Nuevo Curso

LOS DOS MORENOS EN EL ESCENARIO

Guillermo Moreno, ex secretario de comercio y embajador en Vaticano dijo en forma reiterada y ante quién le quiera oír, que Victoria Villarruel «ha demostrado con claridad ser una mujer que se va a destacar en el futuro» y que no discute el nacionalismo de la vicepresidenta, busca aglutinar a distintos sectores del peronismo que se encuentran en la deriva política y se ofrecen al mejor postor de la burguesía, como integrantes de un eventual elenco de recambio de la actual gestión de gobierno.

Visto el escenario de desarrollo de las maniobras políticas, también es posible advertir y destacar que los espacios organizativos que se dan en llamar a sí mismo izquierda, nunca pudieron superar el espacio que dejó trazado Nahuel Moreno. Ese diseño ideológico, que se estableció renegando de cuanto trazó Trotsky en defensa del marxismo buscando la fundación de

de la IV internacional y venerando al peronismo para ubicarse tácticamente como su ala izquierda.

Esto prevaleció por la base, aún con la formación del PRT y luego el PRT LA VERDAD y más hacia adelante, sus descendientes PST MAS Y la diáspora ulterior a su muerte.

Todos son engendros de esa matriz, donde más temprano que tarde emerge esa construcción, que espera con brazos abiertos que se caiga algún sector militante que se dice peronista, pero lee, bastante erróneamente algunos textos de Marx y mayormente a Keynes.

 Esta faceta ideológica de la existencia real de Nahuel Moreno y sus acólitos perseverantes herederos todos resumidos en la   conformación  de falsa conciencia y su divulgación propagandística, hizo que la militancia fuera concebida básicamente como lucha sindical y el oponente a vencer quienes tenían el control de los sindicatos organizados en forma burocrática o el patrón individual de turno, en torneo por la puja salarial, es decir por la cuota de explotación que este imponía e impone en lo cotidiano.

Para Nahuel Moreno, de lo que había que dotar al trotskismo era de obreros industriales conscientes, pero lo que hacía en concreto era fabricar obreros desde la pequeña burguesía, sacados de jornadas eternas de pasillos por las facultades y colegios secundarios, todos los cuales más temprano que tarde volvían a su posicionamiento de clase luego de haber visto eso de las fábricas y los barrios a pulular en lumpenismo ilustrado por la parroquia morenista.

Este desvío sindicalista y economicista abierto al juego político oportunista de Nahuel Moreno, hizo que la tradición de lo que se llama izquierda sea de programa mínimo, aun cuando dicen venerar el de transición y referirse al máximo en los días feriados o de obligado recordatorio.

Ese perfil economicista es el que les hace ir, más temprano que tarde detrás del peronismo, cualquiera fuese su relato, adquiriendo sus determinaciones políticas como furgón de cola.

La negación y nunca su superación, en términos históricos fue el Lambertismo y su personaje por estas latitudes Jorge Altamira, hoy ponderado por los pocos apóstoles que le quedaron como una suerte de “maestro Jedi” de Start Wart.

Altamira y el grupo nacido de Praxis escuchando a Silvio Frondizi, es decir la primera versión de política obrera en los setenta, luego PARTIIDO OBRERO en los ochenta, por ser negación de las aventuras de Nahuel Moreno, no lo superaron y sus prácticas con el tiempo degeneraron en forma conjunta en aparato de colecta de recursos por vía del parlamentarismo y una política estéril en relación a la cuestión del poder

Estamos en 2024, es cierto. Estamos con una gestión de gobierno acorde con los sentires cotidianos de una población alienada en aplicaciones bajadas en un aparato que se sigue llamando teléfono, pero tiene poco de eso cultora al extremo del fetichismo de la mercancía, atravesada por la cultura de las divergencias e identidades, negadora de toda posibilidad de un relato totalizador emancipatorio en lo social, y la pregunta entonces ‘¿que tiene que ver esta historia descriptiva del decurso del morenismo con esto de hoy?

 Todo esto viene a cuento porque hay otro Moreno en el espacio. No es Nahuel, es el del INDEC, pero por su nocividad para los trabajadores se le asemeja pese a su discurso aparentemente nacionalista. 

Lo cierto y preocupante es que su discurso se busca emparentar nuevamente con los generales, como ocurriera con la política en la ´década del año cuarenta del siglo pasado, cuando emergió el general Perón para asumir la condición del primer trabajador.

Solo que ahora, sus desorientados epígonos, acostumbrados a jefaturas femeninas buscan en el plano de las sombras de la caverna a la hija de un milico derrotado militarmente en Malvinas y emparentada con los restos anémicos del otrora partido militar y su brazo ideológico la Iglesia Católica, también decadente.

 Durante todo este proceso , lo que se ha hecho desde toda militancia bien intencionada es olvidar el debate inicial entre Nahuel Moreno y Mario Roberto Santucho en el seno original del PRT , desde donde se deriva todo este derrotero acompañada por la impotencia del altamirismo, en particular en lo relativo  a esto de  confundir la lucha política, con la lucha en una fábrica y apreciarla bajo el paradigma recurrente de   que cada conflicto sindical , puramente economicista sea visto como la apertura de un período revolucionario al todo o nada.

La opción del PRT, fraccionada en “el combatiente” marcó inicialmente el camino de la formación autónoma de una política de construcción del partido de clase y alcanzó a enunciar una perspectiva táctica frentista y una lucha por el poder obrero real y no imaginaria. Esa vertiente dada la desaparición física de sus militantes de vanguardia, no ha conseguido hasta hoy recomponerse alrededor de las premisas de sus cuarto y quinto congreso ambos en los fines de la década del sesenta y comienzo del setenta, lo que marca el naufragio real de toda intervención genuina de la clase trabajadora en” sí”, en la lucha por el socialismo y el poder obrero

      Nuestros días, exigen como prioritaria tarea la reaparición de  la clase obrera, como actor social protagónico, y la participación en su seno,  de una  juventud radicalizada. Esto trae de suyo , un cuestionamiento del paradigma  organizativo vigente constituido en un aparato burocrático sobre el que se monta una cooperativa electoral compuesta por gente que solo atisba a visibilizar en su horizonte una reedición de una revolución democrática por vía del parlamentarismo dentro de la institucionalidad del Estado constituido por la burguesía sin superación de las relaciones de producción capitalista que lo constituyen.

Esta rutina militante que se desenvuelve desde el 14 de abril de 2011 fecha que emergió el fit dando confluencia al morenismo y al altamirismo es lisa y llanamente, por muy variadas formas, la continuidad de una retórica cercana al peronismo, que supone una práctica que conlleva en definitiva al mismo disciplinamiento a una dirección política ajena a la clase trabajadora.

Esta perspectiva, reduce la convulsionada coyuntura social y política, a un enfrentamiento formal dispuesto de manera abstracta contra las prácticas específicas del poder burgués entre organizaciones, en la que lleva la peor parte la clase trabajadora en sí.

La superación de esta propuesta ideológica debe partir de establecer la necesaria relación   entre una estructura política de vanguardia con respecto a las masas de trabajadores y sectores sociales desplazados del trabajo formal a los que se estima en tanto sujeto revolucionario que encabeza la tendencia hacia la transformación social

Ese cambio necesario no admite otra versión posible en sentido superador del espacio de miseria en que sobrevivimos que el desarrollo por la vanguardia obrera de un proceso que inicialmente puede asumir matices de resistencia haciendo pie sobre la demanda de realización de consignas y garantías democrático-burguesa en su contenido, necesariamente y por intervención directa de la vanguardia obrera, terminara radicalizándose y convirtiéndose en una evolución socialista. Es decir, considerar a la etapa de transición al socialismo como un proceso revolucionario no regido por patrones de acumulación, productividad o racionalidad capitalistas, que es motivo y requiere de una firme moral socialista concentrada en la gestión de un hombre nuevo por su nueva existencia y una constante elevación de consciencia de los trabajadores.

Un partido político revolucionario con inserción y construcción política en las masas trabajadoras es entonces el objetivo.  Es la herramienta necesaria para la construcción del poder obrero alcanzando la forma de la dictadura del proletariado.

Nahuel Moreno es el hacedor de una política oscilante y oportunista desde el punto de vista metodológico y organizativo que despojó a los trabajadores de hacerse de esa herramienta necesaria que es la construcción política de su propia política, con aplicación de sus métodos y los objetivos históricos definidos para su militancia.

  Una problemática propia de toda organización socialista revolucionaria es la forma de influir como estructura política en la conciencia de las masas, de modo tal que éstas se reconozcan como vanguardia política impulsando el programa socialista. Esa es la tarea nunca emprendida de modo consciente y organizativo por el formato morenista. El peligro de un enlace final del vagón militante de los luchadores al tren de un sector que asuma el relato peronista, impone despejar esta confusión para terminar con los dos Moreno, Nahuel y el nacionalista formal que mira con cariño las faldas de la vice- presidenta negacionista.

.Nuevo Curso