Javier Milei: «La justicia social trata de modo desigual frente la ley, la equidad es monstruosa»
Robert Nozick desde su libro, «Anarquía, Estado y Utopía”, puede considerarse como uno de los referentes teóricos más robustos en las filas liberales desde lo que se ha caracterizado como liberalismo libertario.
Es importante detenerse en sus planteos, por la actualidad que han adquirido al menos en el plano discursivo desde las tribunas encendidas por el hoy electo presidente de Argentina.
Este detenerse en el discurso explícito y el lugar que toma La Libertad Avanza en su difusión, incluyéndose en el o protagonizándolo en los hechos que en días tomarán el carácter de “actos de gobierno” adquiriendo la legalidad y legitimidad por su normativización que les permite también su imposición coactiva a la clase trabajo.
Esta estructura de pensamiento liberal-libertaria, tiene precisamente una función orgánica intelectual e ideológica subyacente, en el desarrollo político de quienes la difunden, y propagandizan , que por primera vez en Argentina le han permitido tomar cuerpo funcional e institucional en un partido político y en breve tiempo facilitarle el acceso al poder formal democrático por vía de un entramado electoral condicionante y sesgado, frente a partidos tradicionales que crujen por su desgaste en la operatoria desde el Estado de los intereses de la burguesía .
El centro de esta ideología es haber pergeñado un modelo de ser humano y llevado esa tipología del sujeto en negación de la versión social del hombre en tanto sujeto que solo se reconoce como tal cuando se encuentra en respeto mutuo con el otro como él.
El liberalismo libertario se hace en sí, en tanto discurso fundacional , desde una visión idealizada pero impuesta por los comportamientos culturales de una configuración personal de hombres y mujeres, que emerge desde las tendencias contradictorias que subyacen en la producción material de la existencia dentro del orden social capitalista.
Frente a la sociedad disciplinada socialmente, desde la producción industrializada y paradigmáticamente simbolizada en el “de casa al trabajo y del trabajo a casa” que supo enunciar el general Perón , afectada por la reformulación del modelo de reproducción-acumulación capitalista y la instalación significativa del capital financiero, la modernización de las tecnologías que rompen el trabajo colectivo e indican el aislamiento laboral donde la competencia se instala entre quienes producen esa actividad , se desarrolló una tendencia ideológica apoyada en premisas de la teoría política económica clásica, que tratan de explicar desde un presupuesto abstracto diseñado a priori, todo cuanto sucede en nuestra existencia reformulando incluso el contenido específico de cuanto debe entenderse por justicia, en tanto valor al que se aspira .
Ese diseño intelectual apoya en una forma de concebir al ser humano que parte de entender que la acción humana está aislada.
Ante la idea que venía diseñada e impuesta por necesidad funcional de la reproducción capitalista industrial según la cual la sociedad puede considerarse como algo independiente al individuo o superior a él, las derivaciones del desenvolvimiento de la estructura de producción del capital generaron la ideología contraria que parte de señalar a la inversa que los grupos no tienen existencia ontológica, y que además, son definidos de forma arbitraria por un observador. Solo el individuo piensa y actúa, la sociedad no puede pensar o razonar .Así el concepto de sociedad es definido como la totalidad de relaciones humanas, esto es su simple sumatoria y no su entramado orgánico y complejo. En consecuencia, lo que tradicionalmente presentamos como sociedad civil, no puede ser una entidad en sí misma, sino que es un aspecto de la acción humana.
De donde nace todo es del individuo, que, gracias a la cooperación social y la división del conocimiento, puede alcanzar metas que serían imposibles en caso de hacerlo solo o en grupos más pequeños, a causa de su capacidad limitada para conocer.
En definitiva y buscando una síntesis , los seres humanos son seres esencialmente solitarios con necesidades e intereses que están separados cuando no en franca oposición a aquellos de otros individuos.
El individualismo atomista que entra en este concepto, obvia el papel que juegan las instituciones y el entorno en el que se desarrolla la acción humana, por lo que a su vez omite toda consideración sobre el resultado de acciones individuales pasadas que dieron lugar de forma espontánea a esas instituciones que hoy condicionan la acción.
Esa percepción descargada sobre lo que se entiende debe ser el ser humano y no sobre lo que es, hace que el individualismo nuclear y atomista resulte estático, y como tal, diverso de toda realidad que por definición metodológica es dialéctica y compleja en el plano objetivo. La abstracción del individuo como si fuera un átomo aislado no corresponde con la realidad, pues los individuos se relacionan y son influidos por la sociedad
Transpolando este presupuesto hacia cuanto debe entenderse por “justicia” Robert Nozick despeja toda duda en torno de esta construcción ideológica en tanto entiende que la misma se desenvuelve bajo el precepto:
“De cada quien de acuerdo con lo que elige hacer, a cada cual de acuerdo con lo que hace para él mismo y lo que los demás eligen hacer o dar a él”
Es importante que se advierta que esta precisión intelectual tiene proyección necesaria en lo concreto, vale decir, no es académica sino determinante de haceres políticos que en nuestro caso pueden ser esperables desde los actores de las formas jurídicas y políticas diseñadas desde el poder burgues con letigimación estatal. Dicho de otra forma. Cuando habitemos las calles demandando “justicia”, tendremos que saber claramente, que la justicia en los vínculos intersubjetivos que es esperable del poder esta dentro de ese paradigma, por lo que no es esperable desde sus agencias otra respuesta que el mas acendrado sálvese quien pueda y el no menos veterano Darwinismo social.
Estamos frente a un esquema de poder en el que la ideología prevalente en sus acciones dominantes sobre los trabajadores se diseña sobre la idea de un individuo atomizado para el que las demás personas tienden a aparecer como sujetos neutrales cuando no inciden sobre nuestros intereses de forma significativa, o simplemente mediatizados cuando sirven como ayuda u obstáculo para la realización de sus propósitos y la satisfacción de sus deseos. Para los libertarios, las relaciones intersubjetivas terminan siendo relaciones instrumentales. Insisten en la afirmación de la existencia de una esfera privada del sujeto que debe ser protegida por el Estado.
Para beneficio de la lucha contra este orden capitalista en crisis que se defiende ideológicamente con estas construcciones intelectualmente orgánicas al interés de la burguesía, y sus aparatos políticos, conviene recordar el planteo que desde su negación, propone su superación en cuanto refiere a que entendemos por justicia cuando acudimos a ella los trabajadores conscientes de nuestra condición y nuestro objetivo socialista.
En primer lugar, hay que dejar en claro y advertir frente a todo mecanicismo que l a justicia se afirma desde lo real existente, en una noción de igualdad que tiene como componente característico el ideal de autorrealización individual, que en ningún caso debe ser negado sino establecido desde el espacio social-colectivo donde se desarrolla ese individuo.
Desde esa perspectiva el socialismo, es inseparable de una concepción de la justicia social. Esa construcción parte de otra definición del ser humano emergente de la superación de la relación explotación-opresión, que se constituye en la relación capital-trabajo y el orden social capitalista.
Desde la visión de Ernesto Guevara el hombre está en contexto de una sociedad de transición hacia el socialismo, es un continuo cambio y perfeccionamiento en búsqueda de un estadio superior de dignidad y construcción del valor justicia. Es por eso que a la hora de definir las tareas revolucionarias en post del poder obrero y socialista la premisa de construcción de un nuevo sujeto es prioritaria en tanto desde ella se opera el despegue de toda posibilidad de ver a un hombre como un átomo que se sirve del otro para sus deseos.
En esa construcción es donde emerge por fuera de la barbarie capitalista, el criterio inverso de cómo entender y defender las relaciones humanas “justas”. Dicho de otra manera, la idea de “dignidad” se refiere particularmente a la noción de justicia”
En ese mismo orden de ideas, se hace necesario también, que el derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad condicionado por ella. En igual medida, las ideas de cada época son las ideas de la clase dominante que precisamente por tal, prevalece en el espacio cultural y la visión prevalente de lo existente conforme a sus intereses objetivos.
Marx, por fuera del lenguaje moral, sin embargo, condenaba al capitalismo por sus injusticias. La relación de explotación y la desigual distribución de recursos son signos inconfundibles de que el capitalismo es injusto. Presenta un modelo de justicia social, expresado en los principios distributivos que deberían regir bajo el comunismo. En la Crítica del Programa de Gotha (1875), obra propone dos normas distributivas: el Principio de Contribución, correspondiente al socialismo en tanto primera fase del comunismo; y el Principio de Necesidades, aplicable a la segunda fase. Estos principios están ordenados jerárquicamente y revelan la existencia de una noción de lo justo desde la cual se puede evaluar la justicia de las relaciones intersubjetivas en la sociedad civil.
El principio de contribución o regla de a cada cual según su aporte es una de las características de una sociedad que está realizando su transición hacia el socialismo, pero previo al paso final al comunismo. Esto esencialmente significa que las personas son recompensadas según el monto con el que contribuyen al producto social.
El término significa que cada trabajador en una sociedad socialista recibe un salario y beneficios de acuerdo a la cantidad y valor del trabajo que él ha aportado. Esto significa que aquellos trabajadores con productividad elevada recibirán salarios y beneficios mayores que los trabajadores con una productividad promedio, y mucho más que aquellos trabajadores con baja productividad. Una extensión de este principio sería que cuanto más difícil es un trabajo —esta dificultad puede deberse a mayores requerimientos de capacitación, intensidad del trabajo, riesgos sobre la seguridad, etc— mayor será la compensación recibida por el trabajo aportado. El propósito de este principio, tal como lo afirmara posteriormente Trotsky es promover la productividad. Esto se lleva a cabo creando incentivos para trabajar más duro, por más tiempo, y en forma más productiva. El principio es en última instancia, según Marx, un resabio del capitalismo que desaparecerá en la medida que el trabajo se vuelva más automatizado y menos sufrido, y los bienes se encuentran disponibles en abundancia. Entonces la «sociedad comunista» se regirá por el principio: de cada cual, según su capacidad, a cada cual según su necesidad.
Dicho de otra forma “Es posible un nuevo orden social en el que desaparecerán las actuales diferencias de clase y en el que -tal vez después de un breve período de transición, acompañado de ciertas privaciones, pero en todo caso muy provechoso moralmente- mediante el aprovechamiento y el desarrollo armónico y proporcional de las inmensas fuerzas productivas ya existentes de todos los individuos de la sociedad, con el deber general de trabajar, se dispondrá por igual para todos, en proporciones cada vez mayores, de los medios necesarios para vivir, para disfrutar de la vida y para educar y ejercer todas las facultades físicas y espirituales” (Engels en su Introducción de 1891 a Trabajo Asalariado y Capital) Siguiendo el desarrollo de esa premisa en el tercer volumen de El Capital, Marx afirma:
“La única libertad posible consiste en que el hombre social, los productores asociados, regulen en forma racional sus intercambios con la naturaleza, que la controlen juntos, en lugar de ser dominados por su poderío ciego, y que realicen estos intercambios con la mínima inversión de fuerza y en las condiciones más dignas, las más concordes con su naturaleza humana. Pero esa actividad será siempre el reino de la necesidad. Más allá de ella empieza el desarrollo de las fuerzas humanas como fin en sí, el verdadero reino de la libertad, que sólo puede crecer si se basa en el otro reino, en el otro cimiento, el de la necesidad”
Acudiendo a todo este desarrollo, y teniendo presente cuanto empeño intelectual se ha puesto en denostar a Lenin en estos últimos tiempos de intelectuales que dicen y dicen pero que nos remiten a las barbaries existentes solo como intérpretes y nunca como transformadores, parece conveniente revertir ese camino y en nuevo curso tener presente que:
La democracia tiene una enorme importancia en la lucha de la clase obrera contra los capitalistas por su liberación. Pero la democracia no es, en modo alguno, un límite insuperable, sino solamente una de las etapas en el camino del feudalismo al capitalismo y del capitalismo al comunismo.
Democracia significa igualdad. Se comprende la gran importancia que encierra la lucha del proletariado por la igualdad y la consigna de la igualdad, si ésta se interpreta exactamente, en el sentido de destrucción de las clases. Pero democracia significa solamente igualdad formal. E inmediatamente después de realizada la igualdad de todos los miembros de la sociedad con respecto a la posesión de los medios de producción, es decir, la igualdad de trabajo y la igualdad de salario, surgirá inevitablemente ante la humanidad la cuestión de seguir adelante, de pasar de la igualdad formal a la igualdad de hecho, es decir, a la aplicación de la regla: «de cada
uno, según su capacidad; a cada uno, según sus necesidades». (El Estado y la revolución)
Finalmente , buscando brújulas en tanto mareo eleccionario, tanta afirmación de lo verdadero por vía de un discurso irreal es urgente, casi imperiosamente necesario retornar a Ernesto Guevara, aclarando cual es el lugar del individuo en la historia :
“Para ser médico revolucionario o para ser revolucionario, lo primero que hay que tener es revolución. De nada sirve el esfuerzo aislado, el esfuerzo individual, la pureza de ideales, el afán de sacrificar toda una vida, una vida al más noble de los ideales, si ese esfuerzo se hace solo, solitario en algún rincón de América, luchando contra los gobiernos adversos y las condiciones sociales que no permiten avanzar. Para ser revolucionario se necesita que todo un pueblo se movilice y que aprenda, con el uso de las armas y el ejercicio de la unidad combatiente, lo que vale un arma y lo que vale la unidad del pueblo” (discurso pronunciado en Cuba, acto de inauguración del curso de adoctrinamiento organizado por el Ministerio de Salud Pública el 20 de agosto de 1960)
NUEVO CURSO