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Nuevo Curso

REFORMAR EL ORDEN SOCIAL CAPITALISTA. UNA IDEOLOGIA EN AGONÍA

NUEVO CURSO

Ocurre hoy con la doctrina de Marx lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la liberación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para «consolar» y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola. En semejante «arreglo» del marxismo se dan la mano actualmente la burguesía y los oportunistas
dentro del movimiento obrero. Olvidan, relegan a un segundo plano, tergiversan el aspecto revolucionario de esta doctrina, su espíritu revolucionario. Hacen pasar a primer plano, ensalzan lo que es o parece ser aceptable para la burguesía.
Ante esta situación, ante la inaudita difusión de las tergiversaciones del marxismo, nuestra misión consiste, ante todo, en restaurar la verdadera doctrina de Marx sobre el Estado (Lenin El Estado y Revolución cap.1).

Carlos Marx en los Grundrisse, llama quijotadas a las acciones que buscan introducir reformas dentro del orden social capitalista, buscando por esa vía superar sus contradicciones.

 Ubica esas acciones como propias del personaje de Cervantes por su carácter ilusorio, en tanto juzga que  es  construir una ideología en la creencia de que es posible arreglar el capitalismo en tanto no funciona porque una u otra parte está desajustada y bastaría arreglar lo que está mal y todo el sistema funcionaría de forma racional, coherente y justa. En eso centra la acción de generación de falsa conciencia que es imputable a todo grupo u organización política que hace de estas prácticas su estructura política .

 En ese sentido, los reformistas no parten de la sociedad tal como es, sino de cómo debería ser, y en eso apartan su método de conocimiento y acción de la dialéctica marxista.

En 1848, la clase obrera se colocó por primera vez en lucha directa contra la burguesía: se iniciaba la revolución. Proudhon se mantuvo distante de todas las luchas y despreciaba a todos sus líderes. Para él, lo fundamental era implementar su proyecto de reforma. Con su proyecto de sociedad ideal en la cabeza, Proudhon no gastó tiempo en, barricadas y luchas callejeras en la revolución que sucedía. Se eligió diputado y presentó su proyecto en el parlamento francés en 1848. Este proyecto fue rechazado por 600 votos contra 2.

Hoy nos cansamos de ver a los diputados del FITU decir que presentan proyectos de tal y cual cosa. En general no trascienden las comisiones por la incidencia insignificante que tienen sus votos en el cuerpo parlamentario. Sin embargo la publicidad de esas presentaciones conforma a la táctica parlamentarista de esas estructuras políticas, que reposa solo en la acción de denuncia. No obstante eso que resulta para la organización no lo es para la clase trabajadora a la que se impulsa a seguir ese camino, en tanto le quita a su lucha todo objetivo realmente superador de sus malestares generales y cotidianos. A este devenir se agrega la acción oportunista de presentar los proyectos según la agenda que fija la burguesía como clase dominante. De ello se sigue que los opresores y explotadores cuentan como dato cierto que la presencia parlamentaria de este bloque será como mínimo estéril frente a sus movimientos, cuando no funcional al aportar sus presencias para dotar a la sesión de quorum.

Toda la obra económica de Marx, principalmente El capital, busca demostrar que no es posible resolver los problemas del capitalismo a través de reformas. En contraposición a las quijotadas características de los socialistas utópicos y reformistas de entonces, al pretender construir la sociedad del futuro a través de una “reforma en la bolsa” o de un banco emisor de bonus horario, Marx señala el carácter radicalmente contradictorio y potencialmente explosivo de las relaciones sociales capitalistas, al gestar en su interior las condiciones que posibilitan su superación. La “competencia genera concentración de capital, monopolios, sociedades anónimas”, “el intercambio privado genera el comercio mundial, la independencia privada genera la total dependencia del llamado mercado mundial”, “la división del trabajo genera aglomeración, coordinación, cooperación” y, sobre todo, “la antítesis de los intereses privados genera intereses de clase”. Como se puede ver, el capital es una “masa de formas antitéticas de unidad social, cuyo carácter antitético […] jamás puede explotarse por medio de metamorfosis silenciosas”.

El capitalismo es un sistema irracional por naturaleza, contradictorio, opresor y, por eso mismo de imposible reformas por vía de legislación. dos ramos se desenvuelven para establecer las condiciones mínimas para que el sistema continúe existiendo.El primero es el capital financiero bancario, que ofrece crédito y préstamos con una determinada tasa de intereses. El crédito es una forma particular de capital portador de intereses. El sistema de crédito no significa nada más que la sumisión del capital portador de intereses a las condiciones y necesidades del modo de producción capitalista una exigencia necesaria del modo de producción ,sin el cual la reproducción del conjunto del sistema se torna imposible.

Ocurre actualmente con sesgo ideológico , que la mayor parte de las corrientes políticas creen que es posible domar el capitalismo modificando sus aspectos contradictorios ,  sacralizando al capital productivo y demonizando  el capital bancario sin darse cuenta de la conexión necesaria entre ellos. En eso se ocupan de omitir que  la principal institución de ese orden social  es el Estado, pues este es el emisor de leyes y el poseedor del monopolio de la violencia sobre los integrantes de la sociedad civil.

 El Estado garantiza un padrón monetario, en dólares, las famosas reservas que tiene que ser aceptado tanto por los vendedores como por los compradores dentro de un país. Para regular la competencia entre las empresas, el Estado determina una jornada de trabajo y el resto de la regulación de la relación capital-trabajo. Como la fuerza de trabajo es una mercancía vendida y comprada en el mercado, una lucha entre trabajadores y capitalistas define el padrón mínimo de derechos. El Estado instituye ese padrón para todas las empresas. Define también las condiciones de compra y venta de las mercancías de empresas de diferentes países y, por lo tanto, negocia con otros Estados.

Por esas circunstancias y cómo podemos advertir a diario, el Estado no es capaz de controlar el mercado, sino de establecer las condiciones mínimas para que este funcione. Por eso mismo, para garantizar que la economía capitalista no se salga de la línea, los capitalistas pueden, a través del Estado, concentrar sus fuerzas para reprimir cualquier amenaza al sistema. Para eso están las fuerzas armadas, el derecho, los jueces y las leyes. Por eso hay constantes cambios en las formas políticas del Estado, de forma que pueda adecuarse a las necesidades del momento, considerando que hay que garantizar la manutención del sistema y de las clases sociales parásitas.

En ese sentido, nada puede oponerse más a la concepción marxista que la idea de transformar la sociedad, haciéndose del Estado capitalista en sus órganos de gobierno , para desde allí reformarlo. Las formas jurídicas, en las que esas transacciones económicas aparecen como actos de voluntad de los involucrados, como exteriorizaciones de su voluntad común y como contratos cuya ejecución puede ser impuesta por el Estado a las partes contratantes, no pueden determinar, como meras formas que son, ese contenido. Ellas solo pueden expresarlo. Cuando corresponde al modo de producción, cuando le parece adecuado, ese contenido es justo; cuando lo contradice, es injusto. La esclavitud, sobre la base del modo de producción capitalista, es injusta, así como el fraude en relación a la calidad de la mercancía. “

Siguiendo ese orden ideas Lenin, puntualiza lo siguiente:

«De otra parte, la tergiversación «kautskiana» del marxismo es bastante más sutil. Teóricamente», no se niega ni que el Estado sea el órgano de dominación de clase, ni que las contradicciones de clase sean irreconciliables. Pero se pasa por alto u oculta lo siguiente: si el Estado es un producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase, si es una fuerza que está por encima de la sociedad y que «se divorcia cada vez más de la sociedad», es evidente que la liberación de la clase oprimida es imposible, no sólo sin una revolución violenta, sino también sin la destrucción del aparato del Poder estatal que ha sido creado por la clase dominante y en el que toma cuerpo aquel «divorcio». Como veremos más abajo, Marx llegó a esta conclusión, teóricamente clara por sí misma, con la precisión más completa, a base del análisis histórico concreto de las tareas de la revolución. Y esta conclusión es precisamente la que Kautsky . . . ha “olvidado» y falseado.”

Como se puede ver, la crítica a la sociedad burguesa, expuesta por Marx, no se fundamenta en una condenación moral de esta, tampoco en una ética universal del hombre, cimentada en principios eternos de justicia. Antes de eso, los presupuestos para las relaciones de producción socialistas aparecen en el seno de la propia sociedad burguesa. Si “no encontrásemos veladas en la sociedad [burguesa] , tal como es, las condiciones materiales de producción y las correspondientes relaciones de intercambio para una sociedad sin clases, todos los intentos para explotarla serían quijotadas”.

En ese sentido dice Lenin:

Ya hemos dicho…, que la doctrina de Marx y Engels sobre el carácter inevitable de la revolución violenta se refiere al Estado burgués. Este no puede sustituirse por el Estado proletario (por la dictadura del proletariado) mediante la «extinción», sino sólo,
por regla general, mediante la revolución violenta. ……

El panegírico que dedica Engels a ésta, y que coincide plenamente con reiteradas manifestaciones de Marx (recordaremos el final de «Miseria de la Filosofía» y del «Manifiesto Comunista» con la declaración orgullosa y franca sobre el carácter inevitable de la revolución violenta;
recordaremos la crítica del Programa de Gotha, en 1875, cuando ya habían pasado casi treinta años, y en la que Marx fustiga implacablemente el oportunismo de este
programa), este panegírico no tiene nada de «apasionamiento», nada de declamatorio, nada de arranque polémico. La necesidad de educar sistemáticamente a las masas en esta, precisamente en esta idea sobre la revolución violenta, es algo básico en toda la doctrina de Marx y Engels.

 La traición cometida contra su doctrina por las corrientes social chovinista y kautskiana hoy imperantes se manifiesta con singular relieve en el olvido por unos y otros de esta propaganda, de esta agitación.
La sustitución del Estado burgués por el Estado proletario es imposible sin una revolución violenta. La supresión del Estado proletario, es decir, la supresión de todo Estado, sólo es posible por medio de un proceso de «extinción».
Marx y Engels desarrollaron estas ideas de un modo minucioso y concreto, estudiando cada situación revolucionaria por separado, analizando las enseñanzas sacadas de la experiencia de cada revolución

Todo el sistema, por lo tanto, está dirigido a garantizar el origen y la fuente de toda la riqueza dentro de las empresas. Esto es: que el dueño de la empresa se apropie de parte de la riqueza producida por sus respectivos trabajadores y que continúe haciendo lo mismo año tras año.

La ilusión de los reformistas, por lo tanto, es creer que algunas de las partes de este sistema pueden alterarse en su naturaleza y hacer que el conjunto funcione de otra manera.

En los días de hoy, innumerables organizaciones creen que es posible humanizar el capitalismo. O sea, resolver los problemas de la clase trabajadora sin destruir en su conjunto el sistema que produce esos mismos problemas. Algunos, creen que el problema es el capital bancario y financiero. Su programa defiende el capital productivo e industrial contra el capital que comercializa dinero. Otros creen que a través del Estado es posible transformar la sociedad y transferir la riqueza producida para los más pobres, fomentando políticas del consumo de las familias. Existe también una vertiente nacionalista. Ellos creen que la solución es favorecer a las empresas nacionales, privadas o estatales, contra las empresas extranjeras.

Todos esos programas reformistas pueden incluso tener razón en varias de sus críticas a este u otro problema particular. Sin embargo, cuando intentan alterar el sistema, usando sus propios engranajes, son tragados por este. Eso pasa porque todas esas partes (mercancía, dinero, trabajadores y capitalistas, capital industrial, bancario y el propio Estado) están articuladas entre sí y forman parte de un mismo sistema. Alimentan los mismos engranajes.

El problema principal es que tales ideas son disputadas dentro de las organizaciones de los trabajadores. Cuando son puestos en práctica, tales proyectos de reforma, llevan a la desmoralización por mostrarse impotentes en la consecución de sus fines. De ahí la necesidad de un programa claro que apunte el sentido de destrucción del capitalismo y su Estado y la imposibilidad de reformarlo. En esa inteligencia, pueden leerse el programa fundacional de la IV Internacional y en Latinoamérica las llamadas Tesis de Pulacayó.

El reformismo no es, ni puede ser percibido en la lucha de clases como un mal menor. Se trata de concepciones que debían ser derribadas y destruidas dentro de las organizaciones obreras de masas. “El comunismo debe deshacerse antes de todo lo que viene de ese hermano falso”. No son suficientes las buenas intenciones. Un camino equivocado lleva el movimiento a la desmoralización y a la derrota. “El camino para el infierno está lleno de buenas intenciones”.

“Es necesario un programa que tenga como objetivo destruir el capitalismo en sus bases. Si no es así, estaremos luchando contra el viento.”

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