En épocas de reacción triunfante, los señores demócratas, socialdemócratas, anarquistas y otros representantes de la izquierda se ponen a desprender, en doble cantidad, emanaciones de moral,del mismo modo que transpiran doblemente las gentes cuando tienen miedo. Al repetir, a su manera, los Diez Mandamientos o el Sermón de la Montaña, esos moralistas se dirigen no tanto a la reacción triunfante cuanto a los revolucionarios perseguidos por ella, quienes, con sus “excesos” y con sus principios “amorales”,“provocan” a la reacción y le proporcionan una justificación moral. Hay, sin embargo, un medio tan sencillo y seguro de evitar la reacción: el esfuerzo interior; la regeneración moral. En todas las redacciones interesadas se distribuyen gratuitamente muestras de perfección ética….. La base de clase de esta prédica falsa y ampulosa la constituye la pequeña burguesía intelectual. La base política son la impotencia y la desesperación ante la ofensiva reaccionaria. La base psicológica se halla en el deseo de superar el sentimiento de la propia inconsistencia, disfrazándose con una barba postiza de profeta…..El procedimiento moralizador del filisteo consiste en identificar los modos de actuar de la reacción con los de la revolución. (León Trotsky. Su Moral y la Nuestra)
El problema de las relaciones entre el marxismo y los derechos humanos no tiene sólo un interés práctico o político, sino también una considerable importancia teórica, que ha sido abandonado por los propulsores reformistas de la táctica militante centrada en la declaración de derechos subjetivos.
El tema tiene incluso una faz, poco transitada por los pregoneros del reformismo y cultores del cretinismo parlamentario, ensombrecidos por su culto al fetichismo de la ley, que es la relación de esta cuestión de la referencia extendida a los llamados derechos humanos con las proyecciones de la moral sobre la propia actividad militante que lleva incluso a que se cuestione algunas acciones de lucha como “amorales”. Es lo que se expresa en estos días con las acciones de golpear a una persona que existe asistido por una jubilación miserable por parte del personal de agencias represivas, y la réplica exhibiendo a alguno de ellos que recibe alguna acción violenta por los manifestantes.
El ámbito ético aparece como espacio de mediación entre el conocimiento y la realidad, revelándose fundamental para una filosofía de la praxis.
Durante mucho tiempo fue moneda corriente mantener separados, al marxismo y el espacio de la moral en base a que Marx no elaboró ninguna filosofía desde el espcio moral y, sobre todo, porque
Marx había negado la posibilidad de una idea de moral “transhistórica” o trascendente próxima al discurso religioso sin sustento en la fe sino en la especulación racional ubicando esa posibilidad dentro de la ideología, es decir, del espacio de formación de “falsa consciencia
Esa negación habría de fundarse en la premisa según la cual , hasta que “el proceso social de la vida se presente como producto de hombres libremente puestos en sociedad, y no como meros productores de mercancías que lo someten a su control .
Sin embargo, la obra entera de Marx viene traspasada, , por una crítica radical del capitalismo por su naturaleza explotadora y alienante siendo dicho cuestionamiento de formato ético-moral. Subyace en los textos de Marx, indignación manifiesta frente a los fenómenos de miseria, explotación inicua, embrutecimiento y falta de libertad de los trabajadores, que no pueden dejar de exhibir esa naturaleza de discurso moral a la que aludimos.
Hay también un menosprecio manifiesto hacia la burguesía de conjunto, como clase social, luego de reconocer los avances que su intervención en los inicios del capitalismo trajo aparejado para el ordenamiento social moderno.
Más allá de esto, lo cierto es que no hay en los textos una estructura moral predispuesta como sistema opuesta a los espacios que en ese ámbito del saber y la conducta humana expuso el capitalismo. Esta situación esta claramente expuesta en La Ideología Alemana, razón por la cual tampoco hay en lo producido intelectualmente una apelación explícita a ninguna idea de justicia distributiva o a lo que se conoce como derechos de los trabajadores o “del hombre”.
Marx calificó para descalificar a los derechos humanos de “cristianos” y lo hizo , para atribuirles un carácter abstracto, ilusorio y, en definitiva, falso, como lo es en sentido amplio la categoría “ideología”.
Hoy la expresión “derechos humanos” esta tan cargada de emotividad favorable que todas las ideologías políticas parecen estar de acuerdo en la afirmación de que los derechos humanos constituyen el contenido fundamental de la idea de justicia y la materia de lo moral sea por su presunta vigencia o por su apartamiento en referencia a un régimen político . Con esto lo relevante es que ,a fuerza de significarlo todo o, para justificarlo todo lo que actualmente lleva el nombre de derechos humanos corren el riesgo de acabar por no significar nada, sino solamente ser el fundamento funcional y abstracto de un régimen de gobierno discernido por vía de la forma jurídica por el poder burgués.
Por eso, a diferencia de lo que ocurre con los cultores de la idea de ciudadano en tanto sujeto sobre el que se predican derechos humanos, el discurso y la práctica marxista no implica en sentido amplio una ideología de convergencia con el orden social capitalista, sino de divergencia y convocatoria superadora en términos dialécticos por parte de los trabajadores constituidos conscientemente como clase social con esa misión emancipadora.
En la actualidad son significativamente vigente una serie de conceptos básicos: el concepto de alineación, de ideología, la contraposición sociedad civil-Estado político leído este como parte de esa misma sociedad civil en beneficio de la burguesía, en tanto clase hegemónica que opera en la misma , con su correlato político en la tesis de la dictadura del proletariado, de la necesidad del socialismo y la extinción del Estado, en comunismo ., que dan la clave para comprender la actitud que en forma militante debe tenerse sobre los derechos humanos.
En Argentina, la situación es particularmente significativa porque la táctica de lucha contra la dictadura cívico-militar genocida se centró en la reivindicación política concentrada en la defensa de libertades mínimas de los trabajadores que los constituyen como tal y los diferencian de una condición servil de cuasi-esclavitud , todos amenazados como clase en sí a ser víctima de acciones despóticas enfiladas en el extremo que va desde las desapariciones al límite de la aplicación de torturas y vejaciones sobre los detenidos por razones políticas.
Es importante señalar este aspecto, porque la pertinencia de esa modalidad de lucha en contexto, no puede ser impugnada, como tampoco puede ser comprendida exclusivamente por la forma jurídica “derechos humanos” que vinieron a tallar en la especie, conjuntamente con la transición que el poder burgués juzgó como necesaria para el salvataje de su hegemonía ante la caída de toda legitimidad por parte del partido militar y su régimen.
La permanencia de la militancia de entonces y quienes le sucedieron en las ilusiones democráticas exhibidas políticamente y amparadas por la forma jurídica “declaraciones de derechos humanos”, despojó a la clase trabajadora de toda posibilidad de una política de clase autónoma de la propuesta y materializada por el poder burgués , resignándola a la tarea inmediata y economicista de bregar por el programa mínimo de reivindicaciones atinentes a la reproducción de la fuerza de trabajo de modo digno y la conservación del empleo, mediada por la disputa del contenido concreto de la tasa de explotación que imponen las relaciones laborales vigentes en la economía nacional.
En este sentido, debe recordarse que la cuestión de los derechos humanos en la obra de Marx esta marcada por la actitud crítica que este adoptó contra el uso de expresiones como “justicia”, “deber”, “moral”, etc.
A modo ilustrativo por su significación práctica cito según lo hace MCLELLAN, en . Karl Marx. Su vida y sus ideas, pp. 183 y 184, Editorial Grijalbo, Barcelona, que ” un referente socialista, Weitling, participaba en 1846 de una reunión con Marx, apelando a términos como “la justicia, la solidaridad y la ayuda mutua fraternal” recibiendo como respuesta del anfitrión que “¡nunca jamás ayudó la ignorancia a nadie!”
Más en forma documentada en el 18 Brumario de Luis Bonaparte, MARX escribe que el lema “liberté, égalité, fraternité” que presidía la república francesa salida de la revolución de 1848 no significaba otra cosa que las “inequívocas” palabras: “¡infantería, caballería, artillería!”.
Por último , desde los tiempos de la Miseria de la filosofía hasta los de El capital, con lo que no puede acudirse al artilugio del joven y el viejo Marx, lo cierto es que este siempre se pronunció ante los intentos de Proudhon de basar el socialismo en la “justicia”, en la “igualdad”, etc. La apelación a la justicia por parte de Proudhon ,no sólo no era revolucionario, sino que suponía una ideología justificadora de las relaciones capitalistas.
Por lo demás ,es preciso reconocer como consecuencia de ese posicionamiento frente a las declaraciones de derechos humanos que no existe nada que se parezca a una teoría de los derechos humanos en su obra. Es claro que los escritos de Marx no abordan de modo sistemático el fenómeno del derecho en sí . Tampoco existe en ellos una “teoría” sentido estricto, acerca del Estado o de la ética que son los tres sectores en los que se sitúa interdisciplinariamente la problemática a la que remiten las declaraciones de los derechos humanos.
Pese a esto, lo que sí existe, es una crítica de Marx a ese marco cultural-ideológico del orden capitalista , que hoy sigue teniendo un gran valor a la hora de ser crítico y buscar la superación del reformismo, orientando que la militancia reasuma el camino necesario de la gestión de una política de clase autónoma y contenida en los objetivos estratégicos del programa socialista.
Los perfiles de la acción concreta y las declaraciones públicas del reformismo vernáculo disfrazado con banderas de la IV Internacional y la invocación simbólica de Trotsky, desconoce todos los planteos de este último en torno a la moral y se afilia en la interpretación “ortodoxa” de Kautsky en polémica con Lenin, que podría remontarse a los últimos escritos de Engels y , al revisionismo de Berstein que recibe la influencia de la filosofía neokantiana.
Junto al rechazo de la moral como ideología, Marx rehúye el uso de lo moral en su crítica del capitalismo. De ahí elataque al socialismo francés, a la utopía filantrópica, de los que, como Proudhom o Lassalle, partían de la condena del capitalismo como algo sólo «injusto». Tiene Marx demasiado cerca y presente al moralismo liberal, de un lado, y socialista, de otro, para ceder ante la creencia ideológica, ante todo en su crítica económica. No se puede olvidar en este momento la elección de Marx por el llamado «socialismo científico» y, en definitiva, por el comunismo.
Lo necesario es traer a cuento , recuperando la experiencia que moldea al sujeto revolucionario concreto en la lucha durante la primer parte de la década del 70 la premisa que indica , que el programa político de la clase trabajadora se moldea en la experiencia subjetiva de los trabajadores en cuya individualidad tiene relevancia la ética centrada en la solidaridad en la lucha , en combinación necesaria con las leyes de lo objetivo, en el conocimiento de la realidad, sobre el que adviene la voluntad de transformación.
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