Nuevo Curso

NOSOTROS LO HAREMOS

Lo haremos tú y yo,
Nosotros lo haremos,
Tomemos la arcilla
Para el hombre nuevo.

Su sangre vendrá
De todas las sangres,
Borrando los siglos
Del miedo y del hambre.

Por brazo, un fusil;
Por luz, la mirada,
Y junto a la idea
Una bala asomada.

Y donde el amor,
Un grito escondido,
Millones de oídos
Serán receptivos.

Su grito será
De guerra y victoria,
Como un tableteo
Que anuncia la gloria.

Y por corazón
A ese hombre daremos
El del guerrillero
Que todos sabemos.

Lo haremos tú y yo
(por brazo, un fusil),
Nosotros lo haremos
(por luz, la mirada);
Tomemos la arcilla:
Es de madrugada. (Daniel Viglietti)

Los hechos que se montan de manera artificiosa, producto de operaciones políticas, cada una sostenida en subyacentes actividades de los numerosos servicios de inteligencia que operan en nuestro país hacen que en sentido genérico todo posible paradigma organizador de una existencia en mediano plazo para el conjunto se desvanezca con el consiguiente agregado de inseguridad existencial, que necesariamente toma expresión en las relaciones o vínculos objetivos cotidianos.
Vale decir, en nuestra sociedad las particulares situaciones objetivas que se suceden en las relaciones de producción, determinan un espacio de crisis de reproducción del capital en ese nivel, pero ese fenómeno no queda ahí, ya que en el mismo momento , para lograr conservar íntegro los intereses antagónicos presentes en esos vínculos, se montan estructuras políticas que conducen a poner en crisis los términos hegemónicos de esa dominación de clase pero dentro de la propia clase por la puja de sectores a su interior, con el agravante que la lógica de lavar los trapos sucios hacia dentro , cede en beneficio de que sea el conjunto de la población con la recepción o no del operativo en curso, moldee o establezca se avanza sobre el suceso y sus protagonistas , el mecanismo selectivo del castigo punitivo.
Así las cosas, todo lo que normalmente parece constituir lo real , hace a la vez que se lime la posibilidad de ubicar una razón para vivir, factor finalista y motivante que se desvanece, haciendo que el vacío obtenga partida de nacimiento.
Las esperanzas largamente instaladas por décadas, en las ilusiones de la democracia parlamentaria muestra en rostro de fracaso y la realidad de la frustración colectiva consecuente. El trabajo en nuestra sociedad, no se realiza con la orgullosa conciencia que asume todo ser humano en su determinación final de ser útil, sino con el sentimiento humillante y angustioso de poder contar con medios dinerarios para consumir lo que el mercado ofrece, sólo por el hecho de disfrutar, sencillamente, de un cierto lugar social , un privilegio concedido por un pasajero favor de la suerte, privilegio del que están excluidos cada día que pasa, cada vez mas grandes contingentes de personas sumergidos en la vulnerabilidad en que los coloca la pobreza y la miseria cultural.

La experiencia muestra que las generaciones pasadas de la clase trabajadora , bajo la ilusión del peronismo se engañaron al creer en la difusión de las luces generadas por las ilusiones democráticas y las políticas de declaración de derechos subjetivos , porque hou se ve con evidencia que para el capitalismo,no es posible divulgar a las masas sino una miserable caricatura de la cultura científica moderna, caricatura que, lejos de formar su juicio y mejorar sus capacidades , las habitúa a la credulidad parasitaria por lo dado y real existente a pesar de que esa realidad los deposite en escenarios de barbarie .

Vivimos una época privada de futuro. La espera de lo que vendrá ya no es esperanza, Hay, sin embargo, desde 1789, una palabra mágica que contiene todos los futuros imaginables y nunca está tan cargada de esperanza como en las situaciones desesperadas; es la palabra revolución.

Desde esa palabra que pone en acto una necesidad y por ello remite al imperativo de transformar de modo superador lo real, es que traemos a cuento a Ernesto Guevara en un tiempo calendario que nos acerca a su fusilamiento.

Desde ahí, desde ese significante, la propuesta de apelar al Che, es ir por Ernesto Guevara, buscando su “querida presencia”. Para ello como convención acudimos a una fecha, pero solo por convención, en tanto si para alguien no hay fechas es para el propio Ernesto de La Higuera.

Sabiendo que una presencia no se vuelve figura sin un sujeto que la recorte intencionalmente sin escisión entre percepción y realidad dada ir por el Che con finalidad o propósito apelante sobre lo dado a base de su impugnación, no es otra cosa que acudir, a sus posiciones y a su mensaje, resultante de su política activa, en tanto es esto lo que pese a su muerte, lo que le ha trascendido más allá de su lugar como combatiente revolucionario.

La fuerza objetiva que tienen los datos de la realidad y la inscripción que el transcurso del tiempo hace sobre las ideas que se generan desde y para los trabajadores, dejan hoy, un gran espacio para las gravísimas dudas y aprensiones que Guevara tenía en relación a los incentivos materiales y a todo “socialismo económico” desprovisto de una construcción humanitaria , a lo que añadió el señalamiento del imperialismo como lo que necesariamente ha de ser superado

De hecho, la magnitud simbólica de Guevara y esos objetivos estratégicos a los que aludimos , son malversados por el propio equipo politico que se ocupa de la gestión de los intereses de la burguesía al poner en su cabeza la responsabilidad por lo que consideran “una amenaza comunista”, a la que se exhibe con perfiles que no varían mucho de lo que el sentido común generalizado de las masas de trabajadores, tiene del Estalinismo

Dicho, en otros términos, estas confusiones contenidas en mensajes extravagantes, tan lejanas de la vida cotidiana de un asalariado, hablan de la vigencia del mensaje guevarista de cuestionar todo desde las bases, desde la premisa de que ese cuestionamiento implica también al sujeto mismo de la política por representación , llamado a superarlo, que no es otro que la vanguardia socialista revolucionaria con particular implicancia en la juventud trabajadora, nacidas al calor y los efectos de la implementación de nueva modalidades de producción y empleo de la fuerza de trabajo.

Viendo a personas enarbolar símbolos de cambio, posicionados sobre un esquema de derechas e izquierdas propios del proceso de construcción del Estado nacional, como superestructura de la formación material productiva de acumulación y reproducción del capital y en formato puramente electoral, con embellecimiento ideológico del parlamento en el esquema de poder de la democracia formal queda claro que lo importante y significativo es el cuestionamiento generalizado de lo dado y esto incluye también al trabajador en sí, en tanto individuo en lo que tiene que ver con los paradigmas culturales de su conformación como sujeto y la asignación de personalidad que le depara el orden jurídico estatal , en tanto componente de una determinada clase social a partir de sus propias actitudes de vida y su posicionamiento ante los fenómenos públicos y los demás con quienes se asimila a partir de la venta de su fuerza de trabajo.

Buscamos dar un eje conceptual que vive aún fuera de la desaparición física de Ernesto Guevara a manos del enemigo de clase , como herramienta de trabajo revolucionario. El propio trabajador en sí, debe ser cuestionado en su ser interpelado cotidianamente por sus representaciones simbólicas y finales del sentido de su vida , es decir, en su propia individualidad, en tanto y en la medida que está constituido para reproducir de modo consciente o inconsciente la sociedad capitalista alienado en el fetiche de la mercancía.

Es por eso que hoy adquiere con nivel de urgencia e imperativo, darle primacía a los incentivos morales entre nosotros mismos como trabajadores en sí superando en lucha cotidiana el individualismo y su consecuente comprensión utilitarista de las determinaciones existenciales que asume cotidianamente . En particular cabe tomar al programa socialista revolucionario como paradigma y oponerlo de manera antagónica a quienes hacen del carrerismo y el individualismo pragmático un modelo de vida.

Acudir a la idea de estímulos morales gestados desde el principio de colaboración y solidaridad de clases , es ir por el socialismo como proyecto de poder obrero deseado, en tanto postula un nuevo régimen social donde la dignidad no se negocia, donde el trabajador es sujeto y no objeto y deja de rendir culto fetichezco a las mercancías por la desaparición de estas.

Esa aplicación-búsqueda de construcción teorico práctica del programa socialista por la emancipación de los trabajadores , exige una profunda mutación cultural expresada como fin de la militancia política en el plano ético, sobre la prevalencia actual que en la sociedad capitalista tienen los estímulos materiales, sobre el abordaje utilitarista de las relaciones humanas al punto de constituirlo como criterio de justicia de esas relaciones y la resolución practica de los conflictos al interior de la sociedad civil y de las relaciones sociales que emergen del Estado mismo .
Hay que tomar comprensión acabada por vía de la propaganda socialista generalizada sobre la clase trabajadora , que la tendencia a la permanencia del utilitarismo individualista y otros estímulos es funcional a la reproducción simbólica del capital desde donde se torna imposible superar las categorías y la lógica de funcionamiento mercantil, con lo cual el naufragio del proyecto de vida individual , necesariamente naufraga y solo gesta el vacío y la nada
La superación de esa objetividad no puede ser encarnada por sujetos que venden fuerza de trabajo político sujeto a una imagen y a una táctica electoral dentro de una estrategia reformista con objetivo en el parlamento, las constituyentes y toda herramienta de democracia indirecta, representativa vigente en el orden legal burgués. El reexamen permanente de lo dado, la básica opción de vida centrada en la negación de ese orden social capitalista, la apelación a Ernesto Guevara, surgen como herramientas necesarias.

Un sistema tan complejo como el capitalista no puede ser derrotado utilizando sus gastados fetiches, o sus propias “armas melladas”, como lo dijo en reiteradas ocasiones Guevara. Desde otra perspectiva significativa, el recorrido nos coloca además frente a la noción de a justicia, no como abstracción inherente como ideal de las relaciones humanas sino como un prevalente real y necesario.
No basta la pretendida justicia declarada como fundamento en las normas e instituciones si éstas no se corresponden con un abanico de actitudes, motivaciones y valores que, a nivel de las personas, también se nutran en los mismos valores y no se reduzcan a la reproducción de la creación y circulación de mercancías y en última instancia al endiosamiento del dinero.
Los hechos y los productos que la sociedad capitalista derrama sobre la existencia humana, imponen desde el trabajador, con objetivo de justicia, posicionamiento y acciones antagónicas a esa forma de existencia, que con proyección al plano colectivo y cultural, pueda neutralizar y luego desplazar definitivamente, egoísmo, individualismo, instrumentalismo, y productivismo, internalizados por vía de su difusión y aliento desde el poder, que han logrado en amplio espectro una suerte de “naturalización “ que pone en acto la respuesta espontánea ante cualquier situación social construida en esa clave egoísta y materialista, con apariencia de “sentido común”

Por eso, la acción política revolucionaria generada desde la vanguardia de la clase trabajadora, necesita en su actividad propagandística, pugnar por otro ser humano y otra sociedad, solo pueden tener como objetivo prevalente advertir sobre este fenómeno del espacio ideológico de la apariencia burguesa signada por la consigna ley y orden, posibilitando con ello el cambio necesario e imprescindible del modelo social de reproducción de la existencia propio de la relación capital-trabajo
.
Por esto, a diferencia y en divergencia con la propaganda mercantilizada de la imagen de los candidatos que nutre la acción de los partidos del sistema, se proclamen o no de “izquierda”, en la acción política propagandística de la que se nutre la etapa de lucha en la que transitamos, deben hacerse visibles y presentarse como plenamente viables, los elementos estructurales y superestructurales de una nueva forma de sociabilidad que destierre para siempre las actitudes y predisposiciones heredadas de la sociedad burguesa.

El individuo ciudadano abstracto. El sujeto candidato o elector implican una abstracción que se corresponde con una sociedad abstracta en donde lo simbólico se escinde del ser como ocurre en nuestra existencia concreta. Erradicar las motivaciones que por siglos han impulsado la conducta de hombres y mujeres bajo el capitalismo es sin duda un objetivo estratégico fundamental en la construcción de una nueva sociedad. Son obstáculos que no pueden ser salvados luego de la toma de las herramientas del estado burgués abolido, la acelerada mercantilización de viejos derechos sociales como la salud, la educación, la seguridad social y la victoria ideológica del neoliberalismo que instauró, en el plano universal, un nuevo sentido común rabiosamente egoísta y materialista.

Nace y permanece un imperativo: Hace falta la creación de una nueva cultura, generadora y generada por un sujeto consciente del objetivo de alcanzar a ser un “Hombre Nuevo” en una nueva sociedad despojada de la ley del valor y del enfrentamiento de clases por la desaparición de la hasta entonces dominante en la sociedad vieja y bárbara del capital con forma de Estado y vigencia de la premisa Ley y Orden.
El programa revolucionario de la clase trabajadora, que toma cuerpo en los trabajadores conscientes de su necesidad histórica de superar el orden social capitalista en crisis, impone en los luchadores propagandizar el imperativo de abandonar todo principio utilitarista en la definición de lo justo, tanto más cuando en el seno del proletariado bajo el indujo del posmodernismo y la cultura neoliberal muchos han renunciado incluso a la labor interpretativa.

Por todos estos elementos del fenómeno, el combate debe ser dado hoy por los trabajadores, en todos los planos de su vida cotidiana, por vía de la intervención asociativa y el impulso de los estímulos morales, regenerando y resignificando la construcción del sujeto revolucionario y combatiente.

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