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UNA POLITICA DE CLASE ES LA NECESARIA RESPUESTA DE LOS TRABAJADORES  A LOS MONTAJES DEL DECADENTE ESPECTÁCULO BURGUÉS

En Argentina, donde la burguesía ya conquistó el poder político, donde la dominación política no es otra cosa que la supremacía, no del burgués aislado sobre sus obreros, sino de la clase burguesa sobre el conjunto de la sociedad, , los que nada poseen no son afectados por el poder político, en cuanto éste se refiere directamente a la propiedad.

En el estado actual de la lucha de clases, visiblemente alterado por operaciones de creación de sentido común o eventos construidos para banalizar lo acuciante y dar seriedad a lo banal utilizando la imagen previamente desarrollada durante años por los comunicadores de un sujeto al que en el peor de los casos se le dirá a la hora de fijar responsabilidades , nada más que su impedimento mental para recibir algún reproche, lo frecuente es el cacareo también banal de los partidos del orden burgués cualquiera fuese su vocero que en todos los casos se centra en un discurso moral fatalmente alumbrado por lo que se quiere entender como valor justicia.

Lo cierto entonces es que todo lo que pretende dar cuenta de lo existente sin partir de ello sino de abstracciones viene marcado por el “in” que se limita a dar cuenta de la afectación de un valor tambiéon idealmente pergeñado cuyo contenido concreto difiere de quien o quienes emitan el discurso que se dice opositor. Así con frecuencia propia del hábito se habla de que la gestión gubernamental no se concentra en la Inseguridad, y sus acciones generan Injusticia. Se habla en igual sentido de que los precios son injustos, las tarifas son injustas y los impuestos injustos porque gravan al que menos tiene .

Si se sale del espacio imaginario de los valores imaginariamente consolidados sin que se sepa a qué se está laudiendo , podrá advertirse que no es la afectación de un valor ni por ende un discurso moral el que debe prevalecer de modo superación a la situación que plantea la clase dominante por sus operadores , sino una situación objetiva revestida de forma jurídica como lo es  “la propiedad».

Si se parte de la propiedad y no del valor justicia  la situación económica de los obreros no será injusta sino inadecuada y despegada de lo real , y entonces se advertirá como se hizo ya en la historia del pensamiento y las acciones revolucionarias en el mundo, que el actual estado burgués de la sociedad es «mantenido» por el poder del Estado, poder que la burguesía ha organizado para la protección de sus propias condiciones de propiedad. Es necesario, pues, que los proletarios destruyan el poder político en todos los lugares en que se encuentra en manos de la burguesía. Es necesario entonces  que ellos mismos devengan el poder, el poder obrero revolucionario, edificando nuevas relaciones sociales de producción ajenas a la propiedad.

En un discurso pronunciado en las sesiones de la Asociación Internacional de Trabajadores durante el abril de 1865 Marx dio cuenta en formato de relato expositivo de muchas de las ideas que nuestros jóvenes trabajadores reciben a diario de todo el dispositivo comunicacional burgués y de los eventos reales o virtuales que el poder ejecutivo o sus parlamentario montan al efecto .

Contra todo pronosticos de caducidad de un método de acercamiento y conocimiento de los fenómenos sociales desarrollado por Marx  – situación que también se ha reiterado por infinitos protagonistas en el tiempo- en esa conferencia y frente a los trabajadores , se deja en claro que es objetivamente posible que precisamente los trabajadores puedan en el marco de los distintos momentos de la lucha de clases obtener algunas mejoras económicas mediante la lucha puramente sindical o economicista, pero agrega con énfasis que ese posicionamiento de por sí y tomado de modo exclusivo para la acción militante, tiene sus límites en la medida en que precisamente esa lucha se caracteriza más allá de los sujetos concretos que la protagonicen o dirijan , por dejar intacta la relación salarial  y la apropiación privada del valor creado por la actividad humana del operario, que son el fundamento de la explotación capitalista y del sometimiento de los trabajadores  a los propietarios de los medios de producción.

Esas condiciones de producción capitalistas, que el ejecutivo en un evento propagandístico inusitado proclama como  leyes necesarias y eternas de la existencia que no muestran beneficios porque aparentemente han sido alteradas en su funcionamiento por el intervencionismo estatal, no puede ser impugnadas por vía de cuestionar exclusivamente al cartero por la modalidad o forma en que persigue hacerlas penetrar en el sentido común, sino que la opoción obrera es poner en evidencia aprovechando estos “lanzamientos “ el papel vital y nuclear de la relación capital – fuerza de trabajo y la propiedad privada del valor por quien no lo genera, otorgándole legitimidad a través de la forma jurídica.

Debe advertirse esto, porque si los trabajadores en lucha consiguen con esfuerzo destronar a la actual gestión gubernamental  quitándole por este camino, la  supremacía política a la burguesía, su victoria sólo será pasajera, y en definitiva se constituirá simplemente en  un simple factor al servicio de la misma revolución burguesa, que en el curso de la historia de nuestra sociedad instauró constitucionalmente la república y el régimen de democracia indirecta como forma de gobierno.

La apelación moral a lo dado , imputando la injusticia de sus efectos sobre los trabajadores y la población económicamente sobrante , no conduce por sí misma a la creación de  las condiciones materiales que permitan la derogación del modo de producción burgués y, por consecuencia, la caída definitiva de la supremacía política burguesa, sino por el contrario a la falsa conciencia de la viabilidad de reformar lo dado sin alterar su sustancia material constitutiva.

En este sentido, dice Marx : Los hombres se construyen un mundo nuevo no con «bienes terrenales» -como lo cree la superstición grosera-, sino con las conquistas históricas de su mundo a punto de naufragar. En el curso de la evolución, necesitan producir ellos mismos las condiciones materiales de una nueva sociedad, y ningún esfuerzo del espíritu y de la voluntad puede substraerlos a este destino”.

El orden social capitalista  y sus formas políticas, es decir, el  Estado representativo constitucional o republicano,  determinan lisa y llanamente que la cuestión de la propiedad se ha transformado en la cuestión social más importante y ella no puede ceder a cambio de la lucha por derechos subjetivos a restaurar dentro de un régimen político democrático como se buscó durante las dos últimas décadas y ahora parece emerger detrás del repudio a los actos del ejecutivo.

Para quienes empeñan su esfuerzo político desde el gobierno en la tarea de diseñar una verdad por vía de un relato,  la verdad es una autómata que se demuestra completamente por sí misma y para eso necesita un evento burgués, con formato burgués en un espacio público que normalmente alberga a pugilistas o actores.

Qué lugar deja ese activismo para los convocados presencialmente o para aquellos a los que va dirigido de modo masivo. Simplemente a todos ellos, sean varones o mujeres,  les basta seguirla, creerla con fe devota y dogmática . El resultado del desenvolvimiento real, se mide por ese acatamiento y no por sus efectos positivos para los adherentes rituales . Todo esto no es otra cosa que la búsqueda afanosa , de dar criterio de verdad al relato del cual  se ha hecho adquirir conciencia.

De todo esto no se sale sino contraponiendo verdad objetiva , programa político y organización por la construcción de estamentos de doble poder que terminen por sus métodos de democracia directa consolidando el poder obrero y su dictadura de clase.

Rosa Luxemburg Luxemburg, en un potente panfleto antibélico que escribió en prisión en 1915, lanzó por vez primera la idea de que la humanidad se encontraba frente a la elección entre la victoria del socialismo o el fin de la civilización , sintéticamente en estos términos:

Friederich Engels dijo una vez: ‘La sociedad capitalista se halla ante un dilema: avance al socialismo o regresión a la barbarie.’ … Hemos leído y citado estas palabras con ligereza, sin poder concebir su terrible significado. … Así nos encontramos hoy, tal como lo profetizó Engels hace una generación, ante la terrible opción: o triunfa el imperialismo y provoca la destrucción de toda cultura y, como en la antigua Roma, la despoblación, desolación, degeneración, un inmenso cementerio; o triunfa el socialismo, es decir, la lucha consciente del proletariado internacional contra el imperialismo, sus métodos, sus guerras.

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