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Nuevo Curso

ARGENTINA. UNA REALIDAD QUE NO SE CONOCE CON UNA PALABRA

Hay una marcada actividad de las usinas de gestión del poder burgués sobre la sociedad.  Emprendimientos mediáticos oficiales amanecen plagados de editoriales, reportajes y estudios de opinión que hacen eco de una idea central, que es que “el personal político seleccionado por la última farsa electoral tiene control del conflicto social y maneja la agenda de lo que se sigue conociendo como “cosa pública”. Los recursos comunicacionales ligados al empresariado han realizado profusos encuentros y seminarios para aportar a este fenómeno y la presencia central en ellos del jefe de gobierno, concurre a reforzar la conclusión de clase que lleva a otorgar a este personaje , carta blanca sobre sus acciones concretas en la lucha de clases, todas ellas reunidas bajo el factor común de la facilitación de la reproducción social del capital .

En paralelo el luchismo reformista que se exhibe tras la aparatosa cooperativa electoral FITU , ha quedado preso por su propia lógica de desenvolvimiento y las contradicciones objetivas relativas a ella, en una mecánica solo concentrada en intentar llamar la atención  de propios y extraños ,en la que  se gasta  energía y recursos para propagandizar una ideologizada revuelta con reminiscencias ajadas del 2001 y la primer mitad de la década del 70  forzando una analogía no verificable tal como si la realidad se asimilara al mito del “lecho de…. y se pudiera ajustar a los preconceptos abstractos nacido de la necesidad de conservación de aparato que está presente en el sin sentido de todas sus acciones. Esta claro que por más que los reformistas pretendan vender como sinónimos revuelta con revolución los términos no son idénticos ni expresan fenómenos sociales e históricos asimilables y por eso es que con perseverancia se fogonea la posibilidad de la revuelta y se ningunea todo trabajo revolucionario, en particular el de la organización programática del partido revolucionario de los trabajadores.

No hay que ahondar mucho en esta perspectiva, porque de ello da cuenta con signo de tragedia, la experiencia chilena del 2019 y las consecuencias que le siguen hasta la actualidad, sin embargo es preciso dar referencia de ella, a fuerza de que los traficantes de mentiras siguen abusando del engaño como herramienta militante  para la construcción del espacio de “la izquierda” del régimen.

Frente a la apología de cualquier manifestación del conflicto social desarrollada por el reformismo, que llama a las masas a confiar, en su posibilidad de dominio de aparato sobre ella , en su trastienda  prima la decepción , que empuja finalmente a marcar  de manera mecánica y rutinaria el tándem parlamentarismo- asamblea constituyente como el único camino posible, todo esto,  pese a que la crisis de reproducción del capital sigue abierta por su objetiva instalación en los elementos componentes de las relaciones que reproducen el capital.

Lo concreto es que, a fuerza de operaciones políticas y fijación de agenda, la burguesía se mantiene como clase dominante y no pierde esa condición   ni la ve amenazada porque en las filas de la propia clase trabajadora en sí,  no  se reconoce dirección de sus intereses y se evita la en la elaboración consciente de toda precisión programática socialista, en el plano de una construcción partidaria autónoma .

El fenómeno para la burguesía y sus funcionarios políticos e intelectuales está marcado por la preocupación  por reescribir  un nuevo ciclo de dominación consensuada y la habilitación para esa tarea de un nuevo personal político con legitimación formal dada por el proceso electoral al que todos los sectores del régimen, sea por derecha o izquierda, le prestaron consenso y continuidad a lo largo del período 2023-24.

Esta lógica discursiva, propagandística y de agitación por todos los medios, ha impuesto una nueva categoría abstracta en el catálogo de herramientas opresivas y en ese plano todo, según los dichos de propios o extraños a la clase trabajadora, hace referencia a una pretendida situación de “fragmentación” que no es otra cosa que el viejo dicho “divide y reinaras” y que ahora se usa incluso para explicar el misterio de la santísima trinidad.

Apelando a la inscripción en el análisis de los fenómenos sociales a través de esa categoría abstracta, a esa presunta fragmentación, no se hace otra cosa que dar cuenta de un presunto elemento nuevo que es tan viejo como el capitalismo, es decir, la presencia al interior de la clase dominante de distintos sectores en pugna por definir cual es su ubicación dentro del diseño de poder burgués de turno.  Que los bloques parlamentarios se rompan, que los funcionarios renuncien , no son otra cosa que la puesta en acto del recambio de un elenco político agotado por una experiencia de venta de ilusiones democráticas, por otros que corporizan el pragmatismo utilitarista que requiere y refleja la reproducción del capital y un nuevo e imperioso ciclo de acumulación capitalista a expensas de la acentuación de la explotación contenida en la relación capital-trabajo.

Esto no impide en el mismo momento dar cuenta de una objetividad: a un año de la primera vuelta electoral del 2023,  se atraviesan de diverso modo por la clase trabajadora  situaciones de  atomización o división, que tiende a reconfigurar el escenario político en direcciones imprevisibles, que alarma a la izquierda del régimen y a todo el elenco culturalmente subyacente a esa expresión  en tanto advierte que no encuentra su lugar en el mundo y ve desmoronarse su propio castillo electoral de la mano del cretinismo parlamentario fenómeno que pretende remedar con pura agitación que incluye la exaltación de lo decadente y el ocultamiento consciente de lo real.

La gestión de gobierno, no hace otra cosa que depurarse de aportes específicos y sectoriales que le permitieron estar donde está, cuando nadie apostaba a su existencia y reproducción política. Lo que estamos sobreviviendo es a una dialéctica de purga y concentración de poder, para la definición del plantel que jugará el partido opresivo y explotador que se avecina para el primer semestre del año que viene , previo a la compulsa electoral de medio tiempo que terminará el trabajo político emprendido, de manera que la década del 30 del siglo pasado será una suerte de jardín de infantes con respecto a esta realidad, que además agrega el ingrediente de la guerra a expansión mundial y el encuadre del Estado Argentina en la  política internacional de los genocidas.

Los libertarios en ese proceso de definición de su específico nivel político de gestión gubernamental,  han dejado en el camino a medio centenar de funcionarios, tendencia que se actualiza con la renuncia-despido de la canciller, y complementa la anterior desafectación compulsiva del jefe de gabinete y el aislamiento de parlamentarios indóciles.

Sin embargo, la forma jurídica y política de dominación de clases que desenvuelve esta gestión de gobierno, por la naturaleza en sí del régimen político centrado en la apuesta a la construcción de un Bonaparte del siglo XXI hacen que se naturalice su existencia política mediante votos prestados, decretos de necesidad y urgencia y vetos, y sin reparos en sus contenidos específicos.

Mientras tanto, acordándose de que de vez en cuando le tienen que sacar la tierra a la foto de Trotsky, para que algún incauto crea aún que su acción guarda relación con la defensa del marxismo que el revolucionario emprendió en tiempos de reacción termidoriana y consolidación estalinista, arman encuentros que se asemejan a una peña decadente y tomando la guitarra rotativa la puntean como pueden. Es así que el FITU, satelitales, expulsados y  liquidadores, todos agrupados por el factor común de su condición de burócratas de aparatos montados bajo la institucionalidad burguesa como partidos del régimen, Los cultores de la nada, buscan afanosamente ocultar su esterilidad   cuando se trata del cambio social superador del orden capitalista.

Esa incapacidad manifiesta no es nueva , esta proyectada en  más de cuarenta años de venta de ilusiones democráticas y  señalamiento del recurso electoral como único camino al poder dentro de estructuras productivas propias de la relación capital-trabajo y sometimiento al capital financiero , limitados por la carencia de instancias electorales y las evidencias de las limitaciones parlamentarias no hacen otra cosa que acudir transitoriamente , hasta que se superen calendario mediante esas “dificultades” que hacer de la idea de “revuelta” un fetiche que pretenden se asimile a la necesidad de transformación social.

Consciente de su anemia política el FITU y todos los grupos satelitales a esa cooperativa electoral, que pese a decir que no se identifican con sus políticas, en los circos electorales corren presurosos a sostenerla con sus “votos críticos”, agitan la presunta   potencia destituyente que tendría una revuelta callejera  contra la gestión del ejecutivo y la propician por vía de presión de aparato en donde se manifiesta un germen de rebeldía social .

Por ese motivo solo centrado en el “anti” , es que se convoca a apoyar todo lo que se mueve en la sociedad, sin poner en evidencia cuales son los intereses en juego en cada uno de esos movimientos y si el apoyo implica en los hechos sumar un vagón  “anti” al tren de sectores internos de la burguesía desplazados por la nueva arquitectura de dominio diseñada por el poder burgués.

En esto tenemos la necesidad de indicar que toda situación que implique la gestación de un clima destituyente que conlleve la generación de un vacío , debe ser advertida como un camino sin retorno a fuerza de que ese lugar , por las condiciones de organización autónoma de la clase trabajadora  no será ocupado por la clase sino por quien conduce la locomotora a la que se ha agregado como furgón de cola la “izquierda” y el desarrollo de la tarea emancipatoria nuevamente postergado por vía de la reproducción por otras formas de la misma relación de explotación capitalista, porque no sería solamente la actual gestión de gobierno la que se vería abortada sino también la propia lucha y sus motivaciones coyunturales .

Debe quedar en evidencia que el camino señalado por el reformismo y su impotencia no implica un proceso de lucha “refundacional” de un nuevo orden social superador del existente, sino la posible creación de un vacío proponiendo su ocupación con lo ya descompuesto del orden burgués

En síntesis, el agitacionismo reformista con base en los sectores medios y la pequeña burguesía desplazada expone elementos específicos de la crisis de reproducción del capital, insta a ocupar la calle, brega desde sectores no ligados a la producción (estudiantes universitarios- jubilados), buscando el objetivo convulsionar para finalmente  dejar las calles para sustituirlas  por las propias oficinas parlamentarias del poder burgués estatal y su institucionalidad.

Sin embargo, y fuera de ese propósito político, la realidad se presenta como un fenómeno complejo no emparentado con los deseos del reformismo cautivo al ala izquierda del peronismo cualquiera fuese el relato en el que este se constituya. Lo cierto es que, lo que hoy se exhibe como fragmentación-atomización no traduce en los hechos en modo alguno una creciente ingobernabilidad política y en la ruptura del aparato estatal de la dominación burguesa, que no esta puesta en juego, sino modificada por la transición bonapartista del régimen político.

Por el contrario, en forma unificada , y  porque existe acuerdo explicito en las acciones que protagoniza, la burguesía se proyecta con todas sus armas defensivas en un contrataque que se plantea infringir una derrota sustancial a la clase trabajadora atrapada por la amenaza del desempleo generalizado en particular en las áreas funcionales del propio Estado.

También hay que ser objetivos en este punto y señalar por fuera de todo exitismo , que las movilizaciones sociales han sido incapaces de imponer su voluntad y determinación aún cuando sus demandas fueran ligadas al programa mínimo economicista o a reclamos puramente sectoriales sin impugnación del orden social capitalista en general.

Todo esto tiene además el alarmante peligro de un  impacto de resignación a lo dado ,  en la subjetividad de la clase trabajadora traducida en decepción y pasividad

Vivimos en el escenario de reposicionamiento de los distintos sectores de la clase dominante dentro del espacio del poder político permite   y habilita la salida bonapartista que encarna la actual gestión de gobierno Las mayores disputas entre poderes del Estado y la “partidización” de la Fiscalía y el Poder Judicial son un símbolo de esta situación.

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