Nuevo Curso

Grabois-el cura Gapón. El 9 de enero de 1905 un fantasma recorre nuestras tierras.

“Soberano, nosotros , los obreros, nuestras mujeres y débiles ancianos, nuestros padres, hemos venido a ti , soberano, para pedir justicia y protección. Estamos reducidos a la miseria, somos oprimidos, abrumados con un trabajo superior a nuestras fuerzas, injuriados , no se quiere reconocer en nosotros a hombres, somos tratados como esclavos que deben , sufrir su suerte y callar. Hemos esperado con paciencia, pero se nos precipita cada vez más en el abismo de la indigencia, la servidumbre y la ignorancia. El despotismo y la arbitrariedad nos aplastan, nos ahogamos. Se ha alcanzado el límite de la paciencia; para nosotros , éste es el terrible momento en que la muerte vale más que la prolongación de insoportables tormentos “ (comienzo de la petición al zar de los obreros de Petesburgo.)

Sobre los trabajadores pesa  una estructura de deuda de 350 mil millones de dólares, de los cuales unos 260 o 270 es deuda externa privada y pública en dólares sin  posibilidad de acudir  al sector financiero internacional para obtener divisas para afrontar los vencimientos. Esa es la parte más visible de la crisis. Ella encubre que ese proceso de endeudamiento esta contenido en la imposibilidad de nuestra estructura productiva de reproducir sin costo social sustantivo la relación capital-trabajo.

El movimiento que integra Juan Grabois, junto a la CTA-A y otras agrupaciones realizaron acciones en 50 puntos del país. El reclamo es por un salario universal de 15.000 pesos. La Unidad Piquetera. plantea la «universalización del Potenciar Trabajo,  con un bono de refuerzo

En este contexto habrá que tener presente como enseñanza de la historia, que ninguna lucha puede alcanzar éxito si no se afirma desde un principio socialista. No se obtiene ninguna ventaja de una lucha en la que las cuestiones sociales permanezcan en segundo plano de una lucha bajo las banderas de liberación nacional o republicanismo burgués .

La demanda de las organizaciones sociales de conjunto se organizan no para combatir a la república burguesa sino para servirla en tanto no se trata de vencer al gobierno sino de seducirles o convencerle para que se adopte tal o cual medida  coyuntural.

La estructura de un proceso  revolucionario no reconoce descanso . La sucesión de acontecimientos no admite un posible detenimiento  y por ende no se inscribe en etapismo alguno, sino en  un hacer que traza una dialéctica enfocada en el objetivo estratégico del poder obrero.

   El golpe inflacionario, el curso devaluatorio de la moneda hacia extremos que desnudan la inviabilidad de constituirse  en equivalente general del intercambio de mercancías deja abierta aún en la catástrofe social que trae aparejada esa situación la posibilidad militante para modificar el curso de los acontecimientos por los que transitamos con la irrupción de la clase trabajadora y sus métodos , trazando estratégicamente una política obrera , autónoma e independiente del poder burgués estatal y las instituciones de la sociedad civil con sus expresiones ideológicas .

Es necesario unir al pueblo trabajador, a la clase obrera en sí, ante  la decadencia del sistema democrático burgués cuya idealización ideológica la sirvió a la clase dominante para evitar que la salida de la dictadura genocida asumiese perfiles de una crisis revolucionaria y se concretara en una nueva sociedad.

Todo esto significa abrir en  plano abierto el combate clase contra clase que nace materialmente de la relación capital-trabajo s lo que verdaderamente está en crisis . l proletariado y la burguesía como enemigos mortales no pasibles de negociación alguna, acaudillando los obreros al resto de los sectores sociales condenados por el sistema capitalista a la miseria estructural y cultural.

El verdadero actor no puede ser Grabois, ni este esta dispuesto para hacer las veces de una suerte de farsa histórica del cura Gapón . Tampoco lo son el resto de las organizaciones sociales amparadas por el entramado burocrático que han sabido tejer en negociación con el régimen burgués y sus operadores políticos quienes las administran , regimientan y condicionan a sus  integrantes a través del reparto de bonos y asignaciones.    

Son genéticamente diversas de la protesta y el cambio social.  Pese a lo que dejan traducir por las apariencias. La cuantificación de sus filas confunde a reformistas, centrista y oportunistas que corren presurosos a resguardarse en un lugar bajo ese sol de rayos tenues e ineficaces. Su existir cohabita con la miseria y en tanto tal resultan funcionales a su reproducción y en ningún caso a su superación. Grabois y el conjunto de las organizaciones que dan marco al conjunto de la población económicamente sobrante introducen de modo consciente los elementos de la farsa en la mayor de las tragedias.

La tendencia revolucionaria inscripta en los hechos objetivos que nos toca transitar requiere de la convocatoria a la clase trabajadora y ese mensaje solo tiene un correo posible, la convocatoria a un paro nacional activo, con cortes de ruta y piquete en los lugares de trabajo. Hay que traducir las grandes pasiones sociales gestadas desde el oprobio que la miseria infringe al pueblo trabajador al lenguaje acabado de las consignas revolucionarias del poder obrero y su dictadura de clase .

Hoy más que nunca existe la necesidad de una huelga para que con ella los trabajadores ocupemos otro lugar en la contradictoria situación en curso que nos permita superar la crisis  avanzando hacia una nueva sociedad , orientados por el programa socialista.

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