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Nuevo Curso

El Estado y los usos parlamentarios.

Por fuera de los resultados concretos que surgen del debate parlamentario del proyecto de ley “bases” que se han desarrollado en el curso de la presente semana, las contingencias de esa faena de los integrantes del poder legislativo deja ver una serie de formas y estilos discursivos, actitudes personales, avivadas de asambleas universitarias, propias de la falta de apego con lo realmente existente de esa esfera del poder burgués Estatal que imponen la apariencia de un debate y el carácter fraudulento del sistema democrático de representación política.

Se puede con esto, hacer una crítica de esa imagen o bien avanzar en una definición critica de esas formas para desnudar su carácter de escena teatral que oculta una necesaria trastienda donde todo lo aparente adquiere funcionalidad a la hora de dar fundamento y permitir la reproducción ampliada del orden capitalista en nuestra sociedad.

Para esto resulta herramienta de trabajo adecuada, no el texto del anteproyecto de ley y la redacción definitiva que ha podido adoptar, sino  el texto que se conoce como Manuscrito de Kreuznach, redactado por Marx en 1843.

Con ello estamos aludiendo a  un escrito que Marx elabora mientras deja Alemania rumbo al exilio parisino, intercambiando Cartas Cruzadas con Bakunin, Feuerbach y Ruge, y preparando el proyecto de los Anales Franco‐Alemanes.

 Es el resultado de un cuadernos de lecturas donde Marx fue anotando  y comentando con mucho detalle. la tercera sección, de los Principios de Filosofía del Derecho de Hegel, que se agrupa bajo el título  la Eticidad. Por esa característica, no fue conocido por sus continuadores y revolucionarios más inmediato, en particular Lenin, ya que fue publicado póstumamente, recién en 1927, gracias a la iniciativa soviética del Instituto Marx Engels, dirigido por David Riazanov y es difícil incluso que el propio Trotsky haya podido tomar contacto con él , por la persecución política y el destierro forzoso en que se encontraba como resultado del Termidor Stalinista desenvuelto en el proceso dialéctico generado por la revolución bolchevique.

Hay que advertir, por la característica y forma del texto, no es posible encontrar en él, una crítica sistemática de todos los parágrafos, de todo el desarrollo de la Filosofía del Derecho hegeliana. Se trata específicamente del Estado como último momento de la Eticidad (y no del Derecho Abstracto, de la Moralidad, o de las primeras secciones de la Eticidad, la Familia y la Sociedad Civil).

Los comentarios glosados por Marx en ese Manuscrito son observaciones puntuales a la  exposición hegeliana del Estado  y de cómo Hegel había elaborado las formas institucionales de eso que se prometía como la mediación racional del conflicto social moderno, de la escisión moderna entre derecho y moralidad, ser y deber ser, particularidad y universalidad, sociedad civil y Estado.

Dicho en otros términos, otra vez es el método marxista y su desarrollo en concreto, en un determinado momento histórico reflejado en un texto   el que nos permite avanzar dentro de una crítica situación social como la que atravesamos donde se desenvuelve una ofensiva del poder burgués sobre los trabajadores con el propósito de encontrar certezas convictivas para ser desarrolladas como conceptos sobre el fenómeno en sí, que por sus apariencias solo se exhibe contingente y fraudulento.

Esta claro entonces, que aquí no se trata de buscar respuestas en imágenes proyectadas por operaciones de los servicios o por personal político de menor cuantía desarrollada sobre el parlamento en sí , buscando que exhiba su rostro menos favorecido, con diputadas sobre las que hace tiempo se descargan tareas  de  provocación y amedrentamiento, a sabiendas de sus inocuas y dispersivas respuestas inmediatas, o provocando diferendos sobre hechos ya ocurridos por vía de la presencia de sujetos que simbolizan violencia, cuando en realidad son serviles emisarios de una sociedad de vigilancia y castigo. Se trata del problema del dispositivo concreto del Estado como estructura institucional del poder burgués, el desenvolvimiento en relación a esa estructura de la Sociedad Civil y de la cuestión de la forma  que asume la representación política , en una sociedad de clases , con una particular e ideológica noción de individualidad.

Lo que Marx desenvuelve en el texto al que hacemos referencia, y por eso el mismo resulta herramienta pertinente a nuestro propósito de intervención crítica y práctica sobre los desarrollos políticos de esta semana en particular desde la gestión operativa del personal político que administra desde el Estado el poder burgués es, en definitiva, lo  qué significa la el sistema político impuesto por la revolución burguesa desde 1789 en adelante y en particular, cuáles son sus patologías que lo tornan en instrumento institucional de opresión ideológica funcional a la explotación de los trabajadores.

Se trata entonces, usando el texto marxista como herramienta, de utilizar el episodio fraudulento de este presunto debate parlamentario y la idea de representación política concretizada en el sistema electoral tras el cual el pueblo no delibera ni gobierna por sí mismo sino por sus representantes, esos que se pueden ver en las sesiones celebradas en estos días en el congreso nacional, para desarrollar una  crítica de la república burguesa como forma de Estado indicando la vía de su superación por otro orden social que de forma a la dirección del proceso por parte de la clase trabajadora constituida en clase para sí con sus específicos y propios organismo de poder obrero.

Tratamos entonces de acercarnos con criterio de verdad a los hechos en sí sucedidos esta semana en ámbito parlamentario, para  revisar la racionalización de lo real que dibuja en términos ideológicos el poder político y sus propagandistas ideológicos,   frente a la permanente constatación de que la realidad misma se presenta como irracional y que las formas que deberían asegurar esa racionalización del mundo resultan ideologizadas, vale decir  formadoras  de falsa conciencia.

En ese sentido, dice Marx en el manuscrito :”Para demostrar –dice Marx en este Manuscrito– que lo racional es real, hay que basarse precisamente en la contradicción de la realidad irracional, que por todos sus poros es lo contrario de lo que dice y dice lo contrario de lo que es”.

Hay  si se quiere, en todo lo visto en esta suerte de tercer versión de “esperando la carroza” que hemos podido ver en la semana , la posibilidad de establecer camino que va desde la constatación de lo ilusorio que implica acudir  al concepto de representación política como momento ideológico, falso, mitificado, en la persona de cada uno de esos sujetos que posan sus asentaderas en ese recinto ,  a la verdad  que permite ser advertida en la trastienda de la directa penetración en el fenómeno de  las clases sociales en el movimiento social mismo o  de la  relación económica capital-trabajo, entendida como una naturalidad objetiva oculta tras los gritos, las denuncias los tiempos muertos para ganar precisamente tiempo, y otras muchas variantes de lo mismo.

Lo dicho nos obliga a los trabajadores al menos al intento de llevar el pensamiento y la acción hacia otros caminos para pensar alternativas diversas de lo dado y de lo realmente existente que no es otra cosa que la crisis política del régimen republicano y la opición burguesa de licuar ese fenómeno por vía de una ofensiva despiadada de la clase trabajadora confiscando su salario y sometiéndola a condiciones de pobreza, hambre y barbarie.

 En otras palabras, hay que acudir a la actualización revolucionaria del pensamiento que debe nutrir a la política obrera,  proponiendo su realización  por vía de exhibir la insuficiencia de la política burguesa y el agotamiento del orden social capitalista.

En definitiva es la ciencia política moderna, soporte ideológico del orden capitalista la que  entra en crisis junto con las dificultades económicas de reproducción de ese modo de producción y estructura social , en acto y en pensamiento.

La enseñanza de esta semana de sainete grotesco de parlamentarismo es que, entra en crisis el régimen político republicano con que se configura el poder burgués a través de su Estado de Derecho. Esto ocurre  porque los trabajadores estamos experimentando y padeciendo una insuficiencia de toda la conceptualidad que se articuló en la Ilustración y que alcanzó su actualidad con la Revolución Francesa (la oposición Estado‐Sociedad civil, el concepto de Individuo, de Soberanía del pueblo, de Representación, de Derecho, de Poder Constituyente); insuficiencia que impulsa un clima social ideologizado desde los centros de poder burgués como reacción y restauración, pero que a la vez permite a los propios trabajadores emprender una política autónoma de clase con programa socialista a partir de la  toma de conciencia de la  incapacidad burguesa  para ver, pensar y  recomponer eso que fue su estructura fundante  y que ahora , pese a sus esfuerzos permite tomar constancia acabada de las relaciones reales de gobierno, de comando y obediencia, de interacción de los hombres y mujeres: la familia, el trabajo, lo social en su sociedad de clases con opresores y oprimidos, explotadores y explotados.

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