
Las relaciones sociales que se trazan en el contexto de la sociedad civil, dentro de una estructura de clases como la que desenvuelve el orden social capitalista en todos los casos están atravesadas por la violencia intersubjetiva, en la medida en que lo que en apariencia se presenta como una forma contractual que llevaría a pensar en consenso mutuo de las partes, tiene en verdad su génesis en un hecho violento que deriva en la salida consensuada donde uno de ellos ejerce la posición dominante sobre el otro .
Esta sola constatación pone al discurso habitual y de sentido común instituido por la cultura dominante relativo a la busqueda constante de relaciones pacíficas y «civilizatorias » entre los individuos , en serio compromiso ideológico, exhibiéndolo precisamente como una ideología, es decir, una representación falsa de lo verdadero y nunca del fenómeno real en sí.
Sin embargo, debe aclararse desde el inicio ,que la prevalencia de la forma jurídica para lograr ese orden social con dominio de una clase sobre otra a la que explota y oprime, no esta excenta de la sanción hacia el incumplimiento del reparto impuesto por la ley y que esa acción sancionatoria es siempre violenta. En otros términos, cuando la sola aceptación del derecho como instrumento regulador por via de su forma concreta que es la ley, enmascara una violencia silenciosa y legal , siendo que , cuando ella resulta insuficiente por el desenvolvimiento de las contradicciones y confrontaciones sociales que el propio modo de producción genera , la clase dominante abre las puertas, a la represión violenta lisa y llana , también con intervención de la norma jurídica que en este caso es la ley penal y su aparato punitivo que involucra la existencia justificada de una burocracia estatal montada para ello.
Visto el fenómeno desde esa perspectiva, el mito del Estado-arbitro, del orden institucional por encima de los intereses específicos de las clases, y de los particulares que la integran, se desvanece en el horizonte.
Sin embargo, lo que visto de esta forma que hemos expuesto, pare claro, no lo es hoy para un número crecientes de personas que integran la clase trabajadora en sí y esto ocurre en gran medida por el abandono de la construcción por la vanguardia militante de la organización de un partido de clase desde donde se procesen las directrices para una política obrera enn la que con referencia al programa socialista la propaganda se ocupe de dar cuenta de los significantes que se juegan cada vez que desde el poder se acude a la categoría «violencia». Ayuda en esta misma perspectiva la intervención política del los partidos del poder burgués en las décadas finales del siglo XX en relación a la uniforme demonización de la violencia revolucionaria a manos de los que lucha y el constante uso en este siglo de diversificaciones del fenómeno concentrado en las agresiones física y simbólicas al interior de la familia extendida o sus espacios convivenciales donde se desarrolla esa criminalidad.
Es en ese contexto donde el reformismo impulsado por los partidos que se colocan a la izquierda del régimen burgués integrándolo bajo el sello FITU, y otras organizaciones que le son satelitales hacen una significativa labor reproductiva, en particular por vía de apoyarse como lo hacen los partidos del poder en el orden legal vigente . Desde esa cooperativa electoral y esos aparatos organizativos se procesan cotidianamente ilusiones democráticas que se proyectan a futuro , señalando que una coalición de fuerzas que se dicen de izquierda triunfará por via electoral, eligirá un nuevo presidente y el poder del estado estará al servicio de explotados y opriidos gestando así la verdadera democracia.
Las categorías del marxismo expuestas en sus textos hoy clásicos, nos alejan de ese camino, y al hacerlo , la consecuencia necesaria es el trazado de objetivos revolucionarios de construcción de poder diversos de los apuntados por la propia izquierda del orden burgués dominante.
El elemento más significativo en este segundo abordaje, remite a la caracterización del Estado por parte de Marx y Engels. De ella se sigue la afirmación según la cual el poder político refleja una estructura social determinada por específicas relaciones sociales de producción y se imbrica con ellas en tal forma de hacerlas posibles a partir del otorgamiento de la forma jurídica legal de la apropiación de hecho del valor no creado sino por el esfuerzo de otra , a traves del derecho de propiedad que es la base de sustentación y fundamento último de todo el sistema jurídico que impuso la el nacimiento, y desarrollo del Estado a través del dictado de una constitución.
El poder político según Marx y Engels, se conforma para dar entidad a través de la forma lergal que consagra la vinculación impuesta y luego consensuada entre explotadores y explotados . Por eso lo que interesa, no es el nombre o los adeptos al hombre o al partido responsable transitorio de la gestión del poder burgués formalizado en el Estado. Lo significativo en sentido inverso es el funcionamiento del aparato burocrático, económico, plicial, y militar. Esa estructura no puede ser transferida tal cual es, por el mecanismo electoral y el acceso por el voto mayoritario según las normas del sistema elctoral de una organización que se autodefine de «izquierda» sin denunciar específicamennte al sujeto social que dice representar , sustituyendo incluso la acción directa de ese sujeto por vía de mecanismos asamblearios .
De allí, desde esa imposibilidad constatada por diversos hechos históricos que así lo han demostrado, es que resulta necesario destruirlo para adquirir la herramienta política adaptada a las propias necesidades de los trabajadores Es notorio por ejemplo, que con la desaparición del viejo aparato militaar,errotado o elminado, la Francia revolucionaria se reveló de pronto capaz de inventar, de fabricar otro funcional al nuevo orden burgués.
En definitiva, cuanto nos interesa aquí destacar es que el problema del poder tantas veces eludido por la izquierda del régimen burgués pese a sus profusas apariciones propagandísticas, no se plantea de ninguna manera en base a interrogantes cómo ¿ Qué grupo parlamentario constituye el gobierno? sino, por la pregunta relativa a qué interés de clase esta configurado y representado por la administración burocrática del estado, las fuerzas represivas y la estructura militar de conjunto.
El carácter de esa institucionalidad burocrática conformante del Estado real y con ello de la funcionalidad necesaria al interés del poder burgués tomado de conjunto , los textos de la ley y la jurisprudencia que los saca de la abstracción , son suficientes para establecer que el orden jurídico burgués es siempre la garantía del derecho de propiedad y la materialidad funcional de las relaciones de explotación que pesan sobre los trabajadores obligados a vender cotidianamente su fuerza de trabajo
El estado se construye sobre la base de la sociedad de clases que gestan las relaciones sociales de producción que se materializan en la sociedad civil . Es el instrumento de la dominación ejercida por la burguesía de conjunto sobre trabajadores y la opresión descargada sobre los grupos humanos que han sido desplazados de la producción formal de manera estructural. Esa dominación refleja, expresa y hace posible a la vez, un conjunto de relaciones dadas entre las clases objetivamente antagónicas en la propia sociedad civil que hace las veces de teatro de operaciones de una batalla prolongada y la mayor parte del tiempo larvada tras las apariencias de las formas jurídicas.
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El Estado de esta forma ejerce la dictadura en nombre y beneficio exclusivo de la clase dominante <No es más que el instrumento de opresión de una clase sobre otra». Esta esencialidad no se salva con un hipotético éxito electoral o con conseguir mayorías parlamentarias, porque precisamente los parlamentos y los gobierno en función de gestión ejecutiva son el rostro visible de esa dictadura de clase y no muta por las mejores intenciones de diputados bien intencionados. la violencia organizada, funcional, solidificada del poder burgués, construida a través del Estado no puede ser derrotada más que por la violencia de los explotados y oprimidos, que no es otra cosa que el salto militante de la clase trabajadora en armas hacia su objetivo estratégico de conformación de una nueva sociedad y en ella las condiciones materiales necesarias para un nuevo hombre liberado de la explotación y la opresión.
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