Si algo pudo quedar en claro en este contexto de desplazamiento de la verdad por el relato, ha sido la utilización con formato de farsa de los combates de clase producidos en el primer lustro de la década del setenta en el siglo XX que tuvieron como protagonista a la vanguardia de la juventud trabajadora.
Casi emblemático en ese propósito de uso y apropiación de esos sucesos con propósitos políticos diversos de la finalidad de aquellos, fue la escenificación del retiro de los cuadros donde se retrataba a los integrantes de las juntas militares encargadas de llevar adelante el genocidio de esa vanguardia.
Francisco «Paco» Reynaldo Urondo Invernizzi nació en Santa Fe y cayó víctima de una encerrona y las balas asesinas de una banda activa del terrorismo de Estado, en un contexto de prácticas genocidas desenvuelto por la dictadura militar en el gobierno, en Guaymallén el 17 de junio de 1976.
En ese trunco espacio de existencia, Urondo fue escritor, periodista,, guionista, , docente universitario, pero fundamentalmente un combatiente por la transformación del orden social capitalista, el cese de la explotación y la opresión impuesta por el Estado genocida argentino.
Es uno de los autores más relevantes de la cultura argentina. Sin embargo, de su labor en ese plano se destaca que en 1973, después de compartir cárcel con los sobrevivientes de la Masacre de Trelew, a quienes entrevistó, publicó la novela de testimonio “La patria fusilada”, acerca de esa masacre que inaugura en forma específica la decisión de exterminio del sector más activo en lucha de la vanguardia de la clase trabajadora.
La patria fusilada (1973) es un libro fundamental en la vida periodística y militante de Paco Urondo, no sólo por el valor documental sino también por las condiciones urgentes en las que se gestó. El 24 de mayo de 1973 Urondo ofició de reportero en la cárcel de Villa Devoto donde él también era un preso político y tomó los testimonios de los únicos sobrevivientes de la Masacre de Trelew.
La vida en lucha de clases que es propia del orden social capitalista, deja ver las particularidades que siempre asume este clase contra clase dentro del cual se desenvuelve la vanguardia trabajadora y hacen por su desarrollo, que nos tropecemos con el episodio del dictado de una condena respecto de la ex presidente Cristina Kirchner y que ello haya desatado una serie de reuniones que condensan un acuerdo de clases entre sectores de la pequeño burguesía seguidores de la condenada y otro de la vanguardia de trabajadores con representación política en el parlamento para el desarrollo de medios de lucha para impugnar el decisorio judicial y sus efectos inmediatos .
Este hecho que no tiene precedentes significativos de igual tenor, hace visible una nueva versión criolla de un frente popular que ya existía larvado y en los hechos , donde los que hasta este mes decían defender la independencia de clases, han perdido esa condición a la luz de los acuerdos , aceptando la conducción del proceso en curso, por parte de la presunta víctima de una sentencia proscriptiva z , bajo el amparo de la lucha por las garantías de libertades democráticas que resultan contenidas en la Constitución Nacional.
En ese contexto, el aparato periodístico y publicitario tomo una referencia para hacer emblemática la situación y contribuir a la dosis de victimización que la ex presidente le ha puesto a la determinación de su responsabilidad penal por delitos.
Se hablo a los cuatro vientos y Cristina dío la señal de largada señalando que por lo sucedido “era una fusilada que vive”, trayendo a cuenta el episodio hsucedido Hace 69 años en el que cinco civiles eran acribillados de noche en un basural de José León Suárez y otros siete escaparían de la muerte. El escritor y periodista Rodolfo Walsh buscó y entrevistó a cada uno de los sobrevivientes. El resultado, la piedra fundacional del periodismo de investigación en la Argentina, el libro “Operación masacre”.
Sin embargo, y a pesar de un aniversario más de su deceso se omitiió considerar el hecho significativo de la obra de Paco Urondo en referencia a otros fusilamiento más cercano en el tiempo donde salvaron su vida María Antonia Berger, Alberto M. Camps y René Haidar
Fue Urondo quien impuso por su texto , la característica de esa acción de las fuerzas represivas en una base naval que terminó con los restantes detenidos muertos y envueltos en una justificación de una presunta fuga que nunca llegó a ser creíble que fue desmoronada por el documento realizado por Paco Urondo en entrevista celebrada en Devoto, mientras se esperaba la liberación de todos ellos
En definitiva, una fusilada viva en términos ficcional y propagandísticos, que banaliza tanto la situación real de los fusilamientos de León Suarez como la propia masacre de Trelew y la relevancia de aquellos que aún desaparecidos físicamente siguen marcando la diferencia sustantiva entre el episodio histórico y el intento farsesco de apropiarse de su simbolismo para situaciones que no lo ameritan por diferencia esencial entre ellas y aquel pasado de represión que inauguraba el genocidio argentino.
Para toda aquella juventud y aquellos que pudieron salvar sus vidas y no caer en manos de los hacedores de estas práctica genocidas, transcribimos una poesía que Urondo dejó para que se comprenda de que se trata esto de la militancia revolucionaria y quienes se ocultan tras su farsa de combate , y marca un perspectiva diversa en relación con la dialéctica vida-muerte y el propósito de la existencia humana signado por la emancipación del hombre por la clase trabajadora , que nos deja planteado esta estadía con tobillera de la ex presidenta en su casa, con antelación a próximas jornadas electorales a realizarse en la provincia de Buenos Aires y luego , meses después en el país.
La verdad es la única realidad
«Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la
explotación o de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos
hijos, aquellos gritos irreales de dolor real de los torturados en
el angelus eterno y siniestro en una brigada de
policía cualquiera son parte de la memoria, no suponen
necesariamente el presente, pero pertenecen a
la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo
inmenso cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad,
como la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la
convalecencia del miedo, ese aire que se resiste a volver
después del peligro como los designios de todo un pueblo que
marcha hacia la victoria o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a
defenderse, a rescatar lo suyo, su realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.
Poema escrito desde la Cárcel de Villa Devoto, en abril de 1973.»
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