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LAS TAREAS ORGANIZATIVAS Y LA COYUNTURA DE LA LUCHA DE CLASES

En estos tiempos tan convulsivos, con agendas varias veces corregidas en el día a día, nutridas con temas diversos e inconexos, donde un día se habla de la educación superior universitaria, todo el mundo se abre el pecho y pide que disparen, para el día siguiente aprobar una ley que implica un retroceso del salario en términos reales por la reinstalación de un impuesto, etc. Son todos temas y realidades contenidas en ellos, que son  arrojados sobre los trabajadores por el aparato de gerentes ubicado en los espacios  del gobierno de turno, que por lo general, toma  a la clase trabajadora en sí, con la guardia baja o haciendo gestos de defensa mínima, y que la confunden en su comprensión al ser puestos en la palestra de manera individual ocultando la totalidad, que no es otra que la barbarie capitalista

Esto en gran parte sucede por una crisis al interior de la vanguardia militante  que transcurre por la indeterminación exacta de saber por dónde ir. Esta claro que la movilización con plazas y calles ocupadas, no implica retrocesos estratégicos en la operación cotidiana del personal político que la burguesía ha puesto en los poderes del Estado.

También queda claro pese a las piruetas discursivas del FITU, que la realidad introduce un micrófono silenciado en el parlamento y un absoluto aislamiento de los diputados en una suerte de hermano loco en una “gran familia” del que ni siquiera vale la pena escuchar. Es el punto de caída del cretinismo parlamentario que no puede ocultarse.

Por esta razón lo primero en que debemos trabajar es en tener agenda propia y no negar la que propone el gobierno, porque negándola, criticándola por la descripción de sus elementos terminamos dándole entidad. Esa necesidad de agenda propia para la vanguardia obrera lleva de manera necesaria a una política obrera y una específica construcción de poder que debe superar los rituales del reformismo empobrecido y carente de toda significación política

Queda en claro el verdadero rostro del poder burgués. Están a la vista las implicancias negativas que para la clase obrera tiene todo el programa de gobierno desplegado por la actual gestión del poder burgués pero no puede caerse en el mecanicismo de pensar que dado por ejemplo la caída en la producción de bienes ese será el fenómeno a partir del cual se invertiría la relación cultural dominante que el capital impone sobre la fuerza de trabajo . Esta gestión de gobierno y el poder burgués que la sostiene no se van a retirar solo de la escena política, la opción por el cambio revolucionario se presenta de esta manera como la opción que tienen los trabajadores frente a todo cuanto le sucede y le ha de suceder en el corto plazo.

Las fuerzas políticas que con un mensaje de independencia de clase se nuclearon en torno al Fit, hoy asumen un debate , artificial y estratégicamente bosquejado, buscando definir cual es el posicionamiento químicamente puro respecto de ese lo que se pretende políticamente designar como los restos del kirchenismo, avizorando que su crecimiento debería operarse por la captación de ese sector político.

Esa ruta que se pretende saldar olvida la condición de relato policlasista de cualquiera de los relatos peronistas.

Ocurre que ese espacio real, es el que ha recibido certificado de defunción el 10 de diciembre pasado, esto es, la desaparición del aparato ejecutivo del Estado de ese modelo de dominación y construcción cultural, que por perder hegemonía, ha cedido el espacio a otra construcción básicamente sostenida en el gerenciamiento liso y llano , sin mediaciones de los intereses de la burguesía, en el espacio de las relaciones contenidas en nuestro país.

A lo que hoy se alude haciendo alusión al término Kirchnerismo, no es otra cosa, que los restos de ese naufragio y de esa experiencia de gestión, que terminado su rol histórico ha dado paso a otro modelo de dominación política. Quienes han sido desplazados de los despachos y de los medios de comunicación, ámbitos puros y exclusivos desde donde hacia gestión política la llamada militancia k, han quedado a la deriva sin que su curso futuro sea necesariamente unitario y con objetivos estratégicos definidos.

Casi se podría decir, que la tarea en ese plano de restituir a Cristina en el gobierno, luce como una farsa histórica con la que se pretendería equiparar la al propio general Perón, al punto tal que agiornada y territorializada , algunos inician la comedia de los viajes a Santa Cruz , como si fueran a Madrid.

Mas allá de esto, la cuestión central del planteo táctico  que proponen quienes lloran y gritan en un acto ritual de 1 de mayo , deja ver que esa búsqueda de hacerse cargo de los restos del naufragio como señalamiento para la acción no deja de ser la política de las hienas y define  y nunca la del léon, tan manoseado en estos últimos meses.

Dicho de otra forma, el problema central está inserto dentro de la crisis , bajo la pregunta por cual es el sujeto social que debe afrontar el rol del cambio de orden social necesario.

 que se encuentra contenido en su formulación.

¿a quienes les hablan los referentes K? ¿ Por boca de quien dicen hablar y actuar? ¿ Cuál es el modelo de sociedad que defienden, luego de que la mayoría del país decidiera que no compartía el realmente generado desde la gestión estatal?

Todas estas contradicciones contenidas en una sola denominación impiden otorgarle el ser a esta inveterada táctica de esperar las migajas que caen del mantel de cualquier versión del peronismo.

Un amplio sector de la juventud, al que ya no se podrá captar , sino que habrá que continuar convenciendo, con actividad , experiencia y argumentos válidos, se incorporó a la política, y en gran parte lo hizo desde la identificación con el actual presidente , pero eso no es un fenómeno estático, por el contrario está hoy sometido a las cambiantes condiciones de existencia.

¿Querrá la joven clase media, de paso por la universidad, o con empleo precario, continuar en esa existencia sin subsidio? ¿ Será capaz de arbitrar otras instancias militantes con otro perfil? O bien , dará las hurras correspondientes, hasta aquí llegó mi vida y de aquí para adelante que se las arreglen los otros.

El compañero desplazado de la producción, integrante del basto contingente de población socialmente sobrante, que ve degradarse la cadena de subsidios, o cambiar de nombre y gestor, permanecerá fijo en el pretendido compromiso militante

En  la actualidad hay quienes venden su fuerza de trabajo para sobrellevar las necesidades más elementales de sobrevivencia y hay quienes viven de la apropiación de ese trabajo o gestionando los intereses de estos últimos de manera consciente. Hay también quienes no pueden incorporarse a la economía formal y su lucha es la del cazador que día a día sale a dar con una presa para poder sobrevivir  Entre todos  esos sectores sociales enfrentados y no aparentes, nos enlistamos cada uno de nosotros. La expresión política de esos intereses, es la que debe recurrentemente abrirse camino, no desde cero, sino desde el ya trazado con esfuerzo y contra la corriente..

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No estamos frente a un sujeto político consolidado con el cual haya que emprender batallas, estamos frente a sectores sociales , en particular de la juventud, a los que lenta pero recurrentemente se les va soltando la mano, se les va dejando sin empleo, se les va privando de participación

Hoy el enemigo de clase está en el poder estadual de modo abierto y desembozado . Sin anestesia. Esa locomotora impulsa vagones serviles como los de la burocracia sindical, las organizaciones empresariales del campo y de la industrial que no sin incidentes menores, siguen su derrotero.

Frente a todo esto, queda la tarea de construir el partido de los trabajadores que por reiterada solo ha quedado desde la desaparición del PRT como un discurso y no como una actividad militante concentrada en la generación de cuadros políticos capaces de organizar y propagandizar en  esa vanguardia obrera y trabajadora  la dirección que los explotados y demás sectores oprimidos se den para enfrentar al régimen burgués y superarlos por el camino de la revolución social y el programa socialista

Es necesario un cambio, de larga proyección y fuera de todo exitismo, teniendo presente el largo período dejado en manos de reformistas y oportunistas de toda especie. El accionar de la reacción puede abrir un período de luchas más amplias que en todos los casos deben ser orientadas hacia el poder obrero y su régimen de nueva sociedad bajo dictadura proletaria para terminar con la burguesía en todas sus variantes.

Es necesario plantear en forma sistemática la necesidad de un cambio de táctica frente a lo ya vivido en la militancia a lo largo de la década del 90 y lo que llevamos de este siglo XXI. A esa deficiencia reformista, también se asocia el espontaneísmo hueco, que espera la revolución social de una suerte de reacción por acumulación de las masas, que como tal y por si misma no tiene registro posible en la realidad y mucho menos en las señales que nos viene dejando la historia de la lucha de clases.

En vísperas de un manoseado llamado a la huelga general, que tiene registro de luchas sectoriales de  los trabajadores pero cuya determinación y desarrollo se hace de manera burocrática, no puede ser la vía para la apertura de un nuevo período de favorecimiento posicional de la clase trabajadora, por la sencilla observación de la experiencia, conforme a la cual un proceso de ese tenor no puede “decretarse” sino por el contrario vivirse y realizarse con una visión programática y estratégica definida y es eso precisamente de lo que carece el puro economicismo, que es el esquema al que en el mejor de los casos se aferran las conducciones gremiales y para esto no hay solo que remitirse a los miembros de la conducción de la CGT sino a la de muchos otros dirigentes que la posan de contestatarios según soplen los vientos.

Es necesaria una conducción política del proceso abierto de confrontación de clase contra clase en que nos encontramos.  Las huelgas no caen llovidas del cielo. De una manera o de otra deben ser hechas por obreros . La resolución y la decisión de la clase obrera en sí, por la base,  desempeña ese papel , pero tanto en esa iniciativa como en la conducción ulterior del proceso , las alternancias y vicisitudes de la lucha requieren de un partido de cuadros políticos y una dirección política preparada en esas experiencias.

La realidad impone de esta forma dos tareas que por los tiempos en que operan los hechos políticos y su naturaleza explotadora y opresiva , llevan a que se entrecrucen recíprocamente de modo continuo y permanente. La actividad paciente orientada a la penetración del programa socialista en la clase trabajadora en sí, buscando que esta acaudille a los contingentes de trabajadores que han sido desplazados de modo estructural de la producción capitalista ,y la tarea de organización del partido de cuadros dispuesto a construir la vanguardia política que se dé  a la organización de las formas políticas necesarias  para la conducción de las amplias mayorías de  trabajadores en lucha .

El oportunismo, su desplazamiento al reformismo por acuerdo de clases, y el economicismo burocrático de quienes se encuentran en la dirigencia de las organizaciones de masas de los trabajadores ha caído definitivamente en el extremo de erigir al parlamento como un único medio de lucha posible. Esa táctica acaba de mostrar, después de una sumatoria de claudicaciones y fracasos, su punto de desarrollo más alto en la sesión de la cámara de diputados en tratamiento de la llamada ley bases. Los gritos, las promesas a futuro de la llegada de otros tiempos para los trabajadores, y la exacerbación fetichesca de la ocupación de calles son el rostro final de un camino sin rumbo que nos sumerge por décadas en la frustración militante.

El período de huelgas que deviene necesario en la coyuntura actual, es una etapa pre-revolucionaria en el que las huelgas de masas deben sucederse y articularse con demandas económicas y políticas donde se concentren los movimientos parciales en grandes acciones contra el orden capitalista de conjunto direccionadas por el partido revolucionario orientado a la construcción de órganos de poder obrero.

El partido revolucionario de los trabajadores, no  debe esperar la situación revolucionaria , debe buscar que la misma pueda tener lugar desde los hechos concretos de la lucha de clases, con agitación y propaganda socialista , explicando a las amplias capas de la clase “en sí”, la necesidad de ese nivel de confrontación en búsqueda del poder obrero .

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