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Hipocresía MEDIATICA EMPLEO DE LA «INSEGURIDAD» COMO VELO PUESTO AL CONSUMO PROBLEMÁTICO DE SUSTANCIAS ADICTIVAS

Los episodios hechos extremadamente visibles por la propaganda burguesa, centrados en las lamentables muertes violentas de tres trabajadores , imponen la posibilidad de otra lectura por fuera del “exitismo bélico” de los ministerios de seguridad de la provincia y la nación. Incluso esos hechos , dan la triste  posibilidad de mostrar la hipocresía burguesa de su utilización ideológica favorable al modelo represivo del Estado.

Es precisamente en ese abordaje bélico y el acudir a la respuesta represiva como única salida, es lo que impide ir por razones, causas y fundamentos que demuestran precisamente  que no es salida sino camuflaje para imponer la dominación cultural del castigo en una sociedad de clases dominada por un formato de vigilancia constante y permanente .

La libertad avanza y el PRO , centran sus presupuestos fundantes, si es que así se pueden llamar en un concepto utilitarista de libertad que es aquel según el cual el individuo solo se detiene frente a la norma prohibitiva. Esa especulación abstracta que tiene más proyecciones utilitaristas en el campo de la economía política de la clase dominante, no deja ver que frente a un problema de salud del sujeto , el espacio propuesto para su libertad, no se va a detener frente a una normal legal, sea esta habilitadora o prohibitiva. De tal manera si un trabajador entra en un desarrollo conductual de tipo adictivo no cederá en el consumo aún cuando lo desafíe una prohibición o su propia vida al encaramarse en una serie de sucesos que lo terminan desplazando del empleo y lo depositen en la marginalidad . Ese espacio de que yo hago lo que quiero mientras no afecte derechos de otro, muestra ahí su vuelo corto , porque muchas veces lo que yo quiero va mucho más allá de mis deseos y se expande hacia una serie de efectos desafortunados para él todo social.

Los estragos que el consumo de drogas causa hoy en día entre los trabajadores del mundo hacen que se puedan registrar cifras como las que indican que más de 93.000 estadounidenses murieron por sobredosis de drogas en 2020, un aumento del 30% desde 2019 ……. “Por primera vez desde la primera guerra mundial, en Estados Unidos la esperanza de vida ha disminuido durante tres años consecutivos. En las dos últimas décadas, las muertes por desesperación debidas a sobredosis de droga, suicidios o enfermedades relacionadas con el alcohol han aumentado de manera drástica entre los trabajadores blancos y, en la actualidad, cada año son la causa de cientos de miles de fallecimientos en Estados Unidos.” (“Muertes por desesperación y el futuro del capitalismo”, Deaton y Case 2020).

En ese mismo orden de ideas, es importante tener presente además que alrededor de 350.000 personas han sido asesinadas y más de 72.000 continúan desaparecidas en México de enero de 2006 a mayo de 2021, según cifras oficiales, desde que el gobierno desplegó al ejército en la “guerra contra las drogas”.72 Es difícil encontrar una expresión más concentrada de descomposición social que estas cifras, equivalentes al número de muertos de una guerra civil

La propia prensa de la burguesía, en sus más calificadas fuentes se ocupa de ilustrar la cuestión diciendo que:

Cuando uno investiga en los municipios mexicanos lo que ve no es una guerra entre Estado y criminales, sino pactos donde los grupos ilegales se confunden con la política en una frágil simbiosis donde la violencia siempre es un recurso al que acudir.” El mismo artículo señala que la “guerra contra el narco” tiene “poco que ver con las drogas”, y que en realidad es “el episodio mexicano de una política que el expresidente estadounidense Richard Nixon inauguró por razones políticas internas, que Ronald Reagan llevó a su máxima expresión cuando los grupos insurgentes y el comunismo se extendían por América Latina en medio de la Guerra Fría, y que todas las administraciones de ese país han seguido financiando.” (Washington Post, June 14, 2021). https://www.washingtonpost.com/es/post-opinion/2021/06/14/mexico-guerranarcotrafico-calderon-homicidios-desaparecidos/

En los partidos socialistas pertenecientes a la Segunda Internacional (1889- 1914) y en los primeros años de la Revolución Rusa, en vida de Lenin y con la presencia de Trotsky, los partidos obreros socialistas atribuían el alcoholismo (y, por extensión, el resto de las adicciones) como fenómeno social a las condiciones generadas por la explotación capitalista de los trabajadores asalariados, tales como las jornadas laborales excesivamente largas, el trabajo extenuante, la insalubridad laboral, las viviendas inadecuadas, etc. así como a la “miseria espiritual” generada por el capitalismo incluso entre los miembros de las clases dominantes (la inseguridad causada por la anarquía de la producción capitalista y la ausencia de ideales de vida superiores). Al mismo tiempo que aclaraban que el alcoholismo era un fenómeno concomitante del capitalismo que no se puede eliminar si no se elimina la explotación y la anarquía de la producción capitalista, los socialistas no se limitaban a esperar al triunfo de la revolución para combatir al alcoholismo sino que planteaban una serie de demandas al estado y a los empleadores para aliviar, en la medida de lo posible, la extensión y la profundidad de dicho flagelo aún en el marco de la sociedad capitalista. En tal sentido, rechazaban todo tipo de la represión estatal como medio para combatir el alcoholismo, ya fuera mediante la coerción policial (la criminalización de los alcohólicos), legal (la prohibición de la venta de alcohol) o económica (la imposición de impuestos especiales a las bebidas alcohólicas). El alcoholismo no se podía combatir con castigos, sino como cualquier otra enfermedad porque en gran medida se trataba de un problema social con afectación en la salud del individuo.

El trazado estructural de la posición de los socialistas revolucionarios sobre la cuestión en sí, fuera de un enfoque globalizado del fenómeno en sus complejas relaciones de sus componentes parcializados, resaltaban siempre que las causas del alcoholismo eran sociales, dado que era una enfermedad, los socialistas hacían un esfuerzo por mantenerse informados acerca de la literatura científica, y en particular médica, sobre dicho fenómeno, y de incorporar sus hallazgos en sus informes a los congresos partidarios y de la Internacional Socialista. Aunque muchas de las teorías científicas de hace más de un siglo han sido refutadas, el modelo de un diálogo entre la comunidad científica y el movimiento obrero y socialista para combatir los flagelos que asolan a los trabajadores como consecuencia de las condiciones sociales que les impone el capitalismo, sigue manteniendo toda su validez.

En su libro Diez días que estremecieron al mundo, John Reed describió cómo León Trotsky, el dirigente bolchevique, declaró ante el soviet de Petrogrado: “¡La pequeña burguesía, para derrotar a los obreros, soldados y campesinos, se uniría al mismísimo diablo!”. En los últimos dos días se habían observado muchos casos de embriaguez. “¡No beber, camaradas! Nadie debe estar en las calles después de las ocho de la noche, excepto los guardias regulares. Todos los lugares sospechosos de tener tiendas de licor deben ser registrados y el licor destruido. No debe haber piedad para con los vendedores de licor” (Reed 1977, p. 189).

También es significativa, aunque la visión en este caso es desde la perspectiva del anarco-sindicalismo la escena de la película “La Patagonia Rebelde” donde “el alemán “ anarquista arremete contra un despacho de bebidas alcohólicas de un puestero al ver la condición en que se encontraban los trabajadores y las tareas de la lucha que se debían abordar.

Estos ejemplos los traemos a cuento solo para resaltar la importancia del fenómeno, los complejos lazos comunicantes que este tiene con las estructuras capitalistas culturales dominantes y la reproducción de ese orden social en crisis, que no puede ser dejado de lado cuando nos sobresaltamos con la muerte de compañeros trabajadores en sus labores por parte material e intelectual de quienes se ligan a la producción y circulación de sustancias estupefacientes, por la vía que fuere.

La magnitud del flagelo de las adicciones, así como su letalidad, se han incrementado exponencialmente como resultado de la decadencia del capitalismo. Las organizaciones políticas que se autoadjudican la corporización subjetiva de los intereses de la clase trabajadora en su propaganda navegan en respuestas de orden genérico . Esta claro que la adjetivación de revolucionaria a una actividad política militante  , no pueden ser tal si,  se niegan a analizar la conexión entre la decadencia del capitalismo y la epidemia de “muertes por desesperación” ligada al consumo de drogas y alcohol,  y darse a la tarea de involucrar las organizaciones obreras en el debate acerca de sus causas y de cómo combatirla.

El sustento ideológico que se sigue del análisis del fenómeno en su base estructural remite a la actualidad del criterio propagandistico del socialismo revolucionario en cuanto a que las adicciones, como fenómeno social, son producto de las condiciones generadas por la explotación capitalista, y que mientras no se reduzca la jornada laboral, mientras no existan condiciones de trabajo seguras y dignas, mientras siga habiendo carencias en materia de nutrición, vivienda, salud y educación (es decir, mientras no se combatan las causas sociales de las adicciones), cualquier intento de combatir sus efectos por medios represivos está condenado al fracaso. Las adicciones no se pueden combatir con castigos, sino que deben ser tratadas como cualquier otra enfermedad, con tratamiento médico.

Una posición de principio a favor de la descriminalización del consumo de sustancias psicoactivas, combinada con una lucha librada, no desde la policía y el resto de las instituciones represivas del estado burgués, sino desde las organizaciones obreras y socialistas para reducir en la medida de lo posible su consumo entre los trabajadores, en el marco de una lucha más general para eliminar la causa primordial de las adicciones las condiciones sociales generadas por el modo de producción capitalista.

Dos de las principales fuentes de la drogadicción y del abuso la bebida en las masas trabajadoras son la desesperación y el indiferentismo resultante de ella, que hacen que sólo presten atención a las cuestiones más inmediatas. El trabajador desesperado o el pequeño burgués que considera su situación sin salida no tiene otro refugio que las drogas o el alcohol para apagar la conciencia de su miseria y de su falta de esperanza. La situación es diferente para el trabajador a quien el socialismo ha imbuido con el ideal de un futuro más brillante para él (o ella) y sus hijos. Trabajar por dicho futuro, mantenerse a sí mismo y a sus hijos mental y físicamente capaces de luchar y disfrutar, se convierte en la tarea de su vida.

 Dicho de otra manera; La lucha contra el fenómeno  social de la dependencia al consumo de sustancias que determinan en corto o largo plazo comportamientos adictivos, sólo puede librarse, por un lado, a través de la orientación científica ofrecida por la medicina y, por otro lado, inspirando a los trabajadores con una causa por la que luchar, es decir, con un ideal superior de vida como el que ofrece el socialismo y la imperiosa tarea de construcción de poder obrero revolucionario con ese programa.

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