Las cifras y el alcance de la desocupación y de los desocupados anuncian un crecimiento significativo de ese flagelo económico y social, que termina por ubicarse en primer plano de las existencias cotidianas de la clase trabajadora.
Por lo pronto la presencia real y concreta del desocupado y las diversas manifestaciones de la desocupación entendida como resultante de aquel existir individual que padece el trabajador son en totalidad un “problema social” derivado de una consecuencia necesaria de la relación capital-fuerza de trabajo-apropiación privada del valor.
Esta premisa necesaria de sacar el fenómeno del individuo trabajador y ponderarlo como un problema de la clase en sí, impone un análisis conjunto de la coyuntura histórica específica que nos toca transitar y las prácticas sociales y las representaciones propias de este estadio de la lucha de clases. Son las condiciones socio-históricas, las acciones y propuestas de ciertos actores sociales y las continuidades y/o cambios en las representaciones, que se entrecruzan inevitablemente y nos encuentra vulnerables y desguarnecidos frente a lo dramático de este fenómeno acuciante.
Lo que cierra en este período es quedarse con la consideración mecánica de una premisa sociológica que tiene realidad pero que se ve atacada por otros factores nacidos desde el mismo seno del orden capitalista. con el desarrollo del sistema capitalista. Es decir, ya no es cuestionable que en ese orden social se da la instauración de personas formalmente libres, pero materialmente desposeídas que se ven forzadas por la necesidad a vender su fuerza de trabajo para subsistir y que relación salarial se extiende a la mayoría de la población. Lo nuevo sin embargo es, que ese vínculo específico deja de ser en el programa burgués de salida de la crisis de reproducción del capital de manera significativa de la condición necesaria de vector de una serie de derechos, que como tales dejan de existir a través de la sanción de otras normas que generan situaciones donde no tienen pertinencia práctica, quitándole el fundamento fáctico para su pretensión.
Estamos entonces ante una situación objetiva en donde la necesidad de recursos materiales por incremento de los precios, que obliga a una salida compulsiva al mercado para obtener un ingreso complementario y un incremento de las experiencias individuales de falta de ocupación rentada como respuesta en sentido inverso de lo demandado. Esto trae la presencia de una nueva forma de desocupación tan o más dañina socialmente que la primaria de quien no tiene trabajo.
Estamos frente a un trabajador que de manera sistémica y en cierto punto naturalizada pasa a estar, regular temporaria e involuntariamente sin empleo y esa situación no implica un distracto, sino un estar en el mundo. La proliferación de la intermitencia en la ocupación y el aislamiento social de quien vende su fuerza de trabajo utilizando una plataforma es una avanzada capitalista manifiesta que no recoge expresión en los programas políticos y los sujetos involucrados no encuentran por esa vía un canal de representación de sus intereses en modo específico.
Cualquier persona, en particular los jóvenes de nuestras barriadas pobres, obligados a conseguir en el mercado un comprador para la única mercancía con la que cuenta, su fuerza de trabajo, ubica a la falta de ocupación en un lugar de centralidad en su existir. En el capitalismo, si hay algo peor que ser explotado es, precisamente, no tener la posibilidad de serlo.
Lo dicho deja en claro que la coyuntura del actual estadio de la lucha de clase exige desde el punto programático , la organización y la propaganda socialista afrontar la lucha en el plano de una verdadera disputa de sentido con las miradas hegemónicas de la burguesía como clase de conjunto respecto de la magnitud, la naturaleza y las causas de estas nuevas situaciones relativas a la venta de la fuerza de trabajo y su consecuencia necesaria en la desocupación situaciones que se han hecho particularmente visibles el marco de la crisis de reproducción del capital. Es que el trabajo ideológico de la clase dominante esta centrado en crear consenso para alterar la centralidad del trabajo formal y sus normas regulatorias de manera de licuar el probable paso de altos colectivos de la clase trabajadora a la condición de población económicamente sobrante y a través de esa objetividad conseguir junto a la licuación inflacionaria de los salarios una estructura que los mantenga en esa sensible depreciación que los torna incluso inhábiles para sostener la satisfacción de las necesidades mínimas de reproducción de esa misma fuerza de trabajo y su entorno social inmediato.
Los cambios en las percepciones y representaciones del trabajo y del asalariado como forma de entender la emergencia de una nueva manera de pensar la falta de ocupación en personas económicamente aptas para vender su fuerza de trabajo, es hoy el tema acuciante que no se encuentran en la agenda autónoma de la clase trabajadora que debe necesariamente elaborarse para no sufrir el embate ideológico y practico de la burguesía sin las armas de la crítica. A ello debe sumarse la advertencia que no es por la forma jurídica el lugar donde los trabajadores podrán encontrar esos instrumentos programáticos en tanto modificado en los hechos los modos en que los burgueses captan para su beneficio propio las significantes de la fuerza de trabajo, las regulaciones jurídicas no hacen otra cosa que dar forma legal a esas mutaciones intencionalmente impuestas por la vía de los hechos y la violencia cotidiana por las patronales. En eso no cabe la diferenciación entre capitalistas locales o extranjeros en tanto el acuerdo de la burguesía como clase sobre este particular es total, y en lo concreto es la base de sustentación del programa de gobierno de la libertad avanza-pro.
La vanguardia obrera socialistas tiene por tal condición, un lugar destacado en introducir el problema de la carencia de empleo como un problema social, explicándolo independientemente de los factores personales y morales de cada individuo, resaltando su emergencia desde las contradicciones que plantea objetivamente el propio modo de producción capitalista.
Hay que entablaron una verdadera disputa de sentido con las políticas hegemónicas de la burguesía respecto a la magnitud, la naturaleza y las causas de las situaciones de falta de trabajo en el marco de la crisis de reproducción del capital.
Hay que defender la fuente de trabajo, rechazar e impedir la consolidación de todos los fraudes laborales que hoy monta la burguesía, iniciando por la impugnación del falso cuentapropismo y la emergencia en el mercado de competidores basados en esas relaciones de producción o comercialización. Esa defensa no puede hacerse sobre la base de propuestas dentro del orden capitalista, sino de aquellas que pongan al mismo en cuestión, como lo es el reparto de horas de trabajo sin perdida de salario, la anulación de las horas extras y el control obrero de la producción, consignas que no pueden plantearse de modo aislado sino como parte del programa socialista que requiere del poder obrero para su implementación.
NUEVO CURSO