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ESPERANDO A GODOT Y LA APOLOGIA DEL DERECHO

Dos vagabundos llamados Vladimir y Estragón esperan en vano junto a un camino a un tal Godot, con quien al parecer tienen alguna cita. Luego de varias peripecias, y un extenso tiempo transcurrido donde ambos polemizan y se embarcan en discusiones, aparece un muchacho que les hace llegar el mensaje de que Godot no vendrá, «pero mañana seguro que sí».

El tedio y la carencia de significado de la vida humana, que el autor de “Esperando a Godot”, Samuel Beckett quiso significar en esta obra de teatro, parece haberse apoderado en la lógica binaria que inspira al reformismo-oportunista en Argentina. Todo parece reducirse a una determinación del gobierno y una marcha en replica, “mientras esperamos la revolución”. Esto es casi como convencer y difundir a la militancia que parando en una esquina de cualquier ciudad del país, prontamente  los recogerá un tranvías.

Una de las razones por las cuales el desenvolvimiento del proceso revolucionario no sigue la lógica de la obra teatral que mencionamos, aún cuando así lo dejen ver los reformistas de todo pelaje, es que la realidad no responde a las abstractas y mecanicistas afirmaciones que se siguen de la apología del derecho que se traduce de toda la actividad militante desde al menos 1983 a  la fecha.

El desarrollo histórico del orden social capitalista ha demostrado en su andar y en sus crisis cíclicas,  que las interpretaciones economicistas del derecho y la política que entiende  a ambas esferas de la vida social  como formaciones superestructurales,  no dan cuenta de la complejidad de fenómenos y consecuencias colectivas e individuales que  emergente del orden capitalista y su específica sociedad de clases.

Esa advertencia histórica permite avanzar sosteniendo que sin perjuicio de las expresiones superestructurales que ambas formas  de la existencia , el Derecho y el Estado producen en la cultura, estas  pueden ser aprendidas y analizadas , en  los términos  conceptuales que son propios de la  dominación social que impone la específica sociedad de clases que emerge del orden capitalista  

Tanto el Derecho, como  la actividad política, que remite a la noción de  Estado, no   son exclusiva y mecánicamente,  un «reflejo» ideológico-superestructural de las relaciones de producción que se dan al nivel de la estructura económica. Si ambos espacios  estuvieran en ese vínculo específico y autónomo entre sí con referencia a la estructura propia del modo de producción capitalista , esa apreciación nos  conduciría hacia una visión puramente «instrumental» del universo de leyes  como mero aparato al servicio de la dominación de clase, tal como lo presentan las organizaciones partidarias que reivindican su hacer como un espacio de izquierda del régimen burgués, y sucede que la realidad material es  precisamente lo inverso, porque prioritariamente no se ajusta a ese esquema de modo necesario y exclusivo.

La militancia socialista de la joven vanguardia trabajadora , que se gesta día a día en nuestra sociedad,  debe salir para salir de la práctica cotidiana en la que se hace de la forma jurídica, el eje de intervención frente al conflicto social, y a la que más temprano que tarde se acude como herramienta despojada de todo análisis de clases sobre el contenido concreto de esa intervención , en particular cuando el sujeto activo es el personal político de la burguesía actuando desde la institucionalidad estatal en general y prioritariamente desde el parlamento.

En la práctica cotidiana, en particular por la emergencia de ocupar las calles frente a iniciativas del poder burgués que marcan la agenda abierta por la lucha de clases , la prevalencia de las marchas por las marchas mismas, hacen que tendencialmente y por incidencia del reformismo-oportunismo , con ropaje luchista se abandone la necesidad de la verdad y se abandone esa imprescindible tarea bajo el paraguas de no hacerle el juego a “la derecha que es el enemigo principal”.

En ese contexto de lucha por la lucha misma, es donde anidan las viejas creencias en acuerdos duraderos entre el capital y trabajo, traducidos en la esperanza en la posibilidad de que el Estado regule en forma exitosa al capital, haciendo que el enfrentamiento de clase se reduzca a la simplificación de demandas o reclamos al poder burgués constituido, sin cuestionar su existencia misma.

No es tiempo de crear ideológicamente y de manera propagandística, ilusiones autocomplacientes del propio aparato político de cualquier organización que se de en llamar “de Izquierda” , sino de emprender la tarea de un mejor conocimiento de lo real existente. Lo necesario es violentar el entramado ideológico de la clase dominante  que esta emplea de modo permanente en la formación del sentido común y sus  “verdades establecidas por consenso y naturalización .

Marx descubre en el Estado una forma de manifestación histórica de la sociedad. Sociedad y Estado no son dos cosas distintas para los marxistas, y sobre todo, no se oponen entre sí. Lo que habitualmente se presenta como esta oposición y que se señala también como tal, en un modo de expresarse no pleno, es la contradicción entre el nivel alcanzado en el desarrollo de las fuerzas productivas sociales y las formas de su aplicación proyectadas por el ordenamiento estatal. Pero esta contradicción se deriva precisamente del hecho de que sociedad y Estado no son dos esencialidades diversas, sino más bien del hecho de que, en condiciones totalmente determinadas, que se realizaron en la historia, la sociedad existe precisa y únicamente bajo la forma del Estado “.( Adler, M., La concepción del Estado en el marxismo, México D. F.,Siglo XXI, 1982.)

En ese sentido final es que invitamos a emprender la tarea de advertir de modo general a la clase trabajadora en sí, que los planos jurídico, político y económico no son los unos reflejo del otro, sino estamentos específicos que se condicionan de modo recíproco y  complementario  con específica funcionalidad hacia la reproducción del orden social capitalista.  Esto explica que quien tiene la gestión de gobierno argumente políticamente un veto a una ley que produce efectos jurídicos, con fundamentos económicos relativos a la imposibilidad de generar un déficit fiscal con amenazas de escalada inflacionaria y desabastecimiento, si así se materializa.

En ese mismo orden de ideas, dentro de los pocos textos estrictamente referidos al fenómeno jurídico, Marx en los

artículos sobre «Los debates sobre la Ley acerca del robo de leña», afirma la falta de legitimación alguna, para con un ordenamiento jurídico que difunde atravesando el cuerpo social la estructura asimétrica de la sociedad de clases. Las disposiciones legales que se establecían en la Dieta Renana son  subterfugios para-jurídicos y arbitrarios con los que encubrir la funcionalidad larvada del sistema legal vigente para con los intereses particulares de la clase propietaria.

El Derecho en tanto complejo entramado jerárquico de leyes  que ampara la dominación de clase no es verdaderamente  el instrumento al que acude en su defensa el reformismo y por el que brega su aplicación en tanto el mismo se expresa una completa arbitrariedad que es que las leyes son válidas y aplicables no por su fundamento sino porque han sido dictadas por el parlamento siguiendo con acatamiento subordinado a las formas jurídicas anteriores que imponen el procedimiento que debe seguirse para su dictado por el órgano constitucionalmente erigido para tal función.

El Derecho tiene una unidad orgánica que le delimita pero que a la vez lo ubica interconectado y no subordinado o como reflejo con la relación capital -trabajo. Las leyes transforman las pretensiones arbitrarias de la clase dominante (de manera eminente, la propiedad privada y la reducción del sujeto jurídico a portador de mercancías) en exigencias  universales, que formaliza  los privilegios

recubriéndolos de una pátina de igualdad jurídica de las personas frente a esas formas jurídicas,  que genera una estabilidad y una previsibilidad del ordenamiento jurídico favorable a la reproducción hegemónica de la dominación de clases. Ha juridificado, en definitiva, la totalidad de las relaciones sociales e

En esa perspectiva, la idea del Estado como esfera de reconciliación de los antagonismos sociales, que se alienta desde los más diversos sectores del orden social capitalista, es el punto donde debe centrarse la controversia y el antagonismo de clases en tanto esa comprensión de lo real debe ser denunciado como una falsa conciencia y comprensión de lo real en favor de la reproducción del orden existente

 Dicho en otros términos, lo que deviene esencial y prevalente a toda militancia política concreta, es desbaratar la distinción fundamental sobre la que se asienta la teoría política burguesa  que es  la pretendida separación  existente entre una sociedad civil caótica e informe y un Estado ordenador y racional.

Así las cosas, toda visión del Estado y su necesaria institucionalidad impuesta desde la forma jurídica “ley” , sea esta una constitución vista como ley superior desde donde nacen las restantes que se subordinan a sus paradigmas , como ente separado y autónomo con respecto a las relaciones sociales que está llamado a dominar, es ajena a toda posible superación de la explotación y opresión que se contienen en esas relaciones por sus emergentes materiales.

En el mismo sentido, se dice que la ley de presupuesto es la ley “madre” en tanto ningún acto de gobierno adquiere independencia de las partidas que allí se puntualizan y son ellas las que habilitan o inhabilitan los efectos jurídicos que se buscan con un proyecto de ley.

En la crítica a Hegel que desarrolla Marx y luego, en particular las afirmaciones contenidas en la tesis XI sobre Feuerbach, el pensamiento ha de partir de la facticidad y no está nunca legitimado para subsumirla e integrarla a través de su racionalización. Del mismo modo que el pensamiento no se basta a sí mismo y ha de realizarse en verificación  en la praxis donde    adquiere sentido de certidumbre , así  también el Estado  está contenido en sociedad civil, no  como  abstracción jurídica  escindida ella sino como  el definidor en ultima instancia de su «premisas», que «son, en realidad, los factores consensuados o impuestos por acción que impulsan el desenvolvimiento concreto de esa sociedad.  

Ningún cierre ideológico puede totalizar la división interna de lo social y sus relaciones de producción en un orden donde se perfilan clases sociales antagónicas en constante puja de intereses . El desenvolvimiento del capitalismo coloca a la clase trabajadora  como la única capa de reemplazar un modo de producción  que avanza tendencialmente hacia crisis más profundas por fuera de sus ciclos y a la pauperización generalizada de los privados de toda propiedad que no fuere la posesión de su propia fuerza de trabajo.

En sentido inverso de la ideología dominante, y de cuando deja traducir el reformismo oportunista, se trata de advertir que la propia sociedad civil se politiza colocando en sus relaciones específicas, las iniciativas y practicas del Estado en tanto este institucionaliza las iniciativas del poder burgués sobre el todo social y en particular sobre la clase trabajadora en sí . Desde esta premisa, la conclusión subyacente no es otra que la necesidad de la extinción del Estado.

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