LUCHA. CONTRA LA MEMORIA SELECTIVA Y LA OFENSIVA CAPITALISTA, MONTE CHINGOLO. DEUDA CON UNA GENERACIÓN DE JOVENES OBREROS  REVOLUCIÓN EN PERMANENCIA, LUCHA QUE NO SE DETIENE

El 23 de diciembre de 1975, a menos de 20 Km. de la Casa Rosada -sede del Poder Ejecutivo Nacional- en un barrio del Sur del Gran Buenos Aires, alrededor de doscientos combatientes del Batallón Urbano General San Martín del Ejército Revolucionario del Pueblo se empeñaron no sólo en la mayor batalla de la guerrilla, sino en la mayor batalla de la lucha de clases en la Argentina.

De un lado estaba la gran burguesía nativa, aliada y socia menor del imperialismo, con sus instituciones de poder: el sistema parlamentario, los medios de comunicación de masas, la jerarquía de la iglesia y las fuerzas armadas y policiales.
Del otro, el pueblo argentino: la clase obrera, el, los estudiantes e intelectuales revolucionarios, la clase media urbana y rural, quienes de lo pequeño a lo grande, de lo simple a lo complejo, de la filosofía a la acción política, habían ido construyendo, también, sus organizaciones de poder obrero : las organizaciones políticas revolucionarias, el sindicalismo clasista, las coordinadoras de gremios en lucha, las ligas agrarias, el movimiento de sacerdotes para el tercer mundo, los cristianos por el socialismo, las fuerzas armadas de la revolución, sus organizaciones guerrilleras y, en particular, el Partido Revolucionario de los Trabajadores, dirección política y militar del Ejército Revolucionarios del Pueblo.

23 y 24 de diciembre de 1975, batallón “ Domingo viejo bueno” y todas las adyacencias de Monte Chingolo en pcia de Buenos Aires, no tienen recordatorio en el democratísimo. Salvo contadas excepciones periodísticas que por tales dignifican esa tan decaída ocupación del hombre, no se produce evocación alguna, pese a la entidad de la batalla entablada entre el ejército del pueblo y los aparatos armados del Estado burgués, en manos de Isabel Perón.

El silencio de un nuevo año se corresponde con el oscurantismo que sobre lo sucedido y la magnitud de la batalla, le impuso la historia oficial de entonces, y el ulterior embuste ideológico ejemplificado en la teoría de los dos demonios.

Hay oscuridad y silencio cómplice, porque no es posible recordar a los caídos en una batalla por la liberación humana de las cadenas que proyecta sobre nuestros cuerpos el orden social que nos explota y somete, sin denunciar nuestra actual oquedad y nuestras limitaciones políticas.

Es hora que frente a un gobierno que viene por lo poco que queda puesto en valor por los trabajadores y su producción, para satisfacer el apetito de la burguesía dominante y facilitar sus negocios a expensas de nuestra clase y la población que ha sido expulsada de la economía formal, se recuperen estos mojones de lucha y se los dignifique en la memoria colectiva. Es hora de enfrentar sus discursos con nuestra experiencia de lucha y su necesaria permanencia.

Los caídos en Monte Chingolo solo mueren físicamente, cualquiera fuese la maniobra de olvido que le impone el curso del tiempo y las acciones políticas de todas las expresiones del orden social capitalista. Nunca mueren en los que luchan, porque precisamente la lucha, por los medios que fueren es la que nunca habrá de ceder existencia, mientras perviva la sociedad de clases, la opresión y la explotación.

Son justamente los asesinos del pueblo trabajador en los embates del Estado armado sobre las personas, que se produjeron en las poblaciones próximas al batallón Viejo Bueno, quienes como espectros se dejan ver en esta farsa continuista que presta gestión tras unas elecciones defraudatorias.

La sangre derramada en esas jornadas no lo fue para que hayamos llegado a este presente. Justamente fue ofrecida para impedirlo y fijar un hito inverso en búsqueda de la revolución socialista.

Los que luchan y no lloran, no han dejado de perseguir ese mismo destino aún en las condiciones más desfavorables y la emergencia de los cultores de las ilusiones democráticas, que hoy ven con estupor, la caída definitiva de sus discursos vacíos de contenidos sobrepasados por el Leviatán burgués que exhibe en el eco del acto eleccionario su verdadero rostro.

La revolución en permanencia es el camino determinado por la lucha de clases , no ha de ceder sus objetivos mientras exista explotación y opresión delimitando los contenidos concretos de nuestra existencia. En permanencia sobreviven en un joven que protesta y se organiza, nuestros héroes de Monte Chingolo, en permanencia avanza la revolución socialista y la emancipación de los trabajadores.

NUEVO CURSO