NUEVO CURSO
El lenguaje de nuestros días está mucho más inclinado a abrazar la retórica del miedo. A veces parece como si la narrativa del miedo se hubiese elevado hasta su momento álgido. La aparición de latiguillos como «política del miedo», «miedo a la delincuencia», «el factor miedo» y «miedo al futuro» indican que el propio miedo se ha convertido en un señalado punto de referencia
Es por esto que la expresión «cultura del miedo» está en todas partes, y se la exacerba de modo ideológico ante la proximidad del desarrollo del proceso electoral, siendo que los diversos sectores de gestión política de la burguesía, buscan infundir temor, para lograr el triunfo de aquellas opciones, que la clase trabajadora se vea tentada a consentir lo que se le presente como el mal menor.
Dicho, en otros términos, voto por A para evitar que se imponga B respecto de quién previamente, he construido una hipotética situación de miedo por sus hipotéticas acciones desde el Estado. Vale decir, se refuerza una visión fatalista sobre la población económicamente sobrante y la clase trabajadora activa, mientras en el mismo momento se intenta señalar una posible vía que lleve a situaciones sociales que nos asuste menos en un futuro.
Repárese en los últimos instrumentos que se vuelcan sobre la campaña del candidato Milei y la inmediata convocatoria a que se evite su evolución electoral, para lo cual vale cualquier método incluso a ubicarlo en una suerte de regreso imaginario del fascismo. Nótese que el fetiche construido en torno de ese personaje, sirvió en su momento para la instalación de un factor de incertidumbre social en derredor de la vigencia a futuro de libertades democráticas, y la perdida de empleos en el sector ligado al salario
El miedo y la cultura han pasado a estar fuertemente entrelazados, y avanzan con un impacto significativo en la vida pública. De conjunto la sociedad donde existimos y nos desenvolvemos está atrapada en un esquema de dramáticas y catastróficas amenazas como el terrorismo o el calentamiento, las epidemias de gripe y las armas de destrucción masiva. o la desaparición de las fuentes de trabajo y el desempleo generalizado.
Sin embargo, a eso que puede llamarse “miedo objetivo”, de manera ideológico desde los centros de construcción arbitraria de opinión, se añade un régimen de ansiedad constante propiciado desde y a partir de los riesgos más triviales de la vida corriente. La dieta, el estilo de vida y la educación de los hijos, justo a muchos otros aspectos normales del día a día, son sometidos hoy a un escrutinio diario en cuanto a su nivel de amenaza.
El fenómeno descripto se traduce en términos de lucha de clases, en un instrumento retórico antes que un concepto preciso. A menudo, su significado dista de estar claro. Se emplea para describir las reacciones emocionales y los miedos hacia una variedad de fenómenos. Los estudios indican que la terminología retórica puede ganar en influencia y su uso puede extenderse si es capaz de aglutinar imágenes que apelen a la imaginación del público
De esta manera, en su proyección, este mecanismo deja ver que el propio miedo en sí, ha sido politizado hasta un punto en que el debate ya no es si debemos o no estar asustados, sino de qué o de quiénes hemos de asustarnos.
Por esta vía, la burguesía conduce a un imaginario social, donde como clase social dominante se presenta dando voz por sus medios de comunicación, a las incertidumbres morales y a la sensación de impotencia de la sociedad en general.
El uso y abuso frecuente del término, miedo, terror, inseguridad, paralización por impotencia, indica que sirve cada vez más a modo de metáfora para interpretar la vida. A veces casi parece como si el miedo se hubiese convertido en una caricatura de sí mismo. La naturalidad con la que la gente expresa su miedo en cuanto a este acto o aquella experiencia señala que también se ha convertido en un gesto retórico destinado a atraer la atención a un particular punto en disputa.
Por esta razón, es preciso advertir que esta política específica, debe ser contabilizada dentro de la gama de recursos ideológicos de los que hace uso la burguesía dominante en períodos de crisis de reproducción del capital por consenso al descargar sobre la clase trabajadora y los sectores sociales vulnerables, una variedad de sentimientos, desde el malestar y la inquietud frente a comentarios y presiones indeseadas a una aguda sensación de inseguridad, impotencia e intimidación, y a sentirse amenazado por el crimen
Es en este punto donde la acción consciente de la vanguardia obrera debe tomar espacio de intervención. En este caso el contradictorio exige ser posicionado en la defensa de las libertades individuales y democráticas que exigen ser elevadas frente a los avances del Estado sobre la intimidad de las personas y garantizadas en su existencia frente al creciente control social que la burguesía ejerce a través de sus herramientas de poder, todas conducentes a legitimar al aparato de agencias represivas de ese orden institucional clasista. Revolución implica en este caso, la resolución de ese orden del miedo por vía de la abolición de las estructuras institucionales y de producción que de las que hace uso la burguesía, a través de la destrucción del Estado donde aquella gestiona su poder de clase y lo descarga sobre explotados y oprimidos.