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Nuevo Curso

El odio es ajeno a la construcción de clases en el capitalismo.

NUEVO CURSO

El miedo, la inseguridad, el odio, son conceptos abstractos  que al materializarse en plano de las apariencias . en un acto humano concreto tienen, pretendida repercusión en la sociedad civil contaminando las relaciones sociales que la constituyen .

   El individuo adquiere subjetividad en el mismo momento en que toma referencia de su existencia por el reconocimiento de otro individuo o un colectivo humano o una institución .

Cuando ese reconocimiento adquiere forma jurídica por presencia de la ley, ese sujeto consciente de su existencia por reconocimiento del otro. pasa a adquirir personalidad y como tal pasa a constituirse en sujeto de derecho , esto es, en centro de imputación normativa como persona.

 Esta naturaleza social intrínseca lleva al  ser humano a generar una identidad individual que siempre está condicionada por el grupo  con en el que se relaciona y socializa  en algunos casos, por la simple razón  de  compartir un espacio territorial o físico , esto es, vivir en la misma ciudad, mismo barrio, mismo bloque de pisos, ir a la misma escuela, etc.

No obstante , debe advertirse que por encima de ello, quetodo individuo para ser sujeto busca las semejanzas con los demás, utilizándola  para sentirse más seguro y formar una identidad,

Ese extremo tiene una dimensión negativa a partir de la necesaria representación de lo que se considera foráneo a esa identidad construida con los otros muchas veces percibido como una posible amenaza que como tal y por definición, implica  contextos de incertidumbre e inseguridad, toda vez que lo diverso implica espacios que no se dominan y contingentes de personas ajenas a nuestro formato existencial.

    En ese entramado del análisis del fenómeno, existen contextos político-sociales que potencian (tanto de manera intencionada como de manera inconsciente) esta dimensión negativa marcando prejuicios que actúan en la interrelación de dos grupos sociales distintos. En ese contexto se inscriben los llamados discursos del odio.

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 En término cuasi-normativo los discursos de odios son definidos como un fenómeno determinado por el fomento, promoción o instigación, en cualquiera de sus formas, del odio, la humillación o el menosprecio de una persona o grupo de personas, así como el acoso, descrédito, difusión de estereotipos negativos, estigmatización o amenaza con respecto a dicha persona o grupo de personas y la justificación de esas manifestaciones por razones de ‘raza’, color, ascendencia, origen nacional o étnico, edad, discapacidad, lengua, religión o creencias, sexo, género, identidad de género, orientación sexual y otras características o condiciones personales  Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia

Con lo señalado, no debe perderse de vista que en algún sector político el concepto Odio se traslada con juicio moral positivo en odio de Clase , mucho más si esos mismos grupos le adjudican a esa abstracción un pretendido rol constitutivo del concepto de clase en sí. Con ello se consuma un fraude ideológico

   En ese sentido debe recordarse que ya desde  mediados del siglo XIX Adam Smith había hablado de la “clase pobre» o de la “clase trabajadora”. Con Ricardo y Ure, Saint Simón y Fourier y  Marx, aparece junto a la “clase trabajadora” la “clase de los capitalistas”, junto a la “clase pobre” la “clase rica”, junto al “proletariado” (que desde sus orígenes romanos ha acompañado al concepto de clase) la “burguesía”. Con ese alcance fue aplicado , el concepto de clase social que ha tenido una historia tan agitada como la sociedad para la que ha sido desarrollado

Pobreza y riqueza, indefensión y poder, indigencia y propiedad, mayor o menor prestigio eran atributos que existían, naturalmente, lo mismo en la sociedad preindustrial como después de la revolución industrial. Así pudo parecer que nuevos sectores ocupaban el lugar de los anteriores: los capitalistas, el de los grandes terratenientes y el de la nobleza; los proletarios, el de los trabajadores rurales y el de los pequeños campesinos.

Sin embargo la singular diferencia de la sociedad capitalista aún en su actual nivel de desenvolvimiento consiste sobre todo, en la supresión simultánea del sistema de normas y valores que el orden de la sociedad preindustrial garantizaba y legitimaba.  Así es  posible ver como factor común , que ambos sectores, burguesía” y “proletariado”, crecidos conjuntamente y ligados entre sí, carecían de tradición, de rango, del mito de legitimidad, del “prestigio de origen”

   El sistema capitalista de producción se ha quedado excesivamente estrecho para encadenar por más tiempo las fuerzas productivas nacidas de él.  El cambio social luce como un imperativo , pero esta revolución no es la obra de fuerzas económicas productivas o de unas situaciones de producción, sino que es la obra de los hombres y grupos que soportan esta estructura económica

Por eso, se trata de descubrir en las relaciones sociales existentes y las clases que las constituyen el aspecto revolucionario, haciéndolo por fuera de acudir a la idea de “odio” que en ningún caso es constructora de esas clases. Los propietarios de su mera fuerza de trabajo, los propietarios de capital y los propietarios de tierras, cuyas respectivas fuentes de ingreso son el salario, el beneficio y la renta rústica, esto es, trabajadores asalariados, capitalistas y terratenientes, constituyen las tres grandes clases de la sociedad moderna que se basa en los procedimientos capitalistas de producción.

  Sobre este trazo analítico Marx en ” Manuscritos Económicos y filosóficos de 1844”sostiene que:  “ en el capital se da, objetivamente, el hecho de que el trabajador es un hombre que se ha perdido totalmente a si mismo. El trabajador tiene, sin embargo, la desgracia de ser un capital viviente y, por tanto, menesteroso, que en el momento en que no trabaja pierde sus intereses y con ello su existencia. Como capital, el valor del trabajo aumenta según la oferta y la demanda, e incluido físicamente su existencia, su vida ha sido y es entendida como una oferta de mercancía igual a cualquier otra. El trabajador produce el capital, el capital lo produce a él; se produce, pues, a sí mismo y el hombre, en cuanto trabajador en cuanto mercancía, es el resultado de todo el movimiento, Para el hombre que no es más que trabajador, y en cuanto trabajador, sus propiedades humanas sólo existen en la medida en que existen para el capital que le es extraño. Pero como ambos son extraños el uno para el otro y se encuentran en una relación indiferente, exterior y casual, esta situación de extrañamiento reciproco ha de aparecer también como real. Tan pronto, pues, como al capital se le ocurre —ocurrencia arbitraria o necesaria— dejar de existir para el trabajador, deja éste de existir para sí; no tiene ningún trabajo, por tanto, ningún salario, y dado que él no tiene existencia como hombre, sino como trabajador, puede hacerse sepultar, dejarse morir de hambre, etc.”

“ El trabajador sólo existe como trabajador en la medida en que existe para sí como capital, y sólo existe como capital en cuanto existe para él un capital. La existencia del capital es su existencia, su vida; el capital determina el contenido de su vida en forma para él indiferente. En consecuencia la Economía Política no conoce al trabajador parado, al hombre de trabajo, en la medida en que se encuentra fuera de esta relación laboral. El pícaro, el sinvergüenza, el pordiosero, el parado, el hombre de trabajo hambriento, miserable y delincuente son figuras que no existen para ella, sino solamente para otros ojos; para los ojos de medico, del juez, del sepulturero, del alguacil de pobres, etc.; son fantasmas que quedan fuera de su reino. Por eso para ella las necesidades del trabajador se reducen solamente a la necesidad de mantenerlo durante el trabajo de manera que no se extinga la raza de los trabajadores.”

     Visto desde esta perspectiva, se advierte que el llamado discurso del odio es ajeno a la estructura constitutiva de la relación de lucha que media entre las clases sociales constituidas en la sociedad marcada por reconocimientos mutuos transitorios y parciales, signada por un modelo de producción capitalista tardío y dependiente. Esto es así, porque el discurso según sus detractores, parte desde los propios medios de comunicación donde tiene hegemonía  el capital privado y los grupos de extrema derecha radicalizada contra una de las fracciones políticas que integra el gobierno del frente de todos, esto es , un discurso en plano ideológico desde el poder económico hacia una fracción de la burguesía que se sostiene desde su inserción en los negocios que se gestan desde el aparato político del Estado.   

      La forma en que se expresa el antagonismo ínsito en el proceso de producción social capitalista  hace que las propias relaciones burguesas generen las condiciones materiales para superar ese antagonismo . Por eso la lucha, en tanto actualización permanente de ese antagonismo, escapa al ámbito de las intenciones donde podría engendrarse manifestaciones de odio , ajenas a la subjetividad y se instala en la objetividad  de la existencia social. Las condiciones de existencia  son el principio organizador de una lucha de clases que excede el enfrentamiento entre individuos en sí, y el marco de sus intenciones.