En el curso de este año que pareciera tiene distinto calendario pues todo lo que manifiesta naturaleza política apunta, no al 31 de diciembre sino al 26 de octubre, sin que realmente pueda estimarse que hay detrás de ese día, vuelve con fuerza la pregunta que se concentra en el interrogante ‘¿Qué es Argentina? ¿A qué aludimos cuando hablamos de Argentina?
Al parecer no da lugar a dudas sus límites territoriales, ni a la lengua que se emplea en el interior de ese territorio, pero ‘¿Y el resto? ¿Se congregan realmente comunidades que se identifican como tales en el factor común de habitar en ese límite territorial y algo más?
También hay hasta ahora otra certeza. El Estado que la burguesía instituyo, que tomó cuerpo y forma jurídica como Estado con el dictado de la Constitución Nacional, admite una mirada que la contemple, fuera de la forma jurídica, y desde su materialidad concreta, como un conjunto poblacional generador de relaciones sociales de corte capitalista.
Si esto último es así , hay que plantearse con seriedad , si no estamos existiendo en el contexto de una tendencia que avanza para que aquello que se enseña en escuelas, se da por cierto en estudios superiores y regula con forma jurídicas todos los vínculos de la sociedad civil divida en clases por el orden capitalista y sus relaciones de producción , esté inmerso en un proceso histórico de desaparición , por descomposición esencial de sus componentes básicos y específicos. Una punta de ese posible iceberg lo da la conformación de “Provincias Unidas”, espacio está integrado por Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Carlos Sadir (Jujuy), Ignacio Torres (Chubut) y Claudio Vidal (Santa Cruz), en búsqueda de ser una tercera vía que rompa la polarización entre Javier Milei y el peronismo y sea el receptor de los votos que drena el primero por resultado del limado político que le impuso el segundo a la vanguardia impensada de las protestas que durante el año se expresaron con lucha de calles.
Todo esto da cuenta que estamos frente a una situación estructural que hace difícil su percepción directa por el encubrimiento político, cultural que ideológicamente destinado a ocultarlo o retrasarlo impide básicamente la toma de conciencia necesaria para su superación. .
Dicho en otros términos, vivimos un proceso particular, regionalizado, de agotamiento como proyecto nacional que alguna vez, y de modo raquítico pudo encarnar la burguesía local, que no se manifiesta de modo abierto , sino por episodios intencionalmente particularizados por las usinas mediáticas y el dominio hegemónico de los sectores de poder ligados precisamente a quienes en esas relaciones capitalistas , se apropian del valor generado por la fuerza de trabajo empleado en la producción de bienes y servicios.
Es estado que luego de largas luchas no solo discursivas sino de profundos enfrentamientos bélicos que implico el proceso de consolidación de un sector de la burguesía nacional, el andar en el tiempo con la forma jurídica que documenta la ley superior , Argentina en tanto Estado con el que toma forma el poder burgués real , es un país pequeño y de capitalismo tardío , si se lo mide por su baja escala productiva y se lo compara con el resto de los estados capitalistas, y por su particular ingreso al mercado mundial cuando este se encuentra desarrollado y ocupado, por otras burguesías con respaldo jurídico en otros Estados.
Argentina llega tarde y se retrasa con denuedo, a la competencia mundial y por lo tanto tiene que enfrentar a competidores que tienen una escala enorme de desarrollo compara, lo que significa, que tienen capitales suficientes, que conocen el mercado, que tienen una red de compradores y vendedores con extendida capacidad financiera.
Todo esto hace que la estructura económico-social en la que nos encontramos bajo eso que se conformó como Argentina, sobreviva a duras penas, por un mecanismo de compensación centrado en la renta agraria diferencial y periódicas devaluaciones, haciendo que la producción industrial adquiera precaria existencia en el mercado interno por la expansión inducida del consumo y no por la valorización creciente de la fuerza de trabajo.
La llegada de un grupo significativo del capital financiero desarrollado al calor del creciente endeudamiento utilizado como recurso prevalente a lo largo de este siglo ,aceleró las carencias sustantivas poniendo como parte de su política, la evidencia de que en las anteriores gestiones se había sostenido desde el aparato del estado a otro grupo burgués, altamente parasitario que so pretexto de gestar dinámica interna a la reproducción del capital posibilitaba el desarrollo de raquíticas políticas sociales, tan lumpenizada como la matriz de ese capitalismo vernáculo.
Sin embargo, esto último, dejó en claro que, sin las políticas económicas de un estado a manos de sus operadores políticos, su existencia se ve severamente cuestionada en las capacidades innatas para continuar.
En el plano de lo puramente objetivo, lo que está sucediendo es que el sector de argentinos que reproduce su existencia vendiendo de una u otra manera su fuerza de trabajo, está trabajando más para comprar menos, y los apropiadores de valor mudan de identidad, pero el proceso continúa a costa de escenarios de miseria crecientes en cada vez más extendidos sectores de la población.
Por los tiempos en que vivimos, asistimos al desarrollo de una intervención política en beneficio de quienes se apropian de ese valor, que busca retrasar ese proceso degradatorio de nuestra existencia, por vía de operaciones financieras de salvataje, que se suceden una tras otras encadenadas por el necesario fracaso a corto o largo plazo.
Otros sectores de la burguesía ponen en escena a operadores políticos, siempre con el barniz ideológico de decir que expresan un discurso “científico “, afirmando que cuanto corresponde es buscar que el país gane en competitividad en el mercado mundial, pero advertido del déficit estructural de desarrollo tardío de sus fuerzas productivas y su modelo de gestión política , de conseguir transitoriamente algún resultado termina demostrando que, no gana competitividad porque es más productivo, sino simplemente porque forzó a su población a vivir peor .Luego, la inflación hace su parte técnica para naturalizar con permanencia esa distribución perjudicial de la riqueza de lo poco y mal que se produce , lo que impide que un nuevo proceso originario de acumulación se verifique en la sociedad donde sobrevivimos vendiendo nuestra fuerza de trabajo .
Esta descomposición y agotamiento estructural, nos permitiría dar muchos ejemplos extraídos del ámbito de la salud, la educación, las condiciones de trabajo, pero para intervenir en el objetivo de denunciar y superar el juego ideológico prevalente que el poder burgués hace sobre las que llama acciones criminales y proyectándonos hacia el fenómeno ideológicamente visibilizado de la violencia delictiva , nos vemos obligados a llevar lo que venimos señalado al espacio de la vulnerabilidad social, pues ese lugar no es caído del cielo, sino una y tal vez la más significativa de las falencias estructurales que tiene el modo de producción capitalista , tal como se conforma en la actualidad y dentro del cual nos vemos constreñidos a sobrevivir a como sea . necesariamente a ubicar en la llamada
Visto desde esta perspectiva , quienes estudian con detención el fenómeno acuñaron un término para designarlo con mayor precisión :“población sobrante” refiriéndose a un sujeto social colectivo en donde residen la mayor parte de los condicionantes materiales de esa particular forma de existencia social , que impone el capitalismo dependiente y tardío por nuestras latitudes vivenciales, signada por la insatisfacción de las necesidades básicas de reproducción de la existencia en términos de dignidad contenedora de los valores inherentes a lo humano.
Lo cierto es que, como parte de esa tendencia decadente y autodestructiva por desarrollo de sus contradicciones en la que se presenta la reproducción social de las relaciones capitalistas en la estructura productiva del estado donde encuentra encuadre jurídico nuestra existencia, se empieza a consolidar la violencia como contenido específico y visible de esa relación, y en paralelo le acompaña como naturalización de una vía diferenciada y de despareja relación de fuerzas por las que el antagonismo de clases se aborda desde la acción violenta del Estado .
La cultura dominante posiciona ideológicamente ese aspecto que precariza nuestra existencia, ubicándolo específicamente y de modo segmentado en la relación delito-castigo y en lo que se presenta como su resultante, es decir la relación social seguridad-inseguridad. Tanta es la entidad de la naturalización del uso de la reacción punitiva, que ella ya forma parte de las acciones políticas cotidianas, de manera que, por ejemplo, lo que no se consigue con repudio social, ni arrojando materia fecal al frente de una vivienda, se consigue por vía del empleo de las formas jurídicas represivas y la naturalización del afán de encarcelar a las personas, aún a las mismas que no hace mucho pedían ese instrumento para tratar a los demás. En definitiva, el castigo penal punitivo, como manifestación de la tendencia a la desintegración de eso que llamábamos Argentina, se enseñorea sobre las relaciones intersubjetivas. Primero fueron por ellos, los humillados y ofendidos, hoy van por todos los que sea necesario ir, al interior de la propia burguesía y por sobre las formas republicanas aparentes, se enseñorea la “pena y la cárcel”.
En ese plano existe un uso sesgado y bastardeado del menú de valores morales con el que la burguesía se ubicó como clase dominante al producir su revolución democrática, de manera que cuestiones éticas se proyectan a morales y con ellas en la mano se avanza en una aparente conjura de los puros sobre los que no comprendieron lo que es ser “honestos “ y a ello se lo emparenta con lo que se da en llamar seguridad.
Lo cierto es lo inverso, son en los hechos los cuarenta ladrones los que avanzan sobre un siempre renovado Alí Baba al que se lo ubica en un sitial para descabezarlo de forma diversa a las empleadas en los orígenes, pero con su cabeza rodando al fin, presurosos de ser necesario de rápidamente encontrar otro cliente para ocupar el lugar, siempre con la ayuda de los servicios “de inteligencia” que corren con premura para hacer lo suyo y arrojar carpetas físicas, o virtuales, teléfonos pinchados o análisis de giros bancarios mediante.
Dicho de otra manera , se exhibe como valor social ideológicamente construido los disvalores del narcotráfico y quienes se acercan a él, pero en el mismo movimiento, como si se tratara de la cintura de Maradona, se oculta que es la economía criminal la que en gran parte sostiene ese acto final del político de turno recibiendo una suma de dinero que se busca “lavar”, sin preguntarse quien es el responsable del lavadero y quienes fueron los consumidores de esa especial mercancía que permite ser realizada en ese dinero que viene tan sucio que necesita de la limpieza que como ultimo cuadro de una película solamente se exhibe con un político llorando ante cámaras, como pide perdón un asesino serial de una novela negra.
Lo que se exhibe la acción mediática del enésimo operativo que se monta con esa estructura vindicativa en nuestros días, poniendo a propios y extraños en el rol de Bernardo Gui , el inquisidor que llega a una abadía del norte de Italia, para procesar a los implicados en la novela-película “El nombre de la Rosa “es que màs allà de la construcción de relaciones humanas justas, lo que se busca afanosamente es que el propio orden-desorden capitalista factor esencial en todo cuanto sucede , sea a la vez y paradójicamente , el objeto de una pretendida demanda colectiva de “justicia” mediante la cual la sociedad adquiera como valor prevalente y deseado , la “seguridad”.
Por fuera de ese formato ideológico, es constatable que ,las cíclicas crisis en que recae la estructura económica y la profunda de esta última que transcurre incluso con forma extendida en el orden global, han traído y traen considerables consecuencias en el tejido social, tanto para los sectores de población que se autoperciben sin mayores fundamentos económicos como clases medias, la clase obrera urbana, los pobladores de los barrios populares y la población rural, con diversa incidencia.
Sin embargo, el resultado global de estos cambios profundos se refleja en pobreza masiva, informalización de la economía y de la sociedad, y exclusión social de la satisfacción digna de sus necesidades básicas por una gran parte de la población, haciendo que la democracia representativa y formal, en tanto régimen político de un estado republicano, se sustente en un orden económico que está basado en un desequilibrio marcado por explotación y opresión
Esta abierta y ,es por eso uno de los elementos componentes de la tendencia a la disgregación de la que hablamos al inicio , una brecha profunda que le da perfil específico a la lucha de clases en un estadío preliminar y preparatorio de un enfrentamiento antagónico directo, que tiene graves consecuencias sociales en lo inmediato, por el alto desplazamiento de colectivos humanos hacia zonas económicas de exclusión, todo lo cual hace que de una manera u otra, la pobreza se presente ideológicamente con un rostro de violencia y habilite la construcción de estereotipos del enemigo respecto del cual cabría desplegar una ofensiva para al menos neutralizar su incidencia en la vida cotidiana de los sectores aún incluidos en el proceso económico ligado a la directa producción de plusvalor. En igual medida , también queda abierta la azarosa arbitrariedad del poder burgués para purgar de sus filas a quienes operen de manera perjudicial a la reproducción del capital con consenso social, que es en definitiva lo que se pone en crisis cuando por una acción política se pone a uno de los cuadros visibles en la palestra y se le embiste de modo vindicativo con el discurso de “la honestidad” precisamente en un orden social que contempla su negación como una forma mas de hacerse del valor creado por el trabajador en la producción social de su existencia.
La violencia, en tanto fenómeno sensible para quienes la padecen o reciben, contiene sin embargo un número complejo de ideológicamente enmascarados que dan lugar a articulaciones de diferente orden, que exceden a quienes se exhiben como directos generadores de esos fenómenos de fuerza entre las personas
El proceso de acumulación y reproducción del capital, en lo que se da en llamar Argentina, genera población sobrante con efectos visibles que se patentizan en la concentración de riqueza , y acumulación por desposesión-del valor generado desde la fuerza de trabajo adquirida en el mercado a precios con tendencia real a la baja, y un espacio convivencial alejado del avance civilizatorio con rostro humano, según los propios paradigmas que dieron nacimiento a la modernidad, es decir: libertad, igualdad, fraternidad, y nos ubican por descomposición del modelo en situaciones de miseria y barbarie, tales como las que tuvo presente Rosa Luxemburgo cuando lanzó sus dos premisas : Socialismo o barbarie, Revolución o reforma.
La acumulación de riqueza por desposesión, en un extremo de lo visible, es al propio tiempo acumulación de miseria, tormentos de trabajo , precarización, empobrecimiento, en el opuesto, con crecimiento rápido e ininterrumpido de la población sobrante, siendo esta una expresión conceptual que pretende abarcar y designar a un grupo heterogéneo de la clase obrera y los oprimidos, que se mantiene dentro de la relación dominante CAPITAL y expresa una de las formas cada vez más relevantes que asume la explotación, que no se supera evitando la candidatura de un operador burgués, forzando su renuncia , sometiéndolo a proceso penal conducidos por los mismos que ayer le tomaron juramento de probidad a su vez severamente sospechados de idénticos comportamientos o similares .
De tal forma , y volviendo al origen de este relato, en el contexto nacional, sobre todo si se lo mira desde la estructura capitalista tardía y dependiente con la que nuestra sociedad esta estructurada, se constata el estancamiento de las tasas de crecimiento productivo y su correlato en el descenso de la tasa de ganancia que impone a la burguesía para su sobrevivencia un relanzamiento que exige materializar un ataque abierto sobre los trabajadores y demás sectores oprimidos, gran parte de los cuales son contenidos en el concepto analítico “población sobrante»
La expresión “población sobrante” excede el mundo de los desocupados en tanto más allá de estos, alude además a parte de la población que ha dejado de rendir plusvalía en forma directa al capital en condiciones de productividad media. Dicho a título enunciativo : desocupados efectivos, empleados estatales precarios (desocupación oculta), jóvenes sin trabajo subsidiados, grupos poblacionales impulsados del campo y obreros que trabajan en pymes y empresas recuperadas que viven de los subsidios estatales.
Así visto el contexto, el espacio social de la violencia representa en última instancia, no otra cosa que un efecto pernicioso que acontece como resultado de la modalidad específica que en nuestro país asume la reproducción de las relaciones sociales capitalistas, con prácticas socialmente injustas.
En gran medida el marco territorial y humano donde tiene lugar este particular fenómeno social, tiene nexo causal con la estructura económica productiva, y con el fenómeno que describe la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia y La tendencia a la pauperización (o ley de la miseria creciente).
Dicho de otra manera, los efectos sociales donde nos insertamos cotidianamente que se disfrazan ideológicamente por operaciones de agenda de la burguesía dominante, exhiben en realidad la resultante de ambas leyes sociales, en tanto sus enunciados remiten a una situación inherente al capitalismo que este no puede resolver , en tanto generador ,de un deterioro del nivel de vida de la clase trabajadora, incluso con posible aumento de los salarios, debido a la mayor explotación, la precarización laboral y el aumento de la riqueza de la clase capitalista.
Esta tendencia no se basa en la escasez de recursos, sino en la lógica de acumulación de capital, que genera un excedente de fuerza de trabajo y concentra la riqueza y el poder en manos de una minoría.
La polarización establecida entre la población sobrante y el concomitante proceso de concentración de riqueza en pocas manos, hace entre otras cosas, que la institucionalidad en su conjunto abandone el rol esencial de control social que le era asignado para pasar a funcionar en una lógica de control puramente represivo, con alta influencia mediática para la consolidación con carácter hegemónico de la ideología del castigo punitivo expresado en términos de inseguridad.
Es allí, donde debe ser inscripto el fenómeno que implica la violencia material desarrollada sobre los cuerpos mas vulnerables, en tanto diseño de un ataque represivo descargado sobre la población sobrante y en especial sobre los jóvenes que la integran.
Esta ofensiva en un primer momento está ligada a la naturalización y ocultamiento de la verdad de los episodios donde se desarrollan las muertes y agresiones y en segundo momento la construcción de un chivo expiatorio focalizado específicamente en un sector juvenil de esa población sobrante.
Vista así la dinámica de la situación, habrá que referirse al sistema penal y recordar en primer lugar que este no es exclusivamente un conjunto estructurado de normas punitivas, sino fundamentalmente el administrador del encarcelamiento por vía de la distribución de etiqueta sociales sobre la población de tipo degradatorias y reivindicativas.
Estamos frente a un proceso social dominado ideológicamente por la burguesía da prevalencia a la inseguridad de la reproducción continua de sus intereses y la consiguiente alarma por el delito ,abarcando incluso un discurso que naturaliza el uso de medios violentos, haciendo visible un sujeto culpable ubicado como el enemigo en sectores sociales jóvenes del grupo heterogéneo de la población sobrante.
En paralelo se gesta el reclamo por la militarización de la represión y por el empleo exponencial de la institución carcelaria en el que se involucran grandes empresas mediáticas, el aparato judicial policial por vía incluso de la modificación de los procedimientos de investigación dando rol destacado al juicio abreviado y por flagrancia.
Ese mismo esquema conceptual se completa con la construcción hegemónica de una cultura puramente represiva y criminalizante y en paralelo con un dispositivo comunicacional de exaltación de la victimización.
Todo esto significa de modo complementario, el consecuente declive de los principales pilares del modelo sobre el que se edificó la modernidad penal signados por el llamado derecho penal liberal de garantías acordadas al individuo frente al Estado , la preponderancia de la administración burocrática y la racionalización de los mecanismos y agencias de control, la prevalencia de los discursos de integración y reinserción social, las prácticas correccionalistas.
Por vía de lo que se designa como giro punitivo, y la consolidación de una criminología signada por el castigo , ampliamente mediatizada por diversos canales de difusión, nuestra sociedad se define por el crecimiento generalizado de las estrategias políticas excluyentes y estigmatizantes, tales como la multiplicación de los estereotipos de alteridad, mediáticamente producidos, las prácticas linchadoras, el crecimiento exponencial de las tasas de encarcelamiento, la elevación en los montos de los castigos y la vulneración de los resguardos jurídicos del debido proceso.
En esa lógica se inscribe centralmente la extensión de la prisión preventiva y la hegemonizante práctica del juicio abreviado que facilita el encarcelamiento y cierta eficiencia en el aparato judicial.
Todo esto expone con evidencia, que existe un nexo fundacional entre lo que se da en llamar transgresión criminal, castigo penal y orden social, con la polaridad: población sobrante- concentración de riqueza, en tanto resultante objetiva del proceso de reproducción del capital y el enfrentamiento cotidiano y larvado entre explotadores y explotados.
La resolución de la crisis que expone la estructura económica, desde las recetas recesivas habituales, ligadas a la reducción del gasto público y suba de la tasa de explotación del asalariado, para permitir un “relanzamiento “ de la burguesía en su conjunto, supone necesariamente el desplazamiento de altos contingentes poblacionales, en particular los jóvenes ,hacia situaciones de pobreza, con correlato en la concentración económica de la riqueza en cada vez menos manos, y la necesidad de un discurso-practica de control social con contenido puramente represivo.
Se trata en última instancia de ocultar que desempleo, marginalidad, pobreza , precariedad e incertidumbre anidan en el corazón mismo de la dialéctica reproductiva del capital y la construcción del modelo de asalariado que ese proceso de realización y producción de plusvalor requiere conforme a la fase en que se encuentre.
El proletariado urbano, joven y precario, constituye el principal blanco de ataque ideológico de clase que se concreta culturalmente en la exaltación de los trabajadores organizados y formales contra los desplazados componentes de la población sobrante.
Esto último, no tiene otra finalidad que consolidar falsa conciencia sobre lo que nos ocurre, en particular con el proceso de fragmentación o segmentación del proletariado, que encuentra sus fundamentos en las formas de reproducción del capital.
Se trata en última instancia de ocultar que desempleo, marginalidad, pobreza, precariedad e incertidumbre anidan en el corazón mismo de la dialéctica reproductiva del capital y la construcción del modelo de asalariado que ese proceso de realización y producción de plusvalor requiere conforme a la fase en que se encuentre.
Trabajador libre y pobre son el producto común y contradictorio de un único y mismo proceso del capital y no el resultado de dos procesos opuestos.
Desde el punto de vista de la praxis y en el marco de un programa superador de toda esta contingencia, deviene necesario romper con la dicotomía hacia el interior de la clase trabajadora , no permitiendo la segmentación por vía de quienes por un lado están ligados al trabajo formal, con los precarizados y aquellos que carecen de posibilidad de acceder estructuralmente a un empleo.
La práctica de naturaleza exclusivamente gremial, proyectada por los organismos de derechos humanos ,solo se centra en un intento de búsqueda de un espacio de negociación con el poder Estatal, dentro del marco de sus instituciones judiciales y políticas, sobre la base del respeto a las libertades y garantías democráticas concentrado en el castigo a los culpables de la llamada violencia institucional y la denuncia de la complicidad policial judicial, hoy deviene insuficiente y exige construir un límite a esa estrategia de dominación , exclusión y eliminación física, incorporando otro discurso y otra práctica con eje básicamente antidepresivo, que reformule el orden punitivo instalado culturalmente por la clase dominante y su sentido fundante del castigo, señalando sus condicionantes económicos
En este contexto el abordaje de la pretendida contradicción que surge de oponer delito-seguridad, debe buscar superación concreta, a manos de un sujeto social con fuerza política como es la clase trabajadora, en la propia construcción de esa fuerza, con relevancia en la superación de la estructura económica productiva del capital, de la que el derecho no es otra cosa que su funcional expresión institucional.
No hay guerra posible contra el delito. La única guerra posible es contra el orden social imperante que genera de sus entrañas esta lucha de sectores, amparada desde los aparatos ideológicos de dominación, para que la necesidad del autoritarismo, y las restricciones de nuestra libertad se naturalicen y hagan cuerpo en nuestra conciencia.
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