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ROSARIO: UNA CIUDAD DONDE EL PODER MONTA UN EXPERIMENTO BÉLICO SOBRE SERES VIVOS CON RESULTADOS MORTALES

Un periódico de la ciudad de Rosario, nos permite leer hoy 10 de marzo de 2024 que:

«Un playero fue asesinado en las últimas horas de tres balazos por sicarios que entraron a la oficina de la estación de servicio en Rosario ubicada en Mendoza al 7600….Este caso se suma a los homicidios de dos taxistas y el ataque a un colectivero que continuaba muy grave, en crímenes vinculados al narcotráfico….La Justicia investiga los casos y entiende que los crímenes no tienen a las víctimas como personas vinculadas al crimen organizado, sino que fueron asesinadas en forma casual con el fin de dar un mensaje mafioso al gobierno santafesino de Maximiliano Pullaro.«

La comprensión de las causas y los factores que motivan el crimen, exige ir más allá, del individuo catalogado como delincuente. Esta visión del problema la impuso el juego combinado de instrumentos políticos y mediáticos como elemento de la cultura dominante.

 Los discursos relativos al delito, con enfoque clínico basadas en disciplinas como la medicina, biología, antropología y psicología, tuvieron el papel cultural de servir de justificación ‘científica para el origen y razón de ser de la criminalidad y su uso político. Se convirtieron, al igual que la Criminología positivista, en simples herramientas funcionales para la reproducción ideológica, es decir para que la clase hegemónica continuara con sus privilegios mediante la explotación de las clases marginadas.

 Si abandonamos esa visión reduccionista es posible cuestionar postulados establecidos como únicos y no sujeto a crítica, por el discurso dominante, rompiendo así con las premisas   que emergen con fundamental relevancia desde los medios de comunicación.

 En estas, como en tantas otras cosas, el objetivo de un orden social justo, con base antropológica, sustentado en relaciones sociales libres y solidarias, impone superar la ideología reproductiva del modelo económico capitalista.

La construcción  y captación de una realidad social, dentro de la categoría  conceptual delito, y su traducción mediática por la noción de inseguridad, admite un desarrollo dialéctico, en tanto   el discurso positivista antes enunciado,   ha venido siendo contrariado por otras concepciones que lo niegan en su esencia, pero que no alcanzan a superarlo, con lo que la pervivencia de las tesis primigenias elaboradas por esa corriente de pensamiento perduran bajo distintos paraguas, que aún le otorgan sobrevida.

Esa insistencia en lo probadamente ineficaz para la contención y superación de una manifestación del conflicto social como lo son aquellas que derivan de la producción de acciones que se consideran por la clase dominante,  desde el plano ideológico un daño social , tomó en desde el comienzo del siglo en paralelo con el agravamiento de las condiciones de sobrevivencia de la población un giro punitivo mayor, anexando una cantidad múltiple de agravantes y calificantes de los tipos penales básicos y el considerable incremento de las penas, junto a una superestructura jurídica procesal que introduciendo el sistema acusatorio oral en la provincia significó la aparición de dispositivos fiscales afianzados para la persecución sobre las personas con afectación de garantías individuales, no controladas por el poder judicial que mutó en todos sus estamentos en una suerte de socio homologador de esos avances solo sustentados en la simplicidad de establecer una “guerra” al delito , que se piensa desde la superioridad bélica del Estado.

Este escenario, se completó con la imperiosa necesidad de encontrar al enemigo delincuente sin acciones, es decir, en la gestión del llamado derecho penal del enemigo. Para eso se pensó que, con imputar todos los males a una asociación de personas debidamente individualizada con el tráfico y producción de estupefacientes, con la estrategia dominante de pensar y abordar el crimen como algo que se dice del hombre o se atribuye a algunos hombres, en tanto individuos desviados, inferiores, con deficiencias psicológicas y fisiológicas que los predisponen al delito. “Rosario puso en lo publicitario a “los monos” como la fuente y razón de todos los males, a los que había que extirpar de la realidad y depositarlos en las manos de la “diosa penitenciaria” para que allí sus “ángeles de la reconversión humana” por un prolongado tiempo casi equivalente al resto de sus vidas, siguiendo las normas vigentes “los resocializaran”

Los actos exhibiendo material bélico, la incorporación de nuevo personal policial con el previo cursado relativo a como se utiliza un arma, los ingentes presupuestos incrementados a despecho de salud, educación , vías de comunicación , servicios, políticas sociales, son los que permitieron en una suerte de guerra de posiciones que se instalara el mensaje bélico como superador de una conflictividad que no esta llamado a poder superar sino a complejizar y agrandar, como lo demuestra el actual estado de cosas, sobre el que hay que colocar los nombres de todos los caídos en esta llamada “guerra contra el delito” y añadir el incremento exponencial de la población carcelaria de la que no se da cuenta alguna , a favor de que las cárceles cumplen con su rol de lograr que la población no visualice el fenómeno y lo asemeje a una suerte de tacho de basura colector del excremento humano.

Lo curioso es que tanto politiquero dando vueltas por la zona con el único propósito de hacer “carrera” y “ascender” consiguiendo un cargo en la Nación y así “exiliarse” protegido en Capital Federal, no fue capaz de advertir que en la lógica represiva implementada detrás del uso en los hechos del derecho penal del enemigo no es otra cosa que la política represiva de la dictadura-cívico-militar por otras vías. Antes eran subversivos los enemigos definidos en un plan de exterminio, en nuestro siglo lo son el narcotráfico y las bandas juveniles.

 La resultante es siempre la misma; guerra y muertes. Probablemente una mala evaluación de esta espiral de belicismo y punitivismo coordinado, no pudo prever por ejemplo que en el tiempo que lleva este paquete de instituciones judiciales, persecutorias y castigos a granel, con “robocoop sin ley”, haya significado la complicidad, implicancia o como se le quiera llamar de los propios fiscales en eso que se dice delictivo y razón de todos los males. Tampoco pudo prever que con el producido del llamado delito, se montaran infinitas actividades “legales” donde se aclara la oscuridad de la procedencia de los capitales que permiten gestarlas.

Probablemente como ya ha ocurrido en infinitas ocasiones durante estos años que lleva el siglo XXI en nuestra provincia, los nombres de las víctimas de este ensayo de guerra descargada sobre la población, que lleva a que hoy las víctimas selectivas de esta contienda sin pautas, sean los trabajadores, el paso de los días y de las huelgas simbólicas que llegan más que tarde, borre de la conciencia de los propios trabajadores, los nombres de los caídos.

El llanto de hoy, no lava la economía criminal de la que se benefician los que no mueren , los que hacen operaciones inmobiliarias, montan negocios o se constituyen en la versión local del capitalismo financiero dominante, también proveedor no solo de armas o costos de gendarmes, sino de barcos y puertos para el transporte de ese producto del que no se habla en específico pero que se consume con total tranquilidad y calidad por los propios sujetos que encarnan la ferocidad belicista o sus espacios culturales. Esos que gestionan su propio consumo protegido y en igual momento levantan el dedo acusador y prometen más de lo mismo, para que todo siga peor para los que a diario salen a ganarse con su trabajo la posibilidad de sobrevivir.

 Así como no podíamos ver a  nuestros familiares o amigos en pandemia y se aplaudía a los trabajadores “indispensables” que salían a arriesgar su vida en la pandemia, también nos enteramos luego, que otros festejaban sus cumpleaños en reuniones palaciegas, así sucede en nuestra sociedad: muchos discursos contra el consumo adictivo, publicidad y otras yerbas, pero los que las promueve y mucha de “la buena gente” se garantiza que le llegue a su esfera de consumo, sin reconocer que ese consumo viene con  “sangre y lodo” de las barriadas rosarinas plagadas de sufrimiento, explotación, robo y violencia.

Lejos de cualquier fábula para niños sobre audaces hombres de negocios, inversores con suerte, policías que cuidan nuestra integridad una actividad productiva y mercantil, con derivaciones financieras, se expande sobre nuestro territorio existencial, si no se comprende que es esta otra expresión necesaria del capitalismo , seguirán las muertes , seguirán las cárceles, los bukeles criollos y toda esa maraña de humo ideológico que se concreta en la butaca de un servicio de transporte ensangrentada con sangre obrera.

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