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LA CRISIS CAPITALISTA Y LA CONDICIÓN SOCIAL DEL TRABAJADOR

La vida no vale nada si cuatro caen por minuto
Y, al final, por el abuso se decide la jornada….PABLO MILANES

Es necesario comprender, y sobre todo advertir en las apariencias de los fenómenos sociales, que ellos operan en el contexto generalizado de un orden social en crisis, que, como una persona entrada en años, quiere negar esa situación objetiva y ocurre a cuanto cirujano plástico crea necesario, retocando sus fotos y exhibiéndose en un dinamismo corporal que ya no tiene.

Este estar en el mundo representando existencia hace que lo que se exhibe carezca de esencia, ocultando un profundo vacío que solo transitoriamente se quiere llenar con otro simulacro y así sucesivamente.

Pero la crisis establecida en las relaciones de producción fundantes del orden capitalista y la dominación cultural de la burguesía, visible en el creciente desempleo, en el redimensionamiento de la forma en que se contrata el pago de la fuerza de trabajo y la modalidad de su prestación, no deja de dar a luz y de manera sucesiva escenarios que se emparentan con la vejez senil y no con la lozanía de la juventud.

Frente a esta estructura común en todo fenómeno social que se analice, se ubica en paralelo, pero prefigurando el mismo escenario crítico, la específica subjetividad que se propone como modelo a seguir por quienes han adquirido personalidad, signada por la celeridad de los tiempos convivenciales, el aquí y ahora y el mañana se verá, o finalmente el siempre incentivado “toma lo que necesites”, sin importar como lo tomas y para qué. Las acciones no tienen un propósito final colectivamente compartido, sino el inmediato goce efímero con lo obtenido, para próximamente ir por otro.

Con violencia, agresividad, caiga quién caiga, sin presencia del otro sino como medio para, se corre tras lo que se entiende por felicidad, que no es otra cosa que el goce breve con lo inmediato, sin importar que luego se transforme en trastorno y en daño social objetivo.

Todo se hace voluntaria o condicionadamente alentado por formas sociales indicadas por la clase dominante que toman cuerpo por directa incidencia de las formas jurídica, bajo la premisa ideológica de que el trabajador tiene toda la vida delante de sí, y sus objetivos son individuales y visiblemente acotados por normas prohibitivas de esa libertad que adultera la propia ide de libertad , igualdad y fraternidad que dio nacimiento declarado a la modernidad capitalista desde la revolución francesa.

La crisis estructural de la orden capitalista ubicada en los mismos basamentos económicos de ese sistema, no puede ser encubierta con objetos culturales mercantilizados y modelos de vida centrados en la individualidad y el utilitarismo. En el capitalismo todo nace para terminar habiendo gestado en su tránsito alguna funcionalidad para que de manera generalizada la burguesía ponga en acto la apropiación privada del valor generado por la acción del trabajador.

Si la crisis social que evidencia la agonía del orden capitalista trasciende en su dialéctica hacia la barbarie las posibilidades de la vida que propone y promueve el capital esta materialmente terminada, cerrada como una bolsa de residuos y todo su contenido denota lo inconcluso de la existencia. Intenté durante un momento juzgarla.

Si la propaganda socialista que encarna la militancia trabajadora en la vanguardia de su clase, solo se limita a la reiteración obstinada de pretensiones economicista que no ponen en cuestión la relación laboral en sí y sus formas jurídicas, sin dejar ver otro modelo de orden social a construir y la pertinencia histórica del socialismo, no habrá podido comprender su misión militante y el trabajador en sí hará lo propio ignorando su situación.

Por toda la presión ideológica que se descarga sobre el trabajador, quien se encuentra en esa condición no puede pensar con claridad por sí mismo, por lo que la propaganda debe desarrollarse para facilitar ese tipo de reflexión en quien a diario ofrece a la venta su fuerza de trabajo.

El trabajador no es necio ni cosa por el estilo. Ve lo que sucede, pero a la vez percibe la muerte en todas partes a partir que sobrelleva consigo la amenaza del despido y los efectos de las fragilidades que se le imponen en la vida a partir de la fragilidad sustantiva de no tener garantías de satisfacción de sus necesidades merced a la informalidad con la que se le requiere desde el mundo de la producción, condenándolo a la vez a la dictadura del consumo. Todo lo que ve de sí y lo que le rodea tiene un aire suciamente sospechoso. La desconfianza mutua emerge como matriz conductora imponiendo el silencio y la quietud. No hacer olas y callar sigue siendo el olor que fluye de la lógica aplicada del sentido común digitado por el poder burgués.

El error que ha traído implícita la propaganda política despejada de esta constatación objetiva del sórdido desencanto del trabajador con su existencia concreta , solamente motivada por la táctica de la obtención de votos que a pesar de ello no llegan en cantidad suficiente, no cesa sino se metamorfosea en el luchismo  economicista, por el que también se obnubila la comprensión del dato histórico del agotamiento de un orden social y su necesaria transformación por otro con fundamento en el principio de comunidad que nutre al valor justicia.

Es tarea del momento, renovar la propaganda por el socialismo, exhibiendo su confrontación como modelo superior al capitalismo agonizante. La argamasa de toda organización de la militancia en lucha no puede ser otra que la lucha por el socialismo a través de los órganos del poder obrero.

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