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EL ESTADO DE DERECHO Y LA REVOLUCION

En el contenido específico y actual la teoría general del derecho y sus soportes filosóficos idealistas, los individuos, aún tomados en abstracto, no son quienes definen la regulación con forma de ley de las relaciones intersubjetivas que implican la sociedad civil . Ese rol se lo adjudica el Estado por vía de otra ley, a la que se le da la condición de «ley superior fundante » es decir, la Constitución Nacional de la que nadie se anima tan si quiera poner en tela de juicio, so pena de ser considerado terrorista
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Desde esta premisa de simple constatación objetiva, el llamado Estado de Derecho tantas veces reclamado y exaltado , no es otra cosa que un espejismo conveniente y funcional para la dominación burguesas y la concreción de sus intereses en tanto hace las veces de una ideología con forma institucional de desarrollo cotidiano que oculta con forma jurídica convalidante, la dominación de clase que ejerce la burguesía.

Por eso, resulta altamente pernicioso que quienes usan siglas como socialismo, izquierda , obrero, trabajadores, acudan a este mismo formato para sostener argumentos legitimantes de sus pretensiones que se dicen en favor de los trabajadores y los restantes sectores sociales oprimidos.


También la ideología utilizando la forma jurídica del llamado Estado de Derecho, impone a la sociedad un discurso de sentido común que torna dificultoso advertir advertir que la sociedad no es solamente un mercado donde se encuentran poseedores de mercancía independientes en intercambio , sino también al mismo tiempo el campo de batalla de una guerra de clases encarnizada en la que el aparato del Estado representa un arma para imponer por la burguesía de conjunto, sus intereses específicos.
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En el orden social burgués, formateado por las leyes y las formas jurídicas , las relaciones son básicamente de dominación. Es así que cuando este tipo de vínculos en la sociedad civil entra en crisis por dificultades objetivas para la reproducción del Capital, su imperio se hace màs inestable y las intervenciones estatales se alejan del “Estado de Derecho” y se transforma en un poder puramente represivo que con fundamento en leyes penales ejerce violencia simbólica y física sobre los trabajadores .

Es así que en las circunstancias actuales de la lucha de clases, cuando la burguesía desata una ofensiva de largo alcance contra salarios y jubilaciones que se expresa con una renovada y fuerte caída de los ingresos de los asalariados y jubilados, el mentado Estado Constitucional de Derecho exhibe su verdadero alcance en la medida en que el poder burgués implementa en forma combinada ambos extremos, es decir promueve una ley general que da «bases renovadas a su dominación » y por otro lado reprime de forma violenta a quienes se expresan en disidencia a esa operación política .

Esta gestión del poder burgués impulsada desde el ejecutivo, y acompañada por amplios sectores del parlamento a través de otros operadores políticos de la misma burguesía, no hace uso de la violencia física con exclusividad, sino que además y en lo que es más complejo mina la libertad de determinación de la clase trabajadora en sí al imponer en los hechos y no en forma abstracta discursiva la amenaza  más inmediata : el despido y con ella el daño social que implica para quien solo tiene su fuerza de trabajo , la posibilidad de caer en la marginalidad y la indigencia.

Esto es significativo porque esandada por los cultores de la política de derechos , desconoce y por ende subestima el carácter clasista de todo derecho, que se compadece con el carácter del Estado, que impone la norma como expresión esencial de lo jurídico o la sentencia como norma individual del caso concreto. La forma del derecho, el discurso jurídico puesto en acto en toda sentencia, tiene un carácter tan fetichista como la mercancía en economía política .


Esto significa que todo derecho es derecho de la desigualdad, o sea aplicación de una medida igual a lo que es desigual. Esta es la ideología (en el sentido de falsa conciencia) que inspira el funcionamiento opresivo de nuestra sociedad marcada por las relaciones de producción capitalistas que vinculan desigualmente a los dueños de los medios de producción y a la fuerza de trabajo contenida en la clase trabajadora en sí.


Dentro de esta complejidad, nos encontramos frente al reclamo puntual desde los agentes operadores del poder mediático en torno de la aplicación del Derecho Penal sobre la clase trabajadoras, y demás sectores oprimidos cuando estos ponen visible su protesta y lucha en las calles.


Desde esa perspectiva la forma jurídica penal , remite necesariamente a esa agresión específica que el conflicto social habilita para quien lo protagoniza de parte del Estado y más allá de las diversas particularidades que pudo asumir en la historia, inicialmente remite a la idea de devolución de daño o venganza bajo modalidad de reacción.

La idea de sanción aparece como equivalente que compensa los perjuicios emergentes del conflicto. Por esa razón, por ese extravío estratégico que supone circunscribir la acción política al puro reclamo por el desarrollo de esas operaciones, pensando que el Estado de la burguesía por sus propios órganos, puede sancionar sus propias acciones basado solamente en un recambio de operadores políticos , se llega a la situación actual. Si esto último se pierde de vista, y en una nueva ronda de ese extravío se omite la denuncia del rol del derecho y el Estado de la burguesía en la existencia social, se volverá nuevamente a resultados no deseados con fortificación de la clase dominante en tanto culturalmente hegemónica.

Se olvida que, todo este proceso en abstracto que significa el funcionamiento del aparato judicial, no es diverso sino tributario de la dialéctica que impone la lucha de clases en concreto y en términos históricos. De este modo, si lo que se pone en juego resulta esencialmente variable, luego la respuesta estatal esperable nunca puede ser fija, ni permanente, máxime cuando esa superación solo puede llegar de la mano de la destrucción de ese mismo aparato estatal y la imposición de una dictadura de clase por parte de los trabajadores y los restantes sectores sociales oprimidos.


Las condiciones expuestas, ubican al trabajador en una compleja y muy difícil situación existencial en tanto todo obrero consciente tiene que competir muy duramente con el aparato ideológico de la burguesía y los desvíos reformistas, y oportunistas esbozados desde la izquierda parlamentarista y electoralera agrupada en una cooperativa electoral vacía de todo contenido que no sea la afanosa búsqueda de un voto para mantener su agónica existencia .

Esto se hace sentir no solo en la conciencia individual en la que pesan además los residuos de una educación sistemáticamente orientada al aislamiento del individuo, sino también por el carácter persistente y crítico de las relaciones mercantiles. en tanto la mercancía hace que sus efectos se hacen sentir en la organización de la producción y, por ende, en la conciencia.


La demanda social , no puede recibir satisfacción superadora, sino por vía de la instalación de otra organización social con dominio dominio de la clase trabajadora , lo cual significa el agotamiento del derecho burgués y de los órganos jurisdiccionales que le ponen en acto.


Una vez más, la forma de acumulación de poder de las fuerzas sociales en pugna, luce desigual. La burguesía sabe lo que hace y actúa conforme a su interés objetivo. Desde la clase trabajadora, se impone el mismo mandato. Denunciemos el carácter de clase del Estado, y terminemos con su existencia.


Los objetivos primordiales no son de resolución inmediata y se logran no solamente en la pura movilización callejera, se requiere además de la organización económica de los trabajadores ( lucha antiburocrática y clasista en los sindicatos) y la discusión y educación políticas (tendiente a la conformación del partido revolucionario de la clase).

En un contexto signado en gran parte por la confusión y la incomprensión de los mecanismos de dominación de los capitalistas, el eje de la acción política es la organización y la separación respecto a la ideología burguesa. En este contexto se impone la construcción y desarrollo desde la multiplicidad de grupos organizados en lucha , de un centro de convergencia y de correspondencia entre las sociedades obreras de los distintos países que aspiran a un mismo fin, a saber: la protección, y la completa emancipación de la clase obrera

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