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TRABAJO INFANTIL. Educación y Revolución Socialista.

El diputado nacional de La Libertad Avanza (LLA) Alberto «Bertie» Benegas Lynch aseguró que no cree «en la obligatoriedad de la educación» y planteó como posible un escenario en el que, a un chico, en lugar de mandarlo al colegio, «lo necesitás en el taller con el padre trabajando».

 El trabajo infantil es una violación de los derechos humanos fundamentales, habiéndose comprobado que entorpece el desarrollo evolutivo de los niños, y que potencialmente les produce daños físicos y psicológicos para toda la vida.

Cuando se habla de este fenómeno en términos generales se está haciendo referencia a toda actividad física, mental, social o moralmente perjudicial que priva a las niñas y los niños de su niñez, potencial y de la dignidad que esto trae aparejado en su proceso de desarrollo subjetivo.

El trabajo infantil así entendido , es aquel al que se hace referencia en el discurso provocador del aparato comunicacional del poder burgués. Con esa intervención discursiva intencionalmente mediatizada y divulgada con cierta masividad la burguesía en realidad lo que está haciendo es dejar signos de su objetivo final de lograr la reformulación de un nuevo giro en la acumulación primitiva del capital para que favorezca su reproducción. bajo las formas jurídicas de una nueva y reaccionaria institucionalidad que se despoje de la etapa superada de la declaración de derechos individuales subjetivos que fueron puestos como emblema en el modelo anterior que denuncia su crisis y agotamiento cultural.

Que un niño consagre su tiempo de desarrollo evolutivo a actividades laborales, no es una determinación libre y exclusiva de ese niño y es en esa faz donde opera el engaño ideológico del discurso que instala esa premisa . Si a un niño es considerado por las instituciones internacionales y locales como sujeto de derechos, no puede afirmarse que resulte habilitada en su objetividad existencial ligarse en forma exclusiva a su venta de fuerza de trabajo y a las condiciones de tiempo y lugar en que la debe proporciona a su explotador. Esa circunstancia no puede reconocer en sí y en ultima instancia un acto voluntario libre de determinación específica..

Lo propio ocurre con la tan mentada responsabilidad parental a la que acude el código civil, en lo referente a la intervención que pueden tomar los adultos en tal sentido respecto de sus hijos menores de edad ya que esa situación independientemente de cómo ha sido gestada, interfiere con la educación del niño, y le impide realizar actividades propias de su edad , limitando su desarrollo pleno e integral.

Lo apuntado describe los dos ejes jurídicos de las categorías que en el derecho internacional fundamentan el abolicionismo del trabajo infantil, giran en torno a la premisa básica de considerar a este en situación de individuo humano en desarrollo sobre el que se ha tomado la decisión política generalizada de brindarle la condición de sujeto de derecho y no de ser objeto de protección y arbitrio de sus progenitores y el Estado . .

En ese sentido es necesario afirmar que toda situación de trabajo infantil tiene un fuerte vínculo con los parámetros estadísticos de altos índices de pobreza en el sector infantil de nuestra población y la caída del salario real o el ingreso promedio de sus progenitores o en forma más extendida de los recursos de la unidad económica familiar.

Dicho de otra forma,  entre la pobreza de los hogares y el trabajo infantil hay un nexo inexorable y su materialidad no hace otra cosa que adquirir funcionalidad con el proceso de acumulación y reproducción del capitalismo en crisis que entre otras cosas hace que el salario que percibe un trabajador ya no cubra sus necesidades mínimas elementales y la de su núcleo familiar y obliga a la necesidad de otro ingreso adicional suplementario, que el capitalista paga del valor suplementario de esa fuerza de trabajo adicional que proporciona una persona que no ha completado su desarrollo subjetivo, emparentándose además con la naturaleza cada vez más rutinaria y menos calificada que tienen las modalidades productivas actuales, cada vez más despojada de lo que anteriormente se conocía bajo la palabra “oficio” que era una cualidad de la fuerza de trabajo que se aprendía de modo experiencial prolongado en un tipo de área de la producción.

Lo cierto y empíricamente demostrable es que el trabajo infantil perpetúa la pobreza durante generaciones, dejando a los hijos de los pobres fuera de la escuela y limitando las posibilidades subjetivas que están contenidas en todo proceso educativo, por fuera del estricto aprendizaje de información y concepto.

Nuevamente la noción valorativa que implica la dignidad ligada a la condición humana recibe el cachetazo certero del capital en agonía, que busca restarle todo factor vivencial a la existencia del trabajador, reduciendo al hombre a una plena condición de objeto. En otras palabras, estamos ante una variante más de las estrategias de cosificación del individuo para su mejor dominación cultural, con el agravante de que ella se desenvuelve sobre un ser humano que esta por su edad en proceso de construcción subjetiva no agotado factor que lo predispone mucho más vulnerables a los rigores alienantes de la materialización de la fuerza de trabajo dentro de relaciones de producción capitalistas.

  Asimismo, este declive de los recursos humanos ha estado vinculado a un bajo crecimiento del valor creado por la fuerza de trabajo en estructuras productivas de capitalismo tardío y dependiente como lo es la que opera por la base de las relaciones intersubjetivas en Argentina.

La cuestión del trabajo infantil en ningún caso puede ser tomada en abstracto e ignorando la condición de sociedad de clase donde ese niño se desenvuelve. Por eso la noción de trabajo infantil está íntimamente ligada a la de educación, en tanto en el mismo espacio de vida esa situación necesaria que impone el acceso de la persona en desarrollo, a la comprensión de las reglas del pensamiento y las categorías que ordenan el espacio social donde se desenvuelve-

En Argentina es por todos conocido que la educación se encuentra atravesada por una profunda crisis, que, si bien se materializa en cada región de una forma particular, en su raíz reconoce la misma causa en : el agotamiento del capitalismo como forma histórica de producción.

El grado de desarrollo de las fuerzas productivas ha llegado a tal punto que choca y se rebela constantemente contra los estrechos límites que le impone la propiedad privada de los grandes medios de producción.La escuela no es una isla, se encuentra inmersa en una sociedad dividida en clases sociales, clases con intereses irreconciliables que llevan una lucha diaria (velada o descubierta). Por tanto, las instituciones educativas se encuentran, como parte de la sociedad, atravesadas por la lucha de clases.

La educación le fue útil a la clase dominante en su etapa de ascenso, pero ahora, en plena decadencia, no puede más que resultarle un gasto innecesario de allí que retorne a la idea de la libre determinación de optar por quién así lo quieran hacia el trabajo infantil sin que este reconozca objeción ideológica alguna.

Por ello es que entendemos que debemos organizarnos con una política de clase autónoma de las operaciones diseñadas por cualquier sector de la burguesía, bajo el programa socialista que da cobertura a su perspectiva histórica de transformar radicalmente las bases de la sociedad y fundar una nueva, sin explotadores ni explotados. Es la clase obrera la clase que encarna uno de los extremos de la relación servil de producción capitalista en tanto produce socialmente y no es dueña de los medios de producción. Los trabajadores estamos llamada históricamente a sepultar el capitalismo y a construir una socie‐ dad sin clases sociales por medio de la revolución y la socialización de los grandes medios de producción.

El programa socialista y esa política de clase es el que da respuestas de fondo al problema educativo y su disvalor por carencia, el trabajo infantil. El programa del proletariado es el que diseña las herramientas necesarias para la unidad entre el trabajo manual e intelectual para superar la barbarie deshumanizadora del capitalismo.

En los primeros escritos de Marx sobre la revolución se subraya la influencia decisiva que tiene la comprensión militante de la praxis revolucionaria y es en esa praxis donde se ubica la experiencia educativa. La autoemancipación de los trabajadores   fue un principio fundacional de la Asociación Internacional de los Trabajadores recuperando aspectos claves de la revolución resultantes de la Comuna de París de 1871. 

 Por esta experiencia histórica concreta, la noción de praxis revolucionaria es el fundamento teórico de la concepción marxista radicalmente democrática de la revolución como autoemancipación proletaria en un contexto transitorio de dictadura de clase que se vuelca para terminar precisamente con las clases sociales.“… tanto para engendrar en masa esta conciencia comunista como para llevar adelante la causa misma, es necesaria una transformación en masa de los hombres, que sólo podrá conseguirse mediante un movimiento práctico, mediante una revolución; y que, por consiguiente, la revolución no sólo es necesaria porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque únicamente por medio de una revolución logrará la clase que derriba salir del cieno en que se hunde y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases En la actividad revolucionaria, el cambio de uno mismo coincide con el cambio de las circunstancias (Marx “ La ideología Alemana”).

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