NUEVO CURSO
Turbio fondeadero donde van a recalar
Barcos que en el muelle para siempre han de quedar,
Sombras que se alargan en la noche del dolor…
Náufragos del mundo que han perdido el corazón…
Puentes y cordajes donde el viento viene a aullar
Barcos carboneros que jamás han de zarpar…
Torvo cementerio de las naves que, al morir,
sueñan, sin embargo, que hacia el mar han de partir…
La licencia poética de Enrique Cadícamo parece ser la forma necesaria para dar identidad metafórica a la situación de todo el espectro que en su momento se reunió bajo el FIT, un frente que nunca fue más que una cooperativa con propósito electoral para superar la carencia electoral que les impedía a las organizaciones reunidas, ir individualmente a los procesos eleccionarios de rutina, por no vencer el cupo mínimo de votantes.
Esas mismas organizaciones adaptadas finalmente a los sistemas electorales que le fueron imponiendo terminaron por dirimir sus candidaturas con el mismo formato y conformando sus programas y modos de intervención mediática a las pautas que se le terminaban diseñando desde el poder constituido.
Lejos de ocupar el vació que dejaba el trajinar de los partidos políticos tradicionales, embarcados en una disputa formal y de estilos, que permitía ocultar al menos en el plano de las apariencias la creciente caída del régimen burgués en su tarea básica de lograr hegemonía en plano cultural, los partidos del FIT, no hicieron otra cosa que permitir se incorpore a la cooperativa electoral el MST, es decir, abrir la puerta al grupo más oportunista y aventurero de ese espacio. Fue así que el gran aporte en más de una década se consolidó en la ampliación de la cooperativa, a la que nada le importaba el trabajo militante cotidiano en la lucha de clases real, enmarañada en las disputas, reclamos y planteos de orden puramente economicista.
Ocurre que esa inercia, ese cálculo de aparato, permitió en gran parte que el vació en el que no encontraba cabida el discurso y la acción de una nueva camada de los sectores medios juveniles le diera la espalda e incluso les culpara de sus padeceres, extremo este que se vio reflejado en la propia cancha del electoralismo fomentada por los FITU-
Las otrora jóvenes, ahora convertidas en señora de trajecito, no tenían mejores ideas que pretender constituirse en las tías de los nuevos jóvenes, pero estos profundamente apolíticos, dieron cuenta de no necesitar de sus consejos y piruetas discursivas.
Es así que estamos fondeados, sin expresión política socialista para la lucha obrera, y haciendo tareas para zarpar, sabiendo que no nos habilitamos a salir del turbio fondeadero que supimos construir.
Es tiempo de tomar un nuevo curso, volver a las prácticas cotidianas del trabajo de propaganda militante paciente, redefinir los programas, explicar las reales causas de la decadencia capitalista y organizarnos de modo acorde a las situaciones que nos plantea la realidad.