
En muchas ocasiones, los registros fotográficos dicen mucho más que una editorial, porque en ellos , con el paso del tiempo se ven registros que antes no se percibían . Algo de lo que ya traía a cuento Cortázar en “las babas del diablo”. De esto han tomado cuenta nuestros enemigos de clase y es esa la razón, por la que la burguesía por sus instrumentos tecnológicos introduce ideología, con imagen auspiciando que el lenguaje escrito se reduzca en la mínima expresión de la pantalla de un aparato. Esa recurrencia con intensidad conceptual, a las fotos modificadas, es a veces más intensa en sus efectos que una noticia falsa.
Sin embargo, hay algunas que no necesitan cambios o modificaciones en su registro, porque por vía del olvido y la manipulación de relatos se las ha enviado al silencio, que es el peor de los recuerdos.
La foto que ilustra esta nota es paradigmática porque pese a los usos modificatorios no deja de enseñar en el presente porque no solo da cuenta de un suceso pasado y protagonistas heróicas que ya no están , finalmente asimiladas por la vida al derrotero siniestro de sus hijos en manos de genocidas, sino que hoy muestra una analogía por un dato objetivo al que la militancia de nuevas generaciones de trabajadores , conducidas por oportunistas no le presta suficiente atención, embarcada en la versión más plebeya de la autoreferencia y la autoproclamación de lo que sin embargo no se es.
La foto en cuestión , enseña hoy pese al manoseo que ha sufrido y los intentos frustrados de su uso ideologizado, precisamente por su intensidad realista dar cuenta de los entramados sociales que se daban en concreto en las circunstancias en que la foto se produjo y que hoy se reproducen.
Hay que aclarar entonces , que lo que parece diferente por el vértice, en tanto , hay jóvenes, estudiantes, jubilados, que ocupan las calles con cantidad relevante , no lo es así, porque no es la cantidad de manifestantes lo relevante , sino el factor común de ambas, “las gentes en la vereda” esa que mira al paso, que no baja al asfalto o se suma a la plaza y no da respaldo por esa ausencia a lo que sucede pese a estar ante su vista. A todo ese nutrido colectivo, que está a su manera en toda foto de hoy y estaba de manera significativa, en aquella, es a lo que no se tiene presente y es allí donde toda militancia de aparato naufraga orientando naves y tripulación al fracaso.
Madres en solitario, con pañuelos en el pelo dando vueltas por plaza de mayo sin carteles, ni globos ni aparatos de amplificación de sonido, han sido retratadas, pero no entendidas en su totalidad, sino de un modo siempre parcial según quien quiera llevar aguas para su molino o kiosco politiquero. Hoy se muestran personas cuerpo a cuerpo con el aparato policial y sus protocolos , que tampoco son entendidas porque dan por bueno su discurso sin detenerse a lo primario en la lucha de clases que es, que los trabajadores lleguen a ese discurso de lucha específica y lo relaciones con esa confrontación de clases por sus objetivos estratégicos que no son otros que la emancipación de explotados y oprimidos por el orden capitalista donde sobrevivimos.
Lo cierto es lo que está ante nuestros ojos y sin embargo no se ve. Es eso lo que habrá que entender. Que no se trata de convocar al aparato militante para imponer una agenda social y política a la clase con la que se confronta . Se trata que la propia clase trabajadora llegue a la compresión que supere la experiencia fáctica de cada trabajador en concreto, de que el capitalismo está en crisis y busca salir a costa de avanzar con más explotación y opresión en todos los frentes y que lo diverso debe confluir en el punto neurálgico de la necesidad del desarrollo de una militancia revolucionaria , a partir de la organización partidaria y la generación de una concreta política de clase con ese objetivo. Lo contrario , es el dato editorializado por la foto que compartimos y cualquier foto de cualquier conflicto actual; Es LA SOLEDAD y la indiferencia generalizada del resto, gráfica y simbólicamente en las veredas.
El primero que disfrazó ese dato fue el Alfonsinismo, de la mano del peronismo de trocha angosta, léase Luder, Bittel, Cafiero, que derivaron aquellos hechos de registro histórico a una totalización democrática que perturbó la escena poniendo “gente” donde no la había. Hoy también el reformismo hace lo propio exaltando el acto en sí y ocultando la carencia de proyecciones del mismo. Hoy parece central el discurso en el foro de Davos del presidente, y veinte días después me olvido de ello, y digo que el mismo sujeto es un Ponzi-presidente, estafador agregando que esto se supera con un paro y movilización, que acompañe una interpelación parlamentaria o su juicio político. Todo en el mismo momento en que paros parciales se resuelven de modo defensivo y casi generalmente con las patronales en posición dominante y cuando el propio presidente designa a su propia Corte Suprema , como lo hicieron todos los presidentes desde que se gestó la ilusión democrática en 1983.
El disfraz alfonsinista, comprado llave en mano por todas las versiones institucionales de lo que hoy se autodefine como “la izquierda” se ocupo de la imagen, y dictó el manual para la comprensión del fenómeno por una nueva generación y llegaron sí las banderas, con marchas, marchas y más marchas con las “madres por delante” y otras fotos para mostrar adhesión a lo que ya no era y por eso no complicaba. El grado superior de esa maniobra fue la categorización como feriado del 24 de marzo cuando además se decía que estábamos en una “década ganada”, algo así como el mismo juego de reemplazar el 1 de mayo de jornada de lucha obrera al “día del trabajo” o llevar flores a una mujer en cualquier 8 de marzo.
Sin embargo, las fotos de hoy, los videos de hoy, siguen sin mostrar mayorías silenciosas , encarnadas por trabajadores en sí, que no tocan bombos, ni se pintan la cara para ningún rito sacrificial.
Hoy estamos frente a una tendencia de autobombo y disfraz de lo real existente, que puede asemejarse al ocultamiento de cierto raquitismo político concreto con la propia imagen de una plaza. El mismo raquitismo que busca ocultar que hay personas en la vereda que miran y no se suman. Que hay periodistas y los medios que los proyectan que cumplen el mismo papel de aquellos que decían que en Argentina “éramos derechos y humanos” en el mismo momento en que se intensificaban las prácticas genocidas desde el poder burgués dictatorial del Estado.
Ese dato no es computado, ni exhibido por los fogoneros de las reformas, y la lucha por el derecho subjetivo y no por el poder , por los mismos que creen aún hoy que los conflictos sociales se resuelven favorablemente para los explotados con leyes o anulaciones de leyes dentro del propio poder burgués republicano y que dejan la idea de la superación de ese orden capitalista por otra sociedad sin explotados ni oprimidos, para los días de fiesta o para la charla al interior del aparatito partidario que les da sentido y medios para satisfacer sus necesidades ,de estar siempre en la ola de la política burguesa, como el hijo díscolo adolescente de una familia tradicional y decadente.
Si las madres daban vueltas en una plaza en soledad, es porque hubo un tiempo social, de “dame dos” con viajes a Miami, que las puso en ese lugar. “Casualmente” los mentores ideológicos de ese tiempo, están en el poder y anuncian por donde fueren que no requieren de mediaciones democratizantes en una suerte de isomorfismo con el pasado.
Hay mucha gente en la vereda mirando, si por la calle transita lo viejo, aquello con lo que convivieron más de cuarenta años. No es cuestión exclusiva de buscar que la vereda imite lo que hacen los militantes en marcha, ya que un nutrido número de trabajadores en tanto clase en sí, no se ven razones atendibles desde lo ideológico para caminar en adhesión a la agitación autorreferencial de organizaciones que enmudecen al interrogante significativo de “que hacer” y cómo, luego de la marcha agitativa al punto que lejos de agitar, paraliza.
Es básicamente relevante que lo viejo no vuelva en la emergencia disfrazado de jovencita/jovencito, sencillamente porque hoy es caduco y no sirve para transformar este ataque en línea que sobre la clase trabajadora argentina despliega la burguesía de conjunto.
Si en la plaza invade “ el que al que no le gusta se jode” , si los de las banderas que cada vez son menos rojas no son rojos madrileños de la década del 30 sino reformistas de la rosa, es probable que haya mucho trabajador esperando en la vereda, Un indicio, un síntoma esta en la masividad de las tribunas futboleras el pasado fin de semana aún a costo del pago de la entrada, o la congregación significativa de familias trabajadores en los parques o en lugares de algún esparcimiento, cuando los pregoneros del luchismo agitaban por donde pudieren y por referencia al caso de las criptomoneda, que “esto no va más”.
Esa masividad es la que se requiere para “parar la mano “a la ofensiva concentrada del capital, y sin duda supera a los aparatos autorreferenciales de la hoy autodenominada “izquierda”. Para que así suceda, habrá que comprender que debe exhibirse, propagandizarse y penetrar en la clase trabajadora en sí, un programa de salida, de corte revolucionario, dado por la convicción masiva de que esta existencia presente no va más, y que hay riesgo para la propia sobrevivencia humana en este orden social capitalista en crisis. Es necesario confluir en un partido de la clase trabajadores. Un partido de clase estructurado en funcionalidad militante con el programa revolucionario que se procesa precisamente en esa misma clase en su lucha cotidiana por la sobrevivencia y su interés objetivo en protagonizar su emancipación social, por vía del poder obrero
NUEVO CURSO