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UNA HUELGA PROGRAMADA EN NIVEL NACIONAL Y UN PARO DERROTADO  EN SANTA FE. LA INCIDENCIA DE LA INTERVENCIÓN SINDICAL EN LA CRISIS DEL CAPITALISMO

La Asociación de Magisterio de Santa Fe (Amsafe) confirmó este jueves que aceptará la oferta de aumento salarial de marzo como parte de la negociación en la paritaria educativa provincial. De esta manera se despejó el temor a un nuevo paro en abril, ya que el Sindicato Argentino de Docentes Particulares tomó la misma decisión (Sadop).

Esta noticia no es una noticia más, porque muestra cómo los límites del economicismo y el reformismo vuelven a mostrar el hasta donde de la lucha de clases según esas estructuras ideológicas que anidan ya prolongadamente entre quienes conducen estas organizaciones de trabajadores.

En la provincia de Santa Fe por décadas se extiende una suerte de clásico futbolístico rosarino donde los hinchas de Central y NOB periódicamente se pintan la cara y parece que el mundo anunciara su fin ligado a la suerte de ese evento .No son pocas las muertes que la historia señala con referencia a ese encuentro futbolístico, pero lo cierto es que en cada fin de año se anuncia el fixture educativo con la indicación de la fecha de inicio de clases en el próximo periodo LECTIVO y los dirigentes sindicales deciden salir de sus respectivos locales gremiales , visitar a algún amigo periodista y anunciar que comienzan a  desempolvar discursos bélicos y que se pintan los rostros. Luego la cuestión es meses después si se inician o no las clases y si se afecta o no su dictado en proyección a los meses siguientes.

Mientras tanto en ese período el docente de base sufre el retraso salarial, mucho más agudo en este último tiempo por las incidencias del plan económico y el avance real de la burguesía sobre la clase trabajadora y los jubilados buscando recursos de esos ingresos para secar la circulación de moneda, descargarle la última devaluación del dólar y asumir el pago de compromisos internacionales y nacionales ligados a la deuda pública,

En el curso de las escaramuzas de la pretendida contienda las dirigencias sindicales aportan dos elementos recurrentes. Apelan en primer lugar a ampliar la discusión de la contienda por ingresos a al abordaje de todo el problema educativo, señalando en el primer disparo el estado deplorable de las escuelas y la pobreza de la educación concentrada en la base de lograr que los niños y adolescentes asistan a como sea, sin dar mayor relevancia a si en verdad materializan el mentado derecho a la educación. Para el juego efectivo de esta táctica, le manda “promesas de amor eterno a los padres” para que los acompañen en esa gesta totalizadora. Se acude para ello a exhibir la idéntica condición de trabajadores que tienen unos y otros y no es un problema menor lograr que eso ocurra, sin perjuicio de lo cual las medidas de fuerza que se adoptan implican objetivamente a esos padres obligados a replantearse su esquema rutinario de vida para determinar como los niños cubren esos espacios vacíos.

Lo cierto es que este pretendido clásico, siempre y de la manera más diversas con las “razones” que puedan exponerse termina como la mayoría de los clásicos entre NOB y Rosario Central: Empate. Pero como viene sucediendo desde también mucho tiempo, los hinchas y los fanáticos ya no quedan contentos con esos resultados consensuados y es entonces donde nace la pregunta. Pueden los docentes de base y los padres de sus alumnos acudir mañana a sus tareas con la sensación de haber hecho valer el derecho a educación de sus hijos o simplemente los primeros lavan sus caras, dejan de gritar por las calles y aquí no ha pasado nada. De las carencias de los inmuebles donde se dictan clases, de la pobreza de la educación en sí, a los que oportunamente se acudió para dar sentido a la huelga más allá de las demandas salariales, quién se hace cargo o es que las guardamos para el próximo partido.

Está claro entonces que, aunque los dirigentes sindicales del caso se vistan de rojo, se digan progresistas, firmen documentos combativos, lo cierto es que su propio esquema vital, ese que los mantiene por décadas en los alrededores de esas conducciones queda atrapado en la rutina de un conflicto que nunca excede las fronteras de una suerte de conteo anual de fuerzas, en la que también se encuentra la ficticia división entre la dirección local de Amsafe Rosario y la conducción provincial.

Sin embargo, hay que detenerse en esta noticia que da cuenta del acuerdo, que viene amparada por una votación previa de la propuesta del gobierno por los docentes. El esquematismo rutinario del año a año de la conducción de los sindicatos  incluso por  propia necesidad e interés de ese colectivo dirigencial  se despoja ahora de todo el discurso político que se hace durante de la contienda que  cede ante el reduccionismo de una propuesta mejor o peor del gobierno provincial al que se lo termina aceptando como tal y con eso la inicial negación de sus posturas y las impugnaciones de sus políticas ligadas fraternalmente con las del gobierno nacional, terminan confirmándolo y aceptando como poder al que se somete.

La reiteración de estos mecanismos lleva a la frustración militante de las bases, incapaces de rebasar a estas conducciones por sus propios límites, por su lento proceso de asimilación teórica de la cuestión esencial que exige la coyuntura de la lucha de clases, ubicada en la prioridad de avanzar desde la condición de clase trabajadora en sí a clase para sí, dotada de las determinantes que emergen de la defensa del programa socialista y la construcción del poder obrero.

La cuestión de los sindicatos y su rol en la lucha de clases conforme al estadio en que esta se encuentra en nuestro país, se exhibe con toda su relevancia en el fenómeno desarrollado desde la huelga docente en Santa Fe.  Los fundamentos del programa socialista exhiben en términos generales los lineamientos con el que la cuestión debe ser examinada, no como una suerte de versículo del nuevo o viejo testamento sino como una herramienta teórica con la cual abordar el fenómeno en sí y en los hechos materialmente producidos desde los elementos que el conflicto social mismo suministra

En ese sentido es importante recordar que la acción no se opone al pensamiento; la acción exige el pensamiento y este construye desde sus reglas metodológicas un cierto acercamiento a lo real existente por fuera de sus apariencias inmediatas. La práctica no significa sólo a sino captarse a lo existente, significa no sólo habilidad técnica para actuar sobre lo existente, sino y en todos los casos conocimiento profundo de la realidad y acción plenamente consciente, es decir, basada en el conocimiento hasta el sitio en donde este haya llegado y no en paquetes doctrinarios de exitismo transitorio, luchismo aparatoso y declinación final irremediable. 

También hay que recordar que los sindicatos son herramientas organizativas que se dan los trabajadores desde su propia condición de clase trabajadora en sí y expresan en sus acciones un primer peldaño o estadio de la confrontación de clases con la que se nutre el orden social capitalista.

La lucha economicista desde la que se genera esta organización, es a la vez un límite para que este alcance en un mayor desarrollo de la lucha de clases instancias de relevancia cuando lo que se cuestiona es la existencia misma del poder opresivo y explotador de la burguesía entendida como clase dominante y su institucionalidad jurídicamente organizada en un Estado.

El sindicato es una parte de esa institucionalidad jurídica a partir de que es la ley de ese Estado opresor la que da forma a esas organizaciones colectivas y le dicta las formas jurídicas en las que estas deben actuar en el orden burgués, con lo cual desde esa apariencia , se consolida el límite objetivo de las mismas que es la disputa por el salario y las condiciones de trabajo, todo lo cual implica dejar enclavado al sindicato en la propia relación social fundante del capitalismo, que no es otra que la que materializa la venta de la fuerza de trabajo de quien no tiene otra vía de sustento y la apropiación de sus consecuencias materiales y simbólicas  por el empleador.

La Internacional Comunista estableció en sus cuatro primeros congresos la premisa de que los sindicatos eran un terreno de intervención fundamental para la militancia comunista. Participar de los sindicatos es en ese sentido, estar siendo parte de la existencia misma de la clase trabajadora,

Sobre esa base no puede dejarse de advertir que la formula por la cual se acude hacia las acciones sindicales desde el reformismo constructor durante años del cretinismo parlamentario y la apología del trabajo parlamentario para sancionar “leyes”, solo tiene espacio relevante precisamente cuando ese parlamentarismo reformista da muestras de agonía, en tanto es ahora la burguesía de conjunto la que avanza con idéntico instrumento jurídico formal, es decir, las leyes o en su defecto los DNU para imponer una renovación de las formas reales de dominación clasista que impone sobre la clase trabajadora .

Dado ese presupuesto fáctico que es de constatación objetiva en la realidad, lo que se hace es acudir al sindicalismo por el sindicalismo mismo, que es sustancialmente distinto del trabajo político en las organizaciones de masas que se dan los trabajadores como clase en sí.

El sindicalismo en los términos que ha dejado ver el conflicto social que protagonizaron nuevamente los docentes de Santa Fe, emergió frente a la avanzada capitalista corporizada en el propio gobernador buscando una opción que la lógica sindical no puede ofrecer sin rebasar los intereses del propio sindicato en sí y de sus dirigencias. El recurso de recostarse sobre la acción sindical, no ha sido otra cosa que una reacción al parlamentarismo reformista y pasivo del socialismo reformista, dejando deslizar ideas de organización desde el lugar de trabajo, el rechazo a la política reformista y la afirmación retórica de la huelga general como fetiche.

Lo cierto es que este desplazamiento desde el parlamente al sindicato dictado por el fracaso de la táctica electoral que anteriormente concentró a la militancia en el objetivo de tener más parlamentarios se tradujo en una propaganda que dice defender una perspectiva de lucha de clases, pero limitada  en su contenido real , a los reclamos económicos  y absolutamente carente de una estrategia de poder, ya que la huelga general no es presentada como una herramienta que da cuenta del pasaje directo de la lucha espontanea a una lucha organizada y consciente en plano programático de los trabajadores  sino como   una imagen de una gran batalla hipotética que sobrevendría por sí misma  sin un plan de qué hacer después de concretarla .

Lo que ha sucedido y deja ver esta nueva versión del conflicto docente deja ver que la mentada  independencia de los sindicatos respecto de los partidos y la falta de consecuencia en  la lucha política solo conduce a una frustración más que se suma a la esterilidad de las infinitas marchas callejeras , todas las cuales terminan hoy con los trabajadores volviendo a las mismas escuelas edificios que denunciaban por sus carencias y con salarios que no le permiten nada más que sobrevivir en el escenario de las limitaciones existenciales que le impone la barbarie capitalista.

Esta reiteración de la “minoría activa” que cree movilizarse solo por concentrarse en un sindicato y su economicismo deja ver su enfoque parcializado del fenómeno contenido en el conflicto social de clases según sus actuales niveles de desarrollo y por esto se muestra impotente frente a las cifras de las votaciones que encubren un democratísimo de aparato al interior de la misma organización.  

En esto es del caso reiterar siguiendo a los revolucionarios probados en la lucha revolucionaria desde la que hicieron no otra cosa que revoluciones , que para que los sindicatos sean verdaderamente independientes frente al Estado, necesitan  ser orientados por una estrategia de poder obrero, es decir, los trabajadores sindicalizados deben necesariamente  establecer  la tarea contemporáneo a la lucha sindical de conformar un partido revolucionario de trabajadores desde donde desarrollar el programa socialista por la acción de agitación y propaganda sobre la clase trabajadora en sí misma considerada.  Es decir, ganar influencia siendo los mejores militantes del sindicato, promoviendo la política del partido en las bases y peleando por ella en las instancias de decisión democrática de la organización sindical.  Es ese el dato necesario a computar, dejando de lado la creencia de en el siglo XXI de los sindicatos vistos como estructura organizativa pueda surgir un órgano de poder político obrero revolucionario

El Estado subordina los sindicatos y partidos social-reformistas cualquiera fuese el nombre o denominación que se den a sí mismos como forma de canalizar el movimiento de masas .Esta circunstancia incide en un recrudecimiento de la burocratización de las organizaciones sindicales que debe ser superado, aun cuando esas conducciones adopten posturas de aparatismo combativo que termina en un salón de la casa de gobierno firmando un acuerdo con los mismos que el día anterior eran acusados de todos los males e incluso apelaron a la violencia del Estado que conducen para incidir en la derrota de la lucha de modo directo.

Queda en evidencia desde lo sucedido que la organización sindical, más allá de las incidencias de la votación previa se termina ubicando en una posición asimilable a   un organismo auxiliar de la política de Estado del poder burgués y su objetivo final de degradación de la educación a un servicio público mal prestado.

La crisis del capitalismo, la agudización de la lucha de clases, la intervención activa del Estado en la economía con políticas liberales de ofensiva sobre los trabajadores, son los elementos subyacentes a todas las aristas de superficie que exhibió el conflicto docente durante estos meses que se llevan recorridos en este año 2024. En sentido inverso, su desenlace adverso a los intereses de la clase trabajadora hace que gane lugar el debate sobre la organización política de la clase obrera, por vía de acciones de propaganda que promuevan el debate sobre la conformación de un Partido de Trabajadores, luchando a su vez en las instancias de discusión democrática sobre la necesidad de que ese partido sostenga un programa de revolución social y no de reformas dentro del capitalismo.

Queda planteado desde la propia experiencia docente proyectada hacia las posibles acciones futuras de la CGT y las CTAs un cuestionamiento político estratégico respecto a la imposibilidad de encorsetar a la militancia activa en la división entre luchas económicas y políticas característica de las distintas variantes sindicalistas, especialmente de aquellas burocráticas

Todo esto no implica como ya hemos expuesto más arriba ,  una generalización de la consigna de “partido de trabajadores basado en sindicatos” sino de empleo de la inserción ganada por la vanguardia en esas organizaciones para propagandizar la necesidad de la fusión de la lucha por planteos economicistas con los objetivos del programa socialista, y la construcción de un nuevo orden social superador de las estructuras relaciones y materiales del capitalismo en su momento de agonía y escenarios de barbarie.

Insistimos en la importancia del trabajo de la vanguardia militante construida en la experiencia de lucha y la autoeducación en el programa socialista en los lugares de trabajo y en los sindicatos de masas y a denunciando de modo propagandístico a la vez los límites que el orden capitalista plantea a esas mismas organizaciones por sus propias contradicciones que nacen de su ligazón estructural con la relación capital-trabajo. Los sindicatos, «por sus objetivos, su composición y el carácter de su reclutamiento, no pueden tener un programa revolucionario acabado; por eso no pueden sustituir al partido.

Las necesidades objetivas del momento, cuando asistimos a la degradación del salario y de la educación es que la propaganda socialista derive en la organización de instancias que superen en los hechos a las conducciones dirigenciales de los sindicatos conformando «los comités de huelga “desde los propios trabajadores en sí.

La búsqueda inmediata que se nutre de la experiencia recorrida es superar el límite de las luchas económico-corporativas y las tácticas de asignación de derechos en un Estado constitucional de derecho estructurado como forma del poder burgués.

El contenido concreto de la militancia desde las organizaciones de los trabajadores constituidos como clase en sí es la lucha por la independencia de esas organizaciones respecto del Estado, por la democracia sindical creando organizaciones de democracia directa asamblearia desde donde crear las experiencias posibilitadoras del pasaje de clase en sí a clase para sí de la mayoría de los trabajadores así organizados, en adquisición y desarrollo del programa socialista revolucionario.

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