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CONFUNDIR UN HOSPITAL   CON UNA TRINCHERA

En la ciudad autónoma Buenos Aires, se realizaron la semana pasada elecciones a comisión interna en el Hospital Italiano.

El resultado exhibe que la conducción sindical que administra Daer, se impuso a los que agruparon en la Bordó, única lista opositora en el sindicato de la Sanidad – ATSA Bs, que se emparenta con el armado político de cooperativa electoral que exhibe el FITU

La Celeste y Blanca de Daer supo interpretar una apreciación subyacente en los trabajadores del hospital que por lo demás es una tendencia que pretende ganar generalidad en la clase en sí y formar parte de su sentido común que es la inveterada idea de que con el apoyo del sindicato se puede estar mejor dentro del lugar de trabajo, aún en condiciones de incremento de los niveles  la explotación en la actividad. En esto tiene gran parte, el dato constatable que no exige mayor explicación que es la incidencia de la desocupación en particular en tareas que no exigen mayor capacitación del trabajador  por el incremento de su rutinización y la incidencia de la intervención tecnológica en algunas áreas.

Durante años el sitio donde se realizaron elecciones , fue presentado y “vendido “ a la militancia que ocupa la vanguardia de la clase trabajadora como “un bastión “ de lucha en la ciudad.

La enseñanza que deja la compulsa realizada entre los trabajadores es la constatación del error de considerar a los lugares de trabajo como trincheras de una batalla cuando la clase de conjunto no la emprende. El economicismo y la exacerbación del programa sindical es la pantalla que durante años encubre a la agitación de quienes se presentan como “la izquierda” sin aclarar que ese espacio lo es dentro del régimen democrático burgués y no desde su cuestionamiento revolucionario. La confusión metodológica que encubre un apartamiento de las tareas revolucionarias ha hecho que durante tiempo prolongado se considere un conflicto laboral como una batalla aislada, y en algunos casos la “ocupación” de un sitio relevante en una hipotética guerra de posiciones.

Ese luchismo vacuo es el que sirve para cosechar compañeros despedidos y no mover el amperímetro de la política de clases .

La condición de trabajador no es una categoría abstracta, sino la emergente de un dato material constatable , que es la posición que el ser humano ocupa en la relación capital trabajo que le preexiste como tal y le determina su existencia . De allí que la preservación del empleo individual en un espacio de no generalización de la lucha resulta relevante y no es la agitación en el sitio y sobre el resto de los compañeros de trabajo lo que debe decidir la acción militante.

La relevancia de la propaganda política sobre la clase es precisamente la política de clase que desenvuelve la organización política de los trabajadores y no la lucha por un aspecto concreto de la forma en que se vende la fuerza de trabajo, que acompaña a esa política de clase en la medida en que ella pueda abrir una apertura hacia la lucha abierta con el enemigo de clase de conjunto y no con una patronal individual.

El  problema y el fenómeno en sí se complejiza cuando al mismo trabajador compañero de tareas que concurre a elegir sus representantes más directos en la disputa sindical por salario y condiciones de tareas, se le dice que la lista opositora es burocrática .pero a la par en términos políticos generales se le exhibe una serie de consignas abstractas entre las que se cuenta el reclamo a la CGT y CTAs para que lancen una huelga general.

De esta forma, en el lugar de trabajo lo que se hace es, presentar una lista opositora para posicionarse como conducción sindical en un hospital exhibido como “un bastión “ de la lucha, denuncio despidos indiscriminados, – como si se pudiera hablar de despidos “razonables- pero luego en la calle y en toda actividad pública reclamo el llamado a una huelga general otorgando la dirección para esa iniciativa a las CGT y CTAs

La pregunta es ‘¿ si las conducciones de la centrales sindicales, -uno de los cuales es el secretario general de la sanidad- es presentado como legitimada para dirigir una huelga, por qué no ha de ser la habilitada para colocar a trabajadores dentro de la comisión interna del hospital? Es esa la lectura del trabajador de la sanidad en sí, y así es que decidió votar a la celeste y blanca de Daer, para que les represente en “el bastión”.

La ausencia de una política de clase autónoma de las expresiones políticas de la burguesía en todos sus sectores y diversa de la política de conciliación de clases que encarna la conducción de las centrales sindicales, genera estos vacíos y contradicciones que como de costumbre restan a la acción revolucionaria de impulsos vitales , oscureciendo y confundiendo el imaginario del trabajador en sí, a punto tal que su preferencia electoral a la hora de designar a sus representantes sea: “con el apoyo del sindicato se puede estar mejor dentro del lugar de trabajo ”.

La política sindical de la vanguardia obrera no puede ser otra que lucha por el clasismo, y abandono rotundo de la línea de acción centrada en agrupaciones antiburocráticas. La lucha por organizaciones clasistas, enlaza con la construcción de una política autónoma de los trabajadores, y  un programa socialista revolucionario. El derrotero inverso marca varias décadas de extravío que explica en gran medida las actuales condiciones sociales y la determinación de la burguesía de avanzar con la explotación y la opresión.

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