios de este domingo lluvioso , dan cuenta de las ingentes gestiones del conjunto del personal político de la burguesía para buscar la manera en que las iniciativas  de la gestión Milei-Macri avancen en la realidad, sin salpicar los tiempos políticos futuros de los involucrados en tales maniobras, y conducen a pensar en una suerte de consenso en podar capítulos enteros del proyecto pero no los espacios que de no prosperar dejarían a Milei con manos atadas y con ello a los sectores específicos del  capital financiero a sus espaldas , como por ejemplo el uso de  facultades legislativas delegadas, solo por un año y no por dos renovables por otro tanto, la posibilidad de que los trabajadores ganen las calles y se expresen toma cuerpo a pesar de las intenciones diversas que dejan ver los propios dirigentes sindicales convocantes.

Frente a esto hay que recordar que, en Argentina, el desarrollo de los hechos que han transcurrido y transcurren en este siglo, no es otro que el emergente de los acontecimientos que se concentraron en el 2001 en reacción a la gestión de gobierno del asesino De la Rúa, que se dispuso salir del aburrimiento y las cargadas mediáticas, matando jóvenes a lo largo y ancho del país, tarea a la que se le sumo con especial énfasis Carlos Réuteman en Santa Fe.

De la Rúa y Réuteman pusieron en acto el lema adversarial que formula Espert y obnubila a la Dra. Bregman y todo el PTS-FITU, por encima de la imparable presión inflacionaria descargada sobre los ingresos de la clase trabajadora.

El tiempo ha demostrado que los hoy ya fallecidos, el ex presidente y el ex gobernador resultaron impunes por los mandos que dictaran, con lo que para ellos el lema solo los implicó en esas órdenes, es decir, en solo “balas, pero nunca cárcel”, todo lo cual hace que los diputados y senadores de los signos políticos de ambos, hoy ni se sonrojen al escuchar decir y repetir por quienes se desenvuelve directamente con el gobierno aquel lema cargado de violencia e intimidación.

Lo cierto es, más allá de la referencia histórica, la habilitación para la reiteración de esas dos acciones concretas que se describen en esos conceptos, presentados socialmente para su consenso por exhibírselos como única solución.

El propósito es claro y explícito, la intimidación como factor perturbador de decisiones y comportamientos futuros de aquellos a los que arbitrariamente se designe como adversarios. La situación no es entonces, o arbitrario ni azarosa si se tiene presente la proximidad de una medida de fuerza con movilización lanzada por las centrales de trabajadores para el 24 de enero de 2024.

No obstante, esto tiene otros matices relevantes por fuera del enfoque puramente represivo, que están marcados por la visible asimetría de los conceptos que, referidos a situaciones no equivalentes en lo social, se declaran en tal condición por el gobierno.

Cárcel y bala son situaciones que se pide que sean operativas. Cárcel y bala busca consenso social para su materialización sobre toda posible propuesta. Pero cuanto de proclama y reclamo.

Sin embargo, conviene detenerse en el 2001, y en todos los sucesos políticos que derivaron en muertes de luchadores a manos de la república democrática que se construye bajo la forma jurídica constitucional , para reparar en cuanto de falsa conciencia se desenvuelve cuando se apela a ese texto de la ley superior para dotar de fundamento que de validación y eficacia a las acciones que vulneran la libertad de las personas, las asociaciones que conforma y sus expresiones frente a los actos del Estado y sus aparatos institucionales represivos.

De todo esto queda una reflexión, no ocupa el actual escenario político, como síntesis expresiva del derrotero que debe cubrir la dialéctica contenida en la lucha de clases en favor de los interés objetivos e históricos de la lucha de clases, la consigna surgida en el comienzo de este siglo que llamaba a la lucha para que “se vayan todos”.

La experiencia recorrida enseña que desde ese resultado se daría como consecuencia la transformación revolucionaria de la existencia social de los que por entonces ganaron las calles apremiadas por la perdida de los depósitos bancarios, la imposibilidad del manejo del dinero en un caso y el hambre y la miseria inmediata en la mayoría de los luchadores.

Erróneamente se siguió  un camino que daba por cierto lo que no era real y  eso es precisamente lo que confunde lo vivido con lo actual al tiempo de pensarse en que cuanto corresponde al interés de explotados y oprimidos y los componentes de los sectores medios  es puramente la protesta como expresión de rebeldía dando por sobrentendido que de la misma derivará un cambio en lo dado o por lo menos en cuanto pretende el gobierno ,concentrado en decretos de necesidad y urgencia o paquetes de leyes ómnibus.

Lo real es la acción de clase, que desenvuelve la burguesía de conjunto, más allá de luchas de sectores a su interior, sobre la clase trabajadora destinataria y exclusiva afectada, del conjunto de las medidas de gobierno puestas en acción. Esa es la diferencia sensible con el 2001. No estamos aquí frente a una puja por ver quien. dentro del personal político subsana una crisis cíclica del capital vernáculo, sino frente a un obstáculo significativo de la reproducción consensuada del capital en nuestra sociedad, que busca ser vencido en beneficio de la burguesía, sometiendo a la clase trabajadora, asumido por el personal político del poder burgués ya seleccionado por instrumento electoral.

Si se ven a sí las cosas, se advertirá que no se trata simplemente de que ese personal político se retire de la escena en helicóptero, porque ese efecto, aún si se produjera por la movilización del pueblo no daría cuenta del diagnóstico preciso de la crisis, permitiendo pensar que esta puede superarse en beneficio de explotados y oprimidos con reformas a introducirse dentro del propio orden capitalista. En otras palabras, que se retiren personajes, y no se superen estructuras económicas, no es transformación sino mero maquillaje dispuesto sobre un cuerpo nauseabundo.

Esta combinación de las enseñanzas de la lucha de clases en curso en este siglo al interior de nuestra sociedad, nos dan la pauta en primer orden para priorizar la acción revolucionaria, marcando específicamente que esta adopta esa adjetivación en la medida de sus fines estratégicos que no pueden ser otros que los ligados a la supresión del poder burgués la conformación de un estado obrero con su dictadura, y la premisa igualmente necesaria de un nuevo hombre en una nueva sociedad.

Esto es así, porque en la acción final de cada trabajador que hoy gana la calle para luchar por demandas inmediatas que le permitan sobrevivir dignamente debe estar el propósito cada vez más consciente de revolucionar lo dado y construir otra sociedad, diversa en sus fundamentos y sus relaciones sociales  de aquellas  en que el capitalismo decadente y en crisis que lo ubica, que son idóneas únicamente y  cada vez con más frecuencia , para la generación de en escenarios sociales y naturales de barbarie .

Todo cambio social incipiente o desarrollado, que esté en el programa político de toda acción de lucha de trabajadores dentro del conflicto que plantea objetivamente una sociedad de clases como lo es el capitalismo, no puede tener viabilidad ni desarrollo eficiente si se despoja de toda consideración subjetiva sobre la necesidad de creación voluntaria de un nuevo hombre. Esto es así porque toda lucha de objetivos revolucionarios en la que no se busque el hombre nuevo, las relaciones humanas quedan atrapadas y desfiguradas por las pautas de la vieja sociedad que se proclama discursivamente demoler.

La construcción consciente, voluntaria en cada militante que protagoniza hoy , en el estadio específico que toma la lucha de clases que lleva a un posible enfrentamiento abierto de clase contra clase , es necesaria e imprescindible, en la medido en que a cuanto aludimos con el concepto hombre nuevo viene a plantear  una verticalidad según la cual hasta que no se concrete esa presencia efectiva del hombre en sus acciones  y entre las estructuras relacionales y organizativas el desarrollo de la lucha está en riesgo de no superar lo existente  y fracasar.

La construcción del hombre nuevo estaba en la médula del anterior proceso revolucionario que hemos vivido como trabajadores durante la primera década de los años 70 y aún en la lucha defensiva contra la dictadura cívico-militar genocida que gestionó desde el estado y grupos de tareas el aparato estatal del poder burgués.

La derrota cultural vivida en la operación política que impuso en los 80 la transición de retorno a la forma de dominación institucional que implica por definición constitucional la república burguesa y sus mecanismos de selección de operadores políticos en la gestión estatal por vía de representación política eleccionaria tuvo su mejor expresión en el abandono de ese paradigma en quienes protagonizaban la lucha misma en ese espacio temporal. Es así que sin el intento del cambio del hombre en el hombre mismo que lucha por adversidades sociales que le impone el capital, la nueva sociedad solo quedó en proyecto discursivo a futuro y se contentó con la apuesta a la concesión de ilusiones democráticas en un régimen de democracia formal que devino desde entonces intocable y pasible de defensa a ultranza por propios y extraños al proyecto socialista de la anterior década. El derrotero en el tiempo, de las marchas del 24 de marzo, solo muestra esa mutación ideológica del sentido final de la acción militante en nuestros tiempos. El cambio institucional, sin el cabio del hombre por su determinación voluntaria hacia otro modelo de orden social, termina por destruir el proceso de cambio imponiendo reversiones del tipo de la que estamos sufriendo una vez que la apariencia democrática se desmorona y muestra su verdadero rostro de forma facilitadora del consenso social para el servilismo, la opresión y la explotación específicas del capitalismo.

Esa es, la diferencia que debe ser resaltada en los jóvenes trabajadores que solo tuvieron referencias orales distorsiva de cuanto estaba implicado en el plano subjetivo dentro del proceso revolucionario abierto en nuestro país, con distintos ritmos de  lucha  durante las décadas del 60 y primer mitad del 70 del siglo pasado, para que se comprenda que las banderas libertarias a las que pudo correr a abrazarse en parte por engaño ideológico y en parte  por desesperación frente a la presencia de un abismo social cada vez más cercano que lo impulsa irremediablemente al vacío existencial , le dan cuenta  de un hombre alienado, enajenado de los bienes que produce y a los que rinde culto fetichesco que opera por sí mismo y al margen de las relaciones sociales contenidas en la estructura social en que se encuentra dominada por la relación capital- fuerza de trabajo.

En otros términos, el individuo libre y emprendedor que se exhibe como emblema de lo deseado en la propaganda política con los símbolos icónicos y tecnológicos a los que diere lugar, no es objetivamente real en la sociedad dominada por el orden capitalista. En ese sistema el hombre no es libre, sino cada vez más objeto de dominación cosificante y opresiva.  Este extremo, luce con evidencia dentro del espacio de lo que el capital, y las políticas estatales consideran como contenido de la “educación “, en la medida en que más allá de los métodos, todo proceso de interacción humana en ese espacio social es visto de que el educado debe a través de esa intervención cambiar a nivel individual por fuera de la sociedad y por fuera de toda realidad externa. Liberalismo capitalista en definitiva el paradigma ilusorio de la posibilidad de cambiar al individuo sin cambiar la sociedad.

En la actividad humana el hombre se transforma a sí mismo. Esa exterioridad en actos del ser humano ,  sólo puede ser comprendida como una práctica que va dirigida a la transformación de lo real, según un conocimiento que de eso real previamente se tiene y da sentido final a la acción, como es el caso de la transformación de la sociedad capitalista a partir de la comprensión de su existir como sociedad productora de mercancías, regida por la propiedad privada , la ley del valor y el factor alienante que sobre el hombre ejercen el trabajo y la mercancía en sí, como producto disociado de su productor real.

En el contexto de las transformaciones ocurridas desde finales del siglo XX, es crucial enfocarse en la crisis subjetiva de la clase trabajadora, resaltando la importancia de reconstruir la conciencia de clase y la voluntad de lucha en un entorno caracterizado por la fragmentación, la precariedad laboral y la desconfianza, y resaltando en ese proceso la vitalidad revolucionaria que implica la determinación final de nuestros actos hacia la construcción de un nuevo hombre en una nueva sociedad.

La tesis III de Marx sobre Feuerbach, expresa en términos conceptuales cuanto indicamos de la siguiente manera:

La teoría de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad ……La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.

Lo opuesto a este método, (es decir lo que se le vende hoy a todo el que lucha dentro del conflicto social desde hace más de 40 años a la fecha, sea en la versión populista, socialdemócrata o liberal-libertaria),  implica quedarse en la forma meramente empírica en que yo trabajo, en que estoy actuando sobre lo natural o sobre lo social, pero no sin que importe qué me guíe, qué conceptos tengo para la acción; lo importante es la acción, la acción por sí misma sin considerar qué trasfondo, qué condiciones intelectuales, teóricas, pueda tener para esto.

Esa forma de actuar no concibe por eso la significación de la actividad ‘revolucionaria’, de la actividad ‘crítico-práctica’…», no comprende la significación de los procesos transformadores de la naturaleza y de la sociedad, que son procesos, que son actividades precisamente crítico-prácticos y en los cuales se involucra el hombre en sí mismo.

“Cuando se habla de ideas que revolucionan una sociedad se enuncia solamente el hecho de que en el seno de la vieja sociedad los elementos de una nueva se han formado, y la disolución de las viejas ideas marcha a la par con la disolución de las antiguas relaciones sociales”. Carlos Marx – Federico Engels. Manifiesto Comunista, pag.115

Por ese factor esencial, es que la tarea militante de todo trabajador en lucha traduce en el objetivo final de su emancipación de esas formas culturales por el mismo, gestando un hombre nuevo, que en el espacio de lucha en que nos encontramos debe traducirse en tarea consciente, voluntaria, autodeterminada y traducida en el plano organizativo y de la acción concreta.