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Nuevo Curso

EL PODER JUDICIAL DEL ESTADO BURGUÉS SU AUTORITARISMO JERÁRQUICO  CONGENITO : Una práctica que bloquea toda reforma.

NUEVO CURSO

La disputa en desarrollo desde diversos sectores internos de la burguesía dominante por la conformación que requiere el poder de su clase en la institucionalidad estatal y los nombres en quien hacer reposar esa gestión, trasladó el escenario rutinario hacia el poder judicial. Esto se puso incluso de manifiesto en el último discurso del titular del poder ejecutivo al inaugurar sesiones ordinarias del parlamento.

Entre los proyectiles descargados , se acude nuevamente a la denuncia de una estructura mafiosa con cabeza precisamente en el tribunal superior . Es en ese aspecto sobre el que estimamos necesario detenernos para dar referencia fácticas del fenómeno, que exceden el encuadre «mafioso» al que se acude y dan razones para advertir sobre el desenvolvimiento hacia dentro de un autoritarismo jerárquico que liquida todas las premisas que constitucionalmente deben imperar en el desenvolvimiento judicial.

También se pone en consideración pública un concepto: “ independencia “Se habla en ese contexto de la independencia del poder judicial de otros poderes del Estado. También se discurre en torno a los llamados núcleos fácticos y económicos de presión, sobre la organización judicial. Sin embargo, se habla poco,  de aquello a lo que se ha dado en llamar “autoritarismo jerárquico”.

Eugenio Zaffaroni refiriéndose al fenómeno pone el acento en señalar que  “los cuerpos colegiados  dentro de la estructrura del poder judicial ejercen una dictadura interna y se solazan aterrorizando a sus colegas.  Agrega además que a través de este poder vertical satisfacen sus rencores personales, se cobran en los jovenes sus frustraciones, reafirman su titubeante identidad, desarrollan su vocación para las intrigas, despliegan su egolatría, etc, mortificando a quienes por el mero hecho de ser jueces de diferente competencia son considerados sus «inferiores».

Puntualiza finalmente que “Hay en desarrollo en ese contexto una increíble red de pequeñeces y mezquindades vergonzosas, de las que participan los funcionarios y auxiliares sin jurisdicción (fiscales, secretarios, médicos forenses,etc). La maledicencia se convierte en moneda corriente, hace presa a todos y sustituye a las motivaciones racionales de los actos jurisdiccionales: las sentencias no confirman, revocan o anulan por razones jurídicas, sino por simpatía, antipatía, rencor, celos con el colega”

Sin duda , este aspecto no visible en la epidermis judicial, propio y específico del interior de ese ámbito y estructura del poder del Estado , exteriorizado en hábitos , comportamientos, usos y costumbres, no puede ser eliminado por mandato legal.

 En ese contexto, tampoco resulta menor detenernos en otro matiz del fenómeno. Resaltamos en este sentido, que siempre la reiteración de conductas se impone, por presencia del hecho humano sobre el concepto normativo, sea como ley, decretos o actos administrativos. Por más preciosista y de delicada técnica jurídica que este exhiba una norma, cede frente al uso y costumbre del colectivo humano .

 Lo relevante es que, así como se afecta al valor justicia, con la intromisión externa -la presión- , sobre la imparcialidad e impartialidad del juzgador, también se obtiene ese nefasto resultado, cuando se le quita a los justiciables la posibilidad de acceder a la doble instancia, es decir a la alternativa de revisar lo decidido por un magistrado ,porque lisa y llanamente quien actúa en la labor de decir el derecho ante el conflicto en la primer instancia, lo hace siguiendo indicaciones, sugerencias, insinuaciones o criterios rectores, de los órganos hipotéticamente revisores, que le anulan en tanto juzgador y lo transforman en herramienta funcional de un sistema institucional burocrático.

Todo este fenómeno, traduce un no de ser, devenido en parecer . Un abandono de la sustancia por la apariencia. En ese plano, es la obsesión por lo visible, lo que desnaturaliza la estructura judicial , de manera tal que lo que debe ser un espacio institucional adaptado para la resolución de la conflictividad intersubjetiva, se transforma en un aparato despojado de toda referencia en la realidad y munido de su propia lógica,  por la que solo se admite el discurso obediente a la razón de estado burocrático que en ningún caso pueda poner en crisis ese todo estructural.

 Dicho de otra forma, nada de lo que se diga o haga, por jueces, fiscales, defensores , secretarios, empleados, ordenanzas, puede cuestionar lo existente, solo habrá entidad y legitimación para aquel hacer y discurso, que guarde funcionalidad , con esa lógica reproductiva del poder . 

Se nos habla de modificar un orden de cosas. Pero ese  objetivo, no podrá nunca lograrse si en la estructura orgánica del cuerpo judicial, están los gérmenes de lo que se combate en la exterioridad. Hay humedad en las paredes del edificio judicial, no pintemos sobre ella.

No hay doble instancia, no hay derecho a la revisión, no hay justicia para la gente o próxima a la gente, cuando el inferior es nada más que un fiel y obediente expositor de los criterios ya sentados e impuestos por prepotencia de una mal entendida jerarquía, por quienes habitan en la instancia superior, con igual función jurisdiccional. Esa intromisión hacia abajo, hace del sistema en sí, no otra cosa que un sistema de apariencias e imagen que poco tiene que ver con realidad y verdad objetiva.

Todo lo señalado es indicador del agotamiento por frustración , de los paradigmas propiciados por la república burguesa en correlación con la reproducción del capital . Es la crisis generalizada de ese proceso objetivo , la que agudiza el carácter puramente simbólico de la estructura judicial, evidenciando su real objetivo funcional a la protección de la propiedad privada y los intereses de la burguesía de conjunto.

Los trabajadores no deben ser engañados cuando se pretende convocarlos a una lucha por la democratización de la estructura judicial. La democracia obrera es significativa de otro poder de clase, el poder obrero. Su construcción y ulterior desarrollo debe ser propagandizada en la clase trabajadora como objetivo estratégico . Cualquier ideología que abogue por la depuración del poder judicial está señalando a los trabajadores una ruta falsa y un destino de fracaso.