NUEVO CURSO
En la historia de las producciones del cine argentino el día 10 de enero de 2023 , quedará como la fecha en que «Argentina, 1985» ganó el premio de Mejor película extranjera en la 80° edición de los Globo de Oro, superando a los filmes RRR (India), Al Quiet on the Western Front (Alemania), Close (Bélgica) y Decision to Leave (Corea del Sur).
Con el tiempo de recorrido que lleva esta película, está ahora a la vista que este como otros premios menores ya obtenidos, venían en el paquete propio de la producción y todavía falta el Oscar, que es un poco más duro, aunque ya cumplía con obtener la representación por Argentina, para que afrontemos “La historia oficial, siglo XXI”.
Cuando desde muchos lugares se señaló a este trabajo como objeto político , creado y diseñado con el fin de recrear la teoría de los dos demonios, implantándola en una nueva generación que no tuvo acceso al tiempo histórico y con la complicidad de quienes callan aún hoy respecto de la apertura de archivos que destruye en forma objetivo esos presupuestos ideologizados por la clase dominante , no faltaron quienes hicieron exclusivo hincapié en la mirada artística desdeñando a quienes le indicamos su carácter de mercancía política- Ahora desde Europa les dan una manito preconstituida cumpliendo la promesa, les permiten hacer unos buenos euros y van por más. Está claro que esto es como el mundial, para aquellos que usan la figura. Es un producto para formar consciencia y poner tema en agenda en beneficio de una nueva construcción de hegemonía de clase, regenerando la dominación cultural e imponiendo paradigmas de falsa conciencia.
“ARGENTINA 1985”, desde su distribución, pudo ser vista primero en las salas convencionales de cine, luego en redes sociales y en paralelo se fermentó su exhibición en colegios y en una suerte de grupos de “debate de cine” para quienes así quisieran ponerla en conocimiento, tarea a la cual se abocaron distintos aparatos culturales del poder con el disfraz que fuera preferible. Antes la película pasó por algún festival internacional, tomado como laboratorio social, dando resultados positivos en cuanto al aplauso y efusividad de los asistentes europeos. Se contaba con la inestimable ayuda del régimen español, que no habiendo juzgado los sucesos de la guerra civil y sus interioridades, plagados de masacre y exterminio, permite la inmediata conclusión apresurada , respecto de” lo bueno” que se hizo en Argentina, sin mayor información sobre obediencias debidas, punto final e indulto, ni mucho menos de la masacre social que implicó la victoria en el sistema económico de los sectores de poder, por vía de las recetas neoliberales que nacieron en ese régimen y se continuaron hasta el presente. Tal vez, los europeos aplaudan porque sus telefónicos, sus compañías aéreas, sus bancos y demás hicieron grandes negocios gracias al genocidio de nuestra clase trabajadora.
Lo cierto y más allá de esto, es que el fenómeno se nutre de múltiples elementos, pero no deja dudas en cuanto a la determinación política, en el sentido amplio de la palabra, de lograr la penetración por todos los medios del producto con formato cine, en la conciencia masiva de la población,- en particular de las jóvenes generaciones- haciendo de su contenido la construcción ideológica de esta mercancía fetichiza sobre un momento de un pasaje de la lucha de clases en Argentina que aún no cierra, pese al tiempo transcurrido, como lo muestran los últimos encuentros de nietos a los que oportunamente se les sustrajo identidad con sus abuelas aún sobrevivientes, tema este que no emerge en la película, ni ha sido puntualizado por los críticos, en la medida en que no puede pensarse en que un fiscal solo acuse a miembros de junta y no tenga presente la responsabilidad de quienes, por ejemplo se llevaban del seno de sus hogares a estos niños que ahora adultos se reencuentran con su verdadera identidad, ni tampoco dan cuenta de cómo la madre de uno de ellos fue uno de los restos humanos que pudo ser identificado en una fosa común de NN.
La propia necesidad de introducir en el mercado este producto da cuenta de que el fenómeno represivo, el genocidio argentino, continúa aún abierto y exige de sectores de la clase dominante ingentes esfuerzos para contenerlo en los parámetros hipócritas que le habilitan a contar con la complicidad de los sectores medios, que por entonces , apostaron a la definición de su existir por vía del texto del preámbulo de la Constitución Nacional y luego debieron vergonzosamente escapar de esa construcción , por vía del apoyo a las políticas neoliberales de reproducción del capital financiero y el individualismo
Los sectores medios de la sociedad que sostuvieron ese fracasado modelo ideológico, recitando el preámbulo, conociendo que su inviabilidad estaba latente a poco que se mirara la realidad argentina, llevan consigo, luego de esa vergonzosa experiencia, a que los jóvenes de hoy, pertenecientes a esos mismos sectores, avalen posicionamientos negacionistas, amparados tras el mensaje de que los “derechos humanos son un curro”, “a mí que me importa lo que pasó en esa época si yo no la viví”, “los 30000 desaparecidos no son tales”
Es por eso que espantados por la presencia significativa de ese discurso, los mentores de falsa conciencia, regados por la hipocresía de entonces, acuden a generar un fetiche que nuevamente derrame un relato y no un compromiso.
Básicamente se busca eludir con el símbolo de un proceso penal, -alimentando la ficción relativa a que los conflictos sociales se dirimen en los tribunales de los dominadores- las responsabilidades emergentes de los hechos ocurridos en espacios temporales también distantes de la fecha del enjuiciamiento, y sostener la justificación intelectual de la pretendida salida a la cuestión, más si se tiene en cuenta que radicales y peronistas, y partidos provinciales, a lo largo del país, aportaron políticos para ocupar cargos de mediana jerarquía , intendencias y hasta gobernaciones dentro del esquema del aparato institucional genocida y en igual medido ello ocurrió con el poder judicial, que estableció una continuidad de su existencia, con los mismos intelectuales orgánicos, a pesar de la caída del régimen constitucional y el ataque a las libertades individuales democráticas que se abatía sobre el país, acompañando la violencia física y simbólica que se descargaba sobre la vanguardia obrera y la clase trabajadora en sí.
Basta para dar cuenta de este último fenómeno la cantidad significativa de recursos de habeas corpus que por entonces fueron rechazados por esos mismos personeros a los que luego se ubicó en el rol de jueces de un sistema violatorio de toda dignidad humana y amenazante de esa condición, circunscripto a los miembros de la junta de gobierno, eludiendo al resto de esa misma institucionalidad aberrante que por años dejó ver cuál es el verdadero rostro del Leviatán argentino.
Estamos frente a la reacción esperada. La imagen puede más que el texto, es uno de los lemas de esta época de crisis capitalista. La imagen es el texto. La imagen es transitoria, pero penetrante en la subjetividad. En este medio empleado que implica el arte y la educación, el instrumento más importante, el que supera de lejos a todos los demás es, sin duda el cine. Forma parte de la vida corriente, se basa en el deseo de distraerse, de ver algo nuevo, inédito, de reír y hasta llorar, no sobre la propia suerte sino sobre la de otro, y si a ese otro se lo presenta allá en el tiempo, mejor. El cine ofrece una satisfacción óptica totalmente viva e inmediata a todas esas necesidades, sin exigir nada del espectador. De ahí la afición y la gratitud del espectador hacia el cine, fuente inagotable de impresiones y de sensaciones, que se buscan y se fabrican desde quienes generan el producto en la faz direccional de su formato y contenido.
En la crónica de la entrega del premio se indica que Ricardo Darín tomó brevemente el micrófono aclarando que iba a intervenir usando el castellano agregó que, y, tras remarcar su orgullo por el gran logro de «Voy a hablar en español para mi gente: para toda la gente en Argentina, después del campeonato del mundo, esto es una gran alegría, los quiero, bay».
No sé si el “bay “es español, pero si es claro que el producto premiado juega igual rol que el mundial de futbol, extremo desde el cual huelgan mayores consideraciones, salvo abonar el sentido de esta película.
Lo que se busca es el comentario estereotipado, en una red social, de modo tal de dar el presente en el consumo de esa mercancía y luego laudar la aprobación de diversas maneras o bien encausar la discusión virtual, nunca presencial de los pretendidos contenidos, con las modalidades ilusorias de pretender que eso implique un díalogo sobre la acción ideológica contenida en el objeto fetichezco.
Así por esta vía llegamos a una suerte de votación virtual, con voto cantado sobre el problema relativo al conflicto social al que remite el relato, con final cantado de aprobación pedantesca y exhibicionista de los sectores medios que habían quedado sin discurso por el fracaso político de su reformismo frente al neoliberalismo desvergonzado.
En sentido inverso y obviamente sin el objetivo de obtener premio alguno de Europeos y Yanquis, hay necesidad de denunciar el discurso de los dos demonios y el ocultamiento de las responsabilidades sociales frente a un modelo de dominación que solo muto en sus formas más evidentes y mantuvo continuidad institucional, a través del período Alfonsín – Menem y tuvo consagración con la reforma constitucional de 1994 que hoy permite justificar, allanamientos masivos en barrios, desalojos compulsivos de viviendas donde habitan familias en situación de vulnerabilidad, violencia física y simbólica desde el estado y sobre todo los muertos en democracia por acción del propio Estado .
La cuestión esencial, no está en el discurso de un fiscal que era tal por su funcionalidad dentro del Estado genocida y de su joven ayudante, luego ligado a multinacionales que penetraron en nuestro país por vía de la privatización menemista, Está por el contrario, en la falta de respuesta a un planteo vital inscripto en la consigna de los luchadores de entonces: “con vida los llevaron, con vida los queremos. Aparición con vida y castigo a los culpables”. Aún hoy, los espectadores que se levantan de sus butacas, o los que dejan el sillón para buscar un café, no se hacen cargo de ese planteo y prefieren unas lágrimas de cocodrilo o el grito a la sala “30000” desaparecidos presentes. Lo otro, lo real es que no sabemos aún hoy, donde están los desaparecidos, que fueron llevados con vida. Que pasó con ellos. Qué de los archivos del aparato represivo estatal dando cuenta de esos hechos, nunca exhibidos.