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El reclamo a ser “mantenido” y el posmodernismo

Desde el lanzamiento de este sitio, quienes sumamos nuestro esfuerzo por sostenerlo y propagandizarlo dejamos en claro que, en el contexto de un frente único de trabajadores como herramienta militante de un programa emancipador de nuestra clase, nos oponemos a toda situación objetiva en una relación social de poder que lleve implícita la opresión y la discriminación de cualquier tipo.

Sin embargo, y por ese mismo posicionamiento, vemos la necesidad de  ocuparnos también de  advertir a los militantes de la vanguardia  que construye la clase trabajadora a partir de la concientización de los objetivos emancipadores que tiene nuestra clase que ,la política de identidad, que, bajo el pretexto de defender los derechos de un grupo concreto sin referencia conglobada respecto de la sociedad de clase donde emerge , desempeña un papel reaccionario y divisorio que, en última instancia, debilita la unidad de la clase obrera y proporciona una ayuda inestimable a la clase dominante en el sostenimiento de su dominación opresiva.

La ideología de la burguesía ha operado sobre este tipo de fenómenos dotándolos de una neutralidad de clases puramente ideológica que impide relacionarla con la opresión y explotación que el orden social capitalista origina y desarrolla en su reproducción.

En ese sentido, los paradigmas filosóficos abstractos que son afirmados bajo la negación de todo discurso totalizador por el posmodernismo, las acciones políticas de identidad, el condicionamiento e imperativo de «corrección política» configuran los haceres culturales nutridos de la ideología dominante generada por la clase explotadora, actúan como correa de transmisión de ideología dese.

En este sentido el objetivo fijado por el Manifiesto Comunista relativo a la emancipación de la clase obrera no es antagónico a ningún espacio de opresión, pero no se reduce a ese fenómeno, sino que engloba toda acción en post de auténtica libertad, igualdad y relaciones genuinamente humanas entre hombres y mujeres en el contexto de lucha de clases y la construcción de poder obrero y socialista-

El capitalismo se hunde a escala mundial, las clases dominantes de cada país en post de su permanencia como tales, en el plano cultural buscar un chivo expiatorio para dar cuentas de responsabilidades y para distorsionar en el plano subjetivo la lucha por cambiar este sistema decadente, buscando que la clase trabajadora no se circunscriba en su objetivo emancipatorio de reemplazarlo con el socialismo y la dictadura del proletariado.

Dicho, en otros términos, la acción política de la clase dominante apunta a sostener una posición en el combate de clase por vía del método de identificar un conflicto y posicionar un chivo emisario sobre el cual la población de conjunto pueda caer, permitiendo que en paralelo las relaciones sociales de explotación se mantengan. La clase dominante, por el camino del “divide y vencerás continuará en su rol herramienta para dividir la unidad de la clase obrera.

En ese contexto, nos parece necesario indicar cuanta prevalencia tiene en el plano ideológico y superestructural la apropiación de la construcción de sentido por la burguesía y como el discurso que lo materializa responde a la negación de toda visión totalizadora de la sociedad que habita en la base de la posmodernidad, siendo este factor el que le asigna significativa gravitación en nuestras vidas.

Mucha de esa ideología es la que habita en el discurso de poder de la actual gestión gubernativa en Argentina, que hace uso de la distracción como herramienta que facilita diluir la atención específica sobre sus directrices de significación política-económica.

En ese contexto y como manera de absolutizar nuestros paradigmas de existir en la nada, tuvo difusión en estos días lo siguiente que deja ver hasta donde se puede desarrollar un postulado abstracto cuando transita una extensión absurda, en el sentido estricto del término.

Un video desencadenó un intenso debate en las redes sociales. Una persona que tiene 21 años de edad, aseguró que sus padres deben seguir manteniéndolo económicamente porque, él “nació sin consentimiento”. Este argumento generó millones de reacciones y comentarios sobre las responsabilidades y expectativas de los adultos jóvenes.

La grabación, que fue compartida en la plataforma con un título provocador, se volvió viral rápidamente, acumulando más de cuatro millones de reproducciones.

Lo afirmado en forma textual sigue este desarrollo argumentativo: “Mis papás me obligaron a nacer, no me preguntaron si yo quería nacer, no me pidieron consentimiento”. El joven continuó cuestionando por qué debería trabajar si no solicitó venir al mundo. “No tiene sentido que porque mis papás hayan querido darme la vida hace 21 años, ahora yo tenga que trabajar.

En primer orden de ideas sobre este particular hay que ubicar el discurso desde la pretendida base argumental de quien lo formula, recordando en todo momento que se trata de una persona de 21 años de edad.

La apelación a la idea de “consentimiento” tiene que ver con la vocación abstracta, ficcional y agotada de entender la vida sujeta a contratos haciendo de la forma jurídica la relevante como para darle el ser en sí misma y trasladarla al terreno de los hechos.

 Esa pretensión de que el individuo entendido en abstracto esta dotado de capacidad para asentir o rechazar todo cuanto se le presente en la existencia ignorando que forma parte de ese núcleo relacional y no que lo observa desde lo exterior, está tan en crisis como el capitalismo mismo que solo resiste a base de ideología, dominio de medios que conforman el sentido común por imposición, guerras comerciales y bélicas a las que suma en todo momento represión social.

En cuanto al objetivo o pretensión de su demanda hay que recordar también que,  todo cuanto a la asistencia  alimentaria que requiere una persona es atendible respecto de un sujeto  en desarrollo , por su edad cronológica y en ningún caso en un sujeto de 21 años madurativamente ya desarrollado , pero lo fundamental es que en ningún caso nace de la posibilidad de que la persona haya estado en imposibilidad biológica de adherir a su nacimiento y a título de resarcimiento por su eventual negativa no atendida sino que , se inscribe en el deber de alimentos que se impone a los progenitores como consecuencia de estar estos en esa  situación objetiva. No se trata de mantener sino de asistir al desarrollo de otro con quien tenemos responsabilidades por filiación y la determinación de voluntad de haber asumido la condición de padres.

Sin embargo, lo relevante es que la trascendencia de este planteamiento trasnochado traduce el mundo que propone la postmodernidad y en gran medida se implementa funcionalmente a la reproducción capitalista, por permitir se cuestionen todos los fundamentos de la modernidad y sus edificaciones jurídicas en base al hiperdesarrollo de lo individual y utilitarista por sobre todo otro formato de naturaleza asociativa o comunitaria, cualquiera fuere el plano de la existencia donde este necesariamente debe operar.

Los lugares comunes ideológicos de nuestra

época, se pueden reconocer a partir de un elemento liminar que no es otro que la idea de que cualquier intento de buscar algún criterio de verdad u objetividad sería prueba de prepotencia y voluntad de dominio, por lo que es posible que un ser humano en su madurez, alegue no haber sido consultado para nacer y alegue el derecho de accionar en tal sentido. Con esto se está adscribiendo a la tesis según la cual los criterios generales y universales por los que definir la realidad del mundo no tienen basamento reproductivo de lo social alguno y por tanto tampoco habilitan a su superación emancipatoria por la sociedad misma quedando todo reducido al mundo específico que cada individuo sea capaz de generar y por el que reclama protección ante los demás. Detrás de todo entramado de confusión deliberada, lo que adopta existencia concreta es la prevalencia de la libertad como posibilidad de hacer diseñada desde el yo, que solo cede ante la pretensión idéntica del otro diverso que se construye en igual modelo de libertad.

Es así como, el fin del siglo XX y cuanto llevamos recorrido en el presente, casi al calor de los signos de decadencia crítica del orden social capitalista, ha derivado ideológicamente a un lugar común concentrado en, contraponer libertad negativa y libertad positiva, como si se tratara de dos tipos diferentes, generalizado la tesis de que lo propio del liberalismo es defender el primer tipo de libertad.

Con este desarrollo de los elementos de fenómeno , y a pesar de que se propagandiza el fin de las ideologías lo que  se traduce en los hechos  es una cierta concepción de la libertad positiva, que tiene sus orígenes en Rousseau y su contrato social resaltando el aspecto de uno de esos elementos que es el consentimiento pero ocultando  el aspecto negativo de esa libertad de hacer, que es en todos los casos  condicionada por la tolerancia del otro a quien pueda afectar esa decisión individual funcionando así como una suerte de obstáculo impediente o dirimente . Esa negatividad que no va por fuera de la libertad positiva que ejerce un individuo, sino que esta en ella misma es una condición necesaria de la libertad en general para su alegación y validez social.

El capital, (al margen de la arbitraria separación entre modernidad y posmodernidad) cuanto hace en la historia de la humanidad es establecer  una época que separa la vida de su sustancia material, que fragmenta a los seres humanos entre sí, a partir de un orden social contenedor de dos clases sociales esenciales una opresora y explotadora de la otra,  que destruye material e ideológicamente  la comunidad humana, otorgando rol prevalente al individuo y no al hombre en sí, exaltando  con carácter de verdad la falsedad de una metafísica de la separación que nos enfrenta a  burgueses y trabajadores .

Esta arquitectura que proyecta la ideología de la posmodernidad, determina   como única posibilidad de la existencia, la reducción de la vida social a la de átomos en perpetuo conflicto mercantil, sin cuestionamiento de la existencia de esta y las relaciones capitalistas de producción que la hacen posible es el paradigma del que se vale en lo cotidiano la formación de la agenda cultural del poder burgués en Argentina. Un conflicto permanente entre identidades donde se establece, quién debe hablar y quién callar y en definitiva de qué se debe hablar De este modo se disuelve no solo cualquier crítica unitaria al orden capitalista, sino que se paraliza por agotamiento las reservas combativas de la sociedad y se impide el proceso ideológico necesario de construcción de una conciencia de clase “para sí “por los trabajadores.

Lo cierto y relevante es, que la época sigue siendo la del capital y sus categorías constitutivas, es decir, la relación capital-trabajo, la propiedad privada de los medios de producción, el trabajo abstracto y la mercancía, el fetiche de la mercancía y la alienación, el Estado y la revolución.

La existencia proclamada por toda la tecnología comunicativa del poder burgués de un mundo poshistórico, donde todo comienza hoy, incluso la existencia de una persona de 21 años como la que en esta semana conmueve las redes sociales, que alega ninguna vinculación con su historia individual para reclamar se le “alimente”, denota que son las necesarias formas del consumo privado las que deben llenar el vacío que deja la crisis política- cultural y estructural del capitalismo.

La proliferación de particularismos militantes basadas en identidades impuestas o adoptadas, (etnia, color, género y determinaciones sexuales) no hacen otra cosa que reflejar el desgaste de la confianza en la posibilidad de unir a quienes se encuentran padeciendo diferentes formas de opresión en una lucha común bajo la dirección de las organizaciones de la clase trabajadora y su propósito emancipatorio general por vía de la construcción de una nueva sociedad.

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