Un periodista se vale por estos días de un crímen para editorializar en relación a los derechos humanos. Le sierve la «coartada» para sentenciar que el hecho de sangre «Confirma una verdad dolorosa: que la militancia por los derechos humanos se convirtió hace tiempo en un negocio millonario para algunos…….»»Lo más grave, sin embargo, es comprobar que la utilización de los derechos humanos, por parte del kirchnerismo y sus aliados, degradó la causa hasta convertirla en una posible coartada criminal. Un escudo a mano para esconder hasta el crimen más atroz….»
El texto tiene contundencia e impacta como alegato para redondear con otras palabras la misma tesis que patentó un ex-presidente y que aflora de los labios de muchos detractores profesionales: «los derechos humanos son un curro».
Esa afirmación y el editorial de referencia en el inicio, parece ser una respuesta, ontológica, que busca establecer su ubicación en el mundo de las cosas “reales” . Es la contestación necesaria que parece avanzar respecto de una pregunta específica. ‘¿ qué son los derechos humanos?. Sin duda vale hacerse la pregunta antes que apurarse a replicar con un NO SON UN CURRO y avanzar con la referencia histórica de las practicas genocidas en nuestro país, en particular las que se produjeron en la década del setenta del siglo pasado.
Esto es así, porque si bien es visible que la editorialización en uno de los medios más leídos del país, de esa afirmación ontológica, ya sugerida desde tiempo del gobierno de Macri responde al aprovechamiento intencional de la muerte Susana Montoya a manos de su hijo , quien a la vez revestía como miembro de la organización H I J O S para avanzar en esa premisa fundadora de toda una serie de derivas en espacios concretos de la realidad, de la misma manera que en su momento se instaló que un piquetero en un vago privilegiado que cobra un plan, ocultando que es elemental que nadie desee estar en la situación de ese pretendido vago, ahora lo tendencial es cerrar otro postigo de la ventana anti-represiva y la lucha de los trabajadores en sí, limando su propia experiencia histórica, por vía de caracterizar una de sus concesuencias como un «curro», asignando a esta segunda palabra, su significante de «eetafa», tal como se la emplea coloquialmente en Argentina.
Lo cierto, sin embargo, es que apelando a la ontología y a la introducción como premisa de esa afirmación , el poder burgués por uno de sus usinas pone en el ruedo una sentencia buscando penetre de una vez por toda en el sentido común , paso necesario para seguir por el camino, para esa clase necesario, de cerrar una situación traspalándola a un período que se dice es histórico viendo al mismo desde otra perspectiva que no da espacios políticos para su reclamo y referencia cotidiana por los que luchan y ocupan las calles del país. En igual línea se inscribe la impugnación de cifras de desaparecidos, descolgada de la demanda de apertura de archivos de organismos militares de inteligencia realizados en aquella época de operaciones genocidas
Lo curioso del fenómeno, es que buscando la respuesta ontológica, en un mismo movimiento se oculta la referencia histórica de aquello por lo que se demanda un concepto relativo a su ser y naturaleza. En ese sentido , hay que decir que cuando se alude a «los derechos humanos» hay acuerdo generalizado de que se hace referencia a una concepción capitalista y liberal de la existencia del sujeto individual en un modelo de sociedad de clases , pero sus perfiles y contenidos se han debatido entre el mito y la historia, desde su creación como discurso hasta la materialización en textos jurídicos, es decir, leyes, códigos, tratados internacionales, convenciones y Constituciones nacionales de los actuales Estados.
La actualidad , no da a lugar a dudas, se salió del relato mitológico segun el cual el ser humano por la sola condición de serlo tiene acceso a posibilidades de existencia y respeto digno de su condición que por tales le deben ser garantizadas sin las cuales no es un sujeto en sentido jurídico a su consagración por la forma jurídica a narración propia de una historia verdadera, que tiene esa caracterización abstracta como premisa fundante, sin detenerse en las estructuras productivas y las relaciones sociales de producción que le otorguen realidad concreta. Hoy el mito se cuenta como una historia verdadera, mani-pulada por los grandes autores que han servido de pilares al orden social capitalista . El liberalismo en todas sus versiones posibles le han dado al poder burgués esquemas conceptuales , falsos discursos, desde una “naturaleza humana” hasta la supuesta igualdad que ofrecen estos derechos todos asociados a la necesidad del Estado de derecho y la democracia como forma de gobierno que por tal resulta fuera de toda posible impugnación social .
La narración, cuenta que los hombres nacieron con una naturaleza humana, aunque no explica con claridad qué es una “naturaleza”. Lo de “humana” es más fácil entender si se piensa en la distinción, meramente cultural, entre hombres y animales.
La palabra “naturaleza”, parece usarse aquí para dejar caer la idea de que
hay “algo” en la humanidad que permanece. Que no
puede ser objeto de manipulación por el orden social que fuese Esto, porque se mantiene la idea de que la naturaleza es una sustancia distinta de la historia o la sociedad en las que queda claro que los seres humanos han intervenido. En
la naturaleza, en cambio, todo está como era entonces, incluso la propia superficie de la tierra y su clima.
Dejamos en claro este concepto, para evitar el riesgo de ser mal interpretados. En el curso de una lucha social de clases que supone el enfrentamiento directo de ellas sin mediación política formal, dentro de las herramientas de acción con las que se cuentan se ubican aquellas que en el plano cultural tienden a impugnar la posición del oponente buscando restarle fundamentos legitimantes.
Es en ese espacio de desarrollo del conflicto social donde se puede apelar a la vigencias de garantías corporales y psicoógicas de los componenetes de las clases enfrentadas de modo tal de conseguir su integridad. Ello no supone sin embargo, adscribir al sistemas de normas jurídicas que dan fundamento al poder material del adversario , ni dar legitimación a los intelectuales orgánicos de esa clase ubicados en el Estado con la función de decir el derecho que esa clase ha consagrado. Se puede denunciar torturas, desapariciones, vegaciones, actos de violencia institucional, para darle visibilidad a ese comportamiento a fin de mostrar de que se habla cuando se habla de los hechos armados del enemigo de clase. Otra cosa es pensar, auspiciar y concretar actividades que tiendan a consagrar en los hechos, por su admisión las declaraciones de derechos subjetivos individuales o colectivos que ese poder burgués exhibe como el estándar natural e irrevocable de la existencia, marcado por el orden capitalista.
Durante años , las parroquias insertas en las universidades, comprando mercancía de las usinas intelectuales del poder burgués , propusieron y proponen al lenguaje como una suerte de estructura que permite encontrar la razón de lo que existe. Sin embargo y de modo paradójico en el mismo momento en que se expandía esa ideología, también se ocupaban de ocultar que también lo que se da en llamar derechos humanos no admiten ser considerados como un objeto cosificado , , sino como un discurso. Es decir, lo que se a impedido es lo que se pregonaba , es decir pensar en ellos como un producto del lenguaje. De esta forma, llegamos a una aclaración necesaria:
existe un discurso de los derechos humanos, discurso que se instala simplificado como sentido común , lo que hace que , cada uno de los derechos que podamos enumerar desde ese lugar específico de la condición humana, también es un discurso. Sabemos entonces que cuando se alude a Derechos humanos se esta haciendo referencia a un discurso especifico, consagrado en textos legales ,y en ningún caso de «un curro», puesto que este tipo de declaraciones con solemnidad formal de leyes no puede ser considerado en sí mismo «un fraude». Distinto es , por supuesto, la utilización de clase que se hace de ese discurso, y mucho más aún el contenido de ese lenguaje.
De esta forma, y para aventar las preocupaciones ontológicas del medio comunicacional, denunciando su utilización malversada del fenómeno en sí, lo que corresponde es saltar ese obstáculo epistemológico afirmando que cuando se hace referencia a Derechos Humanos estamos aludiendo a una ideología formalizada en lenguaje estrictamente jurídico. Por esta razón, las actuales maniobras distractoras del poder burgués, como lo es el artículo periodistico y su campaña de instalación posterior por otros medios , no ponen en evidencia esta cuestión, sino que se orientan a la función de poder fundamental, es decir, definir de modo arbitrario y para beneficio de sus intereses concretos , qué dice el discurso de los derechos humanos sobre la base de que todo discurso no es estático sino un desarrollo continuo, más aún, si por razones funcionales del orden burgués, los jueces encarnando el poder institucional son los llamados a la labor de interpretación jurídica de la norma. En definitiva, es la arbitrariedad en la elección del corpus del discurso en el actual estadio de la lucha de clases con la estructura de capitalismo tardío y dependiente de nuestro país, la que está en la base de toda esta operación política.
En el curso de los últimos días por efecto colateral de las acciones de un enfrentamiento boxístico en juegos olímpicos, se produjeron escaramuzas que terminaron por dejar en claro que hoy la narración discursiva con forma jurídica nos informa que la naturaleza (humana, claro) es idéntica en todos los hombres y las mujeres y otras determinaciones de género y así se consagra. No está tan claro sin embargo en el caso de un sujeto que priva de libertad a otro en cumplimiento de ordenes , le tortura, obtiene información y luego hace desaparecer al sujeto pasivo. Se acude para ello a una noción utilitarista y cuantitativa de lo justo y permitido aduciendo que si la información así obtenida da elementos para frustrar atentados lo obtenida purga el modo de obtención. Menos gravoso pero de igual alcance, es el caso de plantar celulares en las cárceles para saber que hablan los internos con el exterior, o colocar dispositivos de vigilancia ocultos, aún cuando se trate de la propia vivienda del presidente de un país.
Para dejar en evidencia el carácter ideológico , coyuntural y funcional al interés de clase de los dominadores basta retrotraerse en el tiempo y ver que con el mismo rigor que hoy se dice que se tiene por que una norma jurídica lo avala , en otros tiempos la solución jurídica era diversa o antagónica a ella y se valía del mismo imperio. Fue recién, poco antes de mediados del siglo XX, que se aceptó que las mujeres e podían votar. Esto, incluso en las llamadas “grandes democracias occidentales”. De esta forma siguiendo la lógica según la cual lo que tiene el ser es el lenguaje, Las mujeres norteamericanas adquirieron recién en 1920 la misma naturaleza humana que los varones.
Es la arbitrariedad del contenido del discurso de los derechos humanos lo que esta en juego como un punto neurálgico en el campo de batallas que diseñan las clases para dirimir su conflicto social. En este caso estamos frente a la recuperación de la burguesía de una posición transitoriamente capturadas por las masas en ocasión de que fueran agredidas por acciones de exterminio como lo fueron las practicas genocidas desarrolladas por el Estado. Para esa recuperación, la burguesía ha decidido acelerar los tiempos , con fundamento en su propia crisis, y hacerse de una cabecera de playa que es la devaluación del discurso actual, para una vez privado de valor y de sentido , apropiarselo por pocas monedas y nuevamente dictar su contenido discursivo despojándolo de toda capacidad para cuestionar al orden capitalista.
En definitiva, el objetivo de las actuales operaciones devaluatorias del discurso de derechos humanos es llegar a que se admita que la naturaleza intrínsecamente humana que le da fundamento no incluyó a los pobres, y las potencialidades que se describen en los textos legales solo se consolide como una aptitud o capacidad de los burgueses, es decir, de los propietarios. “Naturalmente”, los no propietarios no pueden ser iguales a los propietarios, El relato contaba que, si bien conforme con la naturaleza todos eran iguales, no por ello todos tienen condiciones, para ser ciudadanos activos , el resto solo tiene para sí la pasividad frente a lo dado y operado desde el poder burgués estatal. . Como se ve, la narración contará lo que le conviene al cuentero.
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