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CÓRDOBA Y LA HISTORIA LOGRARON REUNIR A DOS SERVILES . SOBREMONTE Y MILEI.

Estamos próximos, en el mes de junio, de contabilizar 218 años del momento en que los británicos, al mando del general Beresford, se apoderaron de la capital del Virreinato del Río de la Plata aprovechando las indecisiones y los errores de cálculo del virrey Sobremonte. La ausencia de estrategia y planificación hicieron posible que tan solo 1600 ingleses capturaran la ciudad casi sin disparar un tiro. Mientras tanto, el 26 por la noche el virrey se fue con tropas de caballería hacia el interior del territorio. Antes había despachado a Luján los caudales de la Real Hacienda, del Consulado, de Correos y Tabacos y de los de la Real Compañía de Filipinas, además de 9 mil onzas de oro propias. Su familia lo esperaba en la quinta de Liniers.  Si bien había tenido tiempo de organizar la defensa, de cavar trincheras, colocar artillería y distribuir a los soldados y voluntarios en techos y ventanas, prefirió dejar la ciudad.

Esa son las situaciones que enamoran de Córdoba y le dan su particularidad. Sus edificios dan cuenta como una presencia que se niega a retirarse de la existencia sensible, dan cuenta de momentos relevantes de nuestra historia y de situaciones esenciales que remiten a individuos aparentemente dotados de coraje y poder que repentinamente solo buscan proteger bienes y riquezas y su mínimo entorno afectivo. Sucedió como surge de lo narrado ya hace mucho más de doscientos años.

Pero Córdoba y la historia tienen la virtud además de concentrar en esa vivienda que ocupó Sobremonte en huida, no solo ese testimonio sino la enseñanza de sus acciones serviles y utilitaristas de un sujeto que solo se guio por esos paradigmas, recostado en la protección de una plaza armada mediterránea, que le brindaba seguridad por su lejanía de los hechos bélicos y el carácter crudamente conservador del poder establecido en ella.

Nuevamente Córdoba, la de hoy, la de todos los días, tuvo ocasión de recibir a un muñeco que ofrece imagen y pretensión de establecerse como un Bonaparte y ni llega a las medias del otro, de Luis Bonaparte, solo se parece a Sobremonte . Por eso parte de la clase trabajadora el día 25 de mayo, repudiándolo en las calles, le hizo ver que su destino se encamina a correr idéntica suerte que la de este último. Siguió el León alardeando de tal, pero por las dudas reservó una plaza para él , su hermana y los perros en Rosario de Santa Fe 218, donde alguien de buen corazón y apiadándose de su derrotero , le ha ofrecido las dependencias que cobijaron al alicaído Sobremonte.

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