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La categoría “individuo” y una creciente hegemonía de los intereses privados

El desenvolvimiento de la individualidad en lucha  con el otro que por serlo ,es  distinto de ese sujeto particular propiciado como emblema del emprendimiento y a la vez su necesario  enemigo  en cuanto obstruya  su designio determinante ,es el paradigma de este régimen del poder burgués, Como tal , lo que la actual gestión de gobierno haces es  no  otra cosa que exhibir a las claras y para todos los que anhelan  y durante más de dos décadas promovieron un modelo político que en el marco democrático implicara  posibilidades de progreso social para todas las personas , sus antípodas, esto es,   el desgarramiento, el egoísmo y los antagonismos presentes en la sociedad civil, donde  programáticamente  para  la burguesía en su conjunto  , la “voluntad general”  no es otra cosa que  una realidad  resultante de  la mera sumatoria de voluntades individuales y el bien común, a su vez,  el resultado natural del libre juego de los egoísmos individuales en la esfera económica-

La forma de organización social que permite  la  plena realización de este paradigma,  del individualismo utilitarista, como lo demuestra el tiempo  existencial que llevamos  recorrido desde la segunda mitad de la década del setenta , hasta nuestros días,  enseña que la condición estructural de la relación productiva entre el trabajador “libre” (libre de coacción y sumisión personal) y la posición del propietario de los medios de producción  es una relación de producción resultante de toda una larga etapa histórica . que termina dejando ver que la condición estructural de la relación productiva entre el trabajador “libre” (libre de coacción y sumisión personal) y la posición del propietario de los medios de producción bajo la forma productiva y social específicamente capitalista es una relación de producción para subordinar los trabajadores al capital y en ese sentido la matriz de la explotación-opresión que éste sufre.

El capital exige la contraposición de trabajadores que se presenten como dueños de lo que vende. Es ese y no otro, el hoy fetichizado empredurismo, sitio  donde se aloja la cultura del aguante y el recelo competitivo puesto en todo momento sobre  el otro . No es un lugar abstracto puramente motivacional que emerge directamente de la determinación del ser humano, algo por lo que se puede elegir, sino lo inverso, un imperativo de lo real y material de la existencia que nace de la relación capitalista de producción, de cuyo desenvolvimiento, quien solo tiene para sobrevivir la venta de su fuerza de trabajo saca una conclusión de sentido común construido por la burguesía adversa a toda noción de cooperación entre iguales. Es también ahí donde hay que buscar a uno de los elementos degenerativos de la noción de lo justo desarrollada desde la igualdad, en tanto en ese espacio de venta de la fuerza de trabajo es también donde se gesta lo diverso y lo opresivo.

Los trabajadores, entonces, se ven obligados a ofrecer sus capacidades productivas. Es ahí donde sufren la coacción económica. Primero vender para comprar, esto es, vender el uso de su fuerza de trabajo (mercancía), percibir un salario (dinero) para luego con él adquirir los productos para su consumo ,(mercancía), se trata de una circulación simple de mercancías y dinero. El circuito es pues mercancía-dinero-mercancía. Dicho de otra manera, la forma particular del cambio, en definitiva, es entre trabajadores y capitalistas que son los sujetos reales y nunca abstracciones leídas como categorías del entendimiento humano.

  Si proyectamos esta constatación emergente de la concreta existencia humana en una sociedad capitalista, el presupuesto fundamental de toda la relación de intercambio entre el trabajador asalariado y el empresario capitalista, será la separación, escisión, entre la propiedad de los medios de producción y los trabajadores asalariados. Disociación, pues, entre condiciones objetivas y condiciones subjetivas de producción. Es ese el fundamento que expone Marx en la crítica a la filosofía de Hegel, cuando avanza en su desarrollo y concluye en que es el trabajador el sujeto necesario de la emancipación del hombre de todo vínculo humano que lo somete a explotación y opresión.

En este orden de ideas es que Trotsky señala en referencia a las circunstancias que tienen que ver en su tiempo con las dificultades de reproducción del capital que: «El declive del capitalismo implica la podredumbre social y cultural. La vía de la diferenciación sistemática dentro de las naciones, del crecimiento del proletariado al precio de la disminución de las clases medias, está cerrada. Una prolongación posterior de la crisis social no puede significar más que la pauperización y el desclasamiento de las clases medias y una degeneración de capas cada vez más amplias del proletariado en proletarios descompuestos. Este peligro, que cada vez es más grave, aprieta por la garganta a la vanguardia. (León Trotsky- «La lucha contra el fascismo en Alemania» (1932)

Se constata en la actual gestión de gobierno, un dato indubitable. El Estado no deja de causar cada vez mas graves irracionalidades como las que expresan los golpes propinados a manifestantes, el empleo de la prisión preventiva para  luchadores sociales, y el desarrollo de un paquete de leyes que reconfiguran de una u otra manera la relación productiva donde el capital adquiere la fuerza de trabajo que vende el trabajador, en forma tal que este último se ve obligado a tener que sostener situaciones de intensificación significativa de la explotación y la servidumbre social.

Sin embargo no es esta, una mera especulación sino que por el contrario, el cambio cultural que impone esta gestión , se concretiza por vía de la forma jurídica. Es el derecho condensado en ley, lo que le da entidad a todo espacio de la realidad que es presentado como un relato de lo natural y posible, al que necesariamente de conjunto la sociedad debe adaptarse. Por esto, la única acción militante posible es criticar esta realidad donde se gesta la explotación y la opresión sobre la base del programa socialista y no del derecho positivo contenido en el orden constitucional como lo procura el discurso reformista del FITU y sus colaterales.

Estamos frente a la l asfixia de la esencia humana. Hay que cambiar de método. No hay que buscar  la verdad por la falsedad de la ideología , sino tomar por punto de partida las prácticas sociales  efectivas y  explicar de modo propagandístico el  mecanismo, frecuentemente inconsciene  de su producción y funcionamiento para que a partir de esa clarificación del fenómeno de la explotación , alienación, para que con su aprehensión intelectual y programática  los trabajadores se organicen en la generación de los actos políticos concretos que lleven a la superación de lo dado por la conformación de una nueva sociedad.

La cuestión no es, ir por cada situación social, por cada fenómeno que se desgrane de la agenda política del poder burgués, para focalizarse en él perdiendo de vista la totalidad. Lo que es necesario es lo inverso. es decir, mostrar que los que poseen y sus operadores políticos, buscan salvaguardar el poder de decisión que detentan Lo central es la lucha por razones y fundamentos para refutar su ideología, que es la que en verdad aceita los resortes de la reproducción de la explotación y opresión real, Aquello que es falso en la práctica no puede ser verdadero en la teoría. La irrealidad histórica de los presupuestos de un modelo de orden social, es el índice de su falsedad teórica.

La forma fundamental del trabajo burgués es la del trabajo asalariado porque genera plusvalor. Sin trabajo asalariado no hay modo burgués (capitalista) de producción. Abolir el trabajo asalariado es la clave de superación del capital y de toda relación burguesa en la sociedad.

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