Nuevo Curso

EL CONSENTIMIENTO. EL NUEVO TRAJE QUE LUCE EL FETICHE DE LA MERCANCÍA.

El gobierno introduce con propósito de reproducción una construcción ideológica por la que se pronuncia auspiciando un modelo donde priman por sobre el resto los sujetos que se esfuerzan por sí mismos, pero siguiendo el trazado de las leyes que surgen de su parlamento que hace las veces de una gran escribanía siguiendo sus designios

, pero a la vez requiere que ese imperio normativo y arbitrario resulte en plano de apariencias como una determinación de libertad positiva de esos individuos destacando que el presunto libre arbitrio es en definitiva el principio más seguro de la acción

El carácter extremo del proyecto de este objetivo es el que tiñe en última instancia la forma de sus acciones propagandísticas y su desvelo por la generación de esta ideología en el contenido del sentido común, donde se toma el cuidado de ocultar con esmero la incidencia de

 la relación salarial sobre todo ese andamiaje y la necesidad imperiosa de sacar a la misma de toda contención legislativa, para mejoramiento funcional de la explotación y la opresión capitalista

Desde el auspicio discursivo y en particular desde las fórmulas jurídicas prevalentes, es muy cierto que el objetivo político buscado es que cada vez más los asalariados anden por sí mismos. es decir, de seres humanos que en la reproducción social de su existencia se ven compelidos y optan en apariencia por libre determinación a por sí mismos al servicio de la organización capitalista, en su faz crítica, por la que es incapaz de resolver las conflictividades sociales y materiales que ella misma genera por las contradicciones a las que da vida en su desenvolvimiento reproductivo.

La falsa construcción de lo verdadero que se cuela en el hacer y el discurso del poder burgués bajo la operatoria de su nuevo elenco de gestores políticos se expone bajo la centralidad estratégica de poner fuera de la escena y colocar en la trastienda a la coacción del poder haciendo que lo visible devenga como resultante de la libre determinación del sujeto individual en la activación de su proyecto personal en consentimiento expreso o ficto del contexto en donde se intenta materializar. De esta forma, lo que se pretende es naturalizar que todo cuanto nos sucede a los trabajadores opera por nuestra propia determinación funcional de la cual nacen las responsabilidades por los fracasos o frustraciones que necesariamente han de operarse en tanto en definitiva somos una suerte de sujeto que se maneja “sin patrones y por sí mismo, reprobando toda instancia regulativa o la emergencia de toda organización colectiva con propósitos protectores y comunitarios, sin que se los fuerce, por su propio movimiento.

Estamos entonces en un momento transicional de paso forzado por las instancias de poder burgués desde  la atmósfera de coerción que implicaba disciplinariamente la incorporación al trabajo- para pasar sin mayores dificultades conflictivas a una situación  nueva  de servidumbre presuntamente autoimpuesta por los objetivos a alcanzar, desde el individuo que en realidad oculta mayor explotación y opresión dejando sin visibilidad el lugar de quien en definitiva termina siendo quién se apropia del valor creado por la fuerza de trabajo desplegada en tales condiciones.

Se esta construyendo desde arriba, desde el poder burgués formalizado en la institucionalidad estatal un modelo que parte de la aceptación por el sujeto individual en situación de oferente de fuerza de trabajo, de la condición de siervo en el contexto de materialización de la relación laboral como último recurso para evitar dejar de existir. Para eso se postula la aceptación de esa imposición material con forma de consentimiento libre y voluntario y se oculta la presencia magnificada del poder burgués y su violencia congénita sobre las personas.

Para ello se magnifica la idea de consentimiento, se le otorga el ser y se la ubica ideológicamente como rectora de la existencia concreta, dejando al Estado, en el plano de la apariencia por fuera de toda participación que ulteriormente le pudiera generar responsabilidades sociales. Es, en definitiva, la transición ideológicamente construida de una forma de servidumbre particular consentida por los sometidos por el poder burgués.

El consentimiento  en tanto construcción abstracta que busca funcionalmente tomar cuerpo por vía específica de la aceptación de lo dado por parte de la clase trabajadora es el objetivo por el cual trabaja todo el andamiaje superestructural del actual régimen que se sirve para ello de una reformulación de la estructura institucional que proporciona la democracia y la república burguesa desde el endiosamiento pagano de la constitución nacional entendida y aceptada como ley superior fundante de todo despliegue que emerge desde el poder estatal donde concentra su hegemonía cultural la burguesía.

Desde esta perspectiva ideológica en construcción, es desde donde se monta en los hechos la ofensiva que la burguesía descarga en los hechos, sobre la clase trabajadora, en la que para su éxito se requiere necesariamente lograr su desmembramiento en una sumatoria de sujetos apartados voluntariamente de toda construcción consciente de objetivos antagónicos en una organización política que diseñe en sentido inverso una estrategia superadora de nueva sociedad al amparo de la premisa del valor justicia bajo el principio de comunidad y no de individualidad ciega que solo se frena ante la prohibición legal del poder burgués estatal. A partir de ello, la obediencia, la legitimidad, la coacción y la coerción, diseñan el sentido concreto del poder como un arte de hacer, sin que el individuo que lo hace lo advierta en el espacio de las apariencias que tiene cotidianamente ante sí.

la falsa transparencia que da el consentimiento es el síntoma que da cuenta de una subjetividad específica que se posa sobre la clase trabajadora, desluciendo, ajando, dividiendo, fracturando toda construcción colectiva de los pares en la materialización de sus anhelos, de forma tal que el otro, también trabajador, también necesariamente obligado a vender su fuerza de trabajo para sobrevivir, no es, sino en el mejor de los casos un instrumento, para alcanzar satisfacer mi propia individualidad y así constituirme como sujeto en una recreación siglo XXI del hombre lobo del hombre.

La posibilidad de ruptura con lo descripto, en tanto tarea necesaria de la clase trabajadora, ubica el factor subjetivo del fenómeno contenido en el conflicto social de clases en absoluta relevancia, superior incluso a la simple constatación del derrumbe de la organización productiva de la existencia que exhibe el orden social capitalista. No es por la podredumbre y miseria que dan a entender las cifras, los guarismos y predicciones economicistas, todas ellas deficitarias, que ha de arribarse mecánicamente a la superación de lo dado. Se requiere hoy, más que nunca de la construcción consciente por el trabajador, de sus objetivos emancipatorios de toda alienación, explotación y opresión que hoy emerge en su vida cotidiana. Ese requerimiento no se satisface por el simple mecanismo de la autoeducación por los datos de aprendizaje que da la propia lucha social en sí, sino fundamentalmente por la autoorganización en partido de clase, y las generaciones de una política propia para desarrollar mediante agitación y propaganda, siempre orientada en todo momento a la derrota política de la burguesía, destruyendo las bases materiales de su hegemonía cultural y su institucionalidad normativa en el Estado.

NUEVO CURSO