Nuevo Curso

Una vida por una nueva opción. Hasta siempre Fabián Celis.

Daniel Papalardo por Nuevo Curso

Hay hombres con los  que no es necesario ahondar mucho en el encuentro para darse cuenta  que son esos a los que Lima Quintana llamaba gente necesaria. Más aún cuando la distancia es la que pone límites al trato frecuente y nos condena a esa especie de muleta tan peligrosa que implican los chat, los correos electrónicos y otras yerbas de ese tipo, que nos dejan seguir andando pero con limitaciones. Una de esas limitaciones sustanciales se expresó hoy, cuando al abrir la PC me doy con el mal dato , la puta realidad de su deceso físico, justo generado por una enfermedad que nunca debió haber sido , pero que las políticas sanitarias del poder burgués miserable y decadente permiten mientras alardean de modernidad y se abrazan con los magnates que se hacen de esa riqueza que se necesita para ganar en calidad de vida con una vacuna negada. Por eso , porque sabemos que los lazos humanos no mueren ni aún cuando desaparezcan físicamente sus protagonistas , no me queda otro recurso que acudir a la poesía, que a veces como en estos casos dicen más y mejor. Personalmente llevo en mi , una noche haciendo empanadas y mientras tanto pensando el día siguiente de la revolución en una anónima casa de Moreno. Siempre presente y permanente como la revolución , que sea un buen viaje Fabián Celis

Los heraldos negros


Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma… Yo no sé!


Son pocos, pero son… Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Serán tal vez los potros de bárbaros atilas; o los heraldos negros que nos manda la Muerte.


Son las caídas hondas de los Cristos del alma, de alguna fe adorable que el Destino blasfema. Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.


Y el hombre… Pobre…pobre! Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada.


Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!


Cesar Vallejo